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Terapia De Jacobson

81701236 de Septiembre de 2013

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Relajación Progresiva de Jacobson

Mediante el Trabajo Muscular y el Control de la Respiración

Índice

A principios de la década de los años 1920, el fisioterapeuta Edmund Jacobson (1888 - 1983) creó un método para el tratamiento del control de la reactividad cuya finalidad es disminuir la ansiedad y provocar un estado de tranquilidad mental al suprimir progresivamente todas las tensiones musculares asociadas a la ansiedad. El argumentaba que ya que la tensión muscular acompaña a la ansiedad, uno puede reducir la ansiedad aprendiendo a relajar la tensión muscular. La culminación formal de este trabajo se ubica en el año de 1938 y se conoce con el nombre de Relajación Progresiva de Jacobson, sin embargo, él continuó sus investigaciones en el Laboratorio de Fisiología Clínica de Chicago, USA, hasta 1962.

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La tensión muscular residual o tono muscular, es la contracción parcial, pasiva y continua de los músculos. Ayuda a mantener la postura y suele decrecer durante la fase REM del sueño. Se refiere a la tensión (contracción parcial) que exhiben los músculos cuando se encuentran en estado de reposo, la cual es mantenida gracias a la acción de las unidades motoras respectivas y gracias al correcto funcionamiento del reflejo miotático.

Ciertos estados emocionales desencadenan impulsos nerviosos inconscientes que mantienen los músculos en un estado de contracción parcial, así como cuando hay un súbito tirón o estiramiento, el cuerpo responde automáticamente aumentando la tensión muscular, un reflejo que ayuda tanto a proteger el cuerpo del peligro, como a mantener el equilibrio.

En condiciones normales, el tono muscular no se mantienen contraído de forma permanente, esto ayuda a evitar la fatiga y el cansancio. Bajo los estados de alerta ocurren contracciones parciales y asincrónicas de las fibras musculares por medio de la actividad del sistema nervioso, esto es la reactividad. El tono muscular desaparece si se destruye alguna parte del reflejo monosináptico.

Existen trastornos físicos y mentales que pueden hacer que haya un tono muscular anormalmente bajo (hipotonía) o anormalmente alto (hipertonia).

En cuestiones de músculos esqueléticos, tanto los músculos extensores como los flexores usan el término "tono" para referirse a la enervación "en reposo" o normal que mantiene las posiciones de los huesos. El músculo cardiaco y el músculo liso no están relacionados con el esqueleto pero también tiene tono aunque no estén emparejados con músculos antagonistas.

Estar expuesto de manera permanente a un estado de tensión puede ocasionar una tendinitis o una contractura, ya que los músculos están unidos al esqueleto por medio de los tendones, siendo así los responsables de la ejecución del movimiento corporal. La propiedad de contraerse, esto es, de poder acortar su longitud como efecto de la estimulación por parte de impulsos nerviosos provenientes del sistema nervioso central y autónomo. El cuerpo humano contiene aproximadamente 650 músculos.

Los estados de ansiedad se presentan simultáneamente con estados de tensión muscular. Una tensión muscular excesiva es a la vez una reacción al stress y una fuente de stress.

La ansiedad es una respuesta emocional de carácter displacentero que involucra aspectos corporales, fisiológicos y psicológicos caracterizados por un alto grado de activación del sistema nervioso periférico (reactividad), que pueden derivar en un comportamiento poco adaptativo.

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La ansiedad tiene una función muy importante relacionada con la supervivencia, junto con el miedo, la ira, la tristeza o la felicidad. Para preservar la integridad física ante posibles amenazas el ser humano ha tenido que poner en marcha respuestas eficaces y adaptativas durante millones de años de evolución: “La huida ó la lucha”.

En la actualidad se estima que un 20.5% o más de la población mundial sufre de algún trastorno de ansiedad, generalmente sin saberlo.

Cuando una persona se siente amenazada, responde con un comportamiento de lucha o escape como mecanismo esencial de supervivencia, al igual que los demás seres vivos. Estas respuestas que se activan en el organismo ante estados de peligro se acompañan de manifestaciones neuroquímicas y musculares. Si la persona se encuentra sometida a un estado de tensión permanente y prolongado, tendrá diversas repercusiones sistémicas.

Un acontecimiento estresante, o el simple hecho de pensar o imaginar algo angustiante, prepara automática e inconscientemente el cuerpo para la acción correspondiente de lucha o escape. La recurrencia de pensamientos catastróficos e inquietantes crea situaciones permanentes a las que el cuerpo se adapta manteniendo un estado de tensión muscular crónico.

Esta tensión muscular aumenta durante el transcurso del día, y llega a provocar un estado de incapacidad para disipar la tensión residual mediante los mecanismos normales de autorregulación organísmica.

A esta condición, se agregan agentes estresantes suplementarios, provocando un estado de hipoventilación o disnea, incremento la frecuencia cardiaca por la contracción demasiado rápida de los ventrículos cardiacos e hiperactividad general del sistema neurovegetativo. Si este estado crónico de tensión persiste durante un tiempo prolongado, puede llegar a provocar o agravar el funcionamiento homeostático del cuerpo porque el organismo pone a funcionar el sistema adrenérgico.

Por ejemplo, cuando el organismo considera necesario alimentarse, este sistema entra en funcionamiento y libera señales de alerta a todo el sistema nervioso central. Cuando se detecta una fuente de alimento para la cual se requiere actividad física, se disparan los mecanismos que liberan adrenalina, y se fuerza a todo el organismo a aportar energías de reserva para la consecución de una fuente energética muy superior a la que se está invirtiendo para conseguirla y que normalizará los valores que han disparado esa "alerta amarilla". En esos momentos el organismo, gracias a la adrenalina, pasa a un estado de "alerta roja".

El sistema dopaminérgico también se activa cuando el organismo considera que va a perder un bien preciado. En esta situación, el organismo entra en alerta amarilla ante la posibilidad de la existencia de una amenaza, que no es lo mismo que cuando la amenaza pasa a ser real, pues en ese caso lo que se libera es adrenalina.

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Ansiedad Normal

Desde este punto de vista, la ansiedad se considera una señal positiva, de salud, que ayuda en la vida cotidiana, siempre que sea una reacción frente a determinadas situaciones que tengan su cadena de sucesos de forma correlativa: alerta amarilla, alerta roja y consecución del objetivo.

Ansiedad Patológica

Cuando esta cadena se rompe en algún momento y esas situaciones se presentan con asiduidad de manera insidiosa, entonces el organismo corre el riesgo de intoxicarse por dopaminas o por otras catecolaminas..

Entre los trastornos organísmicos más frecuentes se encuentran la fatiga crónica, cefaleas tensionales, contracturas y espasmos musculares, limitación de la movilidad y de la flexibilidad, tendencia a las lesiones musculares, insomnio, diversos trastornos gastrointestinales, alteraciones urinarias y hepáticas, entre otros más.

Los cuadros sintomáticos que constituyen los trastornos incluyen las fobias, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de pánico, agorafobia, trastorno por estrés postraumático, trastorno de ansiedad generalizada y trastorno de ansiedad social.

En el caso del trastorno de ansiedad generalizada, la ansiedad patológica se vive como una sensación difusa de angustia o miedo y deseo de huir, sin que quien lo sufre pueda identificar claramente el peligro o la causa de este sentimiento.

Esta ansiedad patológica es resultado de los problemas de diversos tipos a los que se enfrenta la persona en su vida cotidiana, y sobre todo de sus ideas interiorizadas acerca de sus problemas.

Diferencia entre ansiedad patológica y adaptativa

La ansiedad normal se presenta en episodios poco frecuentes, con intensidad leve o media y de duración limitada, ante estímulos previsibles y comunes y con un grado de sufrimiento y limitación en la vida cotidiana acotada. En cambio la ansiedad a niveles patológicos se caracteriza por sucederse en episodios reiterativos, de intensidad alta y duración excesiva, con alta y desproporcionada reactancia a la amenaza, provocando gran sufrimiento y notable interferencia en la vida diaria.

Síntomas

Los síntomas de ansiedad son muy diversos y tal vez los más comunes consistan en hiperactividad vegetativa, que se manifiesta con taquicardia, taquipnea, midriasis, sensación de ahogo, temblores en las extremidades, sensación de pérdida de control o

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del conocimiento, transpiración, náusea, rigidez muscular, debilidad muscular, insomnio, inquietud motora, dificultades para la comunicación, pensamientos negativos y obsesivos, etc.

La ansiedad se puede manifestar de tres formas diferentes: a través de síntomas fisiológicos, cognitivos y conductuales. Éstos hacen referencia a tres niveles distintos, los cuales pueden influirse unos en otros, es decir, los síntomas cognitivos pueden exacerbar los síntomas fisiológicos y éstos a su vez disparar los síntomas conductuales. Cabe notar que algunos síntomas de la ansiedad suelen parecerse a los de padecimientos no mentales, tales como la arritmia cardíaca o la hipoglucemia. Se recomienda a los pacientes someterse

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