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Una aproximación teórica a través de conceptos psicológicos

Tamara Monsalve DíazEnsayo1 de Junio de 2017

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Universidad de Chile                                                                               

Departamento de Antropología                                                

Psicología General

Docente, Silvia Tapia

Pedofilia

Una aproximación teórica a través de conceptos psicológicos

Integrantes: Fernanda Castro Yañez

         Astrid Ollarzú Salas

Segundo año Antropología

Santiago de Chile, 10 de diciembre de 2012

Acercamiento histórico al fenómeno de la pedofilia

En la antigua Grecia, existían dos dimensiones básicas de la realidad; el culto a Apolo, que contemplaba un mundo ordenado y racional, y el culto a Dionisio, que representaba la parte irracional e instintiva del ser humano. Para el gran filósofo alemán Friedrich Nietzsche, la exaltación de lo instintivo a través de la que el hombre accede en la festividad dionisiaca, ha sido la figura idealizada del hombre que busca su libertad, aún más, del hombre que se libera de las imposiciones de la sociedad.  

En La geneaolgía de la moral: Un escrito polémico (Nietzsche, 1887), el autor plantea la palabra genealogía una como búsqueda de orígenes, en la que aborda el tema de los valores morales desde una perspectiva extraordinaria. Para esto, toma lo que él llama la burguesía, la gente común e incapaz de llegar a los extremos, vale decir, la gente racional (gente de Apolo), y dice a partir de los valores encarnados en ellos (la “blandura”, compasión, ascetismo, etc), que para él nada de esto guarda relación con la moral.

Para Nietzsche (1988), las verdaderas características de lo moral en lo humano, radicarían en los valores “duros o brutos” personificados en los guerreros y los aristócratas, en todo lo que se oponía a la idea del mundo suprasensible de Platón. Sin embargo, es necesario destacar que cuando el autor habla de aristocracia, no hace mención a una clase social, sino que refiere a una clase espiritual, y a aquel estamento de la sociedad griega que era capaz de imponer la verdad, e incluso se podría hablar de ontología, a través del poder de su prestigio.

A raíz de lo anterior, es  que nace la idea de un  súper hombre o Übermensch (Nietzsche, 1883) que sería uno de los dos extremos entre los que se mueve el hombre moderno, el súper hombre y la bestia. Este concepto es elemental para entender lo que más adelante tomarán autores como Freud o Marx, ya que escapa a todo lo que la sociedad impone para evitar a los hombres llegar a ser seres plenos. Nietzsche señala así que:

“¡sea el superhombre el sentido de la tierra! ¡Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no creáis a quienes os hablan de esperanzas sobreterrenales! Son envenenadores, lo sepan o no. Son despreciadores de la vida, son moribundos y están, ellos también, envenenados, la tierra está cansada de ellos: ¡ojalá desaparezcan!” (Nietzsche, 1883:36)

Esta idea de una humanidad maniatada, se hace igualmente presente, pero de manera más fuerte, en la obra de Freud titulada El Malestar en la Cultura (Freud, 1929).  Este último, al igual que Nietzsche, lo que ve es racionalidad humana convertida en una sociedad burguesa, que tomando como referencia a Hobbes (1651) actuaría como un medio de control social. Esto debido a que  como el mismo autor indica que “el hombre es el lobo del hombre” (Hobbes, 1651:89). Freud difiere un poco y dice que para que el hombre pueda vivir en sociedad, debe entregar su voluntad no al Estado como dice Nietzsche, sino a la cultura.  

El malestar como lo irrealizable para el proyecto humano de tratar de lograr: “el designio  de ser felices que nos impone el principio del placer es irrealizable” (Freud, 1929:19), y esto se manifiesta en el paso  que da el hombre a la civilización.

Freud plantea este malestar como algo estructural e inherente al sujeto humano dice que una parte de ese malestar,  no es asimilable, a  ninguna causa exterior otra parte si lo es pues no todas las civilizaciones son iguales, las hay más injustas y menos injustas (no cree en la justicia en el sentido de la armonía). Hay diferentes tipos de malestares, pero en todas lo hay.

En El malestar en la cultura (Freud, 1929), Freud habla del tema de la sofocación de los instintos primitivos o de las pulsiones.  El malestar en la convivencia, Freud lo escucha y lo recoge de sus casos clínicos, de lo que supone la convivencia con los otros. Hay un antagonismo entre las exigencias pulsionales y las restricciones impuestas por la cultura (Tapia, 2012). Por ende, dice que la cultura vive en perpetuo malestar porque se basa en la represión, y hay un instinto principal que debe reprimir: el instinto sexual. Todo esto no es algo que no tenga consecuencia, reprimir genera la neurosis, entonces el hombre de la cultura es un hombre neurótico.

Freud encuentra dos elementos fundamentales en el hombre, Eros (líbido) y Thanatos (vinculado a la pulsión de muerte).  Uno lleva a la reproducción de la especie, el otro hacia su propia destrucción. Ambos instintos son parte de todos los seres vivos, y comienzan a operar o están presentes desde que cada individuo nace. Entre ellos hay una permanente lucha que crea tensión, tanto en el individuo en particular, como posiblemente también en la sociedad humana. Sin embargo para Freud, la sociedad moderna está cada vez más dominada por la pulsión de muerte.

El tema de las pulsiones es bien interesante en la obra de Freud, ya que hasta el día de hoy ayuda a la mejor compresión de fenómenos socioculturales latentes como las perversiones y sus derivaciones.  El tema de este estudio se centrará en la llamada pulsión sexual, aquella de la cual Freud sostuvo que la acción de la represión que se ejercía en forma electiva sobre la pulsión sexual, debía atribuirle un papel fundamental en el conflicto psíquico, aunque dejando sin resolver el problema de qué es lo que, en definitiva, determina tal privilegio.

Para delimitar aún más el sujeto/objeto de estudio, nos enfocaremos en aquellas pulsiones sexuales relacionadas y manifestadas a través de la perversión de la pedofilia. Para ello, a continuación se reseña brevemente parte de lo dicho por el autor.

El movimiento de inducción a la pedofilia comienza cuando Sigmund Freud crea una versión caricaturescamente erotizada de los primeros años de la vida humana, versión que con la mayor facilidad fue absorbida por la cultura del siglo. Desde entonces la vida familiar aparece cada vez más, en la imaginación occidental, como una olla a presión de los deseos reprimidos (Carvalho, 2002).

Freud en su obra "Tres ensayos de teoría sexual" (Freud, 1905), refiere la pedofilia, más que como una perversión, como un acto ocasional, en donde en algunos casos el adulto sustituye a un niño como objeto sexual exclusivo, al no lograr mantener relaciones sexuales con una persona de su edad. En "Introducción al narcisismo" (Freud, 1914), la perversión es vista como una estructuración firme del sujeto, donde el perverso no es capaz de amar a nadie a excepción de él, el amor hacia el niño es sólo un espejo de su narcisismo. Señala, además, que su génesis sería por una parte el aspecto constitucional, donde como él dice: "recordemos que se trata de niños en quienes el componente sádico pudo salir a primer plano de manera aislada y prematura por razones constitucionales" (Freud, 1919: 186), y por otra, su origen estaría ligado al complejo de Edipo, en palabras del autor: “Entonces, la fantasía de paliza y otras fijaciones perversas análogas sólo serían unos precipitados de Edipo, por así decir las cicatrices que el proceso deja tras su expiración” (Freud, 1919:190) (Riquelme, 2005).

Aproximaciones teóricas al fenómeno

Es importante señalar que Freud entendió como eje principal de la perversión, la tremenda angustia de castración, la que en el discurso de Lacan se entiende como una falta a nivel simbólico. Lacan también señala que porque somos sujetos del lenguaje, simbólicamente estamos en falta, cosa que  Freud rotula como los lazos del inconsciente.

Con todo lo visto acerca de la perversión y la pedofilia hasta el momento, podernos entender  ciertas ideas. Tomado a Freud, se entiende que el origen de la perversión estaría dada por los aspectos constitucionales del individuo, donde predominaría una fuerte pulsión de muerte, estando en la base la fuerte angustia de castración, resultando el negativo de la neurosis (perversión) (Riquelme, 2005).

Como vimos en Foucault (1993), las sociedades se han encargado de buscar un sinnúmero de problemas y enfermedades sociales, como es el caso de la lepra en la edad media, para dar paso a las enfermedades venéreas, hasta llegar a la locura en su determinado momento, pero esto no bastaría para abarcar todas la complejidad de la mente humana, ya que en la actualidad existe un fenómenos cada vez más recurrente y temido, como es el caso de la Pedofilia.

La pedofilia constituye un fenómeno social altamente estudiado, el que se ha producido, terror, horror, preocupación y malestar en la cultura, ya que ninguno de los padres pueden estar tranquilos al pensar en la seguridad e inocencia de sus hijos. De este modo los estudios han apuntado principalmente a una develación del origen de esta condición, o si esta tiene cura pero nos parecería más fructífera plantear la siguiente interrogante ¿De qué manera y a través de qué mecanismos algunos individuos logran calmar sus deseos y pulsiones en cuanto al objeto sexual representado en niños, y de qué manera otros sujetos lo exteriorizan al no lograr el control de ellos?

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