CRISTOLOGIA
dionelka14 de Junio de 2014
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CRISTOLOGÍA
I. AMBIENTES O TRASFONDOS EN QUE SE DESARROLLA LA CRISTOLOGÍA
1. Qué es “Cristología”. Se puede entender la cristología como “la respuesta de la Iglesia a la
historia de Jesús”2. Es decir, una interpretación de los hombres, especialmente de aquellos que
fueron impactados y transformados por Jesús, sus hechos y palabras y que le aceptaron como
Cristo, Señor, Hijo de Dios, Salvador, etc., a raíz de su experiencia con él después de su muerte
y resurrección.
Pero estos creyentes seguidores de Jesús, cuyo núcleo original eran sus
discípulos/apóstoles y posteriormente las diferentes comunidades cristianas, expresaron su fe
con títulos, confesiones de fe, etc., propios de una cultura y un lenguaje determinados. De
dichas culturas y lenguajes quedaron ciertas “huellas” cuando se escribieron las diversas
tradiciones orales que, junto a otros escritos, llegaron a formar los distintos materiales que hoy
tenemos recogidos en el Nuevo Testamento.
Esos “estratos” que se pueden reconocer de las distintas tradiciones nos llevan a pensar
que surgieron de diferentes comunidades del cristianismo primitivo, anteriores a la formación
del NT. Esas comunidades se las suele dividir en tres grupos: Las más antiguas que surgirían
en un ambiente palestinense. Estas estarían compuestas, básicamente, de cristianos judíos en
los que predominaría la cultura hebrea y de lenguaje arameo/hebreo. Un segundo grupo, algo
posterior en el tiempo, lo formarían los cristianos judíos de cultura griega (los judeohelenistas).
Generalmente hablaban griego, pero tenían todavía mucha influencia de la cultura y
lenguaje hebreos. Cuando el cristianismo se extendió al mundo gentil (ya en la época del
Nuevo Testamento) se formaron comunidades cuya cultura era pagano helenística. En ellos
predominaba totalmente la cultura y lenguaje griegos.
Así pues, dependiendo mucho de su cultura y lenguaje, estos cristianos primitivos
expresaron y comunicaron su fe en Jesús usando títulos y expresiones propios de su medio
ambiente (aunque los llenasen de un contenido y significado nuevo referidos a Jesús), usaron
títulos antiguos que entendieron adecuados para expresar lo que para ellos significaba Jesús (y
que en otras comunidades antiguas quizás no se usaron) o algunos de los títulos usados por
comunidades anteriores de otra cultura los “reinterpretaron” y les dieron un significado que para
ellos era más adecuado para expresar su fe y experiencia con Jesús. Estos son los que llamamos
“títulos cristológicos” y que estudiaremos más adelante, en su momento.
Todo esto nos lleva a entender la “cristología” no como algo cerrado y ya terminado,
sino como la reflexión acerca de Jesús, que nos lleva a vivirlo y comunicarlo, de tal forma que
pueda ser entendido y experimentado, por las personas de nuestro tiempo y cultura, de la misma
forma y con el mismo significado (y la misma fuerza) que lo hicieron las diferentes
comunidades primitivas en su tiempo y cultura propios.
2. El trasfondo palestinense. Utilizando los métodos histórico-críticos muchos eruditos creen
ver una serie de documentos, fuentes o tradiciones más antiguas que serían las que nos
trasmitirían o, al menos, reflejarían los títulos o expresiones más antiguas que los cristianos
usarían para referirse a Jesús. Estos se desarrollarían en las comunidades palestinas que
serían las que habían estado más cercanas en el tiempo y el espacio a Jesús y sus discípulos.
Entre estas fuentes se cuenta el evangelio de Mc (que lo fechan entre los años 65-70), Mt. Y
Lc. (que los fechas después del año 70 pero antes del 100). Tanto Mt. Como Lc. Serían, en
parte, una ampliación de Marcos y todos ellos se servirían de una fuente anterior (uno o
varios documentos) llamada “tradición Q”. Tanto Mt. como Lc., habrían usado tradiciones
propias (diferentes a Q) que se les conoce como “Material propio de Mateo” y “Material
propio de Lucas”. Todas esas tradiciones, anteriores a los propios evangelios tal y como
están ahora, presuponen un fondo palestinense, aunque no estén totalmente exentas de
influencias de la etapa helenística.
2.1 ¿Quién dicen los hombre que soy yo?. Cuando Mat. 16:13-17 narra, por boca de Jesús, el
interés de Jesús por saber que dice la gente y posteriormente sus discípulos sobre su
2 R. H. Fuller, Fundamentos de la Cristología Neotestamentaria, p.21ss.
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identidad, muestra, cómo mínimo, un interés de la iglesia primitiva acerca de la cristología,
aunque las palabras de Jesús a Pedro evidencian que el reconocimiento de Jesús como Cristo
sólo pueden provenir de la revelación de Dios al corazón creyente. Otro tanto ocurre con el
título Kyrios: “nadie puede llamar a Jesús Señor si no es por el Espíritu Santo” (1 Cor. 12:3)
y es la misma experiencia creyente la que capacita para llamar “Abba” a Dios (Gál. 4:6).
Esto podría ser un indicativo del por qué en los estratos más primitivos de la tradición
neotestamentaria no aparecen tantos títulos cristológicos, ni tan repletos del significado de
exaltación como en las tradiciones posteriores. Fue después de la resurrección de Jesús y de
las experiencias con el Cristo Resucitado, y de la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia
que se fue siendo consciente de todo el alcance que tenía Jesús para la vida y experiencia del
creyente.
2.2 Títulos cristológicos. Sólo mencionaremos los títulos que eran habituales en la época de
Jesús y que proceden del A.T3., aunque muchos de ellos sufrieron un desarrollo y evolución
de uno u otro signo hasta llegar a esta época. No nos detendremos en su estudio ya que serán
estudiados posteriormente.
2.2.1 Mesías. Pasa por diversos énfasis en su significado (ungido) a lo largo del A.T., hasta
llegar a los escritos de Qumrán y la literatura rabínica. El mesías es una figura humana,
todavía en esta época, con connotaciones políticas de mesías davídico. Quizás por eso se
nos dice en el NT que Jesús no quería ser identificado como mesías.
2.2.2 Hijo de Dios. No había total seguridad de que “hijo de Dios” fuera un título mesiánico
pre-cristiano usado por los judíos. Algunos eruditos lo daban como posible, pero ahora
hay pruebas, a través de los manuscritos del Mar Muerto, de que sí se empleaba como
título mesiánico pre-cristiano y “estaba en condiciones de servir a los cristianos primitivos
de instrumento para interpretar a Jesús de Nazaret” (Fuller).
2.2.3 Hijo de David. Se cree que este título no cristalizó como título mesiánico hasta el siglo I
a. de C. y siguió usándose en la época de Jesús y aún posteriormente por los rabinos
judíos.
2.2.4 Hijo del Hombre. Aunque se considera como un título mesiánico, no tiene su origen en
ninguno de los usos primitivos de la palabra hebrea masiah. Se origina en medio del
ambiente de la apocalíptica judía. La apocalíptica describe el fin de la era presente y la
inauguración de la era futura con un conjunto de imágenes fantásticas y en una dimensión
cósmica que supera con mucho el marco de las predicciones futuras de las profecías más
antiguas. Hijo de hombre aparece por primera vez, como figura escatológica, en la
literatura judía, en Dan. 7:13ss. Originalmente parece que se refería a una figura
individual (y este siguió siendo su significado principal) aunque Daniel la colectiviza
poniéndola como símbolo de los “santos del Altísimo”. Este uso de “hijo de hombre” en la
apocalíptica judía pre-cristiana lo entiende ya como el “agente de la redención
escatológica” y pudo ser, muy bien, la tradición que favoreció el uso de “Hijo de Hombre”
por parte de Jesús y de la comunidad cristiana palestinense.
3 Para un estudio de estos títulos en el AT y su desarrollo a través de la literatura rabínica y los escritos de
Qumrán, véase Fuller, Op. Cit., pp.28-66.
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2.2.5 Siervo del Señor. En el AT se usa la expresión siervo (‘ebed) para referirse a distintos
personajes como siervos de Jehovah. Entre ellos destacan los reyes (especialmente David)
y los profetas (especialmente Moisés). Aquí el siervo se ve como un miembro de la
comunidad de Israel a quien Dios llama a una tarea especial para ejecutar sus planes en la
historia. Una combinación de estos dos trasfondos (Moisés y David) podrían estar detrás
del término pais (siervo, hijo) referido a Jesús en Hechos (3:13,26; 4:25,27,30). En la
segunda parte de Isaías tenemos los poemas del Siervo (42:1-4;49:1-6; 50:4-9; 52:13-
53:12), donde adquiere la expresión “Siervo del Señor”, por primera vez, cierto sentido
escatológico. Aunque no hay total consenso entre los eruditos, J. Jeremías afirma que “ya
muy tempranamente, cuando se hablaba de Jesús como pais (qeou), se estaba pensando en
los textos del Deuteroisaías. Así lo muestran las citas de Mt. 12:18; cf. Mc.1:11, así como
las referencias de Hech. 3:13 a Is. 52:13s”4. Si esta interpretación es cierta,
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