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Cristologia

hefziba165 de Diciembre de 2014

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INTRODUCCIÓN

De alguna manera Dios tenía que tener un hombre que viniera a la tierra, que fuera igual al primero: Adán. Éste tendría que pasar la gran prueba que el primer hombre fracasó. El hombre fue la llave de la caída, por lo tanto tendría que ser la llave para la Redención (1 Cor.15:21,22).

Dios a la verdad no tenía el derecho de envolverse en las cosas que ocurrían en la tierra. La única entrada legal que Él tenía era aquel Pacto que hizo con Abraham y su parentela (Gál. 3:16). El no tenía el derecho de entrar por su poder. "Seres espirituales no tienen derecho legal en la tierra sin la autoridad del hombre".

Jesucristo tenía que ser hombre. El primer hombre Adán era todo hombre. Cristo tenía que venir con un cuerpo físico como todos los hombres, toda la anatomía del hombre real. Tenía que nacer en la tierra, para que fuese una entrada legal.

En el pasaje de Juan 10:1,2; se observa que no está hablando de Jesús como la puerta al redil, sino a "algo" por donde se entra. El redil es donde están las ovejas. Las ovejas están en la tierra. Luego él habla de ese algo: "la puerta de entrada a la tierra."

Satanás nunca ha usado la puerta legal y siempre ha venido ilegalmente; por eso él es un ladrón. El no tiene autoridad legal alguna en esta tierra, excepto la que le dio Adán en el Edén. El es un ser espiritual caído y no tiene cuerpo físico. Por ello, un cuerpo físico es su entrada para operar en esta tierra, ésta es la razón por la cual satanás quiere desesperadamente tomar posesión de un cuerpo humano.

La entrada legal es nacer aquí en la tierra. El nacimiento virginal de un hombre llamado Jesús de Nazareth tuvo que tener lugar por necesidad, Jesús vino legalmente a la tierra, y tenía un cuerpo físico que le daba autoridad y pudo decir: "Ya no hablaré mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él NADA TIENE EN MÍ" (Juan 14:30).

EL MISTERIO DE MASHIAH

La raíz hebrea del término significa "ungido", y en el contexto de la promesa de la redención, es una referencia a cierta persona conocida solamente por e1 Eterno desde antes de la creación, quien sería "ungida" por YHWH, que procedería de la simiente de David y a quien se le confiaría una serie de oficios divinos únicos en su clase.

Es cierto que un "ungido" podía ser un profeta, un sacerdote, un rey, incluso un rey pagano (Isaías 45:1), así como una nación completa, como fue el caso de Israel que es vista también como "mashiaj", es decir, pueblo "ungido" (Hab. 3:13).

Pero los profetas hablaron de una persona en particular que sería investida con ciertos atributos divinos que le capacitarían para realizar una obra única en la redención. Ese personaje singular, descendiente de David, sería HaMashiaj, el Mashiaj, el Ungido Ideal de Israel, es decir, unigénito, o sea, único en su clase, como no hay ni habrá otro similar.

Los ángeles son "elohim", en el sentido de que les ha sido comisionada autoridad, los ángeles que no guardaron su posición original continúan recibiendo ese nombre debido al papel que les ha sido asignado. En otras palabras, los "principados y potestades" de las tinieblas tienen poder para hacer daño, para hacer el mal, y aun así son llamados "elohini", no en el sentido de que sean dioses verdaderos, no en el sentido de que sean divinos, sino en el sentido de que tienen poder o han sido investidos con cierta autoridad.

Por ejemplo, los demonios que controlaban la vida nacional de Egipto en los días del primer éxodo, fueron llamados los "elohim de Egipto" (Éxodo 12:12), traducido al castellano como "los dioses de Egipto", pero en hebreo es "elohim de Egipto"(Elohai Mitzraim, es decir, "los dioses de Egipto").

Debido a que el término castellano "Mesias" es de dudosa procedencia teológica, hemos procurado verterla con su sonido hebraico más puro, esto es, Mashiaj, con la jota al final.

¿POR QUÉ “YESHUA”?

Los nombres en la Biblia tienen una importancia muy especial. Significan más que una nomenclatura lingüística, la revelación del carácter, autoridad y misión en la vida encomendada a la persona que lleva ese nombre específico que le ha sido dado.

En nuestra civilización occidental, "el nombre" es básicamente la manera como nos identificamos unos de otros. Pero en las Escrituras, el "nombre" es mucho más que identificación, indica la naturaleza íntima de una persona, lo que define específicamente su esencialidad, su ADN espiritual.

El nombre que Di-os puso a Avram o el nombre dado a Yaakov, o el nombre dado a Kefa, o el nombre dado a Yeshua indican algo mucho más profundo que simplemente identificación. Muestra destino, propósito, naturaleza íntima, función profética. Por ejemplo: Di-os le cambió el nombre a Avram por Avraham. A Sarai por Sarah. A Yaakov, por Yisrael, y así sucesivamente.

Así pues en las Escrituras, el nombre define el carácter, la naturaleza y la misión profética asignada a una persona. Por otro lado, hay hombres que son enviados a este mundo con una misión profética única que se define en el nombre dado antes de su nacimiento.

En el caso de Yeshua (pronúnciese Ieshúa), es el nombre propio, en hebreo, del Mashiaj. Así le fue dado por el maláj (ángel) que anunció su nacimiento. Es una norma conocida por todos que los nombres propios por regla general no se traducen, por respeto y consideración a la dignidad de la persona que lleva ese nombre y que podría ser distorsionado y corrompido cuando se intenta traducir a otra lengua.

Yeshua es la forma contraída de Yehoshua y que significa "YHWH es salvación". Yehoshua significa que es YHWH (Yah) quien salva o redime o conquista por medio del agente humano que lleva ese nombre y esa misión. Así también fue con Yehoshua, el Mashiaj. YHWH estaba en Él reconciliando consigo al mundo.

Tristemente, cuando Yehoshua en su forma contraída, esto es Yeshua, fue traducido al griego como "Ir16ovS"(I-e-s-ou-s) y luego castellanizado como "Jesús", gramaticalmente perdió en la traducción, la riqueza y esencialidad redentora asociada con su nombre.

Si pensamos entonces, no en Jesús, sino en Yehoshua, o en su forma abreviada, Yeshua, que es lo mismo, vemos que la persona a quien pusieron este nombre, está íntimamente ligada a la idea de ser el agente divino en la "salvación" y "liberación" del poder del pecado. En otras palabras, YHWH salvará del pecado y de su presencia y poder, por medio de un siervo escogido, a quien puso por nombre, Yehoshua.

Cada vez que pronunciamos Yeshua, estamos confesando siete bendiciones:

Primera: "YHWH salvó. YHWH libertó".

Segunda: "YHWH salva. YHWH liberta".

Tercera: "YHWH está salvando, está libertando".

Cuarta: "YHWH continuará salvando. YHWH continuará libertando".

Quinta: "YHWH salvará. YHWH libertará.

Sexta: "YHWH me salva y me liberta"

Séptima: "YHWH es salvación".

Pero cuando se traduce este nombre, todo eso cambia y se pierde. Esto es precisamente lo que ha sucedido cuando las versiones hispanas, en vez de mantenerse fieles al nombre hebreo, lo han transliterado del griego de donde surgió entonces "Jesús".

Ahora bien, estas cosas han sucedido por ignorancia. Por tanto, somos acogidos a misericordia, pero, como dijera el apóstol: "Di-os, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres, en todo lugar, que cambien su modo de pensar", es decir, si usando el nombre de "Jesús" ha habido milagros y portentos extraordinarios: ¿qué será cuando el pueblo descubra la riqueza profética y redentora asociada con el verdadero nombre del Mashiaj?

Por supuesto, tenemos que cuidarnos de atribuir poder al nombre y no a la persona que lo lleva, porque en ese caso, estaríamos al borde de la idolatría.

De hecho, en las Crónicas de los Apóstoles se nos narra la historia de unos judíos que usaba el nombre hebreo del Maestro de forma correcta, es decir, gramaticalmente correcta, para echar fuera demonios y les decía: "En el nombre de Yeshua, el que predica Pablo". Y el demonio le dijo: "A Yeshua conozco y sé quién es Pablo, pero ¿ tú quién eres? Y cayéndole encima pudieron más que ellos, hasta que los exorcistas ambulantes tuvieron que salir huyendo, heridos y medio desnudos (19:13-16).

Esto indica que el conocimiento del nombre sin la identificación espiritual con la persona que lo lleva, no tiene mayor ventaja, excepto intelectualismo. Lo importante es que tengamos una relación íntima con el Eterno y con Su Mashiaj, pero si a esto añadimos el conocimiento profético cabal de sus nombres, entonces los resultados serán extraordinarios.

Es debido a estas consideraciones, que en esta guía hemos mantenido la transliteración hebrea del nombre de nuestro justo Mashiaj en su forma abreviada, "Yeshua", como cariñosamente le llamaban sus contemporáneos. Cuando pensamos que nuestro Mashiaj nunca oyó jamás en los días de su vida aquí en la tierra que alguien le llamara "Jesús", rectificar esto será de sabios.

Por supuesto,

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