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El contexto de jesus


Enviado por   •  4 de Mayo de 2022  •  Apuntes  •  2.304 Palabras (10 Páginas)  •  84 Visitas

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EL CONTEXTO DE JESÚS

Los Saduceos

Pertenecían a la clase dirigente y rica. Eran los amigos y defensores del orden establecido. Su teología conservadora mantenía al pueblo en la resignación. No esperaban la venida del Mesías, ni creían en la resurrección.

Eran los aristócratas y miraban al pueblo con desprecio.

Los saduceos se consideraban como los que tenían el sacerdocio legítimo de Ezequiel, que, a su vez, reclamaban los monjes de Qumran. Eran aristócratas, benévolos con la cultura griega, ocupados en los problemas políticos del país, principalmente por medio del sumo sacerdote y del sanedrín. Por razones políticas buscaban apoyo en el exterior, especialmente con los romanos, que eran sus adversarios. En el plano religioso, eran los hombres poderosos en el culto, en el templo y en el sanedrín.

No contaban con la simpatía del pueblo.

La fe de los saduceos iba de acuerdo con su posición social: estaban muy apegados al Pentateuco y sospechaban de los profetas, prescindían de los demás libros sagrados.

Insistían en mostrar su fidelidad al Dios de los padres y de la Alianza. Así justificaban su estilo de vida.

Negaban la resurrección y se apoyaban en la retribución inmediata y material. Según creían, poseían la riqueza y el poder porque eran justos y Dios los bendecía.

El sumo sacerdote con los saduceos y el sanedrín fueron los principales responsables de la muerte de Jesús. Jn 11,49-50

Los Sacerdotes

Eran alrededor de siete mil, y se encargaban de ofrecer los sacrificios del templo. Como eran muchos se dividían en veinticuatro equipos para servir por turno en el templo. La primera mañana de la semana se echaban suertes para ver quiénes se encargarían de las funciones religiosas. Fuera de esto, no tenían más quehacer que, de vez en cuando, sentarse como consejeros en el tribunal de la aldea; principalmente cuando los casos requerían la presencia de un sacerdote. Eran pobres. Sus ingresos procedían de la parte que les tocaba de los sacrificios y del diezmo. Para sobrevivir solían buscarse un oficio, como carpinteros, labradores de piedra, comerciantes, etc.

Estaban cerca de la gente del pueblo tanto por su situación económica, como por ser obreros con los obreros.

El sacerdocio era hereditario, siempre que se dieran dos condiciones: que la descendencia fuera de una mujer judía, y que fueran física y mentalmente normales.

Jesús reconoce la autoridad de los sacerdotes; y podemos incluso descubrir en él una fuerte estima de ellos; aunque por contraposición, en la parábola del buen samaritano, aparecen como incoherentes con su dignidad, su oficio, y su cercanía a la gente. La dignidad y las prerrogativas sacerdotales eran una aspiración de todo el pueblo religioso. Jesús reconoce en los sacerdotes una libertad que trasciende la ley escrita.

Jesús no fue un personaje del orden sacerdotal establecido.

No fue sacerdote de la antigua ley, ni se preparó para serlo. Tampoco fue un teólogo profesional; no construyó teorías ni sistemas.

Predicó de forma sencilla la llegada próxima del reino de Dios, y se valía de comparaciones, parábolas e imágenes.

Los Fariseos

Eran un grupo de oposición religiosa a la mentalidad de los Saduceos, y de oposición política a la intervención extranjera. Se apegaban a la ley como uno de los valores más grandes de Israel y la practicaban con escrupulosidad hasta en sus mínimos detalles. Los que integraban este grupo, en su gran mayoría, eran gente del pueblo, sin la formación de los escribas. Eran los hombres religiosos de su tiempo. Se consideraban el verdadero Israel. Se separaban del pueblo por actitudes religiosas; porque no vivían como el pueblo común y corriente que no conoce ni practica la ley. Por su misma extracción y por el hecho de compartir la fe del pueblo tenían mucha influencia en la gente. Representaban el partido del pueblo. Eran moralistas que reducían todo el problema a la praxis ritualista.

Jesús valoraba positivamente la atención religiosa que los fariseos ponían en la observancia de la ley. Los reconoce como "los sanos" y "justos"; ellos son los que han permanecido en la casa del padre cumpliendo sus deberes con lealtad. Lo que hacen ha de hacerse, sin descuidar lo más importante.

Sin embargo, Jesús no predicó una nueva ley ni enseñó nuevas ascéticas piadosas, ni se interesó por la casuística moral o jurídica, ni por las cuestiones de la interpretación de la ley. Predicó una nueva ley respecto a la ley; el amor sin fronteras ni límites. Redujo la ley y todas sus observancias al hombre, y no el hombre a la ley.

Aunque muchas de las contraposiciones de Jesús con los fariseos narradas en el Evangelio no parecen estrictamente históricas, sin embargo reflejan la oposición clara de Jesús, de los discípulos y la Iglesia primitiva, a las posiciones tipificadas en los fariseos.

Los Esenios

Pueden considerarse como los monjes de su tiempo. Vivían en el desierto, separados del mundo y se dedicaban a la oración, al estudio de la ley, y al trabajo (ganadería, alfarería, comercio). Se llamaban a sí mismos los "puros" y las "primicias del verdadero Israel" y no querían mezclarse con "los hijos de las tinieblas". Una de sus reglas dice: "Nadie, afectado por impureza humana puede entrar a la asamblea de Dios. Aquél que ha sido golpeado en su carne, inmovilizado de pies y manos, paralítico, ciego, sordo o mudo, aquél que lleva en su carne una mancha visible, y el anciano débil, incapaz de mantenerse de pie en la asamblea de Dios, no pueden entrar para ocupar un puesto en el seno de la comunidad de los hombres del Nombre, pues en su centro se encuentran los ángeles santos". Se mostraban hostiles al sacerdocio del templo, que consideraban impuro. Su estilo de vida tomó un carácter de resistencia y de protesta anti-imperial.

Flavio Josefo los presenta así:

"Los esenios son judíos de nacimiento, y los unen lazos de afecto más fuertes que los de las otras sectas. Rechazan los placeres, estiman la continencia y consideran virtud el dominio de las pasiones. Permanecen célibes, y eligen los hijos de los demás, mientras son maleables y están a punto para la enseñanza. Los aprecian como si fueran suyos y los instruyen en sus costumbres. No niegan la conveniencia del matrimonio, ni pretenden acabar la generación humana, pero se guardan de la lujuria femenina, convencidos de que ninguna mujer es fiel a un solo hombre.

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