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JESÚS MODELO DE PRÁCTICA EDUCATIVA


Enviado por   •  21 de Mayo de 2022  •  Ensayos  •  6.243 Palabras (25 Páginas)  •  110 Visitas

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JESÚS MODELO DE PRÁCTICA EDUCATIVA

Dr. José Guerra Carrasco

Consideración previa

La concepción que se tiene actualmente de un maestro es la de alguien que enseña en una escuela, con alumnos que acuden a ella con la intención de seguir el sistema educativo establecido por dicha institución. Como comenta Perkins, Jesús, sin embargo, no estableció una escuela con una filosofía propia o una forma especial de interpretar la Ley; por el contrario, sus discípulos aprendían observando lo que él hacía y decía en distintas situaciones.

Todos los evangelistas colocan la actividad pedagógica de Jesús desde el inicio de su ministerio. Marcos dice: Entraron en Cafarnaúm, y el sábado entró Jesús en la sinagoga y comenzó a enseñar (Mc 1,21). De igual manera, los evangelistas finalizan sus relatos con una exhortación de Jesús comisionando a sus discípulos a predicar y a enseñar el mensaje recibido. Vayan y hagan discípulos a todas las naciones... y enséñenles..." (Mt 28,19-20ª). Enseñar, fue por lo tanto, parte fundamental de su misión.

¿Cómo podemos saber si las palabras que le atribuyen a Jesús, las dijo realmente? Casi sin excepción los estudiosos de la Escritura consideran que los Evangelios (salvo unos pocos textos) no recogen literalmente las palabras de Jesús. Algunos discursos atribuidos a Él, especialmente en el IV Evangelio, reflejan la práctica litúrgica y catequética de la comunidad post pascual, y tienen un carácter homilético. En definitiva, lo que importa es que la Escritura es palabra inspirada de Dios. Aunque no tengamos las palabras de Jesús (ipsissima verba), podemos estar seguros de oír su “voz” (ipsissima vox). La enseñanza sigue siendo suya, aunque el lenguaje en que se expresa refleje la individualidad y creatividad de los evangelistas y las comunidades.

Los maestros de Jesús

Los primeros maestros de Jesús fueron, por supuesto, sus padres, bajo cuya amorosa guía crecía en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres (Lc 2,52). Era costumbre por aquellos tiempos, que la madre instruyera a sus hijos en los rudimentos de la buena conducta. A medida que iban creciendo, la madre introducía a las hijas en sus futuros deberes como mujeres y como madres, y el cabeza de familia se hacía cargo de los hijos varones introduciéndolos en los temas religiosos y enseñándoles un oficio o cualquier ocupación útil.

Seguramente en la mesa aprendió también Jesús, de María y de José, la importancia de la hospitalidad, que había de ofrecerse como un deber sagrado, con gozo y sin discriminación, a los hambrientos y a los itinerantes. El estudio del ministerio de Jesús en los Evangelios revela con qué frecuencia solía acompañar su enseñanza, con ejemplos tomados de la vida doméstica, de la que debió ser un fino observador.

En ese entonces, las sinagogas solían tener una escuela anexa, que se ocupaba de la educación de los varones; no es improbable por eso que Jesús completara lo aprendido en su casa durante los primeros años de su formación, con la instrucción recibida en la sinagoga local de Nazaret. Los niños, hasta la edad de once años, estudiaban la Torá, los profetas y la tradición escrita en la bet sefer (casa de lectura). Luego podían continuar su formación en la bet talmud (casa de aprendizaje), estudiando las leyes orales fariseas.

Jesús fue ciertamente un alumno receptivo, a juzgar por la impresión que causó a los maestros del Templo durante la visita que hizo a Jerusalén siendo niño (Lc 2,46-47) y por la frecuencia con que cita o alude a las Escrituras judías más tarde en su propio magisterio. Los niños de esa época también tenían oportunidad para el aprendizaje informal. Viviendo en un medio rural, no sorprende que Jesús estuviera familiarizado con el arado del campo (Lc 9,62; 17,7), la siembra del grano (Mt 13,4), la siega y el aventamiento (Jn 4,35-38) y el almacenaje en graneros (Mt 13,30; Lc 12,16-18).

Acaso siendo niño, oía a los campesinos hablar del valor del suelo y su rendimiento (Mt 13,3-8), de los caprichos del tiempo (Mt 16, 2-3), de la mejor manera de actuar con la cizaña (Mt 13,30) y de podar la viña para mejorar la producción (Jn 15,2). Además de las actividades agrícolas, Jesús debió conocer, por su propia experiencia como carpintero, algo del mundo de la construcción (Mt 7,24-27), así como de otras operaciones laborales: la contratación de trabajadores y el pago de salarios (Mt 20,1-15), el despido de los empleados (Lc 16,1-2), las actividades bancarias (Mt 45,27), el cobro de las deudas (Mt 18, 25-35) y la compra y venta (Lc, 14,18-19).

A medida que crecía en sabiduría y estatura, Jesús aprendía con los demás y observándolos. Su enseñanza muestra que era también consciente de los problemas de la familia y la situación del marginado. Poseía un saber en materias relacionadas con las leyes y el gobierno por encima del conocimiento medio de una persona profana en la materia (Mt 18,15-18, por ejemplo).

Sería insuficiente quedarse en instancias humanas que contribuyeron al conocimiento de Jesús. Hacer esto sería desconocer la sabiduría que Dios sólo puede otorgar y que vivifica e ilumina a quien se acerca con temor al misterio de Dios (Cf. 1Cor 2,10-13). Jesús haría suya, sin duda, en comunión con su Padre, la oración del salmista: Tú eres la verdad en el centro del alma, y en el centro del corazón me enseñas la sabiduría (Sal 51,8; 37,40; 49,3). Hay en el IV Evangelio muchos dichos atribuidos a Jesús en los que parece señalarse la inspiración divina que subyace en su enseñanza: Les he dado a conocer todas las cosas que he oído de mi Padre (Jn 15,15); No he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me ha enviado me ha ordenado lo que tengo que decir y enseñar (Jn 12,49-50).

La trayectoria educativa de Jesús en los días de su juventud, parte de la meditación de la Palabra y de sus vivencias personales. Así va gestando silenciosamente en su corazón firmes intuiciones, elevados ideales, un esquema básico de ideas y, probablemente esboza un proyecto educador para realizarlo a través del tiempo.

Jesús y los maestros de su época

La existencia de maestros o rabinos en el pueblo judío era cosa corriente, los cuales tenían sus discípulos. El aspirante a discípulo se acogía a un maestro espiritual a fin de aprender su enseñanza, seguirlo e imitarlo hasta ser fotocopia de él. Los maestros eran personas importantes y en sus escuelas había autoridad, eran los que sabían, los que imponían; los alumnos eran meros copiadores; no dejaban lugar a la originalidad, a la creatividad, a la libertad; el discípulo era como un esclavo, como un preso de su rabí.

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