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Aprendizaje Y Evaluación En Los Procesos Educativos

dargo16 de Junio de 2013

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APRENDIZAJE Y EVALUACIÓN EN LOS PROCESOS EDUCATIVOS

POR: DIEGO ALEJANDRO RAMÍREZ G.

"El hombre nada puede aprender, sino en virtud de lo que ya sabe"

Aristóteles

El concepto de aprendizaje es uno de ejes sobre los cuales se ha estructurado la teoría educativa en las últimas tres décadas. El efecto gravitatorio de su incursión formal en el centro de la reflexión pedagógica ha desplazado el núcleo de lo que se consideraba importante, cierto y decidido en la práctica de los procesos educativos formales. La evaluación, componente fundamental de dichos procesos, ha sido permeada y en gran parte transfigurada por el papel protagónico del aprendizaje en las teorías y políticas educativas de la actualidad.

En este escrito comenzaremos por revisar brevemente la idea de aprendizaje y explorar algunas de sus definiciones generales para luego hablar del concepto de evaluación en el contexto de las teorías pedagógicas tradicionales y su despliegue desde la perspectiva del aprendizaje.

La pregunta que trataremos de responder es ¿Qué papel juega el concepto de aprendizaje en los procesos de evaluación educativa?

Como base teórica de la reflexión tomaremos cuatro textos específicos:

Debate desde paradigmas en la evaluación educativa. Diana Carbajosa.

Evaluación Educativa. Alejandro Canales.

Evaluación y Formación. Carlos augusto Hernández.

La Recuperación de la Evaluación Educativa. Mario Rueda Beltrán.

El aprendizaje, concepto y práctica pedagógica.

El aprendizaje es fundamentalmente una actividad humana, en la cual se generan cambios profundos a nivel psíquico que reconfiguran la relación del sujeto que aprende con el objeto aprendido. Veamos algunos elementos generales definitorios:

Para comenzar, el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE) propone tres diferentes definiciones (www.rea.es):

Aprendizaje ("De aprendiz")

1. m. Acción y efecto de aprender algún arte, oficio u otra cosa.

2. m. Tiempo que en ello se emplea.

3. m. Psicol. Adquisición por la práctica de una conducta duradera.

Aprender (“Del latín apprehendĕre”).

1. tr. Adquirir el conocimiento de algo por medio del estudio o de la experiencia.

2. tr. Concebir algo por meras apariencias, o con poco fundamento.

3. tr. Tomar algo en la memoria.

En algunos autores provenientes de la pedagogía encontramos elementos más específicos:

• Gagné (1965:5) el aprendizaje es “un cambio en la disposición o capacidad de las personas que puede retenerse y no es atribuible simplemente al proceso de crecimiento”

• Hilgard (1979) define aprendizaje por “el proceso en virtud del cual una actividad se origina o cambia a través de la reacción a una situación encontrada, con tal que las características del cambio registrado en la actividad no puedan explicarse con fundamento en las tendencias innatas de respuesta, la maduración o estados transitorios del organismo (por ejemplo: la fatiga, las drogas, entre otras)”.

• Pérez Gómez (1988) lo define como “los procesos subjetivos de captación, incorporación, retención y utilización de la información que el individuo recibe en su intercambio continuo con el medio”.

• Zabalza (1991:174) considera que “el aprendizaje se ocupa básicamente de tres dimensiones: como constructo teórico, como tarea del alumno y como tarea de los profesores, esto es, el conjunto de factores que pueden intervenir sobre el aprendizaje”.

• Knowles y otros (2001:15) se basan en la definición de Gagné, Hartis y Schyahn, para expresar que el aprendizaje es en esencia un cambio producido por la experiencia, pero distinguen entre: El aprendizaje como producto, que pone en relieve el resultado final o el desenlace de la experiencia del aprendizaje. El aprendizaje como proceso, que destaca lo que sucede en el curso de la experiencia de aprendizaje para posteriormente obtener un producto de lo aprendido. El aprendizaje como función, que realza ciertos aspectos críticos del aprendizaje, como la motivación, la retención, la transferencia que presumiblemente hacen posibles cambios de conducta en el aprendizaje humano.

• Alonso y otros (1994): “Aprendizaje es el proceso de adquisición de una disposición, relativamente duradera, para cambiar la percepción o la conducta como resultado de una experiencia”.

Con estas herramientas queda clara la importancia del aprendizaje dentro del proceso educativo. Sin embargo, tal como comentamos más arriba, durante décadas el aprendizaje fue visto cómo una realidad menor, siempre subordinada y determinada por la enseñanza. Era la parte de un estudiante que siempre fue considerado tabula rasa, el recipiente del conocimiento que debía ser llenado con la sabiduría del maestro.

Educación y paradigmas epistemológicos.

Históricamente la definición de qué es conocimiento cierto y qué es mera opinión ha sido motivo de largos y encendidos debates. Ya el albor de la filosofía helénica se hacía la distinción entre doxa (opinión) y episteme (conocimiento verdadero), dando a ésta última el carácter de lo que hoy llamaríamos ciencia, en contraposición al carácter vulgar de la opinión.

El advenimiento de la modernidad trajo consigo un enorme avance en la ciencia, que fue gestado en gran parte por el desarrollo e implementación del método experimental, por el cual todo objeto que fuera abarcable por los sentidos (experimentable) fue epistemológicamente diseccionado y analizado. El éxito absoluto del modelo experimental en las ciencias naturales llevó a muchos a pensar que este era el modelo absoluto de ciencia, y ante él fueron sacrificadas realidades muchísimo más complejas y nada susceptibles de medida, como el obrar del ser humano, sus relaciones sociales y su vida en general. Esta corriente de pensamiento se denomina generalmente positivismo, y se caracteriza por su reduccionismo metodológico al método experimental, su enfoque cuantitativo en la definición de los conocimientos y su absoluta desconfianza por cualquier cosa que no sea reducible a sus parámetros. Ante este nuevo Baal epistemológico, las ciencias del ser humano sacrificaron a todos sus hijos la filosofía, la historia, la geografía, la sociología, la antropología, la psicología y hasta la teología se dedicaron a destruir sus cimientos para construir sobre la lógica físico matemática que era quien certificaba al conocimiento científico.

La educación moderna nace en esta época y por ello no es extraño que su enfoque inicial haya sido claramente positivista. La evaluación cómo factor valorativo y definitorio del proceso educativo nace también en plena Revolución Industrial, y es básicamente una respuesta a la gran demanda de mano de obra calificada para trabajar en la industria. Esta primera evaluación pretende medir el grado de apropiación que tenía el estudiante de los conocimientos que le enseñaba el maestro, se centraba en la cuantificación de esta apropiación y se enfocaba en los resultados de pruebas objetivas ante las que tanto el alumno como su opinión eran irrelevantes. El fin último de este proceso era la capacitación práctica en las competencias laborales de la sociedad, la evaluación determinaba quien era apto para sumir un puesto determinado en la línea de producción, quien era más eficiente en su desempeño técnico y en últimas, quien era científicamente capaz para sumir una responsabilidad específica.

Este modelo de educación-evaluación reinó en solitario durante décadas, ligado definitivamente al paradigma científico que lo dio a luz: el positivismo racionalista. Y duró mientras lo hizo su progenitor. La caída del racionalismo entre el humo de las bombas de la Segunda Guerra Mundial desencadena una crisis epistemológica que daría paso a la posmodernidad y a el surgimiento de la Crítica como escuela filosófica que pretende repensar lo que antes se tenía por fijo. La nueva dinámica llegaría a permear el mundo pedagógico desde varios ángulos, se comienza a considerar a la persona que aprende, al aprendizaje mismo, cómo elemento fundamental en la educación. La publicación de los trabajos de eminentes psicólogos pedagogos como Vygotski, Piaget, Bruner, Ausubel, entre otros, evidencia un cambio fundamental en la dirección del “viento” para la barca de la pedagogía.

Paralelamente, la creciente valoración de modelos de investigación científica interpretativos, más acordes a la naturaleza del ser humano, sus hechos y relaciones, abre paso a un nuevo paradigma en la concepción de las ciencias, sus estatutos y su práctica. La educación participa de este proceso de manera especial, pues es el ejercicio educativo donde germinan los científicos de la nueva generación.

La evaluación educativa antes y después.

La evaluación educativa surge, ya lo dijimos, en el contexto del modelo cuantitativo, y esta tendencia epistemológica perdura hasta las últimas décadas del siglo XX. Es por ello que el mundo educativo que conocemos apenas está replanteándose un cambio real en la práctica educativa. Las características del modelo cuantitativo están resumidas en el cuadro de Alejandro Canales (2007).

Diferencias entre los enfoques básicos de evaluación.

Paradigma Positivismo lógico. Busca los hechos o causas de los fenómenos sociales, presta poca atención a los estados subjetivos de los individuos. Se descubren los conocimientos. Interpretativo y fenomenológico. Se interesa en comprender la conducta humana desde el propio marco de referencia de

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