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Comprensión Lectora


Enviado por   •  27 de Mayo de 2013  •  864 Palabras (4 Páginas)  •  264 Visitas

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TALLER DE COMPRENSIÓN LECTORA 5° BÁSICO

I. Lee atentamente el siguiente texto.

El regalo

Mañana sería Navidad, y aun mientras viajaban los tres hacia el campo de cohetes, el padre y la madre estaban preocupados. Era el primer vuelo por el espacio del niño, su primer viaje en cohete, y desea¬ban que todo estuviese bien. Cuando en el despacho de la aduana los obli¬garon a dejar el regalo, que excedía el peso límite en no más de unos pocos kilos, y el arbolito con sus her¬mosas velas blancas, sintieron que les quitaban la fiesta y el cariño.

El niño los esperaba en el cuarto terminal. Los padres fueron allá, murmurando luego de la discusión inútil con los oficiales interplanetarios.

— ¿Qué haremos?

—Nada, nada. ¿Qué podemos hacer?

— ¡Qué reglamentos absurdos!

— ¡Y tanto que deseaba el árbol!

La sirena aulló y la gente se precipitó al cohe¬te de Marte. La madre y el padre fueron los últi¬mos en entrar, y el niño entre ellos, pálido y silencioso.

—Ya se me ocurrirá algo —dijo el padre.

— ¿Qué?... —preguntó el niño.

Y el cohete despegó y se lanzaron hacia arri¬ba en el espacio oscuro.

El cohete se movió y dejó atrás una estela de fuego, y dejó atrás la Tierra, un 24 de diciembre de 2052, subiendo a un lugar donde no había tiempo, donde no había meses, ni años, ni horas. Durmieron durante el resto del primer «día». Cerca de medianoche, hora terráquea según sus relojes neoyorquinos, el niño despertó y dijo:

—Quiero mirar por el ojo de buey.

Había un único ojo de buey, una «ventana» bastante amplia, de vidrio tremendamente grue¬so, en la cubierta superior.

—Todavía no —dijo el padre—. Te llevaré más tarde.

—Quiero ver dónde estamos y adónde vamos.

—Quiero que esperes por un motivo —dijo el padre.

El padre había estado despierto, volviéndose a un lado y a otro, pensando en el regalo aban¬donado, el problema de la fiesta, el árbol perdi¬do y las velas blancas. Al fin, sentándose, hacía apenas cinco minutos, creyó haber encontrado un plan. Si lograba llevarlo a cabo este viaje sería en verdad feliz y maravilloso.

—Hijo —dijo—, dentro de media hora, exacta¬mente, será Navidad.

—Oh —dijo la madre consternada. Había esperado que, de algún modo, el niño olvidaría.

El rostro del niño se encendió. Le temblaron los labios.

—Ya lo sé, lo sé. ¿Tendré un regalo? ¿Tendré un árbol? Me lo prometieron...

—Sí, sí, todo eso y mucho más —dijo el padre.

—Pero... —empezó a decir la madre.

—Sí —dijo el padre—. Sí, de veras. Todo eso y más, mucho más. Perdón, un momento. Vuelvo enseguida.

Los dejó solos unos veinte minutos. Cuando regresó, sonreía.

—Ya es casi la hora.

— ¿Puedo tener tu reloj? —preguntó el niño.

Le dieron el reloj

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