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DISEÑO CURRICULAR: DOS PROPUESTAS MEDULARES


Enviado por   •  17 de Abril de 2014  •  2.123 Palabras (9 Páginas)  •  229 Visitas

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DISEÑO CURRICULAR: DOS PROPUESTAS MEDULARES

MIRENA OLIVA VELAS

Es imposible hablar de educación sin hablar de diseño curricular y de cómo armarlo, el qué enseñar, el cómo enseñarlo, y el cómo y cuándo evaluarlo, además de para que enseñarlo, con qué finalidad, han sido desde el inicio de la educación sistematizada temas de discusión y análisis.

Incluso, los conceptos de curriculum, diseño curricular y currículo son parte de estos debates y cómo todo fenómeno social, es decir producto de la convivencia humana, divide a quienes les interesa la temática educativa en diferentes perspectivas o puntos de vista, dependiendo claro, de intereses de clase, ideologías, o posiciones políticas, sin dejar de lado a aquellos que verdaderamente les interesa la educación de los niños y jóvenes más allá de cualquier otro interés.

En este sentido, se hará énfasis en este pequeño análisis en las discusiones que se han venido generando desde la primera mitad del siglo XX, acerca del tratamiento del currículo como campo de conocimiento y de intervención, y que lógicamente se relaciona con la industrialización y los sistemas escolares masificados. Este período se caracterizó por el esplendor del positivismo, centrando toda expectativa de progreso, bienestar y democracia y ligado al Estado que considera que la educación, como institución social, debe hacer sus diseños curriculares desde la visión de capacitar a los futuros trabajadores de las necesidades del proceso productivo, para de esa manera garantizar a quienes le apuestan a la educación como medio de movilidad social o de vida insertarse al mercado laboral o productivo y desde esta perspectiva, escuela y empresas deben estar siempre en contacto para en sus planes y programas de estudio materias o asignaturas que serán necesarias para sus futuros empleadores. E indiscutiblemente, desde este planteamiento, las ofertas escolares reales responden a diferentes características de los estratos sociales. Institucionalizando por esa razón los niveles escolares a fin de promover un acceso generalizado a las escuelas, regular la enseñanza, asegurar el desarrollo de las capacidades requeridas por la economía. En este contexto, comienza a definirse el campo del currículum en el marco norteamericano propiciando un creciente control social de los especialistas a cerca de los contenidos y métodos escolares así como una creciente intervención en las prácticas docentes.

Por el otra parte, en esta misma época, encontramos propuestas más académicas, como la de John Dewey quien sugería que la escuela debe asumir las características de una sociedad democrática, desarrollando en los individuos la facultad de reflexionar y pensar. La escuela de esta manera era concebida como un factor dinámico dentro de las estructuras sociales y no un mero mecanismo para ajustar al individuo al sistema vigente y es por lo tanto, más crítica del sistema quo, (Díaz Barriga; 2003).

Dentro de estas diversas posiciones notoriamente encontradas encontramos la representada por la Escuela nueva, quien pretende entender al currículum como todo el campo de experiencias educativas ofrecidos por la institución escolar y por otro, la pedagogía industrial que señala la necesidad de instalar diseños profesionales y racionales que asegurasen la eficiencia de los logros

señalada por Franklin Bobbit, Edgar Thorndike.

De los trabajos más importantes, de la pedagogía industrial, se encuentra el de Ralph Tyler, quien se va a convertir en uno de los primeros intentos o vertientes conceptuales y metodológicas de su tiempo, respecto al diseño del currículo. y que permitió por un lado, la visión de poder elaborar los planes y programas desde una visión oficialista (técnico, racional y deductivo), pero al mismo tiempo privilegiar nuevas formas y estrategias pedagógicas, que invitaba a los profesores a reflexionar desde una visión más humanística (Beyer y Leston).

Tyler, propuso el diseño curricular, desde una forma de considerar un programa de enseñanza como instrumento de educación efectivo y su elaboración, desde cuatro pilares básicos: el primero de ellos, considerar los objetivos educativos de la escuela, considerando a cada uno de los alumnos; a la vida fuera de la escuela y las sugerencias de especialistas, el segundo, seleccionar las experiencias educativas de aprendizaje, para que su resultado sea la capacidad del alumno para practicar el tipo de conducta requerida y sentir satisfacción al hacerlo, tener reacciones al nivel de sus posibilidades, realizar reiteradamente experiencias concretas para obtener el mismo objetivo educativo y obtener varios resultados. El tercer pilar, en el sentido de organizar las experiencias educativas, desde una organización acumulativa de experiencias tanto vertical como horizontal; establecimiento de criterios para su optimización, como pueden ser la continuidad, la secuencia y la integración. Y finalmente, la evaluación de esas experiencias de aprendizaje.

Y como corolario a su propuesta señalo que el instrumento idóneo para echarlo a andar es el diagnóstico de necesidades de los jóvenes y de las necesidades de la sociedad, entendida, desde luego, como las necesidades del proceso productivo capitalista.

En contrapartida, nos encontramos la propuesta de Hilda Taba (en Díaz Barriga, F). que en contrapartida al diagnóstico tyleriano propone la elaboración de un marco de referencia, que proporcionaría la información sobre las cuestiones sociales, culturales y las consecuencias educativas. Es decir, señala la ineludible responsabilidad de que los programas escolares respondan a las exigencias y necesidades de la sociedad y la cultura. Y el resultado del análisis permitirá determinar los objetivos educativos, la selección de los contenidos y el tipo de actividades de aprendizaje que se deben considerar.

Pese a las diferencias entre estos autores, ambos coinciden señalar que si se quiere mejorar la educación, los docentes necesitan aprender a tomar decisiones más eficientes y científicas y plantean también una división de la responsabilidad académica: los expertos, se ocuparán de la concepción y fundamentación curricular, mientras que los docentes harán su parte a través de la operativización de los planes y programas.

A partir del trabajo de Hilda Taba, surge la postura modular por objetos de transformación, quienes proponen para la elaboración y modificación del currículo, un análisis de la práctica profesional para poder establecer el vínculo de los contenidos programáticos con la realidad social-profesional. A partir de esta definición se procede a la delimitación de los contenidos disciplinarios necesarios para contribuir desde

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