El Duelo Rafaelino
iote24 de Junio de 2014
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LANCES DE HONOR
Dos individuos, uno frente a otro, mirándose fijamente, dispuestos a matar a la persona que tienen adelante. De eso se trata, de una guerra de dos, ése es el significado de la expresión latina duo bellum de la cual deriva la palabra “duelo”. Los tiempos, las literaturas y las historias nos ofrecen un catálogo emocionante de duelos que corren desde David con su honda versus Goliat con su fuerza brutal, Aquiles con su voracidad de león desafiando a Héctor con todo un pueblo a sus espaldas, hasta el año 1908 cuando dos franceses decidieron batirse a duelo en dos globos aerostáticos sobre París, tratando uno de pinchar el globo del otro (uno cayó y murió junto a su padrino).
La práctica del duelo en Argentina fue heredada (¡y en qué forma!) de los españoles y su puntilloso respeto al honor, pero como señala el historiador Omar López Mato, los españoles a su vez heredaron dicha tradición “de sus padres ibéricos, que continuaron las costumbres de los fenicios, acostumbrados a dirimir sus diferencias con mazos y hachas desde hace más de 3000 años”.
Lamentablemente, esta cita parece ser un resumen de la historia del hombre: buscar la nimiedad más insólita para demostrar la fuerza y ese sentido del honor que no sólo corresponde a la hombría de bien, sino a cuántas monedas se tiene en el bolsillo.
La historiadora Sandra Gayol, en su libro “Honor y duelo en la Argentina moderna” habla de que defender el honor mancillado era un requisito para conseguir o preservar reputación social y respeto. También Omar López Mato dice al respecto: “...pocos duelos llegaron a fatal desenlace, la inmensa mayoría pretendía lavar mínimas máculas sobre el honor, a través de un acto teñido de altisonante dignidad. A su vez le daban esos aires de desapego a las vanidades mundanas, luciendo una rígida escala de valores, con un dejo de espíritu aristocrático envuelto en perfume francés, apto para arrancar suspiros a sufridas damas encorsetadas, criadas con novelas románticas de caballeros andantes luchando contra dragones de la adversidad.”
Digamos que la práctica del duelo con sus precisas reglas, era algo que solamente realizaban las personas más acomodadas, ya sea por su dinero, por su notoriedad pública, etc. El gaucho, el peón de campo, no llamaban a los padrinos y a un jury, simplemente pelaban el facón… y a entrarle al estómago del otro como se pueda.
Siempre circularon rumores de que nuestra región fue testigo de muchos duelos. Hasta que un día, no hace mucho, un señor que acumulaba papeles para hacer maples para huevo, lo llamó a Jorge Mehring, pues había encontrado entre la pila de hojas, una carpeta que quizás era importante para la historia de Rafaela. Así fue la génesis de los documentos que luego nos fueran confiados por nuestro colaborador y que se titulan: “Antecedentes de la cuestión caballeresca. Tettamanti-Barreiro. 1932”. A partir de esto podemos conocer un duelo rafaelino en vivo y en directo.
Pero antes de continuar debemos saber a quiénes correspondían estos apellidos.
LOS CONTENDIENTES
Luis Tettamanti
Luis Tettamanti nació el 27 de agosto de 1876 en la ciudad de Helvecia, sus padres habían arribado a la Argentina provenientes de Italia luego de la batalla de Caseros en 1852. Llegada cierta edad, él y su hermano fueron encomendados a Italia para realizar sus estudios secundarios, algo que Luis objetó, escondiéndose en un campo cercano a Rafaela lleno de vizcacheras. La bibliografía sobre Luis Tettamanti, compuesta de artículos de diarios, revistas, notas al Concejo Deliberante de Rafaela pidiendo se otorgara su nombre a una calle y la trascripción de una charla realizada por la profesora Leticia Stoffel en el año 1997, nos deja algunos interrogantes. Por ejemplo: ¿Qué sucedió luego de que el barco zarpara a Italia sin él? ¿Se vino del campo directo a Rafaela? ¿Volvió a la ciudad donde vivían sus padres y luego lo mandaron a Rafaela? Cuando llegó a nuestra ciudad y comenzó a trabajar en el negocio de Ramos Generales Bonazzola (ubicado donde hoy es el supermercado que está detrás del Kiosco de Monutti) tenía alguna relación familiar con Luis Bonazzola, ¿era sobrino?, ¿cuñado? Lo que podemos decir según una nota del diario La Opinión citada por la profesora Leticia Stoffel, es que el mismo Luis admitía haber participado en las revoluciones radicales de 1893, lo que nos da la pauta de que para aquella época ya estaba viviendo aquí. Llegó a ser gerente y socio del negocio de Ramos Generales, construyendo el edificio que luego también utilizaría la Cooperativa General de Consumos.
Su vida social fue muy nutrida, puesto que participó en muchísimas instituciones y ocupó diversos cargos públicos: fue presidente de la Comisión de Fomento, Intendente de la Ciudad, Jefe de Policía del Departamento Castellanos, Director Gerente de la Casa Rafaela del Banco Provincial de Santa Fe, Delegado por Rafaela al Congreso Electoral, Integrante del Directorio de Vialidad Provincial de Santa Fe, Diputado Constituyente en la Provincia, presidente de la Sociedad Rural, Secretario de la comisión del nuevo Templo Parroquial, Presidente del Club Social y colaborador del Club 9 de Julio. Entre sus obras más notables, pueden destacarse la iniciación de la Placita Honda, la apertura de la Avda. Aristóbulo del Valle, la remodelación de la Plaza 25 de Mayo, la organización e instalación de lazaretos para aislar enfermos y la ampliación del alumbrado público.
La señorita Stoffel recuerda lo siguiente: “cuando yo cursaba la escuela primaria y la secundaria, era para mí y para mis compañeras un señor alto, delgado y muy serio al que siempre veíamos paseando por los senderos de la plaza 25 de Mayo”. Falleció en Rafaela, el 2 de mayo de 1968, a los 92 años de edad.
Sin dudas alguien conocido por todos en su época.
Carmelo Barreiro
Para realizar un breve esbozo de quién fue este personaje rafaelino nos basamos en el trabajo realizado por Rodolfo Zenklussen que fue publicado en “Rafaela de Colección” con el número 17 y se llama “Médicos y políticos de Rafaela”. “Carmelo Barreiro nació en el año 1891 en Concepción del Uruguay, realizó sus estudios primarios y secundarios en el histórico Colegio de Concepción, partiendo luego a Capital Federal en cuya Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires se inscribió. Durante su carrera logró el puesto de practicante mayor por concurso de clasificación y competencia, en el Hospital de niños Expósito, puesto que desempeñó hasta la conclusión de su carrera en el año 1916. No limitó sus actividades a esa única ocupación sino que llegó a desempeñar hasta cuatro plazas practicantes en los Hospitales Javier Muñiz, Rawson, Hospital de la Misericordia en La Plata y Estación Sanitaria de Nueva Pompeya. Recibido en el año 1916 se radicó en Rafaela iniciando sus actividades en el predio de calle San Martín 340-356.”
Apenas llegó a Rafaela fue designado Médico de Policía del Departamento Castellanos, en 1917 fue Médico Municipal Provisorio, junto a su esposa Luisa Raimondi fundan la Comisión “Damas Pro Casa de Aislamiento” que en 1935 concretaría la “Casa de Aislamiento y Asistencia Pública para Tuberculosos”. Fundó el Sanatorio Policlínico en 1923. Sus primeros pasos en política fueron de la mano del Yrigoyenismo, siendo elector provincial en las elecciones de 1924. Fue Intendente Municipal en 1930, diputado Nacional en 1946 por la rama radical provincial que apoyó la fórmula Perón –Quijano y Asesor Sanitario de la Presidencia hasta 1951.
Otro personaje largamente conocido por los rafaelinos de la época.
LA NOCHE DEL CINCUENTENARIO
Rafaela llegó hasta el año 1932 sin saber a ciencia cierta cuál era el origen de su propia historia. Fue entonces que se formó una comisión investigadora encabezada por el periodista Horacio Fernández Méndez, la cual comenzó a hurguetear en los Archivos de Gobierno de la ciudad de Santa Fe para dar con la fecha exacta del nacimiento de la colonia. Determinaron por entonces que el año inicial fue 1882, por lo que cayeron en la cuenta de que 1932 era el año del cincuentenario. Había que comenzar a planificar festejos y actos, conformando, como siempre, una comisión para tal fin.
El tiempo determinó después que los primeros documentos databan de 1881, por eso el centenario se festejó en 1981. Pero volvamos a 1932 y a los festejos. Existía por aquella época el Club Social, un lugar en donde el sector acomodado de la ciudad exhibía sus mejores vestidos en fiestas y bailes, para realizar algún que otro gesto de solidaridad con la población menos pudiente. El Club se encontraba en la cuadra de bulevar Lehmann en medio de donde hoy se hallan la Municipalidad y la Estación de Servicio ESSO. Fundado a finales del siglo XIX, habían desfilado por su salón personalidades locales de la cultura, del comercio, de otras instituciones y de la política. También pasaron por allí varios gobernadores y ministros, invitados para fechas especiales.
En ese año el presidente del Club Social era el señor Luis Tettamanti. El 23 de octubre se había organizado una fiesta para dar la bienvenida al cincuentenario de la ciudad. Allí asiste la señora Luisa Raimondi de Barreiro junto a algunas amistades. El problema nace cuando es detenida en la puerta, pues supuestamente había alguna cuota atrasada. Luis Tettamanti fue categórico y no dejó entrar a la señora de Barreiro. Pero la respuesta no se hizo esperar.
Al
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