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El Maestro Y Su Practica Docente


Enviado por   •  25 de Enero de 2013  •  2.259 Palabras (10 Páginas)  •  340 Visitas

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INTRODUCCION

Muchas veces los profesores estamos en la rutina del día a día, en el preparar las clases, consultar el libro, sufrir e intentar resolver conflictos, corregir trabajos y exámenes, recibir a las familias y perdemos el rumbo. Comenzamos a actuar sin pensar, automáticamente, muchas veces hacemos cosas de la cuales no estamos seguros y es fácil caer primero en la insatisfacción y luego en la tristeza.

Para evitar en lo posible estas situaciones conviene echar una mirada a lo lejos y fijarnos un marco de referencia, un conjunto de ideas que encaucen y den sentido a nuestra labor. Es importante que estas referencias sean auténticas, no vale un marco bonito pero insuficientemente aceptado.

Es por ello que el presente ensayo muestra un panorama acerca de la práctica docente del maestro, primeramente se exponen dos posturas acerca de si es necesario que el maestro tenga título para poder ejercer su práctica o si no es necesario, se aborda desde cada una de sus perspectivas las ventajas que ambas consideran de peso para que se trabaje de la manera que sostienen.

Posteriormente y ya adentrándose un poco más a lo que es la práctica docente en el aula se retoma un poco del tema anterior en el sentido de cómo es que no solamente es necesario tener todos esos saber pedagógicos para poder establecer una armonía dentro del salón de clases y sobre todo como explotar cada uno de los recursos con los que se cuentan, tanto materiales como humanos, ya al final y no menos importante se habla de lo importante que es como maestros que no solamente tratemos a la enseñanza como un comercio, es decir, una transacción de conocimientos en donde el alumno no le de utilidad para su vida, sino que al contrario le demos significado a toda instrucción para que ellos sean capaces de utilizarla como herramienta para construir su propio conocimiento.

EL MAESTRO EN SU PRACTICA DOCENTE

Uno de los principales temas que desde hace tiempo ha sido considerado tema de debate es acerca de la práctica docente es si se debe formalizar mediante el otorgamiento de un título validado por la Secretaria de Educación; mucho se ha hablado a cerca de ello, pues por un lado están los que piensan que el maestro debe ser por vocación y que muchas veces éste no necesita de ningún documento que valide sus habilidades como profesor, como lo dice Tenti, E. (1999) “Un buen autor de escritos pedagógicos no puede demostrar por medio de ellos su aptitud para la enseñanza” (p.223), es decir, que por más métodos que se puedan escribir acerca de cómo debería de ser manejada la enseñanza, ninguno de ellos nos iluminará acerca de qué manera deben de ser aplicados, bajo qué circunstancias, con qué tipo de alumnos, pues aunque son muy buenas ideas y técnicas, no muestran o no describen la capacidad que debe de tener el docente al momento de aplicarlos, ya sea física, verbal, emocional, etc. Actualmente el método constructivista está siendo aplicado por el sistema educativo nacional de México y propone que el alumno sea el constructor de su propio conocimiento y que el maestro únicamente sea un facilitador, un guía hacia su descubrimiento; sin embargo y a pesar de muchísimos talleres que se les han impartido a los docentes aun no les ha quedado claro de qué manera pueden ellos llevarlo a cabo sin desviarse de la idea general que este método tiene por objetivo. Son pocos los profesores que han podido trabajar de manera efectiva con éste método, pues las condiciones de trabajo tanto materiales como sociales se los han facilitado, pero en el caso contrario cuando no hay esa facilidad, es casi imposible que un manual diga de qué manera se tiene que llevar a cabo, como lo es este caso.

En el otro lado de la moneda están los que piensan que para estar seguro de que se cumplen con los requerimientos pedagógicos necesarios para su práctica debe de precisarse mediante la expedición de un documento y ésta razón es muy válida pues los requerimientos nacionales cada vez son más exigentes en este sentido, Tenti, E. (1999) señala que “La expansión de un sistema nacional de enseñanza y la constitución del campo de los saberes pedagógicos son los dos grandes factores que condicionan la emergencia de los títulos” (p.218) por lo tanto, la preocupación de los países por unificar el sistema educativo nacional requiere formar personas capaces para llevarlo a cabo, y la única manera de asegurarse que los docentes son competentes para esta labor es la licitación de su práctica mediante el título profesional; en este aspecto resulta interesante pensar desde la perspectiva del papel en que normalmente ponemos a nuestros alumnos, es decir, en la práctica, lo maestros para cerciorarse de que sus alumnos han aprendido lo enseñado, normalmente les aplicamos algún tipo de evaluación para medir su conocimiento; ahora bien, lo que propone la titulación no es algo diferente sino que el mismo Estado necesita esa seguridad de que sus profesores están dotados de los saberes necesarios para formar las futuras generaciones conforme a los requerimientos que la sociedad necesita.

Por ello es necesario que exista un balance entre los requerimientos pedagógicos formales y por otro lado se regule la libertad del método con el cual se aplicaran dichos requerimientos.

Esto nos lleva a cuestionar algunas de las situaciones que ya en la práctica docente sucede; y es que, a veces se tienen todo los conocimientos pedagógicos necesarios para estar frente a un grupo, pero no la experiencia para poder controlarlos o llevar a cabo todas estas técnicas que fueron aprendidas en la normal y pasa que cuando se nos enfrenta a la realidad en ocasiones queremos imponernos de manera tal, que nos olvidamos que estamos tratando con seres humanos distintos por naturaleza en todos los sentidos, y que uno de los principales aspectos que tenemos que considerar para convivir con ellos es lograr un lazo fuerte que nos permita comunicarnos de manera efectiva con nuestros alumnos, Según Ollerton, M. (2008,enero), considera que “El aspecto más importante en el desarrollo del maestro es cómo la empatía con los alumnos enriquece su aprendizaje” (p.50), es decir, que tanto tener una clase bien preparada, con los materiales, tiempos estimados para cada actividad, etc., es indispensable para el éxito de una clase, así como el que nuestros alumnos nos acepten como parte de su círculo social; y cuando se cuenta con una conexión muy fuerte con los alumnos la clase tiende además de ser provechosa para ellos, significativa, pues los conocimientos que se les brindan en la clase son más fácil de ser apropiados, pues su mente está abierta a todo lo que el maestro esté dispuesto a compartir en la

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