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El Poder de la Imagen Pública


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2014  •  Ensayos  •  1.139 Palabras (5 Páginas)  •  276 Visitas

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE GUADALAJARA

Materia: Protocolo y Ceremonial

Profesora: Leticia Amézcua

Leonardo Ponce de Aguinaga

El Poder de la Imagen Pública

“El Poder de la Imagen Pública” inicia con una inspiradora y brutal confesión por parte de su autor, Víctor Gordoa, quien pone la llaga en uno de los problemas más grandes que estamos atravesando tanto a nivel nacional como mundial: el desempleo.

Para quienes hemos tenido la fortuna de estudiar una carrera relacionada con el ámbito de la comunicación, sabemos que la opinión común, tanto de familiares, como de amigos, es que “quien estudia comunicación está condenado a morir de hambre.” Y es que lamentablemente, la situación actual aunada a su interpretación estadística parece encargarse de fomentar este prejuicio. Cada cuatrimestre o semestre, se gradúan miles de egresados de la carrera de Ciencias de la Comunicación, y la gran mayoría de éstos espera obtener un puesto en los medios. Los grandes consorcios comunicacionales en nuestro país, conscientes de este fenómeno, ofrecen salarios bajísimos, sin importarles la exacerbada rotación de personal, pues saben que son muchos los jóvenes que desean un puesto en sus empresas y para obtenerlo aceptarían cualquier tipo de condiciones. Además es bien sabido que el trabajo en medios es muy veleidoso, ya que depende de la economía de la empresa y de lo bien o mal que le

esté yendo al proyecto, para el cual se ha sido contratado, con respecto a los niveles de audiencias.

Aunque cabe señalar, que dicha situación no es exclusiva de los Licenciados en Comunicación, en la actualidad, prácticamente todas las profesiones están atravesando por el mismo fenómeno.

Víctor vivió en carne propia el despido laboral. Después de estar a cargo, de numerosos programas, fungiendo en algunos como productor y en otros como conductor, recibió un aviso de la noche a la mañana en el cual se le notificaba que la empresa a la cual había pertenecido por años, decidió prescindir de sus servicios.

En ese momento, confiesa el autor, se le vino el mundo encima. Y llegó, incluso al extremo, de no tener los recursos suficientes siquiera para satisfacer necesidades elementales como las del alimento. Pero dice Víctor que durante esos tiempos de ocio, hizo lo que mejor se podía hacer en esas circunstancias: nada. Y después de ese vacío, la chispa de la creatividad se hizo presente, recordándole al comunicólogo sus talentos y estimulándolo a navegar por una ruta poco explorada por los comunicólogos de nuestro país: la creación de la imagen pública.

Este tópico ya había sido explotado en otros países, en los que los consultores de imagen gozaban de reconocimiento y prestigio. Sin embargo cuando Víctor trató de ganar clientes en México, se topo contra pared. Ya que

nadie confiaba en este tipo de servicios. ¿Para qué contratar a un consultor de imagen, si acudir con un estilista es mucho más barato? ¿Por qué otra persona va a decirme cómo debo comportarme, si no quiero cambiar mi personalidad? ¿De qué me sirven esas críticas hacia mi imagen, si ser como soy me ha funcionado bastante bien? Éstos eran sólo algunos de los cuestionamientos con los que se enfrentó Víctor al tratar de vender sus servicios. Y es que, como bien menciona el autor, la ignorancia sobre el terreno de la imagen pública era mucha.

Pero después de tocar numerosas puertas llegó el cliente indicado. El trabajo que hizo con

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