Esencia de la mediación en las prácticas pedagógicas.
jojopipiMonografía25 de Marzo de 2017
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Monografía.
“La ESENCIA DE LA MEDIACIÓN EN LAS PRÁCTICAS EDUCATIVAS”
(Para una cultura de la paz)
Postítulo:
ACTUALIZACIÓN ACADÉMICA DE MEDIACIÓN ESCOLAR
Organizado por
Universidad Santo Tomás de Aquino. C.U.C.
Alumna:
Marta Alicia Ramos
E-meil: martaliciaramos@gmail.com
Año 2009.
La esencia de la mediación en las prácticas pedagógicas
(Para una cultura de paz)
Introducción
Considerarse educador de la cultura de la paz, implica ser consciente de que la paz es más que la ausencia de la guerra, de la violencia. La paz es:
- tomar como punto de partida el rechazo de toda manifestación de violencia;
- enseñar a desarrollar las estrategias culturales necesarias para disolver el conflicto mediante procedimientos no violentos y, al mismo tiempo,
- crear mecanismos preventivos para evitarlos.
Todo esto desde la revisión de practicas cotidianas de tal manera que, al tomar conciencia, nos permita despertar el espíritu del diálogo, la actitud cooperativa, comprometedora que, junto a la opinión pública exigente, conforman la lógica social del consenso, posibilitando la instalación de la mediación como un estilo de vida propio de una cultura sustentada en valores como el amor, la sinceridad, el compromiso, la responsabilidad, el respeto, la tolerancia y la justicia.
Claro esta, que para lograr esta cultura, se debe transitar un camino de transformación personal y de estructuras sociales, por lo tanto requiere tiempo, trabajo, medios, creatividad, perseverancia, paciencia, valoración de la trascendencia de las aportaciones humildes y anónimas a los grandes procesos sociales, porque es así como los cambios irreversibles se producen, por un lento pero constante desarrollo de la mentalidad colectiva logradas por canales, quizás ocultos a la mirada poco aguda.
No hay soluciones mágicas hay caminos por recorrer, con ojos críticos a fin de des-cubrir los mecanismos de resistencia, los mitos y dogmas vigentes, los conceptos tergiversados, adulterados, los estereotipos estigmatizados, el analfabetismo emocional, la producción e interpretación de los otros lenguajes (corporal, artístico), la forma de vincularnos, las representaciones sociales, entre otros tantos elementos implícitos en el acto comunicativo que construyen nuestra subjetividad, esa subjetividad que constituye la fuente donde se nutren nuestras prácticas cotidianas que junto con otras subjetividades, conforman el momento socio histórico que vivimos y es bueno efectuar un análisis de ese acontecer histórico y su impacto en nuestras vidas, como un modo de explicar la causa por la cual se hace imprescindible instalar la mediación como un estilo de vida en estos tiempos tan convulsionados por la vertiginosidad en que se produce el cambio
Recorrer esos caminos, tras un análisis de la realidad social y su influencia en nuestra conducta, implica también un trabajo de reflexión personal de cada uno de nosotros sobre como esta conformado nuestro mundo interior para empezar a “cernir”, a purificarlo; porque como dijo Sartre “habremos de ser lo que hagamos con aquello que hicieron de nosotros”.
Con respecto al análisis de la realidad social, considero que tiene importancia relevante nuestra vida cotidiana por cuanto es en ella donde se plasma el devenir de nuestra existencia conjugando el qué, el para qué, el cómo y el por qué de nuestra vida. Analizar la vida cotidiana es romper los mecanismos irreflexivos comprometidos en la acción, es problematizar, preguntarse cuánto hay de verdadero o de místico en el mensaje del decir y del hacer cotidiano. Es de esta manera, a mí entender, es que bajaremos de los espacios discursivos, teóricos a los espacios reales, concretos de existencia, es decir esta escuela, estos alumnos, estos docentes, estos padres, este contexto donde parte de nuestra vida transcurre, en lo concreto y cotidiano.
Es desde éste análisis que fundamentare mi propuesta en éste trabajo monográfico; porque considero que no basta ser mediadora en resolución de conflicto, ni tampoco agente multiplicador de los pasos de la mediación entre alumnos y/o docentes, sino que además de eso, considero que el mediador debe ser promotor de espacios de encuentro donde haya una real reflexión critica personal y con el otro, sobre lo que nos pasa, lo que sentimos, lo que pensamos lo que percibimos e interpretamos en nuestro cotidiano vivir.
Desde hace siglos, no años, nos pasamos relacionándonos desde modelos mentales cuya fuerte característica fue la proyección como mecanismo de defensa, el otro es siempre el responsable de lo que nos pasa, esta “ley” rige nuestras relaciones y nuestros pensamientos; sobre todo cada vez que estamos convencidos que nuestro punto de vista es el único y absolutamente verdadero, excluyendo o anulando al otro que es diferente, lo que ignoramos es que a lo largo de nuestras vidas somos los creadores de nuestros propios modelos mentales para representar la realidad y eso lo hacemos a través del lenguaje.
El pensamiento con sus imágenes, sonidos y sensaciones -que constituyen las representaciones que nos hacemos de la realidad que vivimos-, a menudo crea el problema que luego quiere resolver con la misma herramienta que utilizó para crearlo: el pensamiento; allí está el epicentro de nuestras crisis. Comprender el conflicto en su mismo origen, tomar conciencia de nuestros propios modelos mentales y sus pensamientos, fuente generativa de nuestros estados emocionales, se torna urgentemente imprescindible. Tomar conciencia de esto es liberar la mente de presupuestos, resultando una mente abierta, curiosa, que duda de sus propias representaciones y que tiene bien claro que solo se tiene una interpretación de la realidad. Esto es básico para que la comunicación sea eficaz; la comprensión integrada a todos los elementos propios de la mediación ayudara a que ésta revitalice su fuerza y su direccionalidad: la comunicación asertiva y el conflicto como oportunidad de crecimiento.
A la mediación escolar le sumaría mediación educadora, quedando claramente definido el rol del mediador en la comunidad escolar como promotor y facilitador de cambio y también de resolución de conflictos.
La mediación educadora puede y debe transformarse en un instrumento al servicio de la cultura de la paz facilitando aprendizajes a la vez que satisface la necesidad de formar ciudadanos, a través de distintas instituciones y organizaciones, activos y comprometidos, capacitados para comprender y transformar la realidad en la que vivimos y luchamos, evitando el dogmatismo, el escepticismo o el relativismo extremo, desatando una dinámica de enorme creatividad y riqueza donde la búsqueda de creación de nuevas conexiones y de los nuevos conocimientos permitan el desarrollo del pensamiento social imprescindible para generar y concretar el consenso
Focalizar la atención en la mediación educadora- sin por ello desplazar a la escolar- supone multiplicar la formación de educadores/as, sean estos docentes, padres o instituciones culturales-deportivas, capacitados para llevar a la práctica la construcción de otra manera de relacionarnos y organizarnos y donde en el proceso educativo estén presentes debates de la vida cotidiana, que es ni mas ni menos el contexto donde nacen y viven los valores (o desvalores), la forma de comunicarnos, el cómo aplican las nuevas generaciones los conocimientos a su vida cotidiana y, de una vez por todas, empezar a transitar caminos con la firme seguridad que de una u otra forma confluirán en el tan ansiado camino de la paz asumiendo otro estilo de relacionarnos y resolver nuestros conflictos ya que, aquel del ganar-perder nos costó sangre, sudor, y lágrimas.
El macrosistema: del escenario a la escena social.
Para poder hablar de lo que pasa en nuestras instituciones escolares y fundamentar la importancia de la mediación escolar y educadora en ella, es necesario efectuar un análisis de nuestra realidad social.
Desde la óptica de la psicología social, el hombre desenvuelve su vida cotidiana en tres tiempos: laboral, familiar, libre, siendo el primero el organizador de su vida por ser una actividad fundante de lo humano, por cuanto es la vía por la cual satisface sus necesidades básicas y a la vez manifiesta su potencialidad productiva.
La aplicación el neoliberalismo y su libre comercio como orden puro y perfecto, implementó un programa político que consistió en la destrucción metódica de los colectivos, por ser obstaculizador del desarrollo del mercado puro y la estrategia fueron las privatizaciones cuya justificación menemista fue la “cirugía sin anestesia”. Esto trajo como consecuencia una desocupación alta y constante que derivó en arreglos precarios (rebaja salarial, empobrecimiento de las condiciones de trabajo, diluyendo los derechos adquiridos y dando lugar a una feroz competencia, cuya resignificación fue (y es aún) la exclusión del otro, donde el sentido de pertenencia, no se apoya más en el encuentro con el otro como semejante, sino en el control recíproco.
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