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Falta De Lectura


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2014  •  18.538 Palabras (75 Páginas)  •  504 Visitas

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Centro Universitario Didaskalos

Incorporada a la U.A.E.M

Materia:

Medios y Recursos para la Investigacion

Tema:

“ Tesis: Falta de Lectura en México ”

Elaborado por:

Jesús Alan González Pacheco

Susana Quiroz Cartagena

Diego Israel Sánchez Álvarez

Angel Villeda Navarro

Grupo: 401 Turno: Matutino

Nombre de la Profra:

Claudia Mercado Osorio

Ciclo Escolar

2013-2014

Agradecimientos.

En el siguiente trabajo, queremos agradecer al esfuerzo de cada uno de los compañeros que aportaron información, conocimientos y dedicación al trabajo, ya que fue hecho con el fin de conocer el problema que tenemos en nuestro país como lo es la falta de lectura. Además de agradecer a la profesora Claudia Mercado O. por darnos de su tiempo y tener seguimiento del trabajo presente.

GRACIAS.

Falta de lectura en el estado de México.

Planteamiento del problema

En general el trabajo es para indagar acerca de la falta de lectura y el poco habito que existe entre los mexicanos en cuanto a leer nos referimos, ya que esto se ha convertido en un problema social y que poco a poco está dejando al pueblo más analfabeta (sin armas para defenderse en la vida) y eso les afecta porque es más difícil que salgan adelante sin siquiera saber leer.

Objetivos Específicos.

Determinar las posibles cusas de la falta de lectura en el país.

Determinar las causas por las que la sociedad mexicana no tiene el hábito de la lectura.

Analizar posibles factores, los cuales pudieran disminuir la situación de escasez lectora en el país.

Preguntas de investigación.

¿Cómo influye esta falta de interés por leer en el desarrollo de la comunidad en general, abarcando los ámbitos social y laboral?

¿Porque el mexicano no tiene el hábito de la lectura?

¿Ayudan los programas del gobierno a incentivar la lectura

Justificación.

La presente investigación pretende mostrar el hábito de lectura, el cual a menudo es asociado con conocimiento e intelecto, por la cantidad de información que en los libros se maneja. Ya sean datos sobre culturas, historia del país donde se viva, ciencias o incluso ficción, sigue tratándose de conocimiento. Por lo mismo es que resulta un tanto agravante que en algunas zonas esto no se practique, que la gente no lea, que lo vea como algo tedioso, como mera actividad recreativa o impuesta por el sector educativo a manera de obligación, forzada. Y, es que se sabe que una persona que no lee es una persona poco informada de diversas áreas por lo cual le es más difícil desenvolverse o de opinar, pues al leer se conocen los distintos puntos de vista según los escritores y sus vivencias diferentes a las nuestras, ampliando el criterio, y hasta es posible que si sufre de algún abuso, por falta de información que bien podría conocer leyendo, este individuo no conozca siquiera que está siendo afectado.

Es por eso que la importancia de la lectura es un tema que preocupa actualmente y además, se encuentren índices altos de gente que no lee, por lo cual en esta investigación, se busca más información de este problema, y con ella obtener respuestas sobre cómo evitar que al menos personas cercanas a quienes realizamos la investigación se acerquen a la lectura y no caigan en el área de la gente desinformada, ignorante y falta de criterio o expresión.

Viabilidad

En la presente investigación pretende responder a todas las preguntas que se plantearon a manera de hacer un documento informativo sobre la situación actual de la lectura en México.

Marco Teórico

Hi: la falta de lectura provocará en el mexicano un efecto negativo directamente en su desarrollo cognitivo.

CAPITULO 1 MARCO TEORICO

1.1 TEORÍA PSICOLINGÚISTICA

La teoría psicolingüística sostiene que los lectores emplean toda su capacidad psíquica, durante la lectura: pensar, predecir, modificar lo que pensaron, evaluar las opiniones vertidas por el autor, corregirse, pero en ninguna de las situaciones consideradas por los lectores se preocupan en identificar las letras y las palabras, más bien están preocupados por entender el sentido del texto. Goodman, 1994.

Lo indicado es presentado como una teoría por los psicoanalistas contemporáneos entre los que citamos a K. Goodman y E. Ferreiro.

Goodman afirma que la lectura es un "proceso constructivo igual que un juego de adivinanzas proceso constructivo igual que un juego de adivinanzas psicolingüistas que involucran una interacción entre el pensamiento y el lenguaje; estos procesos son sociales porque son utilizados por las personas para comunicarse".

E. Ferreiro en cambio expresa que la "lectura es un acto de reconstrucción de una realidad lingüística a partir de los elementos provistos por la representación".

La lectura no es solo un acto centrado en la identificación de letras ni de palabras sino en el significado. De allí que sea necesario el potenciar, promover y direccionar una lectura significativa3 que conlleve al aprendizaje de herramientas del conocimiento.

Cabría preguntarse entonces: ¿por qué todas las situaciones de lectura que se plantean a los estudiantes en la escuela se centra en los aspectos perceptivos (auditivos, visuales) olvidando la naturaleza cognitiva de este proceso?

Smith, sintetiza este hecho con un aforismo: "lo que el cerebro dice a los ojos es mucho más importante que lo que los ojos dicen al cerebro", "la lectura es principalmente un proceso cognitivo y la clave de la lectura fluida no está en un tipo de gimnasia visual sino en el conocimiento”. Se establece entonces, que la lectura vincula al lector y al texto favoreciendo la comprensión.

Para una explicación clara y detallada de los procesos que intervienen en la lectura nos vamos a valer del gráfico siguiente extraído del texto de Cueto Vegas, Psicología de la Lectura, editado en 1990.

Como se puede observar por el gráfico expuesto (Ver Gráfico) hay una serie de procesos psicolingüísticos que se producen en el acto de la lectura:

1.1.1 Procesos perceptivos.

Identificación o reconocimiento de los signos gráficos o grafemáticos, forma global de la palabra.

Vellutino4 afirma, con espíritu integrador, que la percepción es relativa y que viene determinada por tres factores;

a. El contexto en que se encuentra la palabra.

b. Las características de la palabra.

c. Las destrezas del lector, identificar visualmente palabras nuevas, no-palabras o palabras poco frecuentes.

Imagen de Procesos perceptivos.

1.1.2- Procesamiento léxico

Reconocimiento de palabras, recuperación del significado.

Imagen de procesamiento léxico.

1.1.3.- Procesamiento sintáctico

Que resulta de la relación entre las palabras, es el reconocimiento de la palabra, acción propia del procesamiento léxico, es un componente necesario pero no suficiente.

Imagen de procesamiento sintáctico.

1.1.4. Procesamiento semántico

Consiste en extraer el mensaje de la oración para integrarlo en los conocimientos del lector.

Consta de dos subprocesos:

a) Extracción del significado

b) Integración en la memoria o en los conocimientos del lector del significado extraído.

Imagen de procesamiento semántico.

1.2 TEORÍA TRANSACCIONAL

Para Rosenblat, el lector y el texto establecen una transacción, es decir, una, interacción cuya finalidad es la de "enfatizar la idea de interfusión del lector y el texto en una síntesis única que constituye el significado"

Dewey, cuando hace una descripción del acto de leer indica que una persona se convierte en lector cuando tiene una relación que establece con el texto, durante el proceso de leer "transacción".

Un texto según el mismo autor es meramente tinta sobre el papel hasta que el lector evoque un significado a partir de "él", y reitera: "el lector y el texto son mutuamente esenciales; el significado surge durante una transacción.

Goodman en cambio, refiriéndose a la relación entre el lector y el texto señala que: "es la idea de transacción la que expresa con mayor claridad el proceso que tiene lugar en el acto de la lectura; la transacción no es una simple interacción".

Dewey prefirió el término transacción al de interacción porque "tanto el texto como el lector resultan modificados", en su proyección.

El problema consiste en comprender los cambios que se dan en esa transacción, es decir lo que aporte el lector a esa transacción es tan importante como lo que el escritor aportó.

Saber leer bien y rápido son dos privilegios que no se deben despreciar porque permitirán ser una persona informada y formada; con capacidad para decidir por sí mismo, sin tener que depender de otra persona. Saber leer bien nos convierte en personas autónomas e independientes.

La actitud hacia la lectura, debe ser siempre positiva, ya que no se trata de una tarea aislada, sino de algo consustancial a la vida del ser humano. De allí, que el hábito de la lectura no acaba cuando se termina la escuela.

La aplicación de esta taxonomía permite focalizar y graduar su enseñanza-aprendizaje y/ o evaluación porque los aspectos evaluados a través de esta Taxonomía incluyen dimensiones cognitivas y afectivas que pueden ser aplicadas en textos narrativos, expositivos, descriptivos.

Taxonomía de Barret (clasificación)

Resumiendo: Si el lenguaje es comunicación y la lectura es su acepción más general es comunicación también, hay que valemos del protagonismo en la lectura para buscar siempre algún motivo para leer y procurar una actitud positiva hacia la lectura

1.2.1- COMPRENSIÓN LITERAL

La comprensión literal se desarrolla con la lectura denotativa

Reconocimiento y recuerdo

De Detalles: nombres de personajes, incidentes, tiempo, lugar.

Ideas principales: una oración explícita en el texto.

Secuencias: el orden de las acciones planteadas en el texto.

Causa y efecto: razones que determinan un efecto o consecuencia.

Rasgos de personajes: identificar características explícitas de un personaje.

1.2.2.- COMPRENSIÓN INFERENCIAL

Diagrama de la comprensión inferencial.

La comprensión inferencial constituye la lectura connotativa.

Clasificación de: objetos, lugares, personas y acciones.

Esquematización: mediante representaciones u organizadores gráficos.

Resumen: sintetizar los hechos o elementos principales.

Detalles: formulando conjeturas o hipótesis acerca de los detalles.

Ideas principales: significado principal, general, tema o enseñanza moral.

Secuencias: determinando el orden de las acciones en el texto.

1.2.3.- COMPRENSIÓN CRÍTICA

Diagrama de la comprensión critica.

La comprensión crítica corresponde a la lectura de extrapolación.

Causa efecto: planteando hipótesis acerca de las motivaciones de los personajes y de sus interrelaciones con el tiempo y el lugar.

Rasgos de los personajes: determinando características de los personajes que no están explícitos en el texto.

Realidad o fantasía: formulando conjeturas o hipótesis acerca de los detalles.

Valor: juzgando desde un punto de vista ética, la actitud y /o las acciones de los personajes.

Apreciación: desarrollando la apreciación a través de la toma de conciencia del impacto psicológico o estético que el texto les ha producido. Puede enriquecerse a través del conocimiento de las técnicas literarias, del estilo y de las estructuras empleadas.

Diagrama de la taxonomía de Barret.

LO QUE QUEREMOS EN LOS JÓVENES DE HOY:

Diagrama de los resultados que se desean.

CAPITULO 2 EL HABITO DE LECTURA EN MEXICO

2.1 Falta de hábitos de lectura e infraestructura, afectan vínculo entre libros, bibliotecas y usuario

La falta de hábitos de lectura en México, representa uno de principales desencuentros en la relación libro, bibliotecas y usuario, indicó el coordinador de bibliotecas de la UdeG, Sergio López Ruelas. Según la Organización para la Cooperación y del Desarrollo Económico (OCDE), México ocupa el lugar 107, entre 108 países, en este ámbito.

Este lunes, durante la inauguración del XVI Coloquio Internacional de Bibliotecarios, en la FIL, añadió que si padres de familia y profesores no fomentan esta práctica entre los niños, es difícil que en su etapa adulta, acudan a espacios bibliotecarios o adquieran libros.

Otro punto que repercute es la falta de infraestructura: “cuando no hay suficientes bibliotecas equipadas, los usuarios difícilmente quieren acudir porque no hay respuestas a sus demandas de información”. De acuerdo con la OCDE, hay sólo una biblioteca pública por cada 15 mil habitantes.

López Ruelas, tras reconocer que en América Latina hay esfuerzos por crear más bibliotecas, planteó como una prioridad impulsar hábitos de lectura, capacitar al personal que las atiente y mayor presupuesto para estos espacios que resguardan los libros. Tan sólo el año pasado fueron impresos 35 mil títulos en México.

El rector general de la Universidad de Guadalajara, Marco Antonio Cortés Guardado, apuntó que este vínculo de libros, bibliotecas y usuarios cada vez es más complejo y enfrenta nuevos retos, tales como el uso de las nuevas tecnologías de la información y búsqueda.

A pesar de que se esperaba una fuerte competencia con el libro, “no es así; año con año la Feria Internacional del Libro, es un testimonio claro de que el libro, como objeto físico, sigue siendo indispensable para los lectores y para la cultura. No obstante si ha afectado de alguna manera en la difusión del conocimiento”.

Cortés Guardado apuntó que tales herramientas tienen sus ventajas, ya que ha promovido el acceso a cualquier publicación entre los lectores del mundo. Ante todo ello, planteó que el Coloquio servirá para actualizar a los bibliotecarios sobre los avances y ampliar competencias para enfrentar tales circunstancias.

Al XVI Coloquio Internacional de Bibliotecarios, que lleva como título: De la biblioteca al usuario, del usuario a la biblioteca: puntos de encuentro, a realizarse hasta el 2 de diciembre, se espera la asistencia de 350 especialistas. Habrá conferencias, mesas de trabajo y talleres.

Algunos temas están enfocados a las competencias de los profesionales de la información; los derechos de autor; las tecnologías de la información; la biblioteca como lugar de encuentros y desencuentros, además de la biblioteca pública de Los Ángeles.

Durante este espacio académico se llevarán a cabo dos homenajes: Al bibliófilo y al bibliotecario. El primero se realizará este martes al ensayista y editor mexicano, Adolfo Castañón. El segundo será este miércoles a la reconocida universitaria Helen Ladrón de Guevara Cox, asesora titular honoraria del proyecto del edificio de la nueva Biblioteca del Estado de Jalisco Juan José Arreola.

2.2 NUESTRO PROBLEMA DE LECTURA NIVEL DE LECTURA EN MÉXICO

De una lista de 108 naciones de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), sobre el índice de lectura México ocupa el penúltimo lugar.

En promedio los mexicanos leen 2.8 libros al año, y solo 2% de la población tiene como habito permanente la lectura, mientras que en España se leen 7.5 libros al año y en Alemania 12 libros al año, esto es preocupante para personas expertas.

En México solo existe una biblioteca por cada quince mil habitantes y una librería por cada doscientos mil habitantes, de acuerdo con la encuesta nacional de lectura 2012.

El 41% de la población dedica su tiempo libre a ver televisión, la encuesta nacional advierte que menos del 12% se dedica a leer. Entre los jóvenes de 12 a 17 años, 30% dice que no le gusta leer, 61% que no tiene tiempo y 48% afirma nunca ha acudido a una biblioteca.

Los escritores y analistas no entienden ¿Cómo es posible que, siendo tan maravillosa la lectura, la gente no quiera leer? Detienen su cuestionamiento que uno de los motivos principales de la falta de lectura, es simple desidia.

Tal vez nosotros como personas tratamos de buscar culpables a nuestro problema de lectura, encontramos al tiempo como uno de los principales culpables, trabajo, y al sistema educativo en México, que claro este último también tiene que ver con nuestro desarrollo intelectual.

Pero como sabemos hay grandes personajes que han destacado en nuestro país como poetas y escritores. Los cuales son: Octavio Paz, Manuel Acuña, José Emilio Pacheco entre otros. Esto quiere decir que debemos de tener iniciativa y buscar libros que nos interese su lectura para poder ser personas cultas.

2.3 Desnutrición y fallas visuales explican también que la lectura no sea hábito

La lectura no es un hábito entre los mexicanos, pues en promedio sólo leen 2.8 libros al año y casi la mitad de la población prefiere ver la televisión.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), México ocupa el penúltimo lugar de un listado de 108 naciones en los índices de lectura a escala mundial.

Margarita Bosque Lastra, del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México, señaló que es preciso generar una estrategia integral para fomentar el hábito de la lectura en casa desde edades tempranas, motivar a niños y jóvenes a leer, así como ampliar número de bibliotecas.

Leer ayuda a recomponer tejido social, aseguró la investigadora en víspera del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, que se conmemora hoy miércoles.

La Encuesta Nacional de Lectura 2012 –publicada por la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana– reportó que 35 de cada 100 mexicanos no han acabado un libro en su vida y sólo 12 de cada centenar dedican su tiempo libre a leer. En contraste, 42 por ciento prefiere la televisión.

Los datos del estudio señalaron que tres de cada 10 jóvenes de entre 12 y 17 años respondieron que no les gusta leer, 61 por ciento de los encuestados comentó que no lo hace por falta de tiempo y 48 de cada 100 no había asistido a una biblioteca.

Además, agregó Bosque Lastra, en México hay una biblioteca pública por cada 15 mil habitantes. Éstas son un instrumento relevante para erradicar los bajos índices de lectura registrados, por lo que se les debe proporcionar los recursos necesarios para cumplir sus tareas con excelencia en las delegaciones o municipios y, a la par, reforzar los ya instalados en las aulas.

Las campañas para promover el hábito de la lectura se han orientado a fomentar sus múltiples beneficios,, sin embargo, el poder adquisitivo de la mayoría de los mexicanos reduce sus posibilidades de acceso a los libros y también se deben considerar cuestiones de salud.

Porque no se trata sólo de falta de voluntad: 43 por ciento de la población requiere servicio optométrico y la vista de más de 6 millones de niños desde que nacen hasta los 14 años necesita atención médica, según la Asociación Mexicana de Facultades, Escuelas, Colegios y Consejos de Optometría.

Otro problema es la desnutrición. Esto, dijo, provoca que estas personas tengan dificultades para leer y convertir esa práctica en un hábito.

2.4 Falta acceso a libros en México: Librería Itinerante

El hábito de la lectura se ve mermado por los gastos básicos de las familias mexicanas, lo cual provoca que la compra de material literario pase a último puesto

Ciudad de México.- “El problema en torno al tema de la lectura es que la mayoría de la población de toda la geografía nacional no tiene acceso a los libros, sin embargo, yo estoy convencida de que México sí lee”, aseveró esta Georgina Abud, responsable del proyecto “Librería Itinerante”.

Hay necesidades básicas qué cubrir al interior de cada familia y eso provoca un sinfín de gastos, sin embargo, si se les acercan los libros, abuelos, padres, hijos, nietos y demás parientes que habitan en cada hogar mexicano, leerán de forma permanente y con interés, y así, adoptarán el hábito de la lectura, explicó Abud.

La idea de montar esta librería, que del 9 al 18 de mayo ocupará alrededor de seis mil 800 metros cuadrados de Plaza de los Mártires, en la ciudad de Toluca, capital del Estado de México, abundó, “es acercar los libros a todos los sectores de la población, con especial énfasis a aquellos de las zonas más desamparadas”.

En entrevista con Notimex, la promotora cultural destacó que “la idea es hacer de este proyecto una realidad itinerante que visite la mayor parte de los municipios del país. “Ya logramos que su primera estancia sea en Toluca, ciudad en la que iniciaremos esta gran aventura con autores, libros y lectores”.

Al hablar de la oferta editorial que va a tener su primer aterrizaje en la capital mexiquense, la entrevistada informó que “serán cerca de 500 mil ejemplares, distribuidos de manera temática en 11 pabellones. Cada uno de ellos tendrá un determinado tema con sus respectivos subtemas para todos los gustos, aseguró.

Entre las temáticas que los visitantes podrán hallar están “Arte y recreación”, “Literatura, infantil y juvenil”, “Desarrollo humano, “Lenguaje”, “Medicina”, Ciencias exactas”, “Tecnologías de la información”, “Ciencias experimentales” y “Humanidades”, con lo que se cubre el espectro de las necesidades lectoras.

Sin conocer, el número exacto de títulos diferentes que serán ofertados del 9 al 18 del mes en curso a través de la “Librería itinerante”, Abud subrayó que el criterio de selección de títulos fue a partir del catálogo de los más vendidos por las diferentes casas editoriales que participan en esta gran iniciativa pro lectura.

“Seleccionamos, de todas las casas editoriales y de todos sus temas, los títulos más vendidos y todas las novedades. Por un lado, nos basamos en la aceptación y el gusto del público, a nivel nacional, que se refleja en las ventas. Y por otro lado, solicitamos a cada empresa que colocara las novedades más recientes”.

Además de llevar los libros a puntos estratégicos para que un mayor número de personas los pueda adquirir, y consecuentemente leer, esta iniciativa también va a realizar diversas actividades relacionadas con la industria editorial, como presentaciones de nuevos títulos, firmas de libros y hasta musicales, gratuitos.

Los precios de los libros nuevos están regidos por una ley inquebrantable, que es la del Precio Único, y en ese sentido mencionó que no habrá variantes en comparación con la feria del Palacio de Minería o del Zócalo de la capital del país. Sin embargo, Abud prometió “mesas de oportunidades a precios bajos”.

Sin contar todavía con una ruta establecida para la itinerancia de esta librería, dejó ver que en algunos puntos del país ya se han levantado voces para qué sea llevada allá. Concluyó al citar como ejemplo propuestas y peticiones para que visite plazas públicas en las ciudades de Torreón, Morelia y San Luis Potosí.

2.5 UNESCO revela encuesta sobre hábitos de lectura entre mexicanos

México, 20 de Abril.- El próximo 23 de abril, como cada año, se celebra el Día mundial del libro y el derecho de autor,

México, 20 de Abril.- El próximo 23 de abril, como cada año, se celebra el Día mundial del libro y el derecho de autor, establecido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y en la materia los indicadores del país muestran que aún es largo el camino por recorrer.

La fecha fue establecida por el organismo multinacional con motivo de que en un día como el marcado fallecieron Miguel de Cervantes Saavedra, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega, lo mismo que se recuerda el nacimiento o muerte de otros grandes como Maurice Druon, K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo.

De acuerdo con la página de la UNESCO, la idea de establecer un Día mundial del libro fue “alentar a todos, en particular a los más jóvenes, a descubrir el placer de la lectura y respetar la irreemplazable contribución de los creadores al progreso social y cultural”, y partió de la iniciativa de Cataluña (España), donde en dicho día es tradicional regalar una rosa al comprador de un libro.

Al respecto, en México el hábito de la lectura no es uno de lo más apreciados por los habitantes de este país, la encuesta realizada sobre la materia por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y la UNESCO y cuyos resultados fueron dados a conocer en 2006 indica que el mexicano lee en promedio 2.8 libros al año, uno de los índices más bajos del orbe.

Para revertir tal situación, se ha abierto a nivel federal y en las entidades del país un amplio número de programas para incentivar este hábito, salas de lectura, maratones y otras variadas actividades, tarea a la que se ha sumado la sociedad civil. Como ejemplo se encuentran el gubernamental “Rincón del libro” y el social “Para leer en libertad”, lo mismo que el premio anual “México lee”.

Al respecto, en 2006 el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) realizó una encuesta en la materia en todo el país, de cuyo resumen de resultados se desprende que el 54.6 por ciento de los mexicanos de 12 años o más reportó que lee libros; 30.4 que alguna vez lo hizo y 12.7 nunca haberlo hecho.

Asimismo reconoció que lee el 69.7 por ciento de los jóvenes de 18 a 22 años, contra el 66.6 de los adolescentes entre 12 y 17 años que lo hicieron, mientras que por nivel escolar quienes más leen son los de estudios universitarios, el 76.6 puntos porcentuales de los encuestados.

Las cifras dadas a conocer por el Conaculta refieren que el promedio de libros leídos en el año es de 2.9, “con cifras superiores para los jóvenes de 18 a 22 años (4.2), los mexicanos con educación universitaria (5.1) y los de niveles socioeconómicos medio alto y alto (7.2)”.

De los libros que más se lee, la encuesta del Conaculta revela que 30.8 por ciento de los materiales son para la escuela; 32.5 puntos porcentuales dijo que sus lecturas son textos escolares, 23.3 novelas, 22.7 de historia; 19.7 de superación personal, 16.4 biografías, 16.1 científicos y técnicos, 15.2 enciclopedias y 11.8 cuentos.

Sobre los hábitos de materiales de lectura, el 56.4 por ciento de los entrevistados dijo que leía libros, 42.0 periódicos, 39.9 revistas y 12.2 historietas.

La compra es la principal forma de acceso a los libros, con 45.7 por ciento de las respuestas; 20.1 fue a través del préstamo de amigos o familiares; 17.9 regalados; 10.2 prestados de una biblioteca o sala de lectura y sólo 1.2 por fotocopiado.

En cuanto, a los grupos sociodemográficos que más acceden a los libros en bibliotecas, son los de nivel socioeconómico más bajo, con 15.5 por ciento, y los jóvenes de 18 a 22 años, con 14.0, y de 12 a 17 años, con 13.9.

Quienes respondieron a la pregunta sobre las razones por las que no leen, 69.0 por ciento expuso que por falta de tiempo y 30.4 por no tener el gusto, mientras que 14.6 esgrimió la falta de recursos.

Por el contrario, de los que respondieron que sí leían 24.6 por ciento refirió que el interés es informarse, 20.5 por motivos escolares, 9.2 por gusto y 6.8 por diversión. A la pregunta de para qué sirve la lectura, a los encuestados por el Conaculta se les aceptaron dos respuestas, a la primera mención tres cuartas partes asociaron la lectura con el aprendizaje.

El 11.9 por ciento la asoció con ser culto y 5.4 con la diversión, mientras que “al considerar ambas respuestas, divertirse se incrementó a 21.4 por ciento, mejorar en el trabajo a 13.6 por ciento y ser culto a 39.4 por ciento”.

Por último, en cuanto al gusto por la lectura, 15.4 declaró que era mucho el que tenía y 15.3 que no lo tenía, y en medio 33.3 respondió que le gusta y 36.0 que es poco lo que le agradaba.

El 61.3 por ciento de los jóvenes de 18 a 22 años respondieron que les gustaba “mucho” o sólo “me gusta”; sin importar edad, quienes más lo reconocieron así fueron las personas con estudios universitarios, y por niveles socioeconómicos la preferencia decrece conforme se tienen menos recursos.

2.6 Sólo 34% de los mexicanos lee por gusto: Funlectura

SIN HÁBITO LECTOR. La encuesta de Funlectura indica que a 27% de los entrevistados lee entre poco y nada. Por lo que así lucen las bibliotecas escolares . (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )

2.94 es el número de libros que los mexicanos leen al año, una cifra que no dista mucho de la Encuesta Nacional de Lectura de 2006, pero además es una cifra que no alcanza a revelar los contrastes y desigualdades que en materia de lectura existen en México.

La cifra de 2.94 libros fue uno de los resultados de la Encuesta Nacional de Lectura 2012 realizada por la Fundación Mexicana para el Fometo de la Lectura AC (Funlectura), cuya segunda etapa de interpretación fue presentada ayer por Funlectura y la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem) en el marco de la Feria Expo Pública, que se realiza en esta ciudad.

Las 2 mil entrevistas con 89 preguntas, fueron realizadas a personas entre 12 y 66 años, y permiten concluir que al comparar el comportamiento de lectura de libros entre 2006 y 2012 hay “una disminución muy significativa en el número de lectores de libros (una caída de 10%), y el resultado actual es que más de la mitad de la población no lee libros”.

Ante la pregunta directa: ¿Usted actualmente lee libros? en 2006 56.4% respondió que sí, y en 2012 el 46.2% dio una respuesta afirmativa, esto quiere decir que 53.8% en 2012 reconoció no leer libros.

Acompañado por José Ángel Quintanilla, de Funlectura, y José Ignacio Echeverría, presidente de la Caniem, el especialista Lorenzo Gómez Morín describió situaciones contrastentes como que la escuela en México no ha pasado de la alfabetización a la creación del hábito lector.

Dijo que 87% de las casas tiene entre uno y 30 libros. “El análisis estadístico de la encuesta muestra algunos predictores o hábitos de comportamiento lector según los cuales el estímulo de los padres al leer en casa da 70% de posibilidades de que esa persona se convierta en un lector. Muestra que en México no es significativo el estímulo de la escuela en la vocación lectora”.

Un análisis más a fondo reveló que a 34% de los mexicanos le gusta leer mientras que a 65% no le gusta; 73% dijo que lee entre mucho y algo, mientras que el resto mencionó que lee entre poco y nada. Cuestionados acerca de cuánto gastan en libros, 69% dijo que no gasta nada en un mes, en libros, y 13% indicó que gasta entre $50 y $250.

Pero el tema no se agotó ahí, editores y algunos participantes cuestionaron las estadísticas recientemente divulgadas por el INEGI, según las cuales se gasta más dinero en libros que en alcohol y en otras bebidas.

Lorenzo Gómez recalcó que el Estudio de Funlectura llama a hacer una labor de animación de lectura más acuciosa entre los adolescentes que en los niños. “Es más importante en la adolescencia para la consolidación posterior de un buen lector”.

2.7 México en penúltimo lugar en índice de lectura según la UNESCO

Imagen de personas leyendo.

CIUDAD DE MÉXICO, 19 de febrero. A unas horas de que abra sus puertas la Feria del Libro más importante de la capital del país y que reunirá decenas de miles de libros y cientos de presentaciones, hay una certeza relativa a la lectura en México: las cifras espantan.

México sigue ocupando lugares muy bajos en cuanto a la lectura a nivel mundial. Según la lista de la UNESCO sobre el promedio de lectura, México se ubicó en penúltimo lugar de 108 naciones.

2.7.1 Porcentaje de los mexicanos que leen y los que no.

En promedio, los mexicanos leen 2.8 libros al año. Sólo 2% de la población tiene como hábito permanente la lectura: en contraste, los españoles leen un promedio de 7.5 libros al año y en Alemania, 12.

12% de los mexicanos se dedica únicamente a leer.

48% de la población nunca ha acudido a una biblioteca.

30% no le gusta leer.

2.6 libros al año que leen los maestros

28% de los universitarios no lee libros fuera de sus clases.

61% no lee por falta de tiempo.

32.8% le da flojera leer.

35% leyó de uno a dos libros anuales.

16% leyó de tres a cuatro libros anuales.

9% leyó cinco libros al año.

40% no leyó ningún libro.

De acuerdo con un estudio de NOP World citado por la revista Forbes, en México se le dedica al hábito de la lectura menos de una hora a la semana: 5.5 horas cada 7 días.

2.7.2 Tiempo que dedican algunos países y México a la lectura.

Está una hora por debajo del promedio global de 6.5%. Estas son las naciones que más tiempo dedican a este hábito.

1 India / 10.7 horas

Analfabetismo (+15 años de edad) / 39%

2 Tailandia / 9.4 horas

Analfabetismo (+15 años de edad) / 7.4%.

3 China / 8 horas

Analfabetismo (+15 años de edad) / 7.8%.

4 Filipinas / 7.6 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 7.4%.

5 Egipto / 7.5 horas

Analfabetismo (+10 años de edad) / 28%

6 República Checa / 7.4 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 1%

7 Rusia / 7.1 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 0.4%

8 Suecia / 6.9 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 1%

9 Francia / 6.9 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 1%

10 Hungría / 6.8 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 1%

11 Arabia Saudita / 6.8 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 13.4%

12 Polonia / 6.5 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 0.5%

13 Venezuela / 6.4 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 7%

14 Sudáfrica / 6.3 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 13.6%

15 Australia / 6.3 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 1%

16 Indonesia / 6 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 9.6%

17 Argentina / 5.9 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 1.9%

18 Turquía / 5.9 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 12.6%

19 España / 5.8 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 2.3%

20 Canadá / 5.8 horas

Analfabetismo (+15 años edad) / 1%

*FUENTE: Encuesta Nacional de Lectura y Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana

2.8 La voluntad de leer

Cada vez son más frecuentes en México las reflexiones y debates sobre el poco o nulo “hábito de la lectura”. Poco o nulo hábito, se entiende, de un particular tipo de lectura: el canónico, es decir el de los libros de calidad, el de los clásicos antiguos y modernos o, con palabras de

Harold Bloom, el del “canon occidental”.

Yo mismo he abonado no pocas páginas ni escasas palabras a este tema, que se ha vuelto de pronto “muy importante” lo mismo para el discurso oficial que para el interés privado. Pero lo que más me inquieta es que, en este asunto que parece tan importante, casi todos los análisis vayan exclusivamente por el sendero literario y estético hasta desembocar en un punto predecible que ya se ha vuelto lugar común: la vergüenza nacional que representa la muy precaria práctica de lectura y “la falta de disposición” de los mexicanos para leer buenos libros.

(También España se avergüenza de que sólo 3% de sus alumnos alcance el nivel más alto de resultados de la prueba OCDE-PISA, en destreza lectora, y del hecho de que su índice de lectura esté “a la cola de Europa”. ¿No lo sabían?) Lo preocupante de los análisis literarios sobre la lectura es su inflamado lirismo y su acentuada ingenuidad, y el que hagan muy poca o ninguna inflexión sobre lo social y lo pedagógico, es decir sobre la realidad circundante de los lectores y los no lectores.

En los discursos de los escritores siempre queda flotando en el ambiente la especie de que la gente no lee buenos libros porque carece de la decisión para hacerlo y, en cambio, utiliza con alegre y necia disposición mucho de su tiempo en actividades deleznables cuando no nocivas para su salud intelectual.

La mayor parte de los escritores, intelectuales y gente culta piensa así. Son muchos los que observan el fenómeno de la lectura como una muy positiva abstracción a la que la realidad prácticamente no afecta; y lo hacen desde una posición poco realista. En la cima del intelectualismo, la perspectiva de lo cotidiano se empequeñece o se difumina, hasta imposibilitar una mirada peatonal. De ahí que todo se reduzca al siguiente postulado: Leer buenos libros es bueno; no leer libros buenos, o simplemente no leer libros, es malo.

Tal razonamiento resulta, desde luego, inobjetable. Pero de lo que no se habla es del fondo del asunto, del por qué se lee y del por qué no se lee. Atribuir los motivos exclusivamente a la voluntad, o a la falta de ella, es una explicación demasiado simplista y bastante errónea.

Cuando no nos preguntamos el porqué de las cosas ni tratamos de entender qué hay más allá de nuestras certidumbres cultas, la “buena lectura” volitiva se convierte en lo que Bertrand Russell denominó un “mito agradable”. Así, la gente culta concluye que leer libros es cosa estupenda pero no se explica (es decir, le parece ¡asombroso!, ¡increíble!, ¡inconcebible!) que haya gente que no quiera leer o a la que no le seduzca el elevado ejercicio espiritual de leer libros.

¿Qué es lo único que necesita la gente para leer buenos libros?, es la pregunta implícita y explícita desde ese “mito agradable”. Y la respuesta inmediata es: Iniciativa, determinación y ansias de conocimiento.

Pero ello no es así como así. En el fondo hay una realidad que no aparece en esta bienintencionada y candorosa respuesta que soslaya o no comprende lo más importante: la situación, el entorno, el ambiente, la realidad.

2.9 Circunstancias y educación

Desde sus condiciones privilegiadas, desde sus ámbitos de comodidad, cuando ya se poseen circunstancias muy favorables para, efectivamente, desear leer, muchos escritores no examinan a qué se debe realmente eso que se ha dado en llamar, en términos sanitarios, “el problema de la lectura”.

Su pensamiento se queda en la abstracción estética y en el ideal positivo de leer y promover la lectura de los mejores libros, pero no va más allá. Se preguntan, escandalizados: ¿Cómo es posible que, siendo tan maravillosa la lectura, la gente no quiera leer? Y ahí detienen su cuestionamiento; de modo tal que el motivo principalísimo de la falta de lectura acaba atribuyéndose a la simple desidia.

No entienden las condicionantes sociales, no toman en cuenta las limitaciones económicas, soslayan ―como si no existieran― las adversas circunstancias laborales y familiares, y no se enteran en absoluto de lo pésimo que es el sistema educativo, una de cuyas consecuencias más graves es no sólo no favorecer, sino sobre todo obstaculizar, el libre desarrollo intelectual y espiritual de las personas.

Por ello, no es muy inteligente sostener que los mayores culpables de su falta de cultura literaria y libresca ―producto de su atávica indolencia― son, sobre todo, los individuos, y no las instituciones formativas y las circunstancias en las que viven dichos individuos.

La mayor parte de los escritores e intelectuales cree de veras que la gente es muy bruta simplemente porque no se le pega la gana de leer a los grandes escritores, a los autores de las obras maestras que han transformado a la humanidad. Pero los viejos y hoy poco leídos Ensayos sobre educación (1926), de Bertrand Russell, nos ofrecen muchas respuestas claras y sensatas sobre este asunto tan llevado y traído, sobre el cual todo el mundo culto moraliza y pontifica pero sin llevar a cabo un análisis veraz.

2.10 La SEP informó que los niveles de lectura en México continúan siendo insuficientes, lo cual es lamentable debido a que la falta de ésta termina poniendo a las personas en situaciones de desventaja.

Rodolfo Tuirán, secretario de Educación Pública (SEP), aseguró que elíndice de lectura en México continúa siendo extremadamente bajo e, incluso, citó al escritor Octavio Paz, quien aseguraba queleer sigue siendo una excentricidad.

Al respecto, informó que la población mayor de 15 años lee apenas 2.3 libros al año, a diferencia de países como Noruega en donde se leen 18 libros año, Alemania con 15, Portugal con un índice de 8.5, España, 7.7, Brasil 3.7 y Argentina 3.2.

Al dar inicio al Programa de Fomento a la Lectura en la Educación Media Superior, el funcionario expresó que la falta de lectura en el país ha generado un círculo vicioso difícil de romper, pues más de la mitad de la población tiene capacidades limitadas para leer.

"Tenemos un país donde es muy baja la frecuencia lectora, cuando esto ocurre, el resultado es que peor se hace y menos se entiende pues la mitad de la población de 12 años o más tiene capacidades limitadas para leer, en consecuencia sólo entiende algo, poco o simplemente nada de lo que lee, lo que configura un círculo vicioso muy difícil de romper", determinó.

Asimismo, recordó que los estudiantes de preparatoria también leen poco, pues alcanzan apenas tres libros al año, mientras que los universitarios sólo cinco, acción que lamentó, ya Tuirán asegura que la lectura representa una parte importante en la vida de los seres humanos.

La poca lectura termina poniendo a todas las personas en situaciones de desventaja, ya que el rezago educativo, la pobreza y la desigualdad, son factores que se derivan de esta problemática y que conspiran en contra de la misma, expresó el funcionario.

Tuirán estuvo acompañado por Miguel Ángel Martínez, subsecretario de Educación Media Superior durante la inauguración de la sala de fomento a la lectura del Centro de Estudios Tecnológicos, Industrial y de Servicios (CETIS) No. 5 Gertrudis Bocanegra y llevó a cabo un recorrido por la muestra fotográfica de las 75 salas de lectura en igual número de planteles .

Señaló que la autoridad educativa se encuentra empeñada en fomentar la lectura en las escuelas, así como entre los alumnos y maestros, debido a lo cual se han difundido los Estándares Nacionales de Habilidad Lectora, con el propósito de que los padres de familia lean junto con sus hijos 20 minutos al día.

También se han creado 360 bibliotecas de aula, en las cuales durante los últimos cinco años se han distribuido 70 millones de libros. Finalmente, el subsecretario Martínez dijo que la lectura debe convertirse en una herramienta central en las actividades de todos los docentes en la escuela.

Con propósito de llevar a cabo este propósito, la SEP está sugiriendo diversas actividades de fomento a la lectura con el fin de que todo el plantel educativo participe en la generación de hábitos lectores entre los adolescentes.

2.11.1 Lugar que ocupa México en la lista del índice de lectura.

Entre 108 países, México es penúltimo lugar en lectura

MÉXICO, D.F., (apro).- De una lista de 108 naciones de la UNESCO sobre el índice de lectura, México ocupa el penúltimo lugar.

En promedio, los mexicanos leen 2.8 libros al año, y sólo 2% de la población tiene como hábito permanente la lectura, mientras que en España se leen 7.5 libros al año y en Alemania 12.

En México sólo existe una biblioteca por cada 15 mil habitantes y una librería por cada 200 mil, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Lectura 2012, citada por el Senado al formar una comisión de fomento a esta actividad.

En contraste con el 41% de la población que dedica su tiempo libre a ver televisión, la Encuesta Nacional de Lectura advierte que menos de 12% se dedica a leer. Entre los jóvenes de 12 a 17 años, 30% dice que no les gusta leer, 61% que “no tiene tiempo” y 48% afirma que nunca ha acudido a una biblioteca.

En el #DíaInternacionalDelLibro, los senadores advirtieron también que la lectura de la población general en México disminuyó de 54.6% en 2006 a 46% el año pasado, es decir, menos de la mitad de la población lee y 40% “nunca ha entrado a una librería”.

Los coordinadores de la Junta de Coordinación Política alertaron también que la actividad de la lectura es la única que puede mejorar la educación y la formación cívica de los mexicanos.

La Comisión de Fomento a la Lectura estará integrada por un senador de cada grupo parlamentario y se dedicará a realizar actividades a lo largo de esta Legislatura.

Dimensiones del analfabetismo

Los 5.4 millones de personas analfabetas que existen en México representan 4.8% de la población total. Los 6.1 millones que había en 1895 significaban casi 48% de la población que entonces tenía nuestro país. Es claro que no es lo mismo un país con casi la mitad de su población en condición de analfabetismo, que una que tiene 5% en esa situación. Por supuesto que las proporciones y los índices de analfabetismo han disminuido; no obstante, el número absoluto sigue siendo muy grande, sobre todo si consideramos los recursos tecnológicos y pedagógicos con los que hoy contamos.

Los índices de analfabetismo10 han disminuido de 82.1 a 6.9 entre 1895 y el 2010 (ver cuadro 1).11

Los 6.1 millones de analfabetos que había en 1895 fueron en aumento hasta 1970, cuando llegaron a casi 6.7 millones. Después de esa década, disminuyó la cantidad absoluta de analfabetos, pero de manera muy lenta. De hecho, en los últimos 40 años la cifra de analfabetos bajó apenas 1.3 millones de personas, es decir, unos 32 mil cada año. Es evidente que debería haberse puesto más empeño para abatir este problema.

No está por demás recordar que un esfuerzo alfabetizador relevante de esta fase fue el encabezado por José Vasconcelos a partir de que, en 1921, fuera designado secretario de Educación. Como se sabe, instrumentó un ambicioso programa educativo y cultural dando prioridad a la educación popular. La campaña alfabetizadora que diseñó y promovió contó con el apoyo de los universitarios; la Universidad Nacional de México, incluso, creó en esa etapa dos escuelas nocturnas para obreros y colocó 500 tiendas de campaña para alfabetizar en plazas públicas y barrios populares.12 La obra educativa de Vasconcelos, incluida su campaña en favor de la alfabetización, está reconocida como una de las más importantes en la historia nacional. Por su parte, en la administración de Lázaro Cárdenas también fueron relevantes las contribuciones en la educación técnica, popular, campesina y para adultos.

A pesar de esos esfuerzos, debe reiterarse que si bien se logró disminuir el índice de analfabetismo, el número total de ellos no siguió la misma tendencia, es más, se incrementó un poco. Hacia 1950, en pleno gobierno de Miguel Alemán, en el país había ya 6.4 millones de analfabetos. Quizá en ello influyó el hecho de que la educación para adultos perdió importancia y se dio prioridad a la educación de los niños con el Plan de Once Años diseñado por Torres Bodet al inicio de la década de los 40, en el gobierno de Ávila Camacho.13

Fue hasta la década de los 70 cuando se notaron más los esfuerzos por tratar de disminuir el número de analfabetos, tanto en términos relativos como absolutos; en 1970, llegamos a la cifra máxima de 6.7 millones, que representaban 14% de la población total y más de la cuarta parte de las personas de 15 años y más. A partir de esa fecha y hasta el 2010, como ya dijimos, la cifra disminuyó en 1.3 millones.

Cabe aclarar que, por alguna razón, existe una divergencia entre la información que sobre el analfabetismo ofrecen los censos de población y el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA). Según los primeros, en la década que va del 2000 al 2010, el número de analfabetos bajó en 548 426 personas; el INEA, por su parte, reporta haber atendido durante ese lapso a 3 850 521 personas en sus programas de alfabetización, de los cuales 1 403 316 se graduaron (ver cuadro 2), es decir, menciona haber alfabetizado casi tres veces más personas que las que los censos registran. La diferencia es más que evidente y no hay una explicación técnica plausible de la discrepancia.

En el cuadro 3 podemos ver la evolución del analfabetismo de 1980 al 2010 por grupos de edad y género; se aprecia, de forma clara, que las tasas de analfabetismo se han abatido en forma importante en el grupo de mujeres y hombres jóvenes, es decir, los que tienen entre 15 y 29 años de edad.

Los adultos mayores (60 años y más) es el grupo que experimenta mayores tasas de analfabetismo; en ellos sobresalen las mujeres: casi 29% de las personas del sexo femenino mayores de 60 años es analfabeta. Duele reconocer que, en pleno siglo XXI, tres de cada 10 adultas mayores mexicanas tengan ese nivel de exclusión.

Cabe destacar, sin embargo, que la cifra absoluta de adultos mayores analfabetos no es muy diferente a la de la población adulta, es decir, la que tiene entre 30 y 59 años de edad. Ambos grupos tienen, en la actualidad, cerca de 2.4 millones de analfabetos.

En el cuadro 4 se puede apreciar que de los 5.4 millones de analfabetos que reporta el censo más reciente (2010), 61.1% son mujeres. En 1980, ese porcentaje era de 60.5. La situación de las mujeres en este sentido no ha variado mucho. Es claro que el número es más elevado que el de hombres, pero la diferencia no es mayor a un punto porcentual; en cambio, por cada hombre analfabeto hay 1.6 mujeres en la misma condición. En materia de analfabetismo se encuentra una más de las inequidades de género que afectan a nuestro país.

En términos generales esto es irrebatible, aunque también se debe señalar que las cosas están cambiando. Cuando vemos las modificaciones en la estructura del analfabetismo por género, apreciamos que entre las mujeres jóvenes (de 15 a 29 años de edad) la proporción entre 1980 y el 2010 ha mejorado respecto a los hombres. Esto implica que las condiciones de las nuevas generaciones de mujeres son mejores que las experimentadas por las de mayor edad. En efecto, en el grupo etario de 15 a 29 años su proporción entre la población analfabeta se redujo de 59.1% en 1980 a 51.1% en el 2010. En cambio, las mujeres adultas de 30 a 59 años pasaron de 61.6 a 62.1% entre los mismos años y las mayores de 60 años, de 59.9 a 62.3 por ciento.

Si bien la situación de las mujeres jóvenes ha mejorado en materia de alfabetización, todavía estamos lejos de alcanzar una verdadera equidad de género en la materia, por lo que resulta urgente atender el caso de las de 30 años y más.

Otra de las características tradicionales del analfabetismo en México es su predominancia en las áreas rurales, es decir, en las localidades pequeñas menores de 2 500 habitantes. No hay duda que los índices son mayores en las poblaciones rurales, donde la alfabetización es más difícil que en las grandes concentraciones urbanas.14

Al analizar el problema desde esta perspectiva se debe tener en cuenta que, según el censo más reciente (2010), la población denominada como rural llega a 26 millones de personas, que representan 23.1% del total.

En las últimas tres décadas, en términos absolutos, las cifras de analfabetos en ambas áreas tienden a igualarse (ver cuadro 5). En el 2010, alrededor de la mitad de los analfabetos vivían en las áreas rurales y la otra mitad, en las urbanas;15 sin embargo, es necesario considerar que por cada habitante de las zonas rurales hay poco más de 3.3 en las urbanas, razón por la cual el analfabetismo rural, en términos relativos, es mayor.

Entre 1980 y el 2010, el número total de analfabetos en el país pasó de casi 6.4 millones a alrededor de 5.4 millones de personas. Esta disminución tuvo lugar sobre todo en las áreas rurales, ya que en las urbanas la cifra tuvo una variación muy ligera. En las primeras, el número total de analfabetos disminuyó 27.6%, en tanto que en las urbanas fue sólo de 0.8 por ciento. Esto indica de forma clara que los programas de alfabetización han priorizado a las zonas rurales donde, en términos proporcionales, es mayor el problema. Preocupa, no obstante, que esto implique un descuido de las áreas urbanas donde, con las facilidades tecnológicas actuales, se antoja que el analfabetismo debería estar casi abatido.

Vista desde la perspectiva rural-urbana, la situación del analfabetismo por género ha registrado cambios en los últimos 30 años. Por un lado, está el hecho de que, en el total de analfabetos del país, las mujeres pasaron de representar 60.5% en 1980 a 61.1% en el 2010. En términos globales hay un ligero incremento pero, por otra parte, también es cierto que en este periodo las mujeres que viven en zonas rurales mejoraron su situación en relación con las que viven en las áreas urbanas. Mientras que en 1980, 54.9% de las mujeres analfabetas vivían en zonas rurales, en el 2010 ese porcentaje bajó a 48.8 por ciento. En sentido contrario, la proporción de analfabetas entre las mujeres que habitan en áreas urbanas pasó de 45.1 a 51.2% en esos mismos años, es decir, el número de mujeres analfabetas en las áreas rurales disminuyó en tanto que en las urbanas se incrementó un poco. Este hecho podría explicarse también por una posible migración de mujeres del campo a la ciudad, debido a las crisis recurrentes y a las pobres condiciones económicas.

Sin embargo, cuando se hacen comparaciones entre la población rural y la urbana no debe obviarse el hecho de que no están en condiciones de igualdad, por lo cual es factible sostener que en realidad el analfabetismo rural es más grave que el urbano. En efecto, mientras que la población rural representa sólo 23.1% de la total, en esas zonas vive 50.3% de los analfabetos del país.

Este hecho puede demostrarse cuando el análisis se hace con base en el índice de analfabetismo. Como vemos en el cuadro 5, este indicador es tres veces más grande en las zonas rurales que en las urbanas. En estos términos, no es exagerado afirmar que la magnitud del analfabetismo en el campo mexicano es, por lo menos, tres veces más grande que el de las ciudades.

La distribución del analfabetismo en las entidades federativas refleja, en cierto modo, el nivel de desarrollo humano de éstas. Sólo para dar un detalle, seis estados de la República concentran cerca de 52% de personas analfabetas (2.8 millones); ordenados de mayor a menor número: Veracruz de Ignacio de la Llave, Chiapas, México, Oaxaca, Puebla y Guerrero. Resalta el hecho de que todos cuentan con numerosos grupos de población indígena.

Uno de los problemas sociales más relevantes de nuestro país es, sin duda, el que representa la desigualdad y exclusión que ancestralmente ha caracterizado a la población indígena. La relación del Estado con las comunidades originarias del país no ha sido fácil. Sin pretender ahondar en este tema, se puede sostener que desde la formación del Estado mexicano ha existido una tensión permanente, derivada de las políticas para integrar a las comunidades indígenas a la nación moderna y las resistencias de las mismas para estar en posibilidad de preservar sus culturas originarias, usos y costumbres.

Las diferencias de cultura, idioma, formas de vida y socialización fueron vistas como signos de atraso, por lo cual había que buscar incorporarlas a la modernidad.16 Es claro que en esta perspectiva los desencuentros han sido inevitables. El movimiento zapatista de Chiapas fue, en términos históricos, una muestra clara del desencuentro entre visiones antagónicas. Una, la que mira a las comunidades indígenas como signos de premodernidad y atraso, y otra, la que defiende el derecho de culturas diferentes a prevalecer con autonomía dentro de un mismo Estado. Sin entrar en esta polémica, que por supuesto tiene aristas de difícil solución, basta para el propósito de este artículo decir que parte importante del analfabetismo afecta a las comunidades indígenas.

En el país existen cerca de 5.4 millones de indígenas que hablan sus propias lenguas. De ellos, casi millón y medio (27.3% del total) no saben leer ni escribir español; 64.6% de los analfabetos indígenas son mujeres. Por cada 10 hombres indígenas analfabetos existen 18 mujeres en esa condición (ver cuadro 6).

De hecho, en términos de tasas de analfabetismo (ver cuadro 7), las más altas corresponden a los indígenas mayores de 60 años y, dentro de este grupo, a las mujeres. La tasa de analfabetismo entre las mujeres indígenas mayores de 60 años llega a 72.7 por ciento.

CAPITULO 3 PROGRAMAS DE FOMENTO

3.1 El Programa Nacional Salas de Lectura (PNSL)

El Programa Nacional Salas de Lectura (PNSL) fue creado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) en 1995, con el propósito de impulsar iniciativas ciudadanas orientadas a la promoción de la lectura.

Actualmente existen más de 3 300 Salas de Lectura en todo México, atendidas por diversos ciudadanos interesados en compartir la cultura del libro. El programa funciona a través de un esquema simple y, a la vez, muy exigente: los ciudadanos ponen el lugar, reúnen a sus lectores, organizan las sesiones y gestionan recursos para las actividades de sus salas. Aportan su saber, vitalidad y vocación sin remuneración alguna.

El Conaculta, por su parte, contribuye con un fondo inicial de 100 libros, que se incrementa de acuerdo con la continuidad y crecimiento de cada sala. Además, asesora a los representantes de cada entidad (denominados "enlaces estatales") adscritos a sus respectivas instituciones culturales.

Asimismo, organiza de manera permanente encuentros nacionales con promotores de lectura, que incluyen conferencias, talleres de capacitación, presentaciones de libros, etcétera. Todo esto se realiza en coordinación con los institutos y las secretarías de cultura de los estados. El programa está en marcha. Sin embargo, a más de 15 años de haberse creado, poco se sabe sobre el perfil de los responsables de cada sala (llamados "mediadores"), los usuarios, las estrategias de promoción de la lectura, los alcances y las repercusiones que ha tenido este quehacer en las comunidades.

Este artículo es parte de un diagnóstico más amplio sobre el estado actual de las Salas de Lectura en México, realizado para el Conaculta durante el año 2009 y coordinado por el Centro de Investigaciones Culturales-Museo de la Universidad Autónoma de Baja California.

El principal propósito fue elaborar un ejercicio de identificación, caracterización y análisis de la situación de las Salas de Lectura en el país, a fin de establecer planes y estrategias de desarrollo cultural más eficaces. De este modo, las preguntas que guiaron este diagnóstico fueron: quiénes son los mediadores de salas, qué perfiles tienen los usuarios y bajo qué condiciones se llevan a cabo las actividades de fomento a la lectura.

La evaluación contempló dos etapas de ejecución que al mismo tiempo se propusieron como dos estrategias metodológicas complementarias: un acercamiento estadístico, por un lado, y un registro de carácter cualitativo, por otro. La primera etapa consistió en la aplicación de una encuesta nacional a las Salas de Lectura abiertas y activas, cuyo propósito fue conocer estadísticamente la composición y el funcionamiento de dichos espacios.1

Se obtuvo un registro de carácter cuantitativo, descriptivo y exploratorio sobre las características generales y el desempeño de estos sitios de lectura. Para tal fin, se diseñaron dos encuestas, una para los mediadores (responsables de cada sala) y otra para los enlaces estatales (gestores del programa en cada entidad, adscritos a los institutos o secretarías de cultura). La primera encuesta se aplicó a 955 mediadores de Salas de Lectura que actualmente se encuentran en funcionamiento. Las categorías de análisis desarrolladas para esta encuesta fueron: 1) identificación del mediador, 2) condiciones físicas de las Salas de Lectura, 3) funcionamiento, 4) acervos y 5) usuarios. La segunda encuesta se asignó a 21 enlaces estatales con el propósito de identificar rasgos y características en la configuración de este ámbito institucional. Las categorías fueron: 1) perfil de los enlaces estatales, 2) gestión y 3) capacitación.

La segunda etapa de este estudio, de tipo cualitativo, comprendió la recuperación de la experiencia de los mediadores a través de entrevistas a profundidad y de un amplio registro fotográfico. En esta fase se recuperó la experiencia de los mediadores en torno a las labores cotidianas de las Salas de Lectura. Comprendió un ejercicio de memoria e interpretación, así como la observación de las prácticas grupales alrededor de estos espacios.

El objetivo fue identificar los sentidos que nutren y orientan el funcionamiento de las Salas de Lectura, su permanencia y desarrollo, pero también sus retos y dificultades.

Durante los meses de mayo, junio y julio de 2009, los nueve investigadores2 adscritos a este proyecto desarrollaron trabajo de campo en 22 entidades del país y visitaron 49 Salas de Lectura. Con las entrevistas a profundidad (registros de memoria y valoración) y los ejercicios de etnografía visual (registro fotográfico y análisis de las prácticas grupales) se obtuvo una representación estructural de los sentidos y las prácticas socioculturales vinculadas a la vida y funcionamiento de estos nichos de lectura. A través de las fotografías se analizó el inventario cultural, es decir, las características físicas de los espacios, el tipo de objetos y la relación entre ellos. De esta manera nos aproximamos al mediador, a sus prácticas y a las formas de armonizar su vida con la Sala de Lectura. Se examinaron los espacios y los objetos, los patrones de hospitalidad y ciertas prácticas de promoción de la lectura. Con respecto a los usuarios, se analizó en las fotografías aquello que nos permitiera comprender las formas de operar de las salas y las interacciones entre los usuarios y el mediador. Por su parte, la entrevista a profundidad se diseñó en torno a tres ejes temáticos:

1. Salas de Lectura y mediadores. Testimonios relacionados con las trayectorias de vida de los mediadores. Su relación con los libros y con el fomento de la lectura. Significados y relaciones de sentido en torno a las actividades de la Sala de Lectura. Perfiles del mediador ideal.

2. Salas de Lectura y gestión. Información relacionada con la organización y funcionamiento de las Salas de Lectura y con las tareas cotidianas de los mediadores. Capacitación y actualización de los mediadores.

Representaciones sobre las instituciones culturales y los programas dedicados al fomento de la lectura (estados y federación). Experiencias exitosas de gestión. Dificultades, retos y obstáculos para el funcionamiento de dichos espacios.

3. Salas de Lectura y comunidades. Argumentaciones sobre los vínculos entre usuarios, lecturas y vida cotidiana. Valoraciones sobre el impacto de las Salas de Lectura en la comunidad. Experiencias del mediador en relación con su entorno social.

A partir de cada entrevista con el mediador de la Sala de Lectura, seleccionamos los enunciados más significativos con referencia a los ejes temáticos ya mencionados. El nivel de análisis se situó en el discurso (la oralidad y la imagen fotográfica) y en la observación de las actividades grupales desarrolladas en las

Salas de Lectura.

Como ya mencionamos, por limitaciones de espacio este texto recoge una parte del diagnóstico total, aquella que aborda el perfil de los mediadores (quiénes son, a qué se dedican, cuáles son sus motivaciones y experiencias), algunos datos sobre la ubicación de las Salas de Lectura y, sobre todo, testimonios sobre el ámbito de los usuarios y las comunidades (percepciones sobre el efecto comunitario de las Salas de Lectura, experiencias de desarrollo cultural, lectura y formación de ciudadanías).

3.2 ¿Quiénes son los responsables de las Salas de Lectura?

Nuestros encuestados son hombres y mujeres que, desde distintas regiones del país, trabajan de manera voluntaria promoviendo el acercamiento de sus comunidades a los libros. En el cuadro 1 se observa el resumen de las características sociodemográficas de los mediadores encuestados. El promedio de edad de los mediadores es de 42 años, tanto para hombres como para mujeres.

De ellos, 36.1% son hombres y 63.9% mujeres. Es decir, en México, las Salas de Lectura están impulsadas en su mayoría por mujeres. Con respecto a la escolaridad, se observa que 52.9% de los mediadores cuenta con estudios de licenciatura y 14.3% realizó estudios de posgrado. En suma, 67.2% de los entrevistados tienen educación superior. Del resto, 10.8% concluyó una carrera técnica, 12.2% terminó la preparatoria, 7.3% acabó la secundaria y 2.6% cuenta sólo con la primaria o una escolaridad menor. Destaca en estos datos el alto nivel escolar de los mediadores, que sugiere una mayor relación de estos agentes con las diversas ofertas culturales e informativas –en particular con la cultura impresa– frente a los ciudadanos de menor escolaridad. Sin embargo, no podríamos afirmar que en México la educación superior garantiza la formación de lectores asiduos o de consumidores culturales frecuentes.

Una variable determinante en el desempeño de los mediadores y en la proyección de sus Salas de Lectura son sus vínculos, más o menos estrechos, con las ofertas culturales en general, y con la lectura en particular. Estos vínculos se establecen a partir de la infancia y la juventud, desde los espacios de la familia o la escuela, según el papel de los padres, los abuelos y los maestros, y desde los distintos lugares geográficos y sociales donde se inscriben. Por ejemplo, Atzimba Mondragón Galindo, quien coordina una Sala de Lectura en Guadalajara, Jalisco, nos dice:

Mi papá es un lector. El contagio es el factor principal. Mi papá nos compraba muchos libros de niños. En una ocasión que viajó a Cuba nos trajo libros para niños y me los leía. Como profesora siempre platico con los alumnos de los libros. Le invierto tiempo porque me gusta. Yo disfruto la lectura, pasarle la lectura al otro. Somos (los de la Sala de Lectura) un grupo cohesionado, un grupo identificador, sabemos quiénes somos, pertenecemos a un lugar. La lectura no redime a nadie, pero la lectura sí nos hace mirar de modo distinto para animarnos a opinar. Estudié letras [maestría] […] la historia de la literatura, me gusta la lectura, los libros.

Por su parte, Alfonso Carballo Hernández, integrante del Grupo Na' Naruni Nabanii (que significa "manos creadoras" en zapoteco) y mediador de una Sala de Lectura en Salina Cruz, Oaxaca, nos confiesa:

Provengo de una familia protestante. Mi abuelo fue pastor protestante. Mi madre nos leía la Biblia. El Cantar de los Cantares, Isaías. En la preparatoria conocí a un compañero llamado Roberto Carlos Díaz, le gustaba la poesía, me encantaban sus poemas. Decidí dedicarme a la literatura, a leer libros, a recopilar las revistas de la región, cualquier revistita. Así llegué a la literatura. Me gusta la poesía de César Vallejo. Me encantan las lenguas indígenas, aunque actual-mente estoy leyendo a Paul Bowles,El cielo protector. La influencia fue más de mis compañeros. Una maestra de la secundaria me regaló una caja de libros que abrí hasta la preparatoria, descubrí así a los poetas del renacimiento hispánico.

En términos de ocupación (cuadro 1), resulta interesante que 31.7% de los encuestados reporta ser profesor activo, 22.3% afirma ser empleado y 11.3% es bibliotecario. Estos porcentajes contrastan con los de aquellos mediadores que afirman ser profesionistas independientes (8.6%), amas de casa (5.2%), estudiantes (4.9%), comerciantes (3.2%) y maestros jubilados (2.2%). Parece significativo que, en suma, 45.2% de los mediadores encuestados sean profesores activos, bibliotecarios y maestros jubilados, o sea, actores vinculados con el sector educativo. Por una parte, estos datos pueden revelarnos la existencia de un grupo insatisfecho con las dinámicas de la escuela tradicional. Y por otro lado, pueden sugerir el predominio de una visión muy escolarizada de las Salas de Lectura. Es decir, la concepción de la Sala de Lectura como un lugar para enseñar a leer, o en su variante, complementar las labores pedagógicas. Al respecto, María Guadalupe Espinosa Pascual, responsable de la Sala de Lectura "La magia de los libros", ubicada en San Lucas Tecoplico, Tlaxcala, nos comenta:

La escuela fue mi única alternativa para acercarme a la literatura. Ya siendo maestra, descubrí el placer que me producía leer. Comencé, entonces, a resarcirme leyendo los materiales incluidos en los libros de texto gratuitos para la primaria, de la sep. Este encuentro con la literatura me comenzó a mostrar que el mundo se podía ver de otra manera. Convencida de que leer cambiaba a la gente, decidí hacer mi mejor esfuerzo para que los niños le encontraran el gusto. Así que a partir de entonces, y hasta que me jubilé hace cinco años, todos los días, al comenzar la jornada de trabajo con el grupo, yo me tomaba diez minutos para leerles en voz alta cuentos a mis alumnos.

Desde su Sala de Lectura llamada "Una ventana al horizonte", en la ciudad de Aguascalientes, Amelia González también nos dice:

Soy docente de preescolar. Yo escuchaba eso de las salas y las salas y preguntaba con qué se come. Pero luego escuchaba a los compañeros de las salas diciendo que los culpables de que la gente no lea somos los maestros. Entonces, fue así como que me hirieron el orgullo. Yo empecé a trabajar la sala, pero nunca vi su dimensión. Alguien me decía: este libro me gustó, y yo pensaba: esas son cosas románticas de la lectura.

En un grupo de mediadores, identificamos que la promoción de la lectura está relacionada con un proyecto (o por lo menos con ciertas tentativas) de profesionalización. Al margen de aquellos mediadores que ya trabajan en escuelas y bibliotecas, o bien son profesores jubilados, muchos de éstos enlazan las actividades de la Sala de Lectura con la oferta de talleres de capacitación para diversas instituciones o grupos de la sociedad. Establecen agendas de servicios de capacitación cultural o de animación de eventos infantiles. Organizan en las fiestas infantiles sesiones de cuenta cuentos, teatro guiñol y representaciones diversas. Por supuesto, son los mediadores más jóvenes y algunos de ellos todavía se encuentran estudiando.

Cuando preguntamos a los encuestados sobre sus experiencias anteriores con respecto a la promoción de la lectura o la animación cultural (cuadro 2), encontramos que seis de cada 10 reportan tener experiencias previas en este ámbito. Sin embargo, se observa que 36% reconoció que sus primeras labores de promoción de la lectura se realizaron gracias al PNSL. De modo que, en muchos casos, las Salas de Lectura han significado el aprovechamiento de recursos humanos con experiencia en este rubro, y en otros, dichas salas se han sumado a proyectos culturales preestablecidos.

Sobre esto, Vivianne Thirion, responsable de la Sala de Lectura "El Juglar", en la ciudad de México, señala:

Había participado en el diseño del programa y quería saber cómo funcionaba una Sala de Lectura en la práctica. Llevar a la práctica mis propias recomendaciones. Me tocó capacitar a los coordinadores. Hablé con el dueño de la librería El Juglar y llegamos a un acuerdo, me prestaron el espacio y desde 1996 abro la sala todos los jueves a las 5:30 p.m., rara vez terminamos a las 7.30, casi siempre nos alargamos. Tengo la credencial número 6 de Salas de Lectura. Cuando no puedo venir he mandado a alguna persona a sustituirme, pero no es igual, así que procuro venir todos los jueves. Me gusta mi sala, podría heredarla o cerrarla después de tanto tiempo, pero la disfruto. No es fácil, implica una disciplina.

También se suman a la configuración del PNSL las historias de quienes inician su relación con los libros. Desde el rancho El Chicalote, en Aguascalientes, el señor Cruz Olivares Sánchez, de la Sala de Lectura "El Cactus", nos cuenta:

Soy campesino. Una vez yendo en el centro de la ciudad, me encontré un cartel que decía "Leer para qué", me acerqué de pura curiosidad, preguntando para qué era eso, y me aceptaron. Me dio pauta para seguir, porque yo no tuve estudio. En las reuniones de Salas de Lectura me gustaron los comentarios que hacían hacia cada lectura, de los personajes y me fui interesando; hasta me metí a la escuela a terminar mi primaria. Yo no tenía estudios, verdad, pero yo leía mucho, si no leía mucho, vamos a decir, pedía mi libro y estaba yo leyendo, porque sí tuve hasta poquita escuela, un año de escuela yo creo. Tenía yo muchos libros que por aquí andan, tengo colecciones. Hablamos de treinta años de Mecánica Popular, de Selecciones, que fue con lo que me fui iniciando en la lectura y en las cosas que yo hago. Sí leía, pero nada más esporádicamente, a partir de que entré a esos cursos, me gustó y me acerqué a una escuela y ahorita, pues bendito sea Dios, estoy en la preparatoria. Todo esto lo estoy haciendo por la Sala de Lectura y por los chicos que veo que están demasiado adelantados para mí, y yo necesito estar casi al nivel. Para mí pararme en una biblioteca o ver los libros, de chico, para mí eso era imposible, vamos a decir, porque los libros estaban tan altos que para mí era imposible que me fueran a prestar un libro sin requisitos, sin ser conocido, ser huérfano, no tener ni credenciales ni nada. Ahorita yo voy a cualquier parte y me pueden prestar uno o lo compro, pero de chico, ¿quién me respaldaba a mí para que yo pidiera un libro?

Ahora bien, al indagar sobre las motivaciones de los encuestados para integrarse al Programa Nacional Salas de Lectura como mediadores (cuadro 3), se observó que el principal impulso para estos voluntarios fue el deseo de compartir la lectura con otros (47%). Tres de cada 10 encuestados afirma que el motivo que los orienta a abrir su sala es la intención de promover la educación y la cultura. También se encontró que 10% se vio motivado por la ausencia de bibliotecas en su comunidad, 6% por su deseo de enseñar a leer a miembros de la comunidad y 2.7% de los encuestados reporta otros motivos. Estos datos refuerzan nuestra hipótesis de una percepción muy escolarizada de las Salas de Lectura, entendidas como extensiones del aula.

No obstante, encontramos algunos mediadores que identifican los procesos de lectura con un tipo de desarrollo humano no necesariamente instrumental. Como Eduardo Aguirre, responsable de la Sala de Lectura "Carlos Monsiváis", en la ciudad de México:

Sólo sé que nos podemos conocer, nos podemos familiarizar en torno a un libro. La parte central de lo que es el sentido de vivir en sociedad, son los intercambios sociales. Así como que somos los apóstoles del fomento a la lectura, pues no. Esas son palabrerías, la cuestión es ver que realmente estamos haciendo algo por la lectura, y hacer algo por la lectura es no circunscribirnos a la lectura. Que la lectura no se convierta en un fin, sino en un medio.

Con desniveles de argumentación, existe entre los mediadores el convencimiento de que el desarrollo cultural de las personas, a través de la práctica frecuente de la lectura, permitirá mejorar sus condiciones de vida. Más aún, aquellos mediadores que trabajan con grupos vulnerables tienden a construir con mayor énfasis una concepción de la lectura relacionada con la transformación de los sujetos. Existe la certeza de que a través de la lectura, las personas pueden vivir de manera distinta e incidir en la construcción de relaciones sociales menos violentas o destructivas. Sin embargo, más allá de la necesidad de que el mediador sea un lector asiduo y un interlocutor en su comunidad, se hace necesario que participe también como un actor en la formación de ciudadanías. Se extiende la noción, pues, de que el libro y la lectura no son fines, sino medios para formar ciudadanos activos y organizados. La lectura no sólo como experiencia estética, sino también como práctica política. Una visión que también comparte Bernardina Hidalgo Comonfort, quien atiende la Sala de Lectura "Chunca", en Manzanillo, Colima:

El leer y el saber de la lectura es muy importante, porque cuando no entiendes algo no lo sabemos explicar. Hay mucha gente que mejor prende la tele. Leer es aprender […] me gustaría que la gente lo tomara [el libro] y viera el significado de las palabras […] que [entienda] el derecho como ciudadano. Defenderse cuando te lleguen a gritar a tu casa […] que sepa qué dice la Constitución Política.

Igualmente, María Nieves Moreno Jacobo, de la Sala de Lectura "La alegría de compartir", ubicada en El Rincón, Jalisco, nos explica:

[Leer] sirve para despertarnos, porque a través de la lectura crecemos. Las personas de antes no leían, pero tenían mucha imaginación. Pero ahorita, en la actualidad, el que no lee se va a quedar, el que no lee no va a crecer, el que no lee no va a aprender, el que no lee no se va a defender. Si uno no lee, por eso nos barren y nos trapean. Si lee, no necesita abogado, no ocupamos un abogado para defendernos.

A través de las Salas de Lectura, los mediadores emprenden una labor mediante la cual pueden valorarse a sí mismos y frente a su comunidad. Alrededor de estos espacios, y de acuerdo al grado de compromiso de cada mediador, se fortalecen los sentidos de solidaridad y de servicio a la comunidad. Al respecto, Juan Correa, de la Sala de Lectura "Despertar al saber", situada en Mérida, Yucatán, nos dice: "Mis experiencias exitosas ocurren cuando los niños de preescolar comienzan a leer, cuando comparten por vez primera sus lecturas, eso es muy gratificante. Cuando les leo un libro, se convierte en el libro más solicitado de la sesión o de la semana, para préstamo".

En el mismo sentido se expresa Norma Elisa Álvarez Sánchez, de la Sala de Lectura "Ayacapixtlán", en Yecapixtla, Morelos:

Pues sí, para mí es bien importante mi sala, aparte de todos mis quehaceres, de mis trabajos como maestra, porque como maestra también me tengo que seguir preparando, pues tenemos cursos. Pero también están los cursos de capacitación que nos da el Instituto de Cultura. Y pues, yo considero que esta es la paga, para mí con eso es más que suficiente, tener buenos cursos, aparte de que me sirven mucho a mí como profesionista, para mi sala, para traerles algo bueno, algo que valga la pena, de calidad a los chicos.

Desde la Sala de Lectura "El Frijolito", ubicada en la Comunidad Santa Ana Chapitiro, en Pátzcuaro, Michoacán, Víctor Manuel de la Cruz Prudencia nos revela: "Tengo Sala de Lectura porque veo la carestía de las comunidades, sobre todo el estudio. No están preparadas, no tienen estudio. La Sala de Lectura me ha dado a conocer tanta gente. Si no hubiera sido por Salas de Lectura y la radiodifusora me hubiera quedado estancado".

Entre los entrevistados existe la certeza de que un buen mediador debe reunir las siguientes características: además de ser un lector frecuente y tener vocación para compartir la vivencia de la lectura, debe tener habilidades para gestionar, facilidad para establecer empatía con los usuarios y capacidad para organizar a las personas. Un buen mediador no teme vivir experiencias nuevas e incluso situaciones imprevisibles. No se paraliza frente a los diversos problemas, como la indiferencia y, en ocasiones, el rechazo de ciertas personas o grupos de la comunidad, o la apatía y el desinterés de los funcionarios públicos. Posee imaginación para encontrar soluciones innovadoras o alternativas que le permitan enriquecer su espacio. El buen mediador es alguien que conoce los problemas de su comunidad y es sensible a las experiencias de vida de sus lectores. Se asume a sí mismo como un agente que incide en el mejoramiento de la vida. Ésta es la perspectiva de los entrevistados. Por ejemplo, Gonzalo García, de Puebla, nos dice en la biblioteca comunitaria que construyó en el zaguán de su casa, junto con su esposa:

Tenemos registrado en nuestro archivo alrededor de 120 personas, lectores. Es un proyecto que ha dado muchísimos frutos. Los chicos han sobresalido en sus escuelas, no sólo en la primaria y secundaria, sino a nivel de bachillerato. Han avanzado en sus estudios, han participado en concursos y en eventos culturales. Los padres de familia, al ver el crecimiento de sus hijos, se avocan también a participar.

Y Amelia González, de Aguascalientes, apunta:

Yo aquí tengo los registros de la sala, arriba de 20, 30 niños diarios. Ellos van y se registran, y hasta 35 niños hemos tenido en las sesiones a lo largo de todo el trayecto. Tan es así que son consistentes, que sus papás me los están trayendo, poniendo su tiempo, hasta acá. Eso es un logro, que me dieran la confianza de tráemelos hasta acá. Por ejemplo, en la Feria del Libro de Guadalajara, me los llevé para allá.

Por su parte, Martha Martínez Franco, de la Sala de Lectura "El crucero", en Cancún, Quintana Roo, nos cuenta:

Yo soy del D.F. Yo me he dedicado al comercio. Entonces llegamos aquí y se dio la oportunidad de establecernos. Desde que llegamos, buscamos un lugar donde poder vender y aquí nos quedamos. Poco a poco, empezamos a tener relación con la gente que vende aquí en el parque y nos dimos cuenta de una problemática que estaba muy fuerte, la delincuencia. Entonces nosotros también teníamos la necesidad del rollo cultural. Entonces quisimos promover algo. Primero rescatar el lugar de la delincuencia con la ayuda de todos los vendedores de aquí, del parque. Y después empezamos a promover eventos culturales. A partir de allí conocimos a Guillermo (el enlace estatal) y nos invitó al curso de Salas de Lectura en Bakalart. Asistimos mi esposo y yo. Después del curso regresamos ya con algunos libros que nos habían regalado ahí. También nos dijeron que nos iban a dar un acervo para tener aquí la Sala de Lectura. Y la abrimos aquí.

La ubicación de las Salas de Lectura que funcionan en el país (gráfica 1) resultó ser un tópico interesante. Constatamos la diversidad y flexibilidad de este programa al identificar que 33% de las Salas de Lectura se ubican en casas habitación, 23% en ambientes escolares, 15% son itinerantes, 11% en bibliotecas, 5% en centros culturales, 2% en parques y 11% en otros sitios. Esos otros lugares pueden ser centros de readaptación social, albergues y casas hogar para grupos específicos (migrantes, madres solteras, víctimas de violencia familiar, personas de la tercera edad, entre otros), iglesias y capillas de diferentes religiones, mercados y museos. Según los datos recolectados, casi cualquier lugar es susceptible de albergar este proyecto. Tal es el caso de algunos sitios de lectura localizados "a la orilla de un río", "en una sala de masajes", "un billar", "una banqueta", "las escaleras de mi edificio", o una "antigua y abandonada estación de ferrocarril". Por ejemplo, tenemos el caso de Martha Martínez Franco, de Cancún, Quintana Roo:

La mayoría de los que vienen son de otros lugares, trabajadores, o visitantes. Muchos son buenos lectores. Estamos en un parque y es un lugar donde siempre pasa gente. Los parques son un espacio que la gente quiere ocupar, sentarse, hay árboles. Es un lugar idóneo para hacer algo. Y a la gente le sorprende, me preguntan ¿cómo nació esto? Siento bonito que la gente se sorprenda y muestre simpatía, incluso nos han dejado libros.

Por otra parte, es necesario identificar si el espacio que alberga la Sala de Lectura tiene otros usos (cuadro 4) y, en ese caso, cuáles son éstos. En líneas generales, se observa que la mayoría de las Salas de Lectura (79.6%) están ubicadas en lugares donde se realizan actividades no necesariamente relacionadas con el funcionamiento de las salas. Es éste otro punto que confirma la adaptabilidad del programa a las realidades de aquellas comunidades en las que se asienta. Mientras 20% de los encuestados afirma que el espacio en el que funciona la sala es para su uso exclusivo, las otras salas pueden tener funciones muy variadas de acuerdo con cada entorno.

Cuando se trata de Salas de Lectura ubicadas en casas habitación, los usos adicionales pueden ser aquellos que corresponden al hogar: sala de televisión, estancia, zaguán, garaje y demás. En otros casos, se trata de espacios que repentinamente se adecúan para albergar libros y lectores. Son Salas de Lectura ubicadas en pasillos, escaleras, parques, aceras, salas de espera de hospitales y otros rincones.

3.3 Un panorama sobre los usuarios

En este apartado se abordan aspectos relacionados con los usuarios de las Salas de Lectura, quienes constituyen el elemento central del programa y el principal agente que motiva el trabajo voluntario de los mediadores. Por ello, la primera pregunta está relacionada con la cantidad de usuarios. ¿Albergan estas salas un amplio número de usuarios o, por el contrario, su vocación se orienta hacia grupos pequeños y una atención más personalizada?

Tal como se observa en el cuadro 5, se puede afirmar que la mayoría de estas salas (86.1%) atienden a menos de 40 usuarios al mes. Sólo 4.8% afirma atender mensualmente de 41 a 50 usuarios, y 9.2% de los encuestados señala que atiende a más de 50 usuarios al mes. Es ésta, pues, una iniciativa de ciudadanos interesados en compartir la experiencia de la lectura con grupos pequeños que representan un reto en términos de continuidad y crecimiento.

En las Salas de Lectura se atiende a diferentes grupos de edades (cuadro 6). Del total de salas, 38% prestan servicio principalmente a la población infantil; 34.7% atiende en su mayoría a usuarios adolescentes y jóvenes; 24.5% cuenta con un mayor porcentaje de adultos y tan sólo 2.9% atiende en su mayoría a personas de la tercera edad. Teresa Bazaldúa, responsable de la Sala de Lectura "Pájaros de papel", en Delicias, Chihuahua, nos dice: "Son públicos muy distintos. Ahora que entró lo de los "emos", me llegan jóvenes con esas tendencias. Les gustan los "darketos", les gusta la muerte y esos temas. Entonces ya traigo a un Baudelaire, sé que a los muchachos los va a jalar".

3.4 Valoraciones sobre el impacto de las Salas de Lectura en la comunidad

Las Salas de Lectura con mejor funcionamiento son aquellas que tienen el apoyo de las instituciones públicas y privadas, pero sobre todo el respaldo de los padres de familia y de los vecinos. Aquí el mediador se convierte en una figura ejemplar para la comunidad. Más allá de su mera función de prestador de libros, transmite con su ejemplo sentidos de responsabilidad, compromiso y solidaridad. Entre las experiencias más productivas están aquellas donde los padres, los niños y los jóvenes ayudan en las labores de la sala, como es el caso de la biblioteca comunitaria de la familia de Gonzalo García, en Puebla. Nos dice una usuaria de esta sala:

Iniciamos por nuestros hijos, los llevábamos cada ocho días a la biblioteca pública. Después se hizo difícil, pues teníamos que pagar pasaje. Entonces empezamos a juntarnos acá, en la biblioteca de don Gonzalo. Íbamos de casa en casa, pidiéndoles de favor a los papás que dejaran a sus niños venir a leer. Yo traigo seis o siete niños, pero a veces nos traemos hasta 20 niños al círculo de lectura.

Por su parte, Amelia González, de Aguascalientes, nos da su impresión:

Yo he logrado muchas cosas dentro de la sala, porque básicamente los papás han estado involucrados. A veces los niños me piden libros para sus padres, y yo les digo: "llévate este o aquél". Y luego llevan para su mamá, para su hermana, para su abuelita. Es como ellos mismos se vuelven promotores de lectura.

En Oaxaca, Marcela Vera Esperanza, nos brinda su testimonio:

Entre las socias de la Caja de Ahorros ya hay un hábito por escuchar a las demás. Cómo llegan, cómo han vivido. Cuando leímos algo de Ángeles Mastreta, ese libro que se llama Mujeres de ojos grandes, hubo mujeres de más de 60 años que decidieron abrirse, porque las historias hablaban de las mujeres de antes. Hicieron revelaciones de su vida. La lectura ha hecho posible que ellas me conozcan y que yo las conozca. Ellas son mujeres que tienen muchas cosas en común. Aparentemente con actividades tan diferentes, sin embargo, en el devenir de las sesiones hemos encontrado tantas afinidades con relación a cómo vivimos. Para nosotras no hay tiempo, estamos llenas de chamba, de todo tipo de trabajo. Trabajo de afuera, trabajo de la casa, con la familia, con los compañeros. No tenemos tiempo para nosotras. Teníamos que dar la pelea para estar en las sesiones de lectura, algunas mujeres menos, sobre todo para las que no están casadas. La pelea por el tiempo nos hace estar parejas. Aquí todo mundo propone las lecturas. Mis propuestas son las autoras. Hay autores hombres que también me encantan. Hay una novela de Vargas Llosa que queremos leer, se llamaAventuras de la niña mala.

Mericia Ponce Alvarado, quien atiende la Sala de Lectura del Cedes (Centro de Ejecución de Sanciones de Altamira), en Altamira, Tamaulipas, nos relata:

Yo he visto cambios en la forma de actuar, en su comportamiento. En cómo les ha ido transformando su vida, incluso hasta con la familia. A veces la familia me da las gracias y eso es algo que me llena de orgullo. Y ellos me han dicho: "Maestra, gracias porque con usted aprendí a leer. He cambiado mi carácter, con mis compañeros". Yo les meto pláticas de valores, la tolerancia: "Maestra, ¿se acuerda cuando llegué? Pero gracias a su apoyo yo he logrado mejorar mi forma de ser". Cuando la familia les dice: "¡Cómo has cambiado!" Y ellos les dicen: "Es que estoy en un programa que se llama Salas de Lectura". Para mí eso es mucha más satisfacción que me pagaran un sueldo. Eso me hace sentir orgullosa.

En Guadalupe, Zacatecas, Martha Alicia Mejía Ramírez, mediadora de la Sala de Lectura "Amparo Dávila", dice:

Tengo niños que empezaron conmigo y que ya van en la preparatoria. No tienen ningún problema de comprensión lectora, ni de calificaciones. Todo eso ha repercutido en lo que son ellos ahora. Una de ellas, Carolina Vargas, acaba de ganar la olimpiada de conocimiento a nivel primaria. Esos pequeños logros son muy difíciles de evaluar. No podemos medir qué tanto lee alguien, si comprende o no comprende. Pero sí se ve el impacto, sobre todo en lo académico. El oír que los niños hablan más fluido, el ver que se recomiendan libros, que se llevan libros y los leen, ver que se están enriqueciendo y que cada día te piden más. Ver los niños que estuvieron viniendo y que crecieron entre los libros de la Sala de Lectura, y que ahora son buenos estudiantes, son sensibles, son creativos.

Sobre los efectos que han tenido las Salas de Lectura en los usuarios, Vivianne Thirion, de la Sala de lectura "El Juglar", en la ciudad de México, afirma:

¿Transformaciones en las participantes? Lo más importante es que han adquirido valor para hablar y decir lo que piensan, aprenden a pensar, a reflexionar. Se organizan concursos, el premio es un libro, todas escriben y luego votan por el mejor cuento. En la "sesión periódico" se habla de lo de hoy, que se informen de lo que pasa en el mundo. Les pido que lean el periódico al menos una vez a la semana y escojan un artículo, algo que les haya interesado. Las primeras tres en llegar a la sala comentan la nota con las demás. Es importante socializar la lectura. Se trata de circular la palabra, comentar lecturas, crear una atmósfera de libertad de expresión, de respeto, fomentar la participación.

El impacto de este programa en las comunidades, según la apreciación de los mediadores entrevistados, es apenas perceptible. En las comunidades pobres la lectura tiene sentidos más utilitarios o instrumentales. Los lectores buscan constantemente relacionar los contenidos con su experiencia cotidiana. Leer es un acto no necesariamente contemplativo o meramente estético, sino un recurso para entender y actuar con ciertas ventajas ante determinadas situaciones. En estos escenarios, el mito del autor como Creador (con mayúsculas), es casi inexistente. Se sabe muy poco sobre los escritores, las obras, las editoriales y los contextos de la producción literaria: el campo literario y cultural. Se percibe, en cambio, que el libro debe conquistar al lector, y no al revés. Si un libro no les gusta, lo abandonan. No importa que se trate de un autor consagrado. El conocimiento de autores y obras como recurso de poder simbólico en las comunidades pobres es muy débil. De ahí que, aunque se promueva "el placer por la lectura", en estos sectores la lectura pertenece al ámbito del saber escolarizado. Tiene valor en cuanto se mejora el rendimiento escolar de los niños o en cuanto los jóvenes dejan la vagancia o abandonan las malas conductas. De ahí que estos espacios, que a veces desarrollan actividades culturales más amplias, desempeñen en ocasiones un papel fundamental entre los jóvenes de zonas urbanas conflictivas: se convierten en refugios. El mediador se vuelve un consejero que debe ganarse la confianza de los jóvenes, para que éstos participen en las actividades y eventos.

También encontramos Salas de Lectura donde la comunidad ha decidido poner en el centro de sus actividades la defensa de las identidades regionales o locales. Constituyen un proyecto pedagógico, cultural y político de largo plazo. Tal es el caso de la Sala de Lectura "Naruni Nabanii", de Salina Cruz, Oaxaca (el espíritu de los hombres y mujeres del Istmo de Tehuantepec) o la Sala de Lectura "Carlos Monsiváis" de la ciudad de México. Otros espacios tienen funciones parecidas a las de un centro de desarrollo humano o un centro comunitario, como el Centro Cultural "Nana Chela", en Mexicali, Baja California, encabezado por el maestro y escritor David Monay. Este recinto, situado en uno de los barrios pobres de la ciudad, alberga una biblioteca formal, equipada y atendida por bibliotecarios, voluntarios y prestadores de servicio social. También tiene una sala de cómputo y áreas para exposiciones de artes plásticas. Es un espacio que ofrece no sólo sesiones de lectura y préstamo de libros, también se organizan conferencias, representaciones, ciclos de cine, talleres y cursos diversos. El Centro Cultural "Nana Chela" (que opera como asociación civil) es un ejemplo de organización y eficiencia en uno de los estados que tiene menos Salas de Lectura del país (véase Anexo) y cuya oferta cultural está más comprometida con la cartelera de espectáculos que con la formación de lectores.

3.5 El registro fotográfico de las Salas de Lectura

El análisis visual se realizó con 627 fotografías tomadas por los mediadores en 23 Salas de Lectura que funcionan en los estados de Baja California, Hidalgo, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Veracruz, Jalisco, Nayarit, Colima, Quintana Roo y Tamaulipas, así como el Distrito Federal. Las fotografías se clasificaron en tres categorías: acervo, mediadores de sala y usuarios. De la primera aproximación a las imágenes, resultó una selección de 60 fotografías clasificadas en dos categorías, mediadores y usuarios, que a continuación se analizan. Por motivos de espacio, en este texto sólo se incluyen algunas imágenes.

La fotografía posee entre sus cualidades esenciales la de simular la reproducción idéntica de sus objetos. Parece reproducir fielmente la realidad del objeto fotografiado. Pero ésta, por más realista que pretenda ser, es una construcción tanto como lo es un montaje o una imagen trucada. La fotografía se produce de acuerdo a ciertas reglas sociales y procedimientos técnicos que se aprende a descifrar y que permiten la comprensión convencional de las imágenes.

Esta cualidad propia de la fotografía tiene implicaciones importantes. Por un lado, ofrece un orden al mundo que, de otra forma, resulta desordenado y nos confunde. La fotografía nos indica qué debemos ver, cómo deben ser las cosas, las acciones y hasta la forma de mirar la naturaleza que nos rodea. A partir de las fotografías que circulan en nuestro espacio visual, aprendemos a reconocer un "hermoso atardecer", una "buena familia", una escena "bella" de amor o una de violencia. Más de un siglo de fotografías nos han disciplinado en las formas en que vemos las relaciones humanas, los sentimientos de los otros, las ciudades y la naturaleza a nuestro alrededor.

La cualidad de la fotografía de fingir la reproducción idéntica del objeto que retrata produce, además, otro impacto en sus receptores: la sensación de eternizar lo fotografiado. Esta sensación de que la fotografía es el lugar donde se fija indeleblemente la memoria crea la necesidad de solemnizar el instante que se congela en cada foto. De esta manera, se toman fotografías de los días de fiesta, los momentos gozosos, las sonrisas, el campo verde, las casas limpias y compuestas. El fotografiado se acicala para la foto que lo inmortalizará: se alisa el cabello, se lava la cara, se pone las mejores galas y sonríe a la cámara.

En el conjunto de fotografías analizadas podemos atestiguar que los fotógrafos son aficionados; no son practicantes habituales de la fotografía. Las imágenes nos permiten aproximarnos a lo que los propios mediadores de salas desean mostrarnos sobre su trabajo. En las fotos encontramos las formas elegidas por los mediadores para dar a conocer sus salas, los valores que quieren subrayar, las imágenes que solemnizan y la visión que desean eternizar.

3.5.1 Imágenes de los mediadores de sala

Es necesario mirar estas fotografías a detalle, lentamente, para descubrir quiénes son los mediadores de sala. Son fotos que, a diferencia de las de los fotógrafos profesionales, requieren tiempo y atención para comprender su sentido: ¿quiénes son estos voluntarios sencillos y generosos que decidieron abrir su espacio para que los demás pudieran acercarse a los libros?

Primero se observa que los mediadores de sala combinan estrechamente su labor social con su vida cotidiana. Abren las puertas de su casa o buscan espacios adecuados para dedicar sus horas no laborales a compartir sus saberes. Las actividades que deciden realizar son de lo más variadas: leer en el piso, sobre una frazada o en el tianguis; bailar en la cocina, hacer teatro en el jardín, manualidades sobre una tabla en el garaje, entre otros. Cada mediador escoge el rumbo que su sala tomará.

Mientras las fotos profesionales de los publicistas nos muestran la felicidad nerviosa y la del reportero nos enseña la violencia desgarradora, estas fotos nos conmueven porque en ellas reina el equilibrio. Cuando posan frente a sus acervos, los mediadores son los modelos de la meditación y la reflexión. Sin embargo, podemos ver que generalmente los mediadores no son lectores asiduos: su biblioteca consiste en el acervo donado, quizás otros libros escolares y alguna enciclopedia. Pocas son obras clásicas, libros de arte y literatura contemporáneos, libros de actualidad política, científicos, técnicos, revistas o periódicos. Sin embargo, valoran los libros y el poder que éstos otorgan a quien sabe leerlos. ¿Qué más se puede decir sobre los mediadores que no siempre son lectores habituales, que saben muy poco sobre el ámbito de los libros, pero que abren un espacio dedicado a la lectura? ¿Qué se puede decir de estas personas como tipos ejemplares?

Los mediadores de salas son dinamizadores de la cultura. Walter Benjamin encuentra dos tipos de narradores, los que han viajado para contar algo y los que, sedentarios, narran las historias y tradiciones locales. Se trata de tipos fundamentales pues la narración hoy es incomprensible sin la interpenetración de ambos. De la misma manera podemos encontrar dos estirpes de promotores culturales. Aquellos que han viajado, vienen de lejos y traen las novedades que han recogido en su camino. Estos son, por ejemplo, los escritores denotados y los jóvenes poetas, los artistas y los músicos innovadores, los científicos y los técnicos descubridores, los migrantes que regresan para enseñar la cultura de aquellos lugares que han visitado. Los otros promotores culturales, en cambio, son los que se han quedado en la comunidad y conocen sus necesidades. Están familiarizados con las carencias de su entorno. Los mediadores de salas son de este último tipo. Ellos crean algo nuevo cuando en sus Salas de Lectura se renuevan las relaciones de la comunidad o del barrio. En la comunicación entre el mediador y los usuarios renacen vínculos sociales extintos o en peligro de desaparecer; el barrio tiene por fin en las Salas de Lectura un lugar en donde es posible convivir; la comunidad, guiada por el mediador, se reserva un espacio para sí misma acompañado de libros.

En cuanto a la categoría de género (cuadro 6), 60% de los mediadores afirma que la mayoría de sus usuarios son mujeres, mientras que 39.4% asegura que la mayor proporción de sus usuarios son hombres. Es decir, no sólo hay más mediadoras, sino también más usuarias. Marcela Vera Esperanza, de Oaxaca, nos cuenta:

Algunas parejas de las mujeres que asistían a la Sala de Lectura de la Caja de Ahorros lo entendían bien. Pero en el caso de las mujeres mayores, sus maridos se quedaron hechos un lío, otros maridos les llamaban a cada rato para ver a qué horas regresaban a casa. Incluso mujeres jóvenes cuyo esposo les hablaba. Las mujeres nos contaban la larga lista de preguntas de sus maridos: "dónde estuviste, por qué hasta estas horas, con quiénes estuviste, etcétera". El señor, cuando veía que su esposa llegaba con el libro, como que se calmaba o algo le pasaba. Este marido siempre decía a sus hijos que tenían que estudiar, así que cuando el señor veía que su mujer regresaba con un libro, como que se tranquilizaba. El libro era la posibilidad para que ella pudiera regresar a la Sala de Lectura. Las mujeres cuentan sus experiencias de niñas con la lectura. Una señora que permaneció dos años en la Sala de Lectura, decía que cada vez que se llevaba un libro era el momento en que sentía que podía estar consigo misma, que el tiempo era realmente de ella. Los demás le respetaban su tiempo de lectura. Era una mujer dedicada a servir a los demás. Ella nos reveló muchas cosas. Allí me sentía identificada con ella. Eso me nutre a mí, recibo esas experiencias, eso hace que la motivación continúe.

Con respecto al promedio de escolaridad de los usuarios (véase cuadro 6), 39.6% de los mediadores señaló que la mayoría de sus usuarios tienen la primaria terminada. Por otra parte, 23% considera que el promedio de escolaridad de sus usuarios es la secundaria y 20.9% dice que el promedio de escolaridad de sus usuarios es la preparatoria. Sólo uno de cada 10 mediadores considera que el promedio de los visitantes de su Sala de Lectura cuenta con estudios profesionales. Finalmente, al indagar sobre la ocupación de los usuarios (véase cuadro 6), sobresale que 7 de cada 10 mediadores, afirman que la mayoría de sus usuarios son estudiantes. Desde la Sala de Lectura "Estación Tepa", en Zempoala, Hidalgo, Carlos Manuel Benítez Mateos señala:

Aquí la escolaridad está baja, muy baja. Hay casos en que hay niños de 5º, 6º año que no saben leer y, lógico, si no saben leer pues no avanzan. Pero la lectura es fundamental para todo lo que ellos vayan a enfrentar. Entonces, eso me ha motivado mucho, la poca aportación que he dado aquí para ellos es el esfuerzo, lo mejor que puede uno brindar a su pueblo. Esta es otra generación de niños. Necesitábamos literatura para niños, buscamos donaciones y adquisiciones de libros usados. Se ha ido acrecentando el acervo, pero las necesidades siempre van cambiando. Ahorita, en estos días, los jóvenes del Colegio de Bachilleres piden libros de Mario Benedetti. Si veo la oportunidad, voy adquiriendo esos títulos para que no pierdan el interés los jóvenes de venir aquí. Hay veces que me veo en la necesidad de comprar títulos.

Por otra parte, al explorar el promedio del nivel socioeconómico de los usuarios (cuadro 6), según la perspectiva de los mediadores, llama la atención que 40.7% es de nivel socioeconómico medio, mientras que 32.9% se ubica en el estrato medio bajo, y 20.7% corresponde al estrato bajo. Es decir, más de la mitad de las Salas de Lectura del país trabajan con comunidades pobres. Al respecto, Margarita Vázquez Díaz, de Morelia, Michoacán, nos da su testimonio:

El programa Salas de Lectura […] me ha posibilitado un contacto humanista con la comunidad, un contacto diferente con mi entorno. Compartir la lectura con la gente que ya tiene el gusto y con los que no lo tienen, por ejemplo, las jóvenes del albergue tutelar, que están ahí por delinquir, con una situación económica lamentable, con su escolaridad truncada, con sus papás en el Cereso y sus hermanos en el albergue tutelar también […] Los libros de historias de princesas, de personajes femeninos les encantaban, como Alicia en el país de las maravillas y Sherezada, les fascinaron. Traté de pasárnosla bien, jugamos, leímos y rompimos los muros del encierro con la imaginación, con las historias.

3.5.2 Imágenes de los usuarios

En las fotografías observamos usuarios muy diversos. Son hombres y mujeres de distintas zonas del país, pero también pertenecen a diferentes clases sociales y grupos de edad. Esta variedad nos permite mirar la diversidad con la que están conformadas las Salas de Lectura. Hay usuarios muy jóvenes, tanto que no pueden aún leer. Otros, aunque también muy pequeños, ya han descubierto el valor social del libro. Hay unos mayores que disfrutan de la lectura o quisieran dominarla. Los hay adultos que comparten con otros adultos sus propias escrituras.

Sin embargo, las actividades que se desarrollan en cada una de las salas están definidas en menor proporción por la edad y más bien por el concepto de cultura y de libro que se tiene en cada contexto social. La lectura en las salas se combina con cuentacuentos y con ejercicios, baile folclórico y danza;

o con música y actividades manuales, juegos y debates. Los libros descansan en lugares dispares: repisas, mesas, muebles, cajas, canastas o cajuelas de automóviles. Se clasifican según colecciones, donaciones, público al que van dirigidos, organización numérica o simplemente se ofrecen sin ningún orden para la selección de los usuarios. Se prestan, se leen en la sala, en voz alta o en silencio, los diccionarios se consultan brevemente, se copian recetas de cocina y poemas, se hace la tarea junto con otros niños.

No es obligatorio asistir a las salas y su acceso es gratuito, pero los usuarios se comprometen a su modo con el mediador. Son constantes, cuidan los libros y los regresan. La reciprocidad que se da en el encuentro entre los mediadores y los usuarios es lo que otorga una gran dignidad a las Salas de Lectura.

La cultura se produce a través de un proceso agitado de apropiación y creación de formas (de organización, de materiales, de prácticas, etcétera) que se añaden o sustituyen a las preexistentes. Así se construye la cultura de cada pueblo. Las Salas de Lectura son un espacio dinámico en el cual, alrededor de los libros, se reinventan las formas sociales de convivencia. Los ciudadanos que abren sus espacios para poner una Sala de Lectura realizan informalmente labores de promotores culturales, de bibliotecarios, de cuentacuentos, de coreógrafos, de maestros… La muestra de fotografías realizadas en las Salas de Lectura nos permite asomarnos a una realidad, o mejor dicho, a muchas realidades muy distintas, en las que se nos revela la gran voluntad creativa de la que es capaz la sociedad civil.

3.6 Consejos para fomentar la lectura en nuestro pais

Lo comentamos hace poco; en México, 70% de la población no lee.

Para combatir esta abstinencia, la Secretaría de Cultura ha puesto en marcha el proyecto "Para leer en libertad", conformado, a su vez, por otros programas que ya conocemos: "Para leer de boleto en el Metro", "Letras en rebeldía", "Tianguis del Libro", "Libro Club" y "Sana, sana… leyendo una plana".

Para leer de boleto en el Metro contempla colocar en las entradas y salidas de las estaciones de la Línea 3 del Metro, anaqueles con una selección de textos. La idea es que el usuario tome un ejemplar, lo lea durante el trayecto y lo devuelva a la salida.

Letras en Rebeldía consiste en conformar círculos de lectura y talleres de escritura; musicalización de poemas, concursos de graffiti, conciertos de rock y literatura e incluso cine-debate para promover discusiones, pequeños ensayos y concursos sobre textos leídos. Se invitará a escritores que viven en la Ciudad de México para discutir con los jóvenes sus publicaciones.

Tianguis de Libros es un proyecto que brinda la oportunidad de comprar obras a bajo precio, regalar otros y adicionalmente instalar librerías en lugares donde no existen. Incluso, se llevarán a zonas marginadas interesadas por la lectura y que carecen de librerías.

Libro Club tiene el propósito de recuperar el vínculo con todas las iniciativas individuales, colectivas y comunitarias existentes, así como contribuir a mejorar su trabajo e incrementar su impacto en el fomento a la lectura y la promoción cultural en cada una de sus comunidades.

Ahí lo tienen, ya se están moviendo los engranajes para hacer de este un país de lectores, no desaprovechemos la oportunidad.

Conclusiones

El analfabetismo constituye una de las grandes deudas que tiene la sociedad con quienes lo padecen. Limita el crecimiento de las personas y afecta su entorno familiar, restringe el acceso a los beneficios del desarrollo y obstaculiza el goce de otros derechos humanos. Saber leer y escribir es un logro, pero no es suficiente. Por ello, la alfabetización debe ir más allá de sólo enseñar a leer y escribir; tiene que procurar, en términos generales, proporcionar herramientas y valores para un mejor desempeño en la sociedad.

El analfabetismo es un problema que nuestro país arrastra desde siempre. A lo largo de la historia del México posrevolucionario se han realizado grandes esfuerzos tanto para subsanar este problema como para incrementar las cifras de población educada y los años de educación promedio en nuestra población. No obstante, se mantiene una cantidad considerable de mexicanos que no sabe leer y escribir. Es cierto que casi la mitad de los analfabetos tiene más de 60 años, pero también debe tomarse en cuenta que más de medio millón son jóvenes entre 15 y 29 años y más de 2 millones tienen entre 30 y 59 años, es decir, son personas en plena edad productiva.

En el país, la expectativa de vida promedio es de 75.4 años; por ello, plantear que a los 60 años ser analfabeta no es un problema implica limitar la posibilidad de desarrollo de los adultos mayores durante más de 10 años, lo cual incluye coartar las posibilidades de crecimiento de la sociedad en general. Todavía más grave es el caso de las mujeres, que constituyen la mayoría de los analfabetos y quienes tienen una esperanza de vida de 78 años. En la relación entre analfabetismo y género es, sin duda, satisfactorio observar que entre las jóvenes ha disminuido, aunque persiste la desigualdad entre mujeres y hombres en los grupos de edades mayores de 30 años.

En cuanto a la población indígena, la disyuntiva entre preservar y fortalecer sus valores culturales (entre ellos su lengua) y proporcionarles la capacidad de leer y escribir en español representa un gran reto. Desde hace varias décadas, el Estado mexicano cuenta con instancias dedicadas al estudio, análisis y elaboración de políticas para su mejor desarrollo. Incluso, tiene programas de alfabetización dirigidos en específico a estas comunidades originarias del país.

Todos estos datos demuestran de forma clara que el problema actual del analfabetismo en México es grave. La sociedad no puede seguir haciendo esfuerzos por avanzar en su desarrollo sin enfrentar de manera decidida y de una vez por todas esta grave deficiencia de más de 5 millones de mexicanos.

Es claro que los esfuerzos realizados por las instancias del Estado, por las instituciones públicas de educación superior e, incluso, por algunas privadas no son suficientes para terminar de una vez por todas con el analfabetismo.

En la historia de las campañas alfabetizadoras en todo el mundo ha quedado demostrado que éstas no tienen éxito si no hay un cambio en el contexto y la estructura social que rodea a los alfabetizados.17 Los expertos en educación de adultos plantean la alfabetización como un proceso más dentro de los esfuerzos por mejorar la situación de las comunidades, por incrementar el nivel de desarrollo humano.

Las condiciones socioeconómicas son determinantes para que problemas como el analfabetismo se reproduzcan o se interrumpa la cadena; por ello, además de empezar una campaña de alfabetización nacional, es urgente diseñar y dar continuidad a proyectos dirigidos a combatir la pobreza y la desigualdad imperantes. Es necesario iniciar con las entidades federativas de menor desarrollo humano, donde las tasas de analfabetismo son mayores, para empezar a hacer realidad el derecho humano a la educación y, por ende, a la alfabetización.

Un ejemplo de este enfoque lo constituye la campaña que ha emprendido la Universidad Nacional Autónoma de México, en colaboración con gobiernos e instituciones de educación superior públicas de algunas entidades de la República, por ejemplo el de Puebla. En esa entidad, además de la alfabetización, se proporcionan otros servicios que buscan beneficiar e integrar a las comunidades.

Es necesario incorporar a la población indígena y a la excluida del desarrollo, al sector laboral. Parte esencial para lograrlo es que la frase "Educación para toda la vida" deje de ser un simple lema, hay que lograr que todo adulto realmente pueda continuar sus estudios, terminar los niveles que requiera, aprender nuevos oficios, adquirir otras habilidades o, simplemente, ampliar sus conocimientos.

El problema del analfabetismo en México no se reduce a los adultos mayores de 60 años y a los indígenas, es un síntoma de la falta de crecimiento del país, de la desigualdad creciente, de un modelo de progreso que favorece los indicadores macroeconómicos antes que el desarrollo humano. No se puede decir que la economía de México está en buena condición para el futuro cuando 5 millones 400 mil mexicanos mayores de 15 años no saben leer ni escribir, cuando 10 millones más son analfabetos funcionales porque no han terminado la primaria y cuando otros 16 millones no han acabado el nivel de secundaria.

Si no se enfrenta esta situación de una vez por todas, será cada vez más difícil revertir la desigualdad que impera en el país, no se diga integrarnos a la sociedad y a la economía del conocimiento. México requiere de un proyecto que le permita, a mediano plazo, eliminar el analfabetismo y el rezago escolar; nuestro país necesita saldar una deuda social de siempre.

Bibliografía

http://faltalecturaenmexicoselo.blogspot.mx/

http://www.letraslibres.com/revista/convivio/la-lectura-como-fracaso-del-sistema-educativo

http://www.canacintraem.org.mx/boletines/2014/boletin12/images/boletin%20No%2012-indice%20de%20lectura%20infantil%20en%20mexico.pdf

http://estepais.com/site/?p=36686

http://www.razon.com.mx/spip.php?article111659

http://www.informador.com.mx/cultura/2011/314761/6/la-falta-de-lectura-en-mexico-se-debe-al-sistema-escolar.htm

http://www.sinembargo.mx/07-06-2013/644000

http://www.vanguardia.com.mx/faltaaccesoalibrosenmexicolibreriaitinerante-2011191.html

http://www.seg.guanajuato.gob.mx/Ceducativa/CDocumental/Doctos/2012/Enero/23012012/Porqu%C3%A9esunproblemalalectura.pdf

http://www.dailymotion.com/video/x17sful_cumbia-ninja-capitulo-13-final-canibal_shortfilms

http://www.inegi.org.mx/eventos/2013/RDE_07/RDE_07_Art1.html

http://www.cerlalc.org/redplanes/Planes/Mexico/PNL_3erEncuentro_Redplanes_09mx.pdf

http://vivirmexico.com/2007/04/para-leer-en-libertad-programa-para-fomentar-la-lectura

http://clubensayos.com/Acontecimientos-Sociales/LA-FALTA-DE-LECTURA-EN/1386968.html

http://www.jornada.unam.mx/2014/04/23/sociedad/035n2soc

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