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Hay Dos Sociologías En La Sociología

ccamposflores12 de Enero de 2014

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¿EL SOCIOLOGO PUEDE, DEBE, SUSTRAERSE DE SU VISION DE LA SOCIEDAD?

Edgar Moran.

Hay dos sociologías en la sociología: científica y ensayística. La primera toma prestado un modelo que es esencialmente de la física del siglo pasado: mecanicista, determinista. El entorno del objeto queda eliminado, elimina del campo sociológico toda posibilidad de concebir actores, responsabilidad y libertad. Rechaza con desdén los ensayos más o menos moralistas de los sociólogos ensayistas. Su drama reside en la imposibilidad de aislar experimentalmente un objeto de investigación. Conduce a una esquizofrenia profunda y permanente.

La ensayística, concibe la sociedad como un terreno en el que hay actores y en el que la propia intervención sociológica ayuda a la toma de conciencia de los actores sociales. Trata de relacionar el objeto estudiado con su entorno. Pero está totalmente desprovista de fundamento científico. Aquél, en tanto que sociólogo científico, desde el momento en que se convierta en un hombre entre el resto de los hombres, verá actores, responsables e irresponsables, denunciará el mal y adoptará el bien, pasará de una visión sociológica en la que se pierde todo rostro humano a una visión que tenga rostros humanos y en la que se pierda toda base científica.

Este modelo de cientificidad ¿es verdaderamente científico? No hay punto de vista privilegiado en el universo, no hay un observador universal; las observaciones son siempre relativas. La noción del observador no es la de sujeto, es un ser capaz de cogitar y de conocer.

El principio einsteniano concierne al espacio-tiempo macrofísico en toda su extensión. El principio de incertidumbre de Heisenberg concierne a la relación entre un observador y un fenómeno microfísico en el que la acción de la pura observación perturba a la observación. El tercer principio de Brillouin elimina la idea de observación pura. Hay un cuarto principio que podemos llamar antrópico de cosmología (Brandon Carter); dice que para concebir el universo, su origen, su proceso y su naturaleza, es necesario que nuestro modelo de universo pueda contemplar la posibilidad de vida y, más aún, la posibilidad de la conciencia humana, lo cual hace que se reintroduzca en el propio cosmos y, desde su origen, la pequeña presencia del observador.

Pero no es sólo el observador al que conviene reintroducir, es el observador-conceptuador, puesto que percibe y concibe. Esta reintroducción conduce entonces a una revolución epistemológica. Una teoría científica es, no el reflejo de lo real, sino al contrario, una construcción de ideas que se apoya y se ejerce sobre datos objetivos suministrados por lo real; intenta dar cuenta de datos objetivos verificables, pero la objetividad está mucho más en los datos que en la teoría. Los datos pueden permanecer.

Necesitamos, para concebir el conocimiento científico, considerar el conocimiento del propio conocimiento, es decir, del espíritu humano situado y datado. Todo objeto está constituido por la actividad de un sujeto a partir de los mensajes “objetivos” que llegan del universo exterior. Una teoría científica siempre se basa en datos objetivos que, de cierta manera, escapan al tiempo y a la civilización en la que nace la teoría pero, en tanto que teoría, ella pertenece a su tiempo y a su civilización.

No debemos olvidar el carácter antropocéntrico de la aventura científica, pero sigue obedeciendo a una voluntad antroposocial de dominar la naturaleza. Ha nacido en occidente en función de una disyunción histórica singular entre ciencia y filosofía, entre ciencia y moral, pero al mismo tiempo, se ha convertido en universal mediante su objetividad. El concepto de ciencia no es ni absoluto ni eterno, es relativo respecto del devenir histórico. Para concluir, hay que distinguir, aunque no disociar, al observador/conceptuador del objeto observado/concebido. El problema de las ciencias sociales es que el observador-conceptuador es un sujeto entre sujetos, no se puede excluir en primer grado ni al observador ni al sujeto.

¿Qué es hoy ser sujeto? Es situarse en el centro de su mundo, ser capaz de exponer los cálculos y los conocimientos que se hacen de sí mismo, es decir, de forma autoexpositiva: el sujeto es, en suma, el ser exo-auto-expositivo que se sitúa en el centro de su mundo. Ser sujeto es actuar “para sí mismo” y en función de sí mismo. Es lo que hace todo ser viviente, ser a la vez actor-jugador. El sujeto no está cerrado completamente sobre sí mismo, sino que está ligado a un genocentrismo, a un etnocentrismo y a un sociocentrismo. El sociólogo debería enfrentarse a su propio egocentrismo. Lo que es más básico para la sociología es el problema del sociocentrismo, del culturocentrismo que tenemos planteado. Lo primero que se necesita es ser plenamente consciente del tipo de relación recursiva indisoluble entre lo que podemos llamar los individuos y la sociedad. Son precisamente las interacciones entre individuos las que generan la sociedad, la cual no existe nunca sin los individuos. Nosotros generamos una sociedad que forma parte de nosotros.

La cientificidad no es atributo individual propio del científico. Se define en relación con las regals de un juego que tendrán que aceptar todos aquellos que se quieren científicos. Está también en los conflictos, antagonismo y en las diferencias que agitan a los científicos. Está en la regla del juego que acepta los antagonismos. Ninguna teoría tiene el monopolio privilegiado de la cientificidad. Una teoría es científica no porque tenga el monopolio de la cientificidad, sino porque acepta jugar al juego de la cientificidad, no porque sea cierta, sino porque se apoya en datos ciertos. No hay labios depositarios de la verdad de la ciencia. Es el juego en su conjunto el que hace que haya una producción de cientificidad. En materia de sociología, ésta es el objetivo ideal, pero jamás la propiedad. La consciencia del carácter ensayista de su propia producción es un progreso de valor científico.

Es necesario que haya en la teoría alguna cosa que me permita escapar de la particularidad y de la limitación de mi hábitat. Habría, por tanto, que introducir la conciencia de sí en el corazón del pensamiento sociológico. No se pueden definir los seres solamente a partir de condiciones externas, hay que reconocer también las potencialidades de la autonomía que pueden, eventualmente, manifestarse en tanto que actores y en tanto que seres conscientes. Hay que introducir categorías más complejas entre las categorías ya elaboradas por la sociología del conocimiento. Hay que concebir también la conflictividad. Hay que introducir, por tanto, la complejización de la conflictividad, la complejización de la desviación. Pero una sociología creadora no puede afirmarse más que como ruptura con las normas de la sociología dominante, y aparecerá, inevitablemente, como una desviación.

La toma de consciencia de la autoinscripción en la sociedad, apela/estimula al mismo tiempo a la voluntad de distanciarse de ella con el fin de buscar el máximo de objetividad posible, lo cual implica la voluntad de objetivarse a sí mismo. La subjetividad trabaja sin descanso en cada una de las construcciones teóricas que nosotros pretendemos “objetivas”. No es, por tanto, anticientífico, sino perfectamente científico, plantear el problema del observador/sujeto. Nunca podemos excluirnos totalmente de la sociedad en la que en cierto modo, necesitamos incluirnos, pero sí distanciarnos. Se trata no solamente de tratar de distanciarnos espiritualmente, sino de sacar el máximo provecho de esta adhesión subjetiva y que, al final, inevitable. La comprensión es un modo inmediato, enfático, de inteligibilidad de un fenómeno humano. Se basa en el hecho de que nosotros somos sujetos y vemos en los demás a otro a quien comprendemos porque podría ser nosotros mismos (yo soy tú). Al tratar un problema sociológico tratamos un problema de sujetos. Esto nos lleva a la idea de un uso a fondo de la subjetividad, que tiene a su vez, el corolario del uso a fondo de la objetividad. Este doble uso a fondo, esta dialógica subjetividad/objetividad es simultáneamente complementaria y conflictiva. Hay lucha, no hay receta. No hay más que una estrategia siempre reiniciada.

SOCIOLOGIA DE LA SOCIOLOGIA.

1.- LA PARADOJA.

Una sociología de la sociología es necesaria e imposible al mismo tiempo. Ningún sistema semántico posee, en sí mismo, los medios para su propia explicación o justificación o elucidación. Pero es posible considerar un metalenguaje o un metasistema que permita considerar el sistema dado, una metasociología para llevar a cabo la sociología de la sociología. Podemos considerar un metapunto de vista.

1.- Que el sociólogo se percibiría a sí mismo como objeto de estudio, como actor-sujeto y desde él que se haga investigador de su propia investigación.

2.- Necesita no solamente de la reflexión sobre sí mismo sino sobre la relación entre sí y su propia sociedad.

3.- Necesita de la reflexión epistemológica sobre las posibilidades y los límites del conocimiento científico, así como de las posibilidades y los límites del conocimiento sociológico, incluido el de la sociología del conocimiento.

Por consiguiente plantea problemas de fondo, se abre sobre una incertidumbre y sobre una relativización. Pero nos abre una posibilidad de reflexión: la necesidad de pensar y no aplicar principios metodológicos.

El problema de la cientificidad.

La epistemología moderna converge sobre la dificultad de concebir o de trazar una línea de demarcación clara entre lo científico y lo no científico ¿Qué ha ocurrido

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