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Historia Del Derecho Y De Las Ideas Política Y Los Pensamientos.


Enviado por   •  5 de Marzo de 2015  •  2.305 Palabras (10 Páginas)  •  197 Visitas

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Historia del Derecho y de las Ideas Política y los pensamientos.

Historia de las ideas o historia del pensamiento es la rama de la historiografía que estudia la evolución de las ideas o pensamiento expresado a través de las distintas producciones culturales. Campos de estudio confluyentes son la sociología del conocimiento, la antropología cultural, la historia de la filosofía, la historia de la ciencia, la historia del arte, la historia de la literatura o la historia de las religiones.

Origen del término.

Fue el historiador Arthur O. Lovejoy (1873-1962) quien usó por primera vez la expresión "historia de las ideas" al iniciar el estudio sistemático del siglo XX. Luego creó el History of Ideas Club de la Johns Hopkins University, donde fue profesor de historia entre 1910 y 1939. Allí imbuyó de este concepto a alumnos y colegas como René Wellek y Leo Spitzer, con los cuales mantuvo extensos debates. Sin embargo, en Ideología y utopía (1927), el sociólogo Karl Mannheim distinguía ya la historia de las ideas de la historia materialista de tipo marxista, reactualizando así la oposición idealismo materialismo y privilegiando el último término de esta oposición. Representante del historicismo alemán, Mannheim acepta concebir una historia de las ideas a condición de que estas sean expuestas en su contexto socio histórico de emergencia. Habla pues no tanto de relativismo, sino de relacionismo, esto es, de la necesidad para el historiador de poner las ideas en relación con lo que las vuelve posibles, frente al atomismo y abuso documental del positivismo. Dentro de esta óptica, la historia no está comprendida en términos de continuidad, sino más bien en función de cambios, de transformaciones, de renovaciones o de desarrollos que siguen los datos espaciotemporales de los objetos estudiados.

Este proyecto de una historia de las ideas será seguido -en una óptica diferente por Michel Foucault, quien afirmaba, como el referido Paul Veyne, que la historia de las ideas comienza verdaderamente cuando se debe tener cuenta del carácter múltiple de la "verdad" a través de la historia.

Las ideas varían en función de las culturas y, para darse cuenta, es preciso tomar acta de los efectos de ruptura, de la historia, de las diversas maneras de pensar de los actores y de las variaciones semánticas del pensar de los actores y del lenguaje que no permiten concebir una historia de las ideas homogénea y continúa.

La historia de las ideas en la Antigüedad.

Pueden encontrarse esbozos de historia de las ideas en Aristóteles, que poseía un fino sentido crítico para clasificar la importancia de sus fuentes, e historiadores posteriores como Ibn Jaldún en el siglo XIV. Su Historia universal revela unos enormes conocimientos y una inusual capacidad para desarrollar teorías generales que explican siglos de evolución social y política. Fue el único historiador musulmán de su época que sugirió razones económicas y sociales para el cambio histórico, pero su trabajo, ampliamente leído y copiado, no tuvo una influencia real hasta el siglo XIX.

La primera persona que escribió una historia completa de China desde sus orígenes fue Sima Qian, que redactó su Shiji (Memorias históricas) durante el gobierno de la dinastía Han. Esta obra incluye datos tabulados, ensayos sobre cuestiones actuales de la época y biografías de personajes destacados.

El descubrimiento de América provocó una nueva visión del mundo que supuso una amplia conmoción y debate en torno a lo que era el ser humano y los modos de ser del mismo que es patente en escritores como Montaigne.

El contraste entre diversas ideas constituyó algo fundamental en escritores de la Ilustración como François Marie Arouet, más conocido como Voltaire. Recuperó la tradición historiográfica literaria a la que se añade la excitación de su provocativo racionalismo e ignoró el interés clásico por la historia política incluyendo todas las facetas de la civilización en una historiografía de profundo carácter intelectual, despreocupándose del detalle erudito. Los historiadores de la Ilustración, como Charles Louis de Montesquieu, David Hume, William Robertson y especialmente Jean Antoine Condorcet, continuaron esa concepción filosófica de la historia y la evaluación indiferente de las evidencias. Edward Gibbon escribió con esa inspiración su Historia de la decadencia y ruina del Imperio romano (1776-1788). En su obra Ciencia nueva el filósofo italiano Giambattista Vico desarrolló una original teoría espiral de la historia según la cual ésta se desarrolla a través de la sucesión cíclica de tres etapas: divina, heroica y humana. Pero es Hegel quien influye poderosamente en la creación de una conciencia de progreso histórico por medio de su dialéctica. Su discípulo Karl Marx (1818-1883) creó una influyente doctrina y teoría social, económica y política indisolublemente unida al socialismo y al comunismo, que ha dado en llamarse marxismo. Marx develó las leyes inherentes al desarrollo del capitalismo. La teoría científica sostiene que cada época histórica se caracteriza por un modo de producción específico que se correspondía con el sistema de poder establecido y, por lo tanto, con una clase dirigente opresora -explotadora del trabajo de la clase oprimida- en lucha contra una clase oprimida -explotada- a la cual la clase opresora la explota durante la producción material y la oprime espiritualmente (ideológicamente). Ejemplos: En la edad esclavista la clase que dirige el estado (maquinaria de

explotación de una clase sobre otra) es la esclavista y la clase oprimida y explotada es la esclava; en el Feudalismo, el Señor -explotador-y el siervo -explotado- Esa forma en grandes rasgos de comprender la historia es conocida como materialismo histórico(importante, ver). Con la obra e influencia de Leopoldo von Ranke, creador del Positivismo en Historia, esta disciplina alcanzó su identidad como disciplina académica independiente, dotada con su propio método crítico y de análisis. Ranke insistió en una desapasionada objetividad como punto de vista propio del historiador, e hizo de la consulta de las fuentes contemporáneas una ley de la reconstrucción histórica. Progresó de forma sustancial en la crítica de las fuentes, más allá de los logros de los especialistas en antigüedades, al tener en consideración las circunstancias históricas del escritor que se convirtieron en la clave para evaluar los documentos. Esta combinación de la objetividad del historiador (al menos como ideal) con la aguda observación de que todos los historiadores son producto de su tiempo y entorno, y que por tanto sus relatos son necesariamente subjetivos, auguraba la ruptura

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