IDEOLOGÍA ALEMANA
mbelenbacci34Tesis3 de Marzo de 2014
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IDEOLOGÍA ALEMANA
El título que lleva el libro, la ideología alemana, usa el término ideología inicialmente convocado de un modo distinto al que significará cuando el volumen ha sido terminado de escribir. Hay huellas de ese sentido peyorativo en el modo en que se mofa, en el que critica acerbamente lo que él va a llamar “los ideólogos alemanes”, que no son otros que la vez pasada aludimos como los filósofos neohegelianos de izquierda, los feuerbachianos con quien él mismo había compartido filas tiempo atrás. A los que en vez de atender la realidad política y concreta que está realizando Alemania se dedican a papar moscas. Responde todavía a esta aceptación del término ideología, a la napoleónica, y no a la de la ilustración.
Sobre las primeras décadas del siglo XIX la intelectualidad alemana advierte con espanto de qué manera la revolución burguesa bajo distintas formas avanza en la mayor parte de Europa occidental. Hacia 1830 Prusia es una cosa terrible que parece Zimbawe pero donde todavía se dan relaciones feudales de vasallaje, de campesinos en condiciones de servidumbre, de señores de la tierra que negocian sus porciones de poder. La revolución burguesa no se está produciendo en Alemania, suponen en el marco de la época una suerte de subdesarrollo.
En 1840 Guillermo IV sucede a Guillermo III de Prusia. Guillermo III se había ido con promesas reformistas incumplidas y las esperanzas del mundillo burgués prusiano se concentran en Guillermo IV, que parece que es un joven liberal lleno de intenciones transformadoras. Se sube al trono y se calza la corona y se torna un monarca autoritario cerrado. Y las intenciones de reforma quedan en el pasado.
En este sentido dirá Engels muchos años después, incluso ya muerto Marx, que la escritura de esos 600 folios que constituyeron la ideología alemana fue lo que les permitió a ambos liquidar nuestra conciencia filosófica anterior, romper con el Feuerbach que intentaba romper con Hegel. Significa terminar de elaborar la transición desde una perspectiva idealista de la historia hacia una perspectiva materialista de la historia.
Cuando Feuerback escribe en 1841 “La esencia del cristianismo” pone sobre la mesa una de las más importantes intervenciones filosóficas y políticas que producen los llamados jóvenes hegelianos o neo hegelianos de izquierda. Feuerback es la figura más importante de los jóvenes Hegelianos. Y en un mismo movimiento, Feuerback enfrenta a su maestro Hegel, que termina su vida celebrando por derecha, termina su vida en 1830 convirtiéndose en un conservador que defiende el trono prusiano, el orden conservador establecido. Los jóvenes Hegelianos, combaten filosóficamente al maestro del que todo habían aprendido pero del que quieren empezar a diferenciarse en lo conceptual y al mismo tiempo señalan con énfasis que el problema de Alemania y de su subdesarrollo es el modo en el que la iglesia, el cristianismo pesa sobre protestantes y apostólicos, sobre la mente de los campesinos, que constituye la gran mayoría de la población alemana.
La manera de intervenir, también políticamente en el debate, es también, denunciar la opresión política que supone el cristianismo en la población alemana, opresión que traba la emergencia de un proceso transformador de la revolución burguesa.
La afirmación común a los jóvenes hegelianos de izquierda es que la revolución burguesa no se produce porque, entre otras cosas, el cristianismo opera bloqueando lo que de otro modo sería una necesidad de la historia de transformación. Siguen aceptando su propia servidumbre porque existe en el más allá una vida mejor.
La operación de crítica al cristianismo está absolutamente vinculada al proceso teórico que va a dar lugar a la categoría marxista de ideología.
Marx dice en el texto que tienen para leer… “la religión es el opio de los pueblos”, y comienza diciendo una frase que hay que prestarle atención “La critica a la religión es la condición de toda crítica”
Entendiendo critica como esa operación que es capaz de desmontar las apariencias para capturar los fenómenos que realmente organizan los procesos sociales e históricos. La religión es por excelencia una operación en la que los verdaderos procesos sociales e históricos quedan opacados tras un relato que los predicadores despliegan en relación a sus respectivos fieles. Decir que la crítica a la religión es la condición de toda crítica, significa que si hay una crítica (como una operación intelectual de desmonte de volver transparente lo que es opaco) por excelencia es a la religión que promete un mundo inexistente en lo terrenal a cambio de mantenerse en la misma situación de sojuzgamiento y subordinación.
Los primeros textos de Marx tienen una impronta fuerte de Feuerback. Siendo éste la cabeza de fila de los jóvenes Hegelianos de izquierda.
Hay otros que están mencionados en “la ideología alemana” y Marx se refiere irónicamente en repetidas oportunidades a San Max y a San Bruno, el primero es Max Stirner (un hegeliano de izquierda, más bien anarquista que tiene dentro de la historia del anarquismo un peso propio.) Y San Bruno es Bruno Power, tal vez luego de Feuerback son las figuran que le siguen.
Suele decirse que Hegel es idealista y Marx es materialista. Allí aparece una clara contraposición. Para Hegel la respuesta a buena parte de los problemas que había dejado pendientes Kant se resuelven en la identidad entre razón y realidad. Entre racionalidad y realidad. Esta contraposición entre el ser de las cosas y el pensamiento, sigue siendo una contraposición que Kant no había resuelto. El ser, dice Hegel, es el ser del pensamiento, en última instancia. El ser es el ser del pensamiento.
Hay una identidad entre el concepto y el ser. Cuando decía que en definitiva el pensar es pensar sobre el ser de las cosas, es pensar el ser. Se refiere al concepto en el más alto nivel de abstracción. La esencia del pensar filosófico es un pensar sobre la esencia de las cosas que constituyen su ser. Y esta esencia es al mismo tiempo y aunque parezca un juego de palabras no lo es, esa esencia es un concepto. Entre el ser y el pensar hay una identidad. Y cuando dice que todo lo real es racional y todo lo real es racional, no está queriendo decir que esta mesa es racional. El tema que Hegel inaugura por excelencia es el tema de la historia, y lo que le importa es el continuo dialéctico flujo del proceso histórico.
En este proceso histórico que es guiado por una serie de leyes precisas, lo que ocurre es necesario que ocurra, y responde a una lógica. Es el despliegue de una razón. En este sentido es que dice que todo lo real es racional y todo lo real es racional.
Debido a esta formulación de la identidad entre la razón, el concepto, el pensamiento y el ser de la cosas, a Hegel se lo considera idealista. Porque lo que gobierna y conduce el flujo histórico responde al desarrollo de una idea, de la idea. Es en el plano de lo ideal en donde podemos comprender la enorme diversidad de fenómenos que ocurren en el proceso histórico y social. Ha llegado al plano en que la historia se desarrolla racionalmente.
Hegel es iluminista y en ese marco un romántico y esta pensando en los procesos- hoy diríamos- procesos culturales. Es el que es capaz de explicar los procesos históricos sociales y es en este sentido que juego un poco con los términos y digo quien sabe hasta donde tenemos una cierto aire de neo hegelianismo cuando todo lo explicamos a partir de la cultura.
Si todo lo explicamos por la cultura, lo estamos explicando por una dimensión simbólica del mundo que nace en una cabeza colectiva anónima social, que produce los términos por los cuales camina la historia. Algo así pensaba Hegel.
A Feuerback le parece que esto es de un idealismo insoportable, y por lo tanto se reclama materialista, acusando a Hegel de idealista. Para este autor, Hegel es abstracto, cuando en realidad lo que hay que atender es al hombre de carne y hueso. El hombre que esta en la tierra, aquel que enajena su condición inventando una religión que da respuesta a las propias preguntas que el se formula. Dice Feuerback que no se termina de atender a otra identidad, que es la identidad de dios y del hombre. Que son la misma cosa, una es la proyección del otro, aunque el hombre se sienta subordinado de aquello que el mismo ha creado. Hay un juego de Feuerback que va a ser retomado por Marx en sus primeros textos: este problema de la religión cuya crítica es condición de toda crítica. En ultima instancia diría Feuerback es una suerte de inversión entre sujeto y predicado. El sujeto es el hombre que predica la existencia de dios. De pronto se invierte la relación de sujeto y predicado y el predicado ha creado al sujeto. Esta inversión supone una enajenación del hombre. El hombre se enajena en la existencia de discutible, falaz, ilusoria de su propia criatura.
En la fenomenológica del espíritu (1806), la primer obra importante de Hegel, traza una historia de la humanidad a través de la historia del pensamiento humano, la trayectoria de la idea, de cómo va pasando por sucesivas etapas, momentos en su desarrollo. Cada una de ellas supone para Hegel una época elevada a la razón.
Feuerback dice Hegel puso al hombre de cabeza, Marx dice Hegel puso la dialéctica de cabeza.
En esta inversión que intenta Hegel, termina construyendo lo que considera más bien, una antropología, en el sentido más tradicional, no a Levi Strauss no a Canclini. Es una filosofía del hombre de carne y hueso. Se preocupa por la manera en que el hombre no es la encarnación
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