INSTITUTO DE ESTUDIOS SUPERIORES EMPRENDEDORES “ALFRED NOBEL” · CLAVE: 20MSU0074U
Chiri29Síntesis8 de Febrero de 2018
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INSTITUTO DE ESTUDIOS SUPERIORES EMPRENDEDORES “ALFRED NOBEL” · CLAVE: 20MSU0074U
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ÉTICA Y POLÍTICA PARA TIEMPOS VIOLENTOS
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DOCENTE:
Zulma Saraí Gallegos Velásquez
Alumnos:
Gallegos Sosa Mayra Celeste
Gutiérrez López José Luis
Hernández Santos Julia Guiechachi
Licenciatura:
Mercadotecnia y Publicidad
Cuatrimestre:
4º
SANTO DOMINGO TEHUANTEPEC, OAX; A 01 DE NOVIEMBRE DEL 2017.
ÉTICA Y FILOSOFÍA EN TIEMPOS VIOLENTOS
Hoy en día la sociedad actual está empobrecida espiritualmente, la filosofía Puede aportarle más de lo que se piensa, y es que hay que saber y dar el lugar a la filosofía en una sociedad pues es la conciencia que pregunta, que inquieta, que molesta, pero no para dar consejos sino para estar a la altura de la dignidad del sujeto, pues de lo que se trata es de que el ser humano piense, reflexione, se confronte, y luego asuma su libertad y tome decisiones de las que pueda hacerse responsable, y es que hay conocer cuando en si es filosofía, porque cuando adopta la forma del aforismo gratificante ya no es filosofía sino doctrina.
Para una persona que se esté educando es muy necesaria la filosofía, porque como estudiantes o profesionista el poder realizar ciertas actividades, pero no se toma en cuenta el cómo se está realizando, es decir no se tiene un acercamiento a la filosofía. Hoy en día no se difunde tanto esa necesidad de conocer de estudiar la filosofía y por el tipo de vida social prevaleciente hace que no se encuentre utilidad inmediata en la filosofía, no hay tanta importancia o intereses de conocer de ella.
Ética y política: un vínculo polivalente
La ética y la política en lo social tienen algo en común, y el comportamiento de cada individuo en la sociedad, por una parte la política examina los comportamientos en la relaciones del poder y la ética considera estos comportamientos en cuanto a las normar que se cumplen.
Ética, política y retórica
Se consideraba que, en efecto, política y moral se separan y marchan por senderos diferentes y, en ocasiones, se ubican en puntos antagónicos. La versión, siendo popular no es exacta. Maquiavelo en cierta forma consideró los asuntos políticos independientes de la moral cristiana, pero no de la ética republicana propia del Renacimiento italiano.
La ética cristiana
La ética cristiana presupone la existencia de un ser divino que ha dictado normas para el comportamiento moral, considerando que la conducta humana es buena si se sujeta a esas normas y malas si las viola, tiene ciertas características fundamentales como: La concepción cristiana de Dios: La ética cristiana descansa sobre la revelación Bíblica acerca de la naturaleza, la justicia y el amor de Dios. La concepción cristiana del mundo: Al hablar de una idea cristiana del mundo implica que el cristianismo tiene su propio punto de vista y su idea relacionada con él, y que esta idea, cuando se desarrolla, constituye un conjunto ordenado. La concepción cristiana del hombre: en cuanto a la naturaleza del hombre la Biblia la relaciona estrechamente con la doctrina de Dios.
El paradigma de la ética moderna
Donde se inicia una nueva y fructífera etapa de la historia de la ética, que se caracteriza por su antropocentrismo, es decir, por la tendencia a considerar al hombre como el centro de todas las manifestaciones culturales. Surge un humanismo que trata de reivindicar al hombre, concibiéndolo como ser autónomo y racional.
Respuestas antiguas y dilemas modernos
La relación entre la ética y la política ha sido siempre un tema inevitable por una razón esencial: ambas, al menos en su sentido filosófico y desde su propia identidad, tienden al mismo fin: el bien.
La política, desde Aristóteles, en la obra del mismo nombre y del mismo autor, es considerada el arte del bien común; la ética, carácter y comportamiento atribuible a una comunidad determinada, la acción que persigue un fin. Ese fin es el bien. “El bien es el fin de todas las acciones del hombre”,
La ética tiene a la felicidad como objetivo principal que conlleva la virtud, sin la cual aquella no es posible. Por otra parte, la polis, formada por la conjunción de la sociedad y del Estado, tiene un carácter, una ética, que le es particular y que de alguna forma la prefigura.
El gobierno de las pasiones
La ética misma se justifica, en efecto, porque en los hechos los seres humanos tienen pasiones, sienten envidia, celos, odio, miedo, deseo sexual, y ello es fuente de pugnas infinitas. La paz y el orden no pueden fundarse en las pasiones sino en la capacidad de actuar en función de los dictados de la razón, si ésta evalúa que es mejor y más provechoso convivir en armonía. Las pasiones fueron gobernadas por una nueva ética, aquella vinculada con el trabajo, con el esfuerzo individual, con el espíritu de competencia, con el deseo de intercambiar, poseer y acumular, con la pretensión de disfrutar plácidamente los productos de la labor, el esfuerzo y el talento propios, la libertad también poseía esa connotación vinculada con la legitimidad de permitir que las pasiones hicieran lo suyo en la acción de los seres humanos.
ÉTICA DE LA REVOLUCIÓN
El Manifiesto del Partido Comunista es un grito de protesta y una propuesta de rebeldía. Se trata de un llamado a cambiar la forma y el contenido de la organización del mundo de la vida social. La posibilidad de cambiar el mundo la heredaron del espíritu moderno que había enseñado que los seres humanos y no los dioses ni los monarcas, eran los artífices de su propia vida y de su mundo. No fue fácil desprenderse de una mentalidad fatalista que atribuía a una voluntad ultramundana el decurso de los aconteceres terrenales. Fue un proceso de desvanecimiento de lazos comunitarios que si bien sujetan al individuo le brindan en cambio protección y seguridad. Este proceso no fue pacífico sino violento y, a menudo, sangriento y cruel.
El develamiento y la Conquista de América, el Renacimiento, la Reforma Protestante, las guerras religiosas, la Inquisición, las grandes revoluciones políticas en Estados Unidos, Inglaterra y Francia son, entre otros eventos, las estaciones más prominentes de este itinerario que el espíritu moderno transitó para formular, a veces de manera furtiva y otras de manera clara y pública, que eran los seres humanos los hacedores del mundo y los responsables de su vida.
“El hombre ha nacido libre –escribía Rousseau– y en todas partes se encuentra encadenado”. Los individuos eran libres e iguales sin embargo, los viejos dioses y los viejos poderes, en realidad se transfiguraron y se avecindaron en nuevas sedes. Se convirtieron en nuevos dioses y en nuevos poderes. Llegaron al inconsciente del individuo, se instalaron también en el Estado, en el mercado y en los lugares de la producción.
La forma argumental de este grito de rebeldía es más o menos sencilla: la época de la burguesía, esto es, la civilización del capital ha desarrollado obras maravillosas, pero éstas no son sino el resultado del trabajo; los trabajadores se hacen más miserables en la medida en que crean un gran mundo de riquezas. En conclusión: son los trabajadores los que están en condiciones y posibilidades de cambiar el mundo.
El Romanticismo se lanzó contra una de las repercusiones o consecuencias más sentidas del mundo construido por la razón, los románticos se rebelaron, pero dejaron en suspenso la posibilidad de una razón o, si se quiere, de una diferente dimensión de la razón que no coincidiera necesariamente con el mundo del cálculo egoísta y deshumanizado.
Köningsberg había explorado los laberintos de la razón. Para hacerlo fundó un camino que llamó “crítica” (Kritik). La crítica es examinar; depende de la facultad de pensar. Descubrió entonces que la razón, entendida como la facultad de conocer. El conocimiento puede relacionarse con sus objetos de dos maneras: o simplemente para determinar éste y su concepto (que en otra parte debe haberse dado), o para realizarlo. El primero es un conocimiento teórico de la razón; el segundo, un conocimiento práctico.
La primera gran obra de Kant fue, en efecto, la Crítica de la razón pura; ahí exploró la capacidad de conocer los objetos de la naturaleza y encontró límites insuperables: se pueden conocer los fenómenos pero no las cosas en sí.
En efecto, en su obra posterior, la Crítica de la razón práctica, Kant examinó las posibilidades de imperativos morales (que son incondicionados y por ello diferentes a los imperativos jurídicos) fundados en la razón.
Así el Manifiesto del Partido Comunista adquiere otra fisonomía, resalta sobre todo su contenido ético, pues el llamado a rebelarse en contra de un orden fundamentado racionalmente como injusto o inadecuado según los principios de la libertad. .
A partir de los Grundrisse y El Capital lo fundamental de la crítica de Marx se despliega de tal forma que el núcleo explicativo de la forma social capitalista ya no será el hecho de que unos tengan y otros carezcan de los medios de producción sino el hecho no visible prima facie que se trata de una relación que los seres humanos mismos construyen.
De esto darán cuenta las reflexiones post mortem de la Comuna de París donde Marx se percata de que la revolución es un proceso en el que no basta con que los obreros tomen la maquinaria del Estado y la pongan a funcionar en su favor, pues el proceso estatal es mucho más complejo que el simple momento de declarar válida una nueva autoridad.
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