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Investigacion Etnografica

diewyn18 de Marzo de 2013

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LOS ESTEREOTIPOS ENTRE ALUMNOS COMO MEDIO DE AGRESION: UNA MIRADA A LAS PROPUESTAS DE INTERVENCIÓN EDUCATIVA

Ma. Guadalupe Velázquez Guzmán*

Este artículo se publicó en: Montes Lópéz Militza, et al (2011) Aportes de investigación en educación y valores en México. México. Morelia. Michoacán.

Edit. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y REDUVAL ISBN: 978-607-424-255-3. pp. 397-404

RESUMEN

En el presente trabajo se trata la presencia de los estigmas en nuestra sociedad y cómo los alumnos lo utilizan para agredirse. Distinguimos los estigmas de otras formas de relación entre pares. Exponemos tres propuestas educativas que tienen como finalidad intervenir en los adolescentes para la de-construcción de prejuicios, estereotipos y estigmas.

Palabras clave: alumnos, estigmas, intervención educativa

Introducción:

La distribución desigual de bienes sociales y culturales entre los sectores sociales, así como la existencia de diferentes estratos socioeconómicos crean matrices culturales con diferentes percepciones de unos individuos a otros, sentidos, creencias, valores y acciones que se ponen en juego en las relaciones sociales. La estratificación social, económica y cultural, es fuente de la contienda entre los individuos. Una forma de manifestarse la contienda está en las percepciones estigmatizadas entre grupos e individuos.

Es importante reconocer cómo el medio en el que estamos insertos configura una buena parte de comportamientos, de formas de relación y en consecuencia del convivir cotidiano en las instituciones educativas. También es necesario tener presente los efectos de la organización de nuestra sociedad, cuando nos proponemos hablar de la problemática del convivir al interior de la escuela, para identificar las estructuras que generan la contienda y el individualismo, las creencias y prejuicios que orientan a someter, excluir, discriminar.

Esta perspectiva obliga también a una reflexión crítica que ayude a delimitar en la escuela, formas posibles de reorganización que contribuyan desde este núcleo social a la reconstrucción del tejido social, en la que participen activamente los alumnos. Conduce también a delimitar y analizar la presencia de lo social, lo grupal y lo personal en los comportamientos de los alumnos, con la finalidad de identificar los niveles necesarios a tratar en los procedimientos de intervención educativa. Se considera que es importante tomar en cuenta la presencia de lo social y lo grupal en el estudio del comportamiento del alumno, porque ambos enfocarían el trabajo educativo y obligaría a no limitar este problema sólo a una apreciación psicológica del mismo.

Como institución educativa, la escuela, tienen el gran reto y el compromiso con la sociedad contemporánea de contribuir en la reconstrucción del tejido social, porque en sus aulas, además de trasmitir los conocimientos de la lengua, la ciencia y la historia, se afirma cotidianamente en niños y jóvenes, formas de ser, de relacionarse con los demás por medio de reglas, procedimientos y criterios disciplinarios orientados por valores y establecidos por las tradiciones de la cultura escolar, para realizar las tareas programadas. Estos procedimientos y criterios refieren a formas de organización implícita que tienen en la orientación de sus acciones una determinada forma de concebir al alumno (Velázquez, 2006).

Debido a la organización que posee la escuela de planear sus actividades educativas, la asistencia regular de los alumnos, la normatividad de que dispone, así como por su autoridad moral social y cultural, tiene la posibilidad de ser el lugar donde se eduque a los alumnos para la convivencia social. Esta posición social e institucional de la escuela, implica plantearnos las siguientes preguntas ¿cómo podemos lograr que los alumnos respeten las formas de ser y la diferencia personal de sus compañeros, si en las relaciones sociales observan la presencia de la categorización de personas, el reconocimiento de unos y la exclusión de otros, la contienda y el individualismo? ¿Cómo provocar que se despierte su sensibilidad y adquieran las habilidades de participar con los otros, de manera inclusiva, en la construcción de una comunidad de la que se sientan parte? Esta problemática y las preguntas que de ella derivan, nos lleva a plantear los siguientes objetivos

Objetivos:

El propósito está en identificar procedimientos educativos que nos ayuden en la deconstrucción de modelos de agresión aprendidos por los alumnos, basados en la categorización y exclusión, sin olvidar la presencia de lo social, lo grupal y lo personal en la constitución de los comportamientos. Analizaremos las descalificaciones sociales a que recurren los alumnos como medios de agredir a sus compañeros en las escuelas que fueron encontrados a través de investigaciones realizadas por (Velázquez y Escobedo, 2008) y por otros investigadores como Nashinski (1997). Partimos del concepto de estigmas sociales de Goffman (2008) y de la teoría del aprendizajes social de Serrano (1996) y Saczyk (2002) e incursionaremos en la distinción entre estigma social y las funciones y formas de socialización entre adolescentes, de acuerdo con diversas investigaciones realizadas sobre la "microcultura de pares".

Finalmente, con la finalidad de reflexionar sobre los procedimientos educativos y recursos para la de-construcción de los estereotipos y la reconstrucción de otros significados sociales en los alumnos en lo social, lo grupal y lo personal, enfocaremos tres procedimientos de intervención educativa en adolescentes.

Antecedentes de la investigación:

La investigación realizada por Velázquez y Escobedo (2008), se llevó a cabo en una escuela pública, ubicada en el sur de la Ciudad de México. Los maestros son profesionistas del sistema educativo básico, y los alumnos pertenecen a diferentes estratos como: empleados, profesionistas, comerciantes, trabajadoras domésticas, obreros de la construcción.

A través del método etnográfico, registramos detalladamente las interacciones discursivas en situaciones conflictivas que se producían entre alumnos adolescentes y entre alumnos y el maestro. Los alumnos tenían una edad de entre 11 y 14 años, y los sitios que se enfocaron fueron el aula y el patio de recreo, a lo largo de un año escolar completo.

El estigma social

Hemos afirmado que la categorización de personas está en la organización de nuestra sociedad donde existen importantes atributos con los que se percibe a la gente, que resultan desacreditadores y se difunden en casi toda la sociedad. Según Goffman (2008), el problema del estigma radica en que surge y se sustenta en una expectativa difundida socialmente, por quienes pertenecen a una categoría dada, y provoca que en el intercambio social rutinario tratemos a "los otros" sin necesidad de dedicarles una atención o reflexión especial; el carácter que les atribuimos se considera como una imputación hecha con una mirada de antemano impuesta en potencia. El estigma es un atributo negativo que deja de ver a la persona en su totalidad, un atributo que produce en los demás como efecto, un descrédito amplio. Es importante distinguir también que constituye una discrepancia social entre la percepción virtual y la real.

No podemos perder de vista que el estigma se reproduce en medio de un lenguaje de relaciones, y lleva consigo una doble perspectiva: la situación del desacreditado, la posición del que desacredita y en medio de esto lo desacreditable. Coinciden al respecto, Serrano Pintado (1996) - citando a Chittenden (1942), Mc. Cord y Mc Cord (1958), Bateson (1936) y Whiting (1941)-, al referirlo a la teoría del aprendizaje social. Según estos investigadores las conductas agresivas pueden aprenderse por imitación y observación de modelos agresivos (1996:34-35). Según Saczyk (2002), el contexto social influye porque predestina al sujeto a confrontarse con ciertos tipos de comportamiento, los que selecciona de entrada como modelos, mostrando una tendencia a imitarlos.

Ambas perspectivas conceptuales se confirman en nuestra investigación (Velázquez y Escobedo 2008), al encontrar en las interacciones discursivas entre

alumnos una percepción y acciones estigmatizadoras de unos hacia otros, tales como: "cholo" "naca" "resbalosas", que impide el conocimiento y la aproximación como personas, porque se atribuye al compañero(a) una clasificación social predeterminada y así aprendida. Este mismo problema lo encuentra Nashinski (1997), en alumnos adolescentes, que para agredirse recurren a descalificativos de su masculinidad como "mariquita" o a clasificaciones despectivas de raza como "indio", "negro", o de una clase social: "naco".

En otro estudio realizado por el INEE (2007:153), también se distingue el uso de lenguaje inapropiado entre los alumnos, que no constituye una forma de agresión, sino un medio natural de comunicarse entre ellos.

Es importante destacar dos aspectos para un trabajo que busque una socialización crítica de los alumnos. El primero es que estos estigmas están en el contexto social, en las relaciones personales, alimentan patrones de comportamientos y acciones hacia los otros. El segundo aspecto está en que son aprendidos como modelos, observados, escuchados y se reiteran

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