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La Violencia En Colombia


Enviado por   •  11 de Abril de 2014  •  1.541 Palabras (7 Páginas)  •  198 Visitas

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La violencia en Colombia

Cuando se habla de "la violencia en Colombia" se corre el riesgo de emplear una fórmula que muchas personas entienden de muy diferentes modos. Unos piensan en los horribles crímenes del narcotráfico, con sus asesinos a sueldo o "sicarios", sus bombas y sus implacables atentados contra jueces, periodistas y políticos honrados. Otros piensan en los grupos paramilitares con las espeluznantes masacres, mutilaciones y torturas de sus víctimas que son casi siempre gente humilde del pueblo, trabajadores, campesinos, estudiantes, sindicalistas. Otros evocan las emboscadas guerrilleras, los atentados contra oleoductos y empresas extranjeras, los ajusticiamientos de "sapos" presuntos o reales y, últimamente, las ejecuciones en masa de personas desarmadas de diversa edad y condición. Otros, en fin, traen a la mente los secuestros, los robos, la delincuencia brutal de las ciudades y los campos, en un país que ostenta las más altas cifras de muertos por causas de violencia en todo el continente americano, con 40.000 víctimas cada año.

La historia de Colombia entre 1930 y 1950, se caracterizo por una gran agitación política y social. La Republica liberal (1930-1946) principalmente durante los gobiernos de López Pumarejo, adelanto una serie de reformas como la legalización de los sindicatos, la libertad de cultos, la libertad de enseñanza y una reforma agraria. Estas reformas inquietaron a la Iglesia y a los terratenientes que veían afectados sus intereses, y a la clase obrera y campesina porque los consideraban insuficientes.

Con el retorno de los conservadores (1946- 1953), el país vive un periodo convulsionado conocido como la violencia, que se activa con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitan el 9 de abril de 1948.

Sin embargo, la violencia no es un problema que únicamente se refiere a la década de los 50, ha estado presente durante toda la mitad del siglo XX, aunque con características diferentes: durante los años cincuenta significó el enfrentamiento entre liberales y conservadores; desde los sesenta se enfoco esta en las guerrillas de tendencia comunista; para los ochenta se suma el narcotráfico, y en la década de los noventa la violencia está motivada por diversos actores : guerrilla, narcotráfico y paramilitares

Paralelamente Colombia tiene, igualmente, el récord mundial en cantidad de organizaciones independientes ocupadas en la defensa de los Derechos Humanos. Hay comités regionales y locales, organizaciones de abogados y centros que se especializan en la defensa de determinados grupos de la población, por su identidad étnica o cultural, por su actividad profesional, etc. Se pensaría que todos esos esfuerzos están coordinados a través de una red de solidaridad nacional e internacional que garantiza la más amplia defensa de los Derechos Humanos en Colombia. Pero, por desgracia, éste no es siempre el caso. Con frecuencia se observa una celosa desconfianza mutua entre los distintos grupos de activistas por los Derechos Humanos. La gran diversidad de estos grupos no parece obedecer a la necesidad de extender la solidaridad a todos los sectores de la población civil afectados por la violencia, sino más bien a la urgencia que tiene cada grupo de asegurarse para sí y sus allegados una defensa que los otros grupos no les ofrecen, por exclusión sectaria o por otras razones ideológicas o políticas. En otras palabras, la enorme diversidad y dispersión, la falta de unidad y de coordinación en los trabajos por los Derechos Humanos, no son sino el reflejo de la trágica dispersión, división y fraccionamiento de las fuerzas y corrientes políticas del pueblo colombiano.

A esta dispersión, caracterizada por la desconfianza recíproca, el recelo y la endurecida negativa de unos y otros a asumir tareas conjuntas en bien del pueblo, contribuyen los agentes provocadores del estado, dentro del país y en el exilio. Estos agentes se infiltran en organizaciones de izquierda, siembran la división, la arrogancia sectaria, la política del aislamiento y del desprecio hacia los demás, exacerban la desconfianza mediante calumnias y rumores, manipulan los sentimientos de personas honradas que han sido perseguidas o torturadas y crean un clima de recelos y de odios personales que solamente conviene y trae beneficios a los enemigos del pueblo. Y una vez que han cumplido estos objetivos, salen frescamente de las organizaciones de izquierda donde han actuado, aduciendo "discrepancias ideológicas" y corren a recibir su salario de Judas, que en ocasiones se disfraza de "apoyo a la investigación" pagado por las empresas extranjeras que tienen inversiones en Colombia y que se lucran de la masacre diaria del pueblo colombiano.

Ahora bien, la violencia que se ejerce en Colombia es principalmente una violencia sistemática y generalizada contra la población civil. Se mata individualmente o en masa a estudiantes, trabajadores, campesinos, colonos, indígenas, amas de casa, ancianos y niños. Es una violencia que se aplica con sadismo y con rituales de bestialidad horripilantes. Los niños son degollados en presencia de sus padres. Se arrancan los ojos y los órganos internos a campesinos y obreros. Se despedaza a machete el feto en el vientre de su madre. Se hace todo esto para "castigar" los delitos reales o supuestos del marido, del hermano, del padre o del tío, o para "hacer justicia", porque a uno le han hecho lo mismo en su hermana, su hijo o su madre. Detrás de todos estos horrores no hay una guerra sino muchas guerras superpuestas, muchos odios transmitidos y ejercidos de generación en generación. Los individuos armados y organizados, sea en las fuerzas militares del estado, sea

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