La disciplina y la educacion del siglo XXI

La disciplina y la educación del siglo XXI

A lo largo del tiempo, el cuerpo ha sido el punto de mira del poder desde el ámbito técnico-político. De esta forma ha surgido todo un conjunto de procedimientos y reglamentos para controlar y corregir a los cuerpos. Estos métodos de control del cuerpo, que lo sujetan ejerciendo una relación de docilidad-utilidad es lo que denomina Foucault disciplinas. Si bien estos procedimientos disciplinarios existían en épocas anteriores, “esas disciplinas han llegado a ser, en el transcurso de los siglos, formulas generales de dominación” (Foucault vigilar y castigar, p.126).

Entre los procedimientos disciplinarios se encuentran la distribución de los individuos en un espacio, el control de la actividad y la economización del tiempo.

Al extrapolar estos procedimientos al análisis de la institución escolar, se puede observar que la disciplina opera distribuyendo a las personas y organizándolas así en un espacio. Estos espacios generalmente son lugares heterogéneos y cerrados, copia del modelo de convento, el colegio se divide en zonas, a cada persona le es asignado un lugar que le confiere su localización pero también su aislamiento, sus posibilidades de comunicación y circulación; permitiendo de esta forma a cada instante vigilar su conducta, sancionarla, examinarla, dominarla y utilizarla. Distribuciones espaciales que atienden al grado de adquisición  de conocimientos, a la conducta, la limpieza y el nivel económico. “Hileras de alumnos en la clase, los pasillos y los estudios; rango que obtiene de semana en semana, de mes en mes, de año en año; alineamiento de los grupos de edad unos a continuación de los otros (…). Y en ese conjunto de alineamientos obligatorios, cada alumno de acuerdo con su edad, con sus adelantos y su conducta, ocupa ya un orden ya otro; se desplaza sin cesar por esas series de casillas, las unas, ideales, que marcan una jerarquía del saber o de la capacidad, las otras que deben traducir materialmente en el espacio de la clase o del colegio la distribución de los valores o de los méritos” (Foucault vigilar y castigar, p.135).

El control de la actividad es otro de los procedimientos de los que se sirve la disciplina, el arquetipo monástico de empleo del tiempo, que sigue como patrones imponer ritmos, delimitar las ocupaciones y la repetición cíclica, es trasladado a la institución educativa, confiriéndole un funcionamiento orgánico (Urraco-Solanilla y Nogales Bermejo 2013). A cada segmento temporal le corresponde una actividad asignada, ligada a aun conjunto de normas relativas a la posición del cuerpo, los gestos, la relación con el objeto y su duración, “8h 45 entrada del instructor, 8h 52 llamada del instructor, 8h 56 entrada de los niños y oración, 9h entrada en los bancos, 9h 04 primera pizarra, 9h 08 fin del dictado, 9h 12 segunda pizarra, etcétera”(Foucault vigilar y castigar, p. 138). Aparece toda una economía del cuerpo y del tiempo, que se manifiesta, por ejemplo, en la forma de agarrar el lápiz y la posición erguida del cuerpo, que ha de acompañar a la técnica de escribir. Su finalidad es la rapidez y eficacia, para lo que se define cada instante y se llena de actividades ordenadas, ritmadas mediante señales, palabras o campanas.

El aparataje disciplinario procede capitalizando el tiempo escolar mediante la segmentación en ciclos con un término concreto, el tiempo disciplinario desplaza el antiguo tiempo iniciático de los siglos anteriores, el tiempo que era continuo ahora esta segmentado, y la prueba final que determinaba la adquisición de una cualificación deja paso a un conjunto de pruebas que se han de realizar al final de cada segmento temporal, cada mes, año o ciclo. Dando paso al nacimiento de una pedagogía analítica detallista, en la que la segmentación seriada permite un control e intervención meticulosos.

El triunfo de la disciplina se debe, según Foucalt, al uso de dispositivos o instrumentos que modifican y encauzan la conducta de los individuos. Estos instrumentos son la inspección jerárquica, la sanción normalizadora y su combinación en el ejercicio del examen.

En primer lugar, la vigilancia jerárquica se vale de la mirada para lograr efectos de poder. La escuela toma prestados principios provenientes del campamento militar, interviniendo en ello un determinado tipo de arquitectura. Los lugares de paso, las transparencias en las puertas, la disposición en los comedores, etc, generan un tipo de configuración que determina que lugares han de estar ocupados y cuáles no, así como también crean lugares específicos que permitan al controlador ejercer su función visualizadora, “Las instituciones disciplinarias han secretado una maquinaria de control que ha funcionado como un microscopio de la conducta; las divisiones tenues y analíticas que han realizado han llegado a formar, en torno de los hombres, un aparato de observación, de registro y de encauzamiento de la conducta” (Foucalt vigilar y castigar, p.161).

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