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La escuela, entre el determinismo y la posibilidad


Enviado por   •  17 de Junio de 2019  •  Trabajos  •  1.600 Palabras (7 Páginas)  •  260 Visitas

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La escuela, entre el determinismo y la posibilidad

Introducción

En los últimos años, la educación —y en particular, el inminente fracaso de la misma— ha sido un tema muy popular que generó diversas opiniones, polémicas y debates en los medios de comunicación, conversaciones cotidianas de ámbitos informales y, por supuesto, ámbitos de investigación pedagógica. Resulta imposible ignorar las estadísticas que indican un porcentaje cada vez mayor de deserción escolar. Pero, ¿puede evitarse o es un destino inminente para un importante sector de la sociedad? ¿Qué lugar ocupa la escuela en este conflicto? ¿Es simplemente un escenario donde convergen otras problemáticas sociales que la exceden?

En el presente trabajo, nos proponemos analizar las causas del fracaso escolar y las distintas propuestas existentes para superarlo. Para ello, consideraremos los textos “¿Qué y cuánto puede una escuela?” de Inés Dussel y Myriam Southwell, “Un monstruo grande y pisa fuerte: la sospecha sobre las posibilidades de aprender (en la escuela)” de Ricardo Baquero, y “La experiencia escolar inclusiva como respuesta a la exclusión” de Carina Kaplan. Los criterios que utilizaremos para reflexionar sobre este tema y comparar los textos de los autores serán, en primer lugar, las capacidades individuales de los alumnos como causa del fracaso escolar; el contexto socioeconómico como condicionante, en segundo lugar, y la función que debería cumplir la escuela, por último.

Fracaso escolar, destino inevitable

En primer lugar, Dussel y Southwell recopilan las opiniones de distintas instituciones educativas respecto al fracaso escolar. Estas plantean, por un lado, que las capacidades que los alumnos poseen o no ponen de manifiesto determinan un destino inmutable, frente a lo que la escuela no puede ni debe actuar. Por otro lado, otras instituciones “inscriben potencialidad a sus actos y a los sentidos que va adquiriendo para las chicas y los chicos que las eligen” (2010, p. 26). De esta manera, intentan que su futuro no esté sentenciado al fracaso, sino que puedan construirlo con las herramientas que puedan otorgarles.

En segundo lugar, Kaplan parte del supuesto de que existen dos dimensiones que constituyen la experiencia social: las “esperanzas subjetivas”, correspondientes a cada persona, y las “posibilidades objetivas”, condicionadas por el contexto del individuo, lo que implica que estas sean desiguales. Por esta razón, al analizar la trayectoria escolar de los jóvenes, no se deben ignorar los procesos de exclusión social externos al ámbito educativo; estos configuran en cada sujeto una “auto-valía social”, es decir, una idea de lo que cada uno vale, sus límites y posibilidades. ”Cuánto más vulnerable es el alumno que se auto-juzga, más tenderá a atribuirse el fracaso escolar a sí mismo, llegando a excluirse subjetivamente de aquello de lo que objetivamente ya está excluido” (2006, p.4). Se interioriza así en el sujeto la idea de no haber nacido para educarse, o no tener las posibilidades biológicas para hacerlo exitosamente, lo que desemboca en un “inevitable” fracaso escolar.

Por último, Baquero rechaza rotundamente la idea de explicar el fracaso escolar a partir de “una suerte de déficit que portarían los alumnos” (2010, p.35). Sea este un déficit biológico, o sea un déficit de las condiciones sociales, familiares o culturales. Considera que no se puede analizar esta cuestión considerando que los alumnos no reúnen las condiciones suficientes para afrontar con éxito el aprendizaje, dado que no se ofrecería así una explicación adecuada, y tampoco podría encontrarse una alternativa propicia para enfrentar el problema. En este sentido, sostiene que se debería focalizar, no en las capacidades individuales, sino en “los procesos de construcción de conocimiento generados o no por las prácticas de crianza y escolares. Si no existió de modo satisfactorio tal proceso de construcción que suponemos previo, (…) no hay otra alternativa que generar espacios y estrategias de enseñanza que los produzcan” (2010). En otras palabras, el fracaso escolar no se resuelve reeducando sujetos deficitarios, sino cambiando la forma de educar.

La influencia del contexto

En lo que respecta al contexto, las autoras Dussel y Southwell ubican su importancia según cuánto afecte a la escuela y, por consiguiente, al aprendizaje de los jóvenes. Dado que la escuela los vincula con el conocimiento y la sociedad, no puede ofrecer únicamente una visión que excluya la realidad actual y enaltezca el lazo con el pasado. No obstante, de tener en cuenta los conflictos actuales que atraviesan a la sociedad, no puede caerse en un determinismo que limite el accionar de la escuela para evitar el fracaso escolar, ni tampoco pretender crear estrategias de enseñanza nuevas sobre la base de experiencias disponibles que puedan alimentar la reproducción del problema.

En cambio, Baquero recupera la teoría de Vigotsky para justificar la necesidad de considerar las “competencias” o “incompetencias” de los sujetos sin abstraerlos “de las situaciones concretas donde estas deberían desplegarse” (2010, p.35). De esta manera, sostiene que los procesos de construcción de conocimientos se desarrollan con “la participación efectiva de los sujetos en prácticas culturales, sociales, efectivas” (2010, p.36), por lo que estos deberían analizarse para comprender plenamente las fallas que hubieran podido tener estos procesos de aprendizaje. Sin embargo, tampoco debe reducirse este análisis a explicar el fracaso en las condiciones humildes de vida de los sujetos, aunque la mayoría pertenezca al sector popular.

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