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La vida en las aulas. W. Jackson-Los afanes cotidianos


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2018  •  Apuntes  •  3.252 Palabras (14 Páginas)  •  251 Visitas

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La vida en las aulas. W. Jackson-Los afanes cotidianos

En las aulas de la escuela primaria. Este éxodo masivo del hogar a la escuela se realiza con un mínimo de alboroto fastidio. La asistencia de los niños a la escuela es " en nuestra sociedad" una experiencia tan corriente que pocos de nosotros nos detenemos apenas a considerar lo que sucede cuando están allí.  Las preguntas como las respuestas se centran en los hitos de la experiencia escolar-sus aspectos infrecuentes- más que en los hechos vanos y aparentemente triviales que constituyeron el conjunto de sus horas escolares. En otras palabras" los padres se preocupan por el condimento de la vida escolar más que por su propia naturaleza. También los profesores se interesan solo por un aspecto muy limitado de la experiencia escolar de un pequeño. Desde el punto de vista del interés humano resulta comprensible la concentración en los hitos de la vida escolar. Sin embargo,  desde el punto de vista de dar forma y significado a nuestras vidas, estos hechos sobre lo que rara vez hablamos pueden ser tan importantes como los que retienen la atención de quien nos escucha. Para apreciar el signifcado de los hechos triviales del aula es necesario considerar la frecuencia de su aparición, la uniformidad del entorno escolar y la obligatoriedad de la asistencia diaria.  Cada unos de estos tres hechos, aunque aparentemente obvio, merece una reflexión porque contribuye a que comprendamos la forma en que los alumnos sienten sus experiencias escolar y la abordan. La cantidad de tiempo que los niños pasan en la escuela puede ser señalada con una precisión considerable aunque el significado psicológico de los números en cuestión sea materia enteramente distinta. En sus esfuerzos por hacer más hogares las  aulas" los profesores de primaria dedican un tiempo considerable a su decoración. Se cambian los tableros de anuncios" se cuelgan nuevos grabados y la disposición de los puestos pasa de círculos a filas o viceversa. Incluso los olores de la clase suelen parecerse bastante. Puede que las escuelas utilicen marcas distintas de cera o detergentes" pero todas contienen al parecer ingredientes similares" una especie de olor universal" creador de un ambiente que impregna todo el edificio. Añádase a esto que en cada clase se percibe  el rastro ligeramente irritante del polvo de la tiza y el tenue olor a madera fresca de los lápices tras pasar por el sacapuntas.

Todas las imágenes y olores se hacen tan familiares a alumnos y profesores que para ellos apenas existe en su consciente.  

Solo cuando el aula se somete a algunas circunstancias un tanto infrecuentes" parece por un momento un lugar extraño ocupado por objetos que reclaman nuestra atención. Sí ocurre cuando los alumnos vuelven a la escuela a última hora de la tarde o cuando en el verano resuenan en las salas las herramientas de los obreros.

Pero la clase no es solo un entorno físico relativamente estable proporciona además un contexto social bastante constante. La práctica de asignar sitios permite al docente o a un alumno comprobar la asistencia con una mirada. Un aspecto final de la estabilidad experimentada por los jóvenes alumnos es la calidad ritualista y cíclica de las actividades realizadas en el aula.

Pese a la diversidad del contenido de las materias, las formas identificables en las clases no son muy numerosas. Las denominaciones: trabajo individual, debate en grupo, explicación del profesor, preguntas y respuestas, bastan para clasificar la mayor parte de lo que sucede durante la jornada escolar. Cada una de estas actividades principales se ejecuta conforme a unas normas que suelen ser muy precisas y que supuestamente entenderán y obedecerán a los alumnos.  En relación con la vida del alumno existe un hecho importante que a menudo  prefieren no citar profesores y  padres al menos no delante de los estudiantes. Es el hecho de que los pequeños deben estar en la escuela, tanto si quieren como si no. En suma, las aulas son lugares especiales. Lo que allí sucede y la forma en que acontece se combinan para hacer estos recintos diferentes de todos los demás. Lo que hace diferente a las escuelas de otros lugares no es solamente la parafernalia de la enseñanza y el aprendizaje y  el contenido educativo de los dialogos que allí se producen aunque éstas sean características que habitualmente se destacan cuando se trata de representar lo que es realmente la vida en la escuela. Aprender a vivir en un aula supone entre otras cosas  aprender a vivir en el seno de una masa. De igual importancia es el hecho de que las escuelas sean básicamente recintos evaluativos .El niño muy pequeño puede ser temporalmente engañado por tests  que se le presentan como juegos pero no pasara mucho tiempo hasta que comience a ver a través del subterfugio y comprenda, que después de todo, la escuela es un asunto serio. La escuela es también un lugar en donde la división entre el débil y el poderoso está claramente trazada. Los profesores son, desde luego, más poderosos que los alumnos, en el sentido de poseer una mayor responsabilidad en la conformación de los acontecimientos del aula y esta clara diferencia en autoridad es otro rasgo de la vida escolar que deben aprender a considerar los estudiantes.

II

Cualquiera que haya enseñado alguna vez sabe que el aula es un lugar activo aunque no siempre parezca así al visitante casual. Corrientemente la enseñanza supone hablar y  el profesor actúa como un regulador que controla el flujo del dialogo en el aula. Otra tarea que consume tiempo del profesor" al menos en la escuela primaria, es la de servir como proveedor. El espacio y los recursos materiales del aula son limitados y debe distribuirlos juiciosamente. Sólo un alumno cada vez puede utilizar las tijeras grandes, observar por el microscopio o beber de la fuente o usar el sacapuntas. Cuarta responsabilidad  del docente, que exige prestar atención a otro importante aspecto de la vida del aula, es la de servir como cumplidor oficial del horario. Él es quien se encarga de que las cosas comiencen y acaben a tiempo, en términos más o menos exactos, determina el momento adecuado para pasar del debate a los libros de trabajo o de la ortografía a la aritmética. En muchas escuelas, complejos sistemas de campanillas y en aulas timbres le ayudan a esta tarea.

Todas las acciones del profesor descriptas hasta ahora están ligadas por un tema común. Responden, de un modo u otro, a la condición de hacimiento del aula. Si el profesor trata con un alumno cada vez, la mayor parte de las tareas mencionadas antes serán innecesarias. Es, en parte, la presión del número y del tiempo la que mantiene tan ocupado al profesor.  Pero ha de recordarse que nuestra preocupación última se refiere al alumno y a la calidad de su vida en el aula. Por eso la actividad frenética del profesor, cuando pasa de uno a otro alumno, distribuye materiales, otorga privilegios e inicia o concluye actividades, tiene interés en el presente contexto sólo cuando nos dice algo de cómo es la escuela para los que se encuentran e el extremo receptor de la acción del profesor.

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