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PRÁCTICA PROFESIONAL SUPERVISADA

Gabriel Vazquez FavrettoEnsayo1 de Julio de 2017

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PRÁCTICA PROFESIONAL SUPERVISADA

SEGUNDO SEMESTRE

DOCENTES

HUGO CELAYETA

MARINA LENCINAS

ALUMNO

DIEGO A. MACIEL

LEGAJO

74.762

[pic 2]

PASANTÍA

PROYECTO

EDIFICIO MULTIFAMILIAR

EN LANUS PCIA. BS.AS.

TAREA A EJECUTAR

AYUDANTE DE JEFE DE OBRA

[pic 3]

EVALUACION PRESENTE

UNIVERSIDAD DE PALERMO


El presente escrito tiene por objetivo compartir algunas experiencias e ideas sobre la práctica profesional de mi formación académica a partir del relato, experiencias y referencias teóricas que replantean algunos supuestos generalizados en el campo de la formación profesional.

Para lo cual intentare recorrer todo el camino que la misma me llevo a vivir distintas sensaciones, momentos y experiencias de mi trabajo profesional. Y en conjunto articulándolas con acción propias del mundo de la formación académica y lógicas del mundo del trabajo profesional, lograre dejar mi opinión al respecto.

A lo largo del texto citare a profesionales idóneos en la práctica profesional como a Donald Schön, Jean Marie Barbier y la Licenciada Marcela Andreozzi. Cuyos textos se basan en diversas experiencias y estudios sociales en referencia al tema.

La reflexión estará centrada en mi práctica como futuro Arquitecto, y a lo largo de mi experiencia en la práctica, he pasado por distintas sensaciones, que se manifestaron en miedos, placeres y enojos. Las cuales me llevaron a plantearme varios interrogantes. Como ¿Por dónde comienzo? ¿Qué me gusta? ¿Qué implica ser un profesional? ¿Cómo será aplicar la teoría a la práctica? ¿Me podre insertar? ¿Me servirá la práctica?

Cada uno de estos interrogantes y otros que me van surgiendo a lo largo de este recorriendo, intentare encontrarles una respuesta, respaldándome en mis vivencias y teoría académica, para así lograr llegar a una conclusión sobre la práctica profesional académica.

Todo comenzó sorprendiéndome, como el primer día que elegí esta carrera, para que se entienda mi postura con respecto a los interrogantes les tendré que contar desde mis comienzos.

He nacido en la Boca, Ciudad de Buenos Aires, pero a pesar de ser un porteño de sangre, me crie en la zona sur de la provincia, con más precisión en la localidad y partido de Berazategui.

La niñez fue algo complicada, por asuntos de adultos, que nunca entenderé, esto hizo que mi formación primaria también lo fuera, si me tengo que basar en la misma, hoy te diría que sería imposible que esté a punto de ser un profesional, pero a los tumbos y con mucho esfuerzo.

Eso no me hizo ni dudar un poco el querer hacer la secundaria, todo lo contrario, ni dudaba en comenzar. Termine ingresando a una escuela técnica de Berazategui en donde solo te especializabas en técnico electrónico y maestro mayor de obras. Ustedes dirán ya sabía su futura profesión, “es un genio”, ¿si va hacer un futuro arquitecto, eligió ser maestro mayor de obra?

No, todo lo contrario, termine eligiendo y siendo técnico en electrónica, esto da realidad que no tenía claro mi futuro vocacional. Pero no me arrepiento, porque si bien jamás ejercí el título obtenido, a la larga por haber estudiado en una escuela técnica me sirvió mucho para la carrera de arquitectura.

Termine mi carrera de técnico a mis 18 años y antes de finalizar la misma ya estaba trabajando, ingrese a una inmobiliaria a trabajar como cadete y con el transcurso del tiempo termine haciendo carrera en la misma. Por un lado fui aprendiendo y mucho, era una gran inmobiliaria, manejaba mucho flujo de clientes y tenía mucho personal. Esto hizo que adquiriera experiencia en diversas aéreas, por un lado aprendí a redactar contratos de todo tipos, a tratar con clientes, saber llevar una reunión, a vender, cobrar, leer e interpretar diversos documentos. Todo esto me llevo que a mis 20 años realice la carrera de Martillero y Corredor Publico, que en esa época todavía no era una carrera académica, solo se las dictaba en los colegios de martillero y corredores públicos, de la zona.

Por supuesto, que no ejercí nunca mi título, no era fácil matricularse, más que nada por una cuestión económica.

        En este trabajo permanecí hasta mis 26 años, me canso, pero no la profesión, sino la relación con mi jefe, sobre todo el tema del blanqueo, cobrar en cuotas, cuando él lo dispusiera, y realmente no era por falta y necesidad, sino por no ponerse en el lugar del otro.

        Esto me llevo a que en poco tiempo comience a buscar empleo por primera vez en forma convencional, y como todo provinciano, o no tanto, sin dudarlo busque un cambio y me vine para la ciudad. Comencé armar el currículo, y afrontar la búsqueda, sinceramente las primeras búsquedas no fueron en el mismo rubro, tenía la intención y esperanza de ingresar a una entidad bancaria, pero no estaba preparado todavía, no tuve éxito, parte de esa frustración y la necesidad de conseguir un empleo hizo que me presentara a una inmobiliaria. No tardaron en llamarme, a los 15 días ya estaba trabajando nuevamente en el mismo rubro pero era totalmente distinto el sistema y las relaciones laborales.

Este último empleo hizo que me decidiera sin titubeos a que ingrese a la universidad a estudiar la carrera de arquitectura.  

        Tenía tantas ganas de aprender que de no conocer, nada de la ciudad, calles, avenidas, subtes, etc. Termine por aprenderlas rapidísimo hasta el punto que a los dos años ya estaba interpretando el código de planeamiento de la ciudad, a tratar con arquitectos, a preguntarles y sentir la necesidad de aprender la profesión.

Les cuento todo esto porque es una forma distinta de aprender amar esta profesión, además de hacer a mi práctica laboral, a diferencia de cientos de compañeros que están en la misma, creo que es una historia atípica de llegar a la práctica profesional académica.

        A los 34 años comencé a estudiar arquitectura, desde el primer momento me parecía súper interesante y tediosa. Pero me fue muy bien, con mucho esfuerzo avance sin prisa, pero sin pausa hasta llegar a esta instancia. En donde la carrera te pide que pongas en práctica todo lo aprendido.

        Comienzo el quinto año de la carrera, el último. Y una de las materias que tengo que cursar el Practica Profesional supervisada uno, la verdad es que no sabía cómo era bien el sistema, si entendía que tenía que conseguir un trabajo para poder cursarla, pero ni idea como era el sistema.

        Nos explican el contenido y nos dan un plazo para conseguir un lugar físico para realizar la pasantía. Desde ese momento fue un sinfín de sensaciones, arrancando por incertidumbre ¿no saber por dónde comenzar?, ¿con quién hablar? Y es ahí cuando recordé a los arquitectos con los cuales tenía más confianza en la época que trabajaba en la última inmobiliaria y no dude en enviarles un correo a dos arquitectos, que más confianza y paciencia me tuvieron en ese momento. Recuerdo que cuando no sabía interpretar el código o tenía dudas sobre el perfil edificable, no dudaba en llamarlos y hacerles las consultas, creo que esta pasión en parte se las debo a ellos. Les envié un correo a ambos, contándoles mi hazaña y necesidades. Uno de ellos no respondió, tiempo después me di cuenta que tenía mal el correo, pero si me contesto Gabriela y coordine una entrevista con ella, en su estudio.

        Antes de contarles la primera entrevista, les comento que por la cabeza me pasaron millones de cuestiones, pero la más relevante fue el empezar a entender que uno va hacer un profesional. En ese momento, no entendía bien que significaba eso, pero sé que era algo que me daba mucho miedo, hasta que leí el texto del profesional reflexivo de Donald Schön y rescate el siguiente párrafo que me aclaro totalmente por qué sentía tanto respeto por esa palabra.

“Las profesiones se han hecho esenciales para el funcionamiento mismo de nuestra sociedad. Conducimos las principales empresas de la sociedad a través de profesionales especialmente formados para llevarlas a cabo, tanto si se trata de hacer la guerra y defender la nación, como si se trata de educar a nuestros hijos, diagnosticar y curar la enfermedad, juzgar y castigar a aquellos que violan las leyes, resolver conflictos, gestionar la industria y los negocios, diseñar y construir edificios, o ayudar a aquellos que por una u otra razón son incapaces de defenderse a sí mismos.”[1]

Y es ahí cuando entendí mi miedo a ser profesional, es verdad, no es más ni menos que estar al servicio de la sociedad, no solo porque corres el riesgo mayor, que el día de mañana se te puede caer un edificio, sino también porque uno es responsable por la gente con la que uno se relaciona, me pongo a pensar que el día de mañana alguien me va a contratar para llevar a cabo el sueño de su vida, que puede ser su casa y que van a dejar en mi esa responsabilidad, ese sueño, el cual no solo implica un montón de responsabilidades, sino ser consiente y coherente.

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