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Papel De La Mujer En A Politica

JohansGordo1 de Julio de 2015

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Desarrollo y participación política de las mujeres

Dra. Clara Fassler

A lo mejor nada sea tan importante hoy en la economía política del desarrollo

como que se reconozca como es debido la participación y el liderazgo

en el territorio político, económico y social de las mujeres.

Se trata de un aspecto muy importante del “desarrollo como libertad”.

"Desarrollo y Libertad", Amartya Sen.

Introducción

Las mujeres constituyen la mitad de la población mundial. Históricamente han

estado confinadas al mundo privado y su aporte al desarrollo de la sociedad ha

sido invisibilizado a través de la naturalización del trabajo de reproducción

biológica y social. Desvalorizadas y subordinadas al poder masculino han

vivido discriminadas y desprovistas de derechos. Durante el siglo XX las

mujeres se han ido incorporando masivamente al mundo público insertándose

aceleradamente en el trabajo productivo y en la acción comunitaria y social y,

más lentamente, en el ámbito político. A pesar de ello, la situación de

discriminación y subordinación en que viven persiste y se reproduce

constituyendo un freno al desarrollo individual y de la sociedad en su conjunto.

En el presente documento se hace una breve descripción de la situación de las

mujeres en el mundo mostrando, a través de algunas cifras, la discriminación a

la que son sometidas por el hecho de ser mujeres. A continuación, en el

entendimiento de que el desarrollo implica contextos económicos, sociales

culturales y políticos facilitadores de la equidad y la libertad individual y

colectiva, se revisa las modalidades conceptuales y estratégicas en que las

mujeres han sido incluidas en el discurso del desarrollo.

La participación social y política de las mujeres ha sido y es considerada como

una estrategia central en la construcción de la equidad de género y en la

profundización de la democracia. En la última parte se analizan algunas de las

dificultades y límites de la participación desarrollada por las mujeres y se

plantean algunos de los desafíos del presente para avanzar en la construcción

y ejercicio de la ciudadanía.

Discriminación de las mujeres en el mundo. Algunas cifras.

Las mujeres constituyen el 70% de los 1.300 millones de pobres en el mundo

(OIT), dos terceras partes de los 876 millones de analfabetos del mundo son

mujeres, 130 millones de niñas y mujeres han sufrido mutilación genital. Esta

cifra, según Amnistía Internacional (AI), se incrementa en dos millones cada

año. El 20% de las mujeres según el Banco Mundial han sufrido malos tratos

físicos o agresiones sexuales. Según OIT, tan sólo un 54% de las mujeres en

Desarrollo y participación política de las mujeres

III Conferencia Internacional de la Red de Estudios sobre el Desarrollo Celso Furtado

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edad de trabajar lo hace frente al 80% de los hombres, globalmente ganan

entre un 30 a un 50% menos que los hombres y desempeñan tan sólo el 1% de

los cargos directivos. Según la Unión Interparlamentaria Mundial (UIP), de un

total de 41.845 parlamentarios en el mundo tan sólo el 14.6% son mujeres.

Estos pocos datos dan cuenta de las condiciones en que viven millones de

mujeres en el mundo. Pobreza para ellas y sus hijos, inseguridad física incluso

en sus propios hogares (contexto en que se manifiesta más frecuentemente la

violencia contra las mujeres), marginadas de la posibilidad de satisfacer

necesidades básicas tan importantes como alimentarse o saber leer y escribir.

No sólo carecen de los insumos necesarios para satisfacerlas sino que la

sociedad les retacea las oportunidades de acceder a mejores condiciones de

existencia marginándolas del mercado de trabajo y de los lugares de decisión.

Sin embargo, estas ciudadanas de segunda categoría producen y

comercializan entre el 50 a 80% de los alimentos a nivel mundial, llevan

adelante el 70% de las pequeñas empresas y aportan un tercio de la

producción económica mundial a través de labores no remuneradas (Naciones

Unidas). Estos datos no contabilizan el aporte en vidas humanas y el sostén

emocional que las mujeres prestan a sus hijos, familias y comunidad,

dimensiones todas ellas muy difíciles de cuantificar, pero que significan trabajo

y desgaste para las mujeres.

En promedio las mujeres trabajan más horas que los hombres en todos los

países cualquiera sea el nivel de desarrollo humano de éstos y dedican

muchas más horas que los varones a las actividades fuera de mercado. A

pesar de que los ingresos femeninos son mucho menores que los de los

hombres (entre un 30 a un 70% menos para los países seleccionados), las

mujeres aportan un porcentaje muy alto de sus ingresos a sus familias en casi

todos los países. No sucede lo mismo con el ingreso masculino (Naciones

Unidas).

Desde 1995 el Informe de Desarrollo Humano de Naciones Unidas ha

incorporado dos nuevos indicadores para medir la situación de desigualdad

entre hombres y mujeres: el Indice de Desarrollo de Género (IDG) que mide el

desarrollo humano de las mujeres en cada país y el Indice de Potenciación de

Género (IPG) que se centra en el acceso de las mujeres a lugares claves. Este

índice es particularmente expresivo ya que permite identificar más claramente

la posición de las mujeres en la estructura de poder en cada país,

especialmente, en relación con la toma de decisiones en el poder legislativo y

en las empresas. El IPG nos habla de las oportunidades que tienen las mujeres

de acceder a posiciones de decisión en esferas determinadas (Castillo, M.

2003).

El IDG es menor que el IDH en todos los países, lo que muestra la situación de

desigualdad en las condiciones de existencia entre mujeres y hombres. La

diferencia entre estos dos índices se acentúa en los países con menor

desarrollo, pero no hay una relación lineal entre estos dos indicadores. Países

de desarrollo humano alto como Japón, Emiratos Arabes o Irlanda muestran

una brecha significativa entre estos dos indicadores.

Clara Fassler

III Conferencia Internacional de la Red de Estudios sobre el Desarrollo Celso Furtado

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Analizando el IPG se observa que en todos los países, cualquiera sea su nivel

de desarrollo humano, las mujeres ocupan menos lugares en puestos claves

(dirección de empresas u ocupación de escaños en el parlamento). Es preciso

hacer notar que no hay una relación directa entre este índice y el desarrollo

humano. Países como los Emiratos Arabes que están ubicados en el grupo de

alto desarrollo humano tienen un IPG muy bajo o países como Trinidad

Tobago, Barbados o Letonia tienen un IPG más elevado que Chile, Grecia o

Italia que los aventajan en IDH.

Las brechas entre los indicadores globales de desarrollo humano y aquellos

relacionados al género permiten visualizar la desigualdad entre hombres y

mujeres, tanto en las condiciones de existencia como en la posición que

ocupan en de la sociedad. Las variaciones de los valores de estas brechas en

relación con iguales o semejantes indicadores de desarrollo humano ponen en

evidencia que la situación de discriminación de la mujer no depende sólo de

factores objetivos (ingresos, expectativa de vida), sino que existen otros

factores de peso que influyen en el mantenimiento y reproducción de esta

situación. La cultura y la religión juegan un papel significativo en la formación

de los valores que rigen el comportamiento colectivo e individual.

Las mujeres en los albores del siglo XXI en todo el mundo son más pobres que

los hombres, tienen menos oportunidades que ellos para satisfacer sus

necesidades básicas, para desplegar sus capacidades y ejercer sus derechos.

Sus aportes a la sociedad en la esfera pública y en los hogares son

desvalorizados y tienen menos espacios para hacerse escuchar e incidir

políticamente. Las mujeres no sólo tienen menos, cuentan menos social y

políticamente en todos los países sufriendo discriminación económica, social,

política y cultural por el sólo hecho de ser mujeres.

Mujer y Desarrollo. Una articulación en proceso.

Las mujeres, tal como se señaló en el acápite anterior, viven en condiciones de

manifiesta inequidad en todos los países y esta situación se ve aún más

agravada en los países en desarrollo. Sin embargo, a pesar de la magnitud y

extensión del problema, éste ha permanecido invisible para los gobiernos, los

organismos internacionales preocupados por el desarrollo y para la sociedad

hasta avanzada la segunda mitad del siglo XX.

Las concepciones sobre el desarrollo se han ido modificando y enriqueciendo

para dar cuenta de los desafíos que impone una realidad vertiginosamente

cambiante. Desde visiones iniciales que equiparaban el desarrollo al

crecimiento económico a visiones más comprehensivas que colocan en el

centro de la definición a las personas y su bienestar y los contextos que

habilitan

...

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