Populismo Latinamericano
wilsonpuckler898 de Junio de 2013
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Populismo» es un concepto a la vez elusivo y recurrente. Pocos conceptos han sido más ampliamente usados en el análisis político contemporáneo y, sin embargo, pocos han sido definidos con menor precisión. Sabemos intuitivamen¬te a qué nos referimos cuando calificamos de populista a un movimiento o a una ideología, pero encontramos las mayores dificultades en traducir dicha intuición en concep¬tos. Esto ha conducido con frecuencia a una práctica ad hoc: continuar utilizando el término en forma puramente intuitiva o alusiva y renunciar a cualquier esfuerzo por desentrañar su contenido. David Apter, por ejemplo, afirma refiriéndose a los nuevos regímenes políticos del Tercer Mundo:
Lo que vemos hoy en el mundo es una gama de sistemas polí¬ticos adaptados. Incluso los más rígidos son débiles. Incluso los más monolíticos en sus formas tienden a la división en sus prácticas y a la dilución en sus ideas. Pocos son totalitarios, casi todos son populistas y, en un sentido real, fundamental¬mente predemocráticos antes que antidemocráticos.
Y a lo largo de su libro, pese a que el «populismo» de estos nuevos regímenes juega un papel importante en la carac¬terización de los mismos, Apter no intenta en ningún mo-mento determinar, con alguna seriedad, el contenido del concepto que emplea.
A la oscuridad del concepto empleado se une la inde¬terminación del fenómeno al que alude. ¿Es el populismo un tipo de movimiento o un tipo de ideología? ¿Y cuáles son sus fronteras? Para algunas concepciones debe limitársela a ciertas bases sociales precisas; para otras, «populismo» apunta a un 'rasgo común a fenómenos políticos tan dispares como el maoísmo, el nazismo, el peronismo, el nasserismo o el narodnichestvo ruso. Esta imprecisión es desafortunada y, ciertamente, contribuye poco al análisis científico de los fenómenos políticos. Adelantar algunas pro¬puestas que contribuyan a su superación es el objetivo cen¬tral de este ensayo. Se trata, por consiguiente, de un ob¬jetivo esencialmente teórico, en el que la referencia a mo¬vimientos «populistas» concretos tiene exclusivamente un sentido ejemplificatorio. Si bien los conceptos utilizados han sido elaborados pensando fundamentalmente en la experiencia latinoamericana, la validez de los mismos no se reduce, desde luego, a un contexto histórico o geográfico determinado. Discutiremos, en primer término, las diversas teorías relativas al populismo, en especial las funcionalistas, que han sido las más influyentes y conceptualmente • refinadas; pasaremos luego a proponer un esquema teórico alternativo, centrado en el concepto de interpelación popular-democrática; finalmente, adelantaremos algunas preci¬siones acerca de las características del proceso experimen-tado por los sistemas políticos latinoamericanos posterio¬res a 1930, que los ha hecho particularmente vulnerables a la movilización populista.
Podemos señalar cuatro enfoques básicos en la interpreta¬ción del populismo. Tres de ellos lo consideran a la vez como un movimiento y como una ideología. Un cuarto lo reduce a un fenómeno puramente ideológico.
Para un primer enfoque, el populismo es la expresión típica de una determinada clase social, y ésta caracteriza por consiguiente tanto al movimiento como a su ideología. ; Según el caso concreto que se tenga en mente se adjudicará el populismo a una clase social distinta. Así, para quienes ^focalizan su estudio en el narodnichestvo ruso del siglo XIX, el populismo sería esencialmente o bien una ideología campesina, o bien una ideología elaborada por intelectuales 'sobre la base de la exaltación de valores campesinos. Si se i privilegia el análisis del populismo norteamericano, se le] • considerará una ideología y una movilización típicas de una sociedad de pequeños granjeros opuestos a la vida urbana I y a la gran riqueza. Finalmente, en América Latina, donde la movilización de las masas urbanas ha adquirido con fre¬cuencia connotaciones populistas, ha sido considerado como expresión política e ideológica, ya sea de la pequeña burguesía, de los sectores marginales o bien de la burguesía nacional, que necesita movilizar a las masas en el curso de .un enfrentamiento parcial con las oligarquías locales y el imperialismo. Los inconvenientes de este tipo de interpre¬tación saltan a la vista elude el fenómeno que se intenta explicar. Si se quiere sostener que entre el varguismo, el movimiento de Bryan y el narodnichestvo hay al menos un rasgo en común, y que este rasgo es el populismo, es evi¬dente que la especificidad de éste debe buscarse fuera y no a partir de las bases sociales de dichos movimientos, que son totalmente disímiles. Si, por el contrario, se restringe el uso del concepto a movimientos que presentan una base social similar, se ha desplazado ilegítimamente el campo del análisis: hemos pasado a explicar un fenómeno distinto de ese «algo común» que se presenta en movimientos so¬ciales diferentes y la clarificación de cuya especificidad había constituido la tarea originaria. Esta ha sido, como veremos, la forma típica en que se ha escamoteado la es¬pecificidad del populismo. La operación se realiza normal, mente en tres pasos: 1) se parte de la percepción intuitiva del populismo como un rasgo común compartido por movi¬mientos políticos muy distintos y se determina a priori que dicho rasgo debe encontrar su explicación en las bases sociales de dichos movimientos; 2) se estudian, en consecuencia, movimientos populistas concretos y, en el curso de di¬cha investigación, se produce una peculiar transposición de; sentido: el populismo cesa de ser considerado un rasgo común a varios movimientos y se transforma en un concepto sintético que define o simboliza al conjunto de rasgos característicos del movimiento concreto que se estudia; 3) a'; partir de aquí, cuando se quiere volver a definir lo específico del populismo, el único camino consiste no ya en aislar un rasgo común a diversos movimientos, sino en comparar a dichos movimientos como tales y tratar de determinar lo que tienen en común a través de un procedimiento típica¬mente empirista de abstracción/generalización. Pero este intento, según lo dijimos, no lleva demasiado lejos, ya que los movimientos calificados de populistas difieren funda-mentalmente entre sí. Lo que generalmente se hace, en consecuencia, es continuar hablando de populismo sin de¬finirlo, con lo que nos encontramos nuevamente en el pun¬to de partida
Las dificultades que experimenta el esfuerzo por encon¬trar al populismo connotaciones de clase han conducido con frecuencia a una segunda concepción, que podríamos ca-lificar de nihilismo populista. De acuerdo con ella, «popu¬lismo» es un concepto vacío de contenido. Debe, en conse¬cuencia, ser eliminado «"del vocabulario de las ciencias so¬ciales y reemplazado por un análisis directo de los movi¬mientos hasta ahora calificados de populistas en función de su naturaleza de clase. Desde luego que el análisis de los fundamentos de clase de todo movimiento constituye la clave para detectar su naturaleza. Pero, cabría peguntarse, ¿es esto todo?, ¿el análisis de clase elimina realmente la pregunta relativa al populismo? Me parece evidente que no. Porque hay aquí, por lo menos, un problema no resuel¬to: y es que el «populismo» no es simplemente una catego¬ría analítica, sino un dato de la experiencia; es ese «algo común» que se percibe como componente de movimientos : base sqcial-totalmente divergente. Y aun cuando fuera una pura ilusión o apariencia habría que explicar la «ilu¬sión» o «apariencia» en cuanto tales. Peter Worsley ha pues-!to, en este sentido, el problema en sus términos exactos.
Puede suceder entonces que hablar del populismo corno un
género sea asumir lo que necesita demostración: que movimientos con rasgos muy diferentes, separados en el espacio, el tiempo y la cultura, poseen ciertos atributos cruciales que justifican el que se los subsuma consciente y analíticamente bajo la
rmisma rúbrica, «populistas», pese a las variaciones en sus otras
características. Si vamos a usar tal término, necesitamos especificar - cuáles son exactamente esos atributos cruciales, y no
asumir simplemente que el uso arbitrario de una palabra im-*.
plica ninguna semejanza, sociológicamente hablando, entre las ,
actividades a las que se ha adjudicado. Tal semejanza puede
no existir. Pero desde el momento en que la palabra ha sido
usada, la existencia de humo verbal bien puede indicar uq
fuego en alguna parte2. "~-
"V
Puede incluso aceptarse que el populismo es insuficiente ~~ para definir la especificidad concreta de cierto tipo de mo¬vimiento político, pero ¿es esto suficiente para negar que constituya un elemento abstracto del mismo? Estas son pre¬guntas que el nihilismo populista no puede responder. De ahí que este tipo de enfoque haya resultado insuficiente o insatisfactorio y que el «populismo», pese a su indefinición conceptual, haya continuado gozando de buena salud en las ciencias sociales.
Una tercera concepción intenta superar estas dificulta-? des a través de la restricción del término «populismo»?a la caracterización de una ideología y no de un movimiento. Los rasgos típicos de esta ideología serían su carácter anti statu quo, la desconfianza en los políticos tradicionales, la apelación al pueblo y no a las clases, el antiintelectualismo etcétera. El complejo ideológico así formado sería adopta-» do por movimientos sociales "de bases distintas, de acuerde» con procesos históricos
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