RESPONSABILIDAD SOCIAL EN EL PERÚ
londres2528 de Junio de 2014
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Hacer negocios en el Perú implica manejar toda una metodología de convivencia con la sociedad civil para evitar que se produzcan situaciones conflictivas y para obtener la mayor eficiencia posible. Si bien las empresas tienen un carácter evidentemente lucrativo, la relación con el entorno en el cual desarrolla sus actividades debe gozar de un clima de tranquilidad para que las inversiones realizadas generen riqueza y permitan el fortalecimiento institucional de la misma. En abril del 2011 existían 233 conflictos sociales y en el mes pasado la cifra casi se mantenía igual con 229 conflictos sociales en el Perú, muchos de ellos producto de promesas gubernamentales incumplidas, malas gestiones ediles o responsabilidades no asumidas por empresas privadas.
¿Es éste un entorno propicio para las inversiones?, ¿a qué se debe que muchos de estos conflictos sean producto de protestas contra empresas privadas?, ¿qué están haciendo estas empresas desde su posición para revertir esta dramática situación? La respuesta se resume en una sola cuestión, están apoyándose en un concepto que en un poco más de una década ha venido ganando terreno entre los despachos gerenciales: la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). Cada vez más empresas aplican este concepto a sabiendas que deberán desarrollar una serie de actividades que en teoría beneficiarán al entorno en general, es decir, al medio ambiente, a la población aledaña, a los empleados y a sí mismas.
Para entender en qué consiste este concepto lo definiremos, brindaremos algunos alcances de su aplicación y citaremos algunos ejemplos de estas iniciativas que han cosechado éxitos en el Perú.
La responsabilidad social empresarial en el Perú
La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) es definida como la contribución al mejoramiento de la sociedad por parte de las empresas que implica una gestión ética del negocio con inversiones a mediano y largo plazo y que sirven de complemento al desarrollo sostenible de ésta. Implica un compromiso continuo en el mejoramiento de la calidad de vida de sus empleados, de sus familias, de la comunidad local y de la sociedad en general. Es entendida también como el conjunto de acciones que toman las empresas para que sus actividades tengan repercusiones positivas en la sociedad y a la vez que refuercen los valores y principios en los que se rigen.
La Responsabilidad Social Empresarial implica un compromiso legal y ético. Legal porque debe cumplir las leyes y ético porque los límites de esta contribución de las empresas no son de carácter obligatorio, es por eso que del cumplimiento de sus ofrecimientos depende mucho la credibilidad y el prestigio de la misma ante el público receptor de los beneficios incumplidos y ante sus clientes en general si tiene repercusiones mediáticas. Hablamos de una ética de la responsabilidad frente a los diferentes grupos de interés o stakeholders (clientes, empleados, proveedores, propietarios o accionistas y sociedad). Esto se debe a que la empresa diariamente toma decisiones que afectan de alguna manera los intereses de estos, es por eso que deben ser tomados en cuenta en el preciso momento de la toma de decisiones de forma satisfactoria para todos y de la manera más prudente posible.
Las empresas deben generar un marco de confianza para que la sociedad en su conjunto se desarrolle en todos sus aspectos. Hay que tener en cuenta que este marco de confianza debe convertirse en un elemento básico para que éstas aumenten y sostengan su competitividad. Por ejemplo, la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE) presentó un código de conducta suscrito por empresas consideradas de mediana y gran minería en el año 2003 que abarcaba ocho rubros sobre temas como salud, seguridad laboral, transparencia, equidad, diálogo, respeto a la diversidad de etnias y la protección y conservación del ambiente. Paradójicamente este sigue siendo uno de los sectores más cuestionados a pesar de ubicarse, según un reciente estudio de Centrum Católica y Perú 2021, en el primer y segundo puesto en RSE de un total de doce. Es muy posible que las empresas comprendidas en este sector deban tener en cuenta que la RSE debe girar en torno a una mayor interdependencia, a la necesidad de recuperar y aumentar la confianza, a la potenciación de la competitividad y de su desarrollo ético, acorde a las expectativas depositadas por la sociedad en éstas.
Hay que separar la paja del trigo y aclarar que la RSE no es lo mismo que los difundidos conceptos de filantropía empresarial o de la inversión social. La RSE busca obtener beneficios para sus grupos de interés (stakeholders) para obtener mejoras para ellos en un mediano o largo plazo. Los principales beneficios de aplicar RSE son la mejora de la imagen institucional de la empresa, el incremento de sus utilidades, una mejora en el rendimiento financiero y la reducción de los costos operativos. Esta receta es ideal si se aplica en países como el Perú que buscan insertarse entre las principales economías de la región.
En esa misma línea existen motivaciones que impulsan a que cada vez más empresas se sumen a practicar la RSE. Una se produce porque las empresas que tienen en cuenta el manejo del medio ambiente y las prácticas sociales generan más valor para sus accionistas, es decir, el mercado las está valorando más que a las que no practican la RSE. Otra motivación proviene de parte de los consumidores, quienes ven con buenos ojos a las empresas que demuestran interés en aportar en el desarrollo de determinados temas sociales y como “malos” a aquellas cuyo comportamiento dañino ha producido algún efecto negativo en la sociedad, en el medio ambiente o en la salud, siendo el castigo, no favorecerla con su decisión de compra. Lo tercero es que mejora la productividad de los trabajadores, creando las condiciones adecuadas para que la empresa marche por el buen andar tanto interna como externamente en sus relaciones; y por último, un comportamiento social favorable permite a las empresas demandar “precios Premium” y convertirse en sujetos de crédito atractivas para las entidades del sistema financiero. Con todo este paquete motivacional resulta tentativo aplicar esta nueva concepción de la RSE.
Después de analizar las motivaciones veamos ahora lo que plantean algunos autores sobre las razones por las cuáles las empresas deben asumir la RSE. En primer lugar se menciona que hay razones de justicia, en el sentido de que los stakeholders o grupos de interés (empleados, clientes, proveedores, accionistas y sociedad en general) no deben ser instrumentalizados, es decir deben ser tratados de forma digna procurando el bienestar de todos y de cada uno de los involucrados; en segundo lugar habría razones de prudencia, ya que es mejor para una empresa realizar sus actividades en un entorno sin conflictos, donde prime la cooperación y se respeten las normas básicas del mercado; y por último, en tercer lugar están las razones de eficiencia, las cuales tienen que ver con los beneficios económicos y la buena imagen que acarreará en el público la aplicación de la RSE.
Pero, ¿cómo convencer a las empresas o más precisamente a los empresarios que el aplicar la RSE les será beneficiosa en el mediano o largo plazo? Lo ilustraré con un ejemplo. El Grupo Apoyo a través del Instituto Apoyo (organización sin fines de lucro) llevó a cabo un programa que bautizó como “Matemáticas para Todos” a través del cual capacitó docentes, donó libros a los alumnos y con su ejemplo logró que varias empresas se sumaran a esta ejemplar iniciativa. Este programa fue un éxito y el Grupo Apoyo, además de apoyar en la educación de un numeroso grupo de niños volviéndolos más competitivos, ganó una serie de reconocimientos que alzaron su marca a nivel internacional. Solamente su página web acumuló hasta el año 2004 siete premios y su experiencia fue difundida en dos conferencias de alcance mundial donde el Instituto Apoyo compartió con otras empresas el trabajo realizado en el Perú, principalmente entre las poblaciones más vulnerables y con menos recursos económicos.
Pero así como este ejemplo hay muchos. Otro caso es el del Grupo Telefónica del Perú, quienes entre sus stakeholders está la sociedad, para ella señala como principales herramientas a las inversiones en zonas de bajos recursos para que formen parte de sus operaciones, respondiendo a una visión inclusiva de la empresa. Al mismo tiempo, ya para el año 2008 había implementado los Programas ABC, Generaciones Interactivas, Proniño, Intégrame y el Proyecto Promesa Empleado, además de una serie de promociones que se nos anuncian a través de los medios de comunicación que se traducen en satisfacción del cliente, capacitación a proveedores, campañas de reciclaje de equipos móviles en desuso entre una larga lista de etcéteras. Si a todo esto le sumamos la Fundación Telefónica que anualmente apoya distintas iniciativas culturales, educativas, científicas y de otras índoles orientadas al desarrollo y progreso de la sociedad veremos por qué es que este grupo empresarial estaba empezando a cambiar su imagen en los últimos años y hasta la actualidad aparece como una de las empresas más atractivas para iniciar una línea de carrera para cualquier joven profesional. No obstante esta empresa ha sido objetivo de la crítica debido a acusaciones de impuestos impagos, malas prácticas laborales y problemas de diverso origen, pero ese tema será lo trataremos en otra ocasión. Las evidencias apuntan
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