ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

RESUMEN COMUNICACIÓN II, 2DO PARCIAL


Enviado por   •  16 de Octubre de 2016  •  Síntesis  •  3.021 Palabras (13 Páginas)  •  252 Visitas

Página 1 de 13

RESUMEN COMUNICACIÓN II, 2DO PARCIAL

Benedict Anderson: “Comunidades imaginadas”

Transformación en la historia del marxismo y de los movimientos marxistas. Las señales más visibles son las guerras entre Vietnam, Camboya y China, las cuales tienen una importancia histórica mundial porque son las primeras que ocurren entre regímenes de independencia y credenciales revolucionarias. Desde la segunda Guerra Mundial, toda revolución triunfante se ha definido en términos nacionales, y al hacerlo así se han arraigado en un espacio territorial y social heredado del pasado pre-revolucionario. Eric Hobsbawn afirma: “los movimientos y los Estados marxistas han tendido a volverse nacionales no sólo en la forma sino también en la sustancia, es decir, nacionalistas”. Muchas naciones antiguas, que se creían plenamente consolidadas, se ven desafiadas por “sub” nacionalismos dentro de sus fronteras, es decir, nacionalismos que naturalmente sueñan con desprenderse del sufijo “sub”. Esto demuestra que el fin de la era del nacionalismo, anunciado durante mucho tiempo, no se encuentra cerca. En efecto, la nacionalidad es el valor más universalmente legítimo en la vida política de nuestros tiempos. Acerca de una teoría del nacionalismo: Seton-Watson afirma que no puede construirse una definición científica de la nación, pero que el fenómeno ha existido y existe. Tom Nairn, señala que la teoría del nacionalismo representa el gran fracaso histórico del marxismo. Sería más correcto afirmar que el nacionalismo ha sido una anomalía incómoda para la teoría marxista, y por esa razón, se ha eludido en gran medida, antes que confrontado. Este libro trata de ofrecer sugerencias para llegar a una interpretación de la anomalía del nacionalismo. S El punto de partida del autor es afirmar que la nacionalidad, o la calidad de nación, al igual que el nacionalismo, son artefactos culturales de una clase en particular. Tratará de demostrar que la creación de esos artefactos, a fines del siglo XVIII, fue la destilación de un cruce complejo de fuerzas históricas discretas; pero que una vez creados, se volvieron modulares, capaces de ser trasplantados a una gran diversidad de terrenos sociales, de mezclarse con una amplia diversidad de constelaciones políticas e ideológicas. Los teóricos se han sentido desconcertados ante 3 paradojas en función por definir el concepto de nación: 1) la Modernidad objetiva de las naciones a la vista del historiador, frente a su antigüedad subjetiva a la vista de los nacionalistas 2) la universidad formal de la nacionalidad como un concepto sociocultural –en el mundo moderno todos tienen y deben tener una nacionalidad-, frente a la particularidad irremediable de sus manifestaciones concretas 3) el poder político de los nacionalismos, frente a su pobreza e incoherencia filosófica. El nacionalismo no ha producido jamás sus propios pensadores. Parte de la dificultad es que tendemos inconscientemente a personificar la existencia del Nacionalismo y a clasificarla como una ideología. Benedict dice que se facilitarían las cosas si pusiéramos al nacionalismo en a misma categoría que parentesco o religión, no es la del liberalismo o fascismo. Con un espíritu antropológico propone la siguiente definición de nación: “una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana”. Es imaginada porque aún los miembros de la nación más pequeña no conocerán jamás a todos sus compatriotas. La nación se imagina limitada porque incluso la mayor de ellas, tiene fronteras finitas, aunque elásticas, más allá de las cuales se encuentran otras naciones. Se imagina soberana porque el concepto nació en una época en que la Ilustración y la Revolución estaban destruyendo la legitimidad del reino dinástico jerárquico, divinamente ordenado. Las naciones sueñan con ser libres y con serlo directamente en el reinado de Dios. La garantía y el emblema de esta libertad es el Estado soberano. Por último, se imagina como comunidad porque la nación se concibe como un compañerismo profundo, horizontal. Sin embargo, sería tonta la concepción de las comunidades de naciones imaginadas como algo que simplemente surgió de las comunidades religiosas y los reinos dinásticos para sustituirlos. Debajo de la declinación de las comunidades y las lenguas estaba ocurriendo un cambio en los modos de aprehensión del mundo que permitía “pensar” a la nación. Para tener una idea de este cambio, hay que pasar a las representaciones visuales de las comunidades sagradas. Afrontamos un mundo donde la representación de la realidad imaginada era predominantemente visual y auditiva. Podríamos entender mejor la importancia de esta transformación, para el surgimiento de la comunidad imaginada de la nación si consideramos la estructura básica de dos formas de imaginación que florecieron en el siglo XVIII: la novela y el periódico. Estas formas proveyeron los medios técnicos necesarios para la representación de la clase de comunidad imaginada que es la nación. La novela es un instrumento para la presentación de la simultaneidad en “tiempo homogéneo, vacío”. La idea de un organismo sociológico que se mueve a través del tiempo homogéneo, vació, es un ejemplo preciso del la idea de nación, que se concibe también como una comunidad sólida que avanza de un lado a otro de la historia.

Edward Said: “Orientalismo”

Introducción. Oriente era casi una invención Europea. Ahora estaba desapareciendo, en cierto sentido había existido, pero su momento ya había pasado. Lo principal para el visitante europeo era la representación que Europa tenía de Oriente y de su destino inmediato. Los americanos no sienten lo mismo acerca de Oriente, al que tienden a asociar con el extremo Oriente (China y Japón). Al contrario de los americanos, los franceses y británicos, han tenido una larga tradición en lo que llamaré orientalismo, que es un modo de relacionarse con Oriente, basado en l lugar especial que éste ocupa en la experiencia europea occidental. Oriente es la región en la que Europa ha creado sus colonias más grandes, ricas y antiguas, es la fuente de sus civilizaciones, s contrincante cultural y la mejor representación de “lo otro”. Oriente ha servido para que Europa se defina en contraposición a su imagen: oriente es una parte integrante de la civilización y de la cultura material europea. En contraposición, el conocimiento que América tiene de Oriente parece considerablemente menos denso; aunque la creciente expansión de USA en Oriente próximo ha influido en nuestro conocimiento de esta región. Cuando hablamos de orientalismo nos referimos a bastantes cosas; por ejemplo alguien que escribe, habla o investiga sobre Oriente es un orientalista, y lo que hace es orientalismo. Existe un significado más general del término orientalismo: estilo de pensamiento que se basa en la distinción ontológica y epistemológica que se establece entre Oriente y Occidente. Un 3er significado de orientalismo, que se define de una manera más histórica y material. Si tomamos como punto de partida el final del siglo XVIII, el orientalismo se puede describir como una institución colectiva que se relaciona con Oriente, relación que consiste en hacer declaraciones sobre él, adoptar posturas al respecto, colonizarlo y decidir sobre él. El orientalismo es un estilo occidental que pretende dominar, reestructurar y tener autoridad sobre Oriente. Debemos utilizar la noción de discurso de Foucault para definir el orientalismo. Oriente no es un tema sobre el que se tenga libertad de pensamiento. Esto no significa que el orientalismo tenga que determinar lo que se puede decir sobre Oriente, pero sí que constituye una completa red de intereses que se aplica en cualquier ocasión en que Oriente se plantea. ¿Cómo ocurre ese proceso? Eso es lo que el libro intenta exponer. También pretende demostrar cómo la cultura europea adquirió fuerza e identidad al ensalzarse a sí misma en detrimento de Oriente, al que consideraba una forma inferior y rechazable de sí misma. Hablar de orientalismo es hablar, principalmente, de una empresa cultural británica y francesa, de la relación que tuvieron ambos países con Oriente. Desde el siglo XIX, hasta fines de la 2da Guerra Mundial, Francia y GB dominaron Oriente y el orientalismo; desde la 2da Guerra Mundial, América lo ha dominado del mismo modo que ambos países lo hicieron anteriormente. Said asume que Oriente no es una realidad inerte de la naturaleza. Cita a Vico en su observación sobre que todos los hombres hacen su propia historia, lo que ellos pueden conocer es aquello que han hecho. Oriente es una idea que tiene una historia y una tradición de pensamiento. El autor expone puntualizaciones: 1) sería un error concluir que Oriente fue esencialmente una idea o una creación sin su realidad correspondiente. El fenómeno del orientalismo tal como es estudiado por Said trata de la coherencia interna del orientalismo y sus ideas sobre Oriente. 2) las ideas, culturas e historias no se pueden entienden ni estudiar seriamente sin estudiar al mismo tiempo sus configuraciones de poder. La relación entre Oriente y Occidente es una relación de poder, y de dominación: Occidente ha ejercido diferente grados de hegemonía sobre Oriente. 3) no hay que creer que el orientalismo es una estructura de mentiras que se desvanecería si dijéramos la verdad sobre ella. Cree que el orientalismo es más valioso como signo del poder europeo-analítico que como discurso verídico sobre Oriente. No es una fantasía que creó Europa sobre él. Gramsci distingue sociedad civil y política, la cual la primera está formada por afiliaciones voluntarias, no coercitivas (escuela, familia), y la segunda por instituciones estatales (ejército, policía) cuya función dentro del Estado es la dominación directa. La cultura, funciona en el marco de la sociedad civil, donde la influencia se ejerce a través del consenso. En cualquier sociedad, ciertas formas culturales predominan sobre otras, la forma que adopta esta supremacía cultural es lo que el autor llama hegemonía. Es esta hegemonía (o efectos de la hegemonía cultural) lo que fa al orientalismo la fuerza y durabilidad que posee. El componente principal de la cultura europea es aquel que contribuye a que esta cultura sea hegemónica dentro y fuera de Europa: la idea de una identidad europea superior a todos los pueblos no europeos. El examen imaginario de las realidades de Oriente se basaba en una conciencia occidental soberana. A partir de la posición central de esta conciencia surgió un mundo oriental, primero de acuerdo a las ideas generales sobre quién o qué era un oriental, y después de acuerdo a una lógica detallada. El autor plantea que sus dos temores son la distorsión y la inexactitud de las generalizaciones demasiado dogmáticas y por una concentración positivista. Propone tratar 3

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (19 Kb)   pdf (113.7 Kb)   docx (15.2 Kb)  
Leer 12 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com