Urbanismo Moderno
German15023 de Junio de 2013
7.551 Palabras (31 Páginas)1.799 Visitas
El Urbanismo en la Ciudad Moderna.
Las ciudades han crecido en forma desmedida dejando de lado, en ocasiones aspectos básicos del planeamiento urbano menoscabando, la calidad de vida tanto de los habitantes de la misma como de las personas que se encuentran en transito por ella el explosivo aumento demográfico que ha sufrido nuestro planeta se ha transformado en una vorágine de edificación sin patrones armónicos y poco solidarios con el transeúnte, de esta manera, no es difícil encontrar calles encajonadas por enormes edificios de departamentos, provocando, además de espacios poco gratos para ser vividos, un menoscabo importante en la privacidad, bien cada vez mas escaso en nuestra sociedad . es así como las grandes urbes se presentan como bloques construidos, luchando por la supremacía ante sus más cercanas dejando de lado espacios de primera necesidad y cada vez mas escasos como grandes parques y áreas verdes, las que entregan una instancia de escape ante el movimiento incesante de la ciudad .
todos sabemos, o por lo menos, deberíamos hacerlo, que al momento de planificar un centro poblado existen normas que rigen el diseño urbano, debiendo respetar actividades propias del lugar, costumbres y un sin fin de aspectos como la geografía, el clima, el asoleamiento, entre otros, los que por motivos económicos son dejados en el baúl de los recuerdos, desconociendo a la vez al actor más importante en esta obra, a la persona, ya que es esta quien usa, necesita y vive la ciudad.
Como conclusión es posible decir que tanto las autoridades como los profesionales de la construcción, entre los que me incluyo, debemos ser más consientes y no pretender sólo hacer carrera a costa de los demás.
Ciudad Moderna: El urbanismo del siglo XX
Las naciones anglosajonas respondieron de forma similar a la necesidad de mejorar las condiciones de vida de las ciudades. Empezaron por regular las condiciones sanitarias y la densidad de las casas de vecindad. Surgió entonces un movimiento a favor de una postura más global y a largo plazo, y de un proceso de urbanismo que examinara y controlara las muchas fuerzas que afectan a las ciudades modernas.
A principios del siglo XX se tomaron importantes medidas para formalizar leyes que siguieron principios urbanísticos. En 1909 Gran Bretaña aprobó una Ley de Urbanismo que autorizaba a las autoridades locales a preparar programas que controlaran el desarrollo urbano. También en 1909 se celebró en los Estados Unidos el Primer Congreso Nacional sobre Urbanismo, ejemplo que pronto siguieron la mayoría de países desarrollados una nueva era dentro del urbanismo.
Desde la década de 1930 los gobiernos nacionales y regionales intervinieron de forma más enérgica en la planificación urbana. Para fomentar el desarrollo económico de las regiones más necesitadas, el Reino Unido autorizó el nombramiento de una serie de comisarios especiales con amplios poderes. Gran Bretaña, Francia, los Países Bajos, España y otros países europeos llevaron a cabo muchos e importantes proyectos de viviendas. En los Estados Unidos, el presidente Franklin Delano Roosevelt, en su programa del New Deal, estableció una Oficina de Obras Públicas para estudiar las inversiones, un Comité de Planificación Nacional para coordinar el desarrollo a largo plazo y un programa que dio como resultado tres ciudades de cinturón verde. En España, durante la II República, a partir de 1931, se alentaron planes de renovación urbanística, que transformaron el aspecto en numerosos barrios y distritos, especialmente en Madrid y Barcelona.
Tendencias actuales del urbanismo
Frente a todas esas teorías tradicionalistas y progresistas, más o menos utópicas, el mundo se ha llenado en los últimos años de un urbanismo elemental, feo y ramplón, que si bien presenta en algunas facetas una cierta influencia de las teorías urbanísticas de actualidad, sobre todo de la de los urbanismos teóricos, se observa en seguida que existen otros factores que han influido en la concepción y desarrollo de estos proyectos. Ese factor decisivo y configurador de las ciudades de hoy es el dinero. El dinero, pero no considerado como medio, sino como fin de lucro. Para que un plan urbano pueda ser realizable tiene que tener una fundamentación económica, entendido por economía la ciencia de obtener un trabajo con el mínimo consumo energético, pero nada tiene eso que ver con el lucro dinerario. En el urbanismo de nuestras ciudades se está dando el contrasentido de que las reformas y ampliaciones, que son disparatadamente antieconómicas, se están realizando a punta de buenos negocios. La especulación del suelo y la construcción inmobiliaria, en los países capitalistas, y en la subordinación de todo el mundo al factor económico de los buenos negocios, es, sin duda, la causa principal de estas inhumanas ciudades que padecemos. Con una circulación rodada agobiante, con densidades de habitantes por hectárea dobles o triples a las correctas para una grata convivencia, con una atmósfera poluta irrespirable, etc.
Una cierta soberbia científico-técnica, muy característica de nuestro tiempo, y que en el fondo es impotencia, hace que se reaccione ante estos problemas de una forma elemental, frontal, directa, sin siquiera intentar eludirlos con un nuevo planteamiento.
A última hora están proliferando soluciones teóricas de tipo progresista técnico de una concepción delirante a base de suponer ciudades de 60 millones de habitantes (megalópolis) colgadas en el espacio o bien subterráneas, para dejar libre la superficie de la Tierra.
Los japoneses, que sienten de una manera acuciante la falta de territorio para poder asentar su enorme población surgida de un gran crecimiento demográfico, son los más interesados en encontrar soluciones de este tipo, aunque también arquitectos norteamericanos, franceses o ingleses están proponiendo soluciones utópicas, casi infantiles, a fuerza de querer que sean mecanizadas y electrónicas. De otra parte, sociólogos, economistas, higienistas, et., han planteado el problema de la ciudad humana, pero que aunque presentan algunos principios interesantes, dignos de tenerse en cuenta para proyectar la ciudad del futuro, no parece que puedan tener unas formulaciones técnicas y gráficas indispensables para su ejecución.
Congreso Internacional de Arquitectura Moderna
El Congrès International d'Architecture Moderne (También conocido como CIAM o Congreso Internacional de Arquitectura Moderna), fundado en 1928 y disuelto en 1959, fue el almacén de ideas del movimiento moderno (o Estilo internacional) en arquitectura. Constó de una organización y una serie de conferencias y reuniones.
Formación y miembros
En el siglo XX abundan los manifiestos en los que el término "arquitectura como un arte social" se repite. Entre los muchos asuntos que llaman nuestra atención están los conceptos y los edificios de arquitectos asociados con el CIAM, fundado en junio de 1928 en el castillo de la Sarraz en Suiza, por un grupo de 28 arquitectos europeos organizado por Le Corbusier, Hélène de Mandrot (propietaria del castillo), y Sigfried Giedion (el primer secretario general).
Otros miembros fundadores fueron Karl Moser (primer presidente), Victor Bourgeois, Pierre Chareau, Josef Frank, Gabriel Guevrekian, Max Ernst Haefeli, Hugo Häring, Arnold Höchel, Huib Hoste, Pierre Jeanneret (primo de Le Corbusier), André Lurçat, Ernst May, Fernando García Mercadal, Hannes Meyer, Werner Max Moser, Carlo Enrico Rava, Gerrit Rietveld, Alberto Sartoris, Hans Schmidt, Mart Stam, Rudolf Steiger, Henri-Robert Von der Mühll, y Juan de Zavala.
El Lissitzky, Nikolai Kolli y Moisei Ginzburg fueron los delegados soviéticos, ya que para la conferencia de la Sarraz no pudieron conseguir visados.
Otros miembros y participantes notables fueron Alvar Aalto, Paul Lester Wiener y Hendrik Petrus Berlage. En 1931, Harwell Hamilton Harris fue elegido secretario americano del CIAM.
Influencias
La organización era enormemente influyente. No sólo fue destinada a formalizar los principios arquitectónicos del movimiento moderno, sino que también vio la arquitectura como una herramienta económica y política que se podría utilizar para mejorar el mundo mediante el diseño de edificios y el urbanismo.
En el cuarto congreso, llevado a cabo en 1933, el grupo hizo la Carta de Atenas, un documento que adoptó un concepto funcional de la arquitectura moderna y del urbanismo que era único y provocativo. La carta, publicada en 1942, proclamaba que los problemas a los que se enfrentaban las ciudades se podrían resolver mediante la segregación funcional estricta, y la distribución de la población en bloques altos de apartamentos en intervalos extensamente espaciados. Las ideas fueron adoptadas ampliamente por los urbanistas en la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial, aunque para entonces los miembros del CIAM tenían dudas sobre algunos de los conceptos.
Al mismo tiempo que los miembros del CIAM viajaban por todo el mundo tras la guerra, muchas de sus ideas se extendieron fuera de Europa, especialmente a los EEUU. Desafortunadamente, la puesta en práctica de muchas de las ideas fue mal ejecutada frecuentemente durante la posguerra, a menudo debido
...