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Crisis de la modernidad


Enviado por   •  17 de Junio de 2023  •  Ensayos  •  1.619 Palabras (7 Páginas)  •  82 Visitas

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Actividad 5. Crisis de la modernidad.

        La figura del mundo, cuatro siglos más tarde, viene acompañada de cierta incomodidad consecuencia de un desencanto, según Villoro. Se presenta otra faceta que pone en entredicho el papel de la modernidad. El pensamiento moderno fue un gran paso hacia la emancipación del hombre. Empezó a dominar la naturaleza y, de manera general, se atrevió a erigirse en autor de su propia obra. La razón en el pensamiento del hombre le liberó de los prejuicios y le acercó a la crítica de las costumbres, reivindicando para él la dignidad y la excelencia. En la mayoría de las culturas, la modernidad conserva su papel como proyecto para superar la escasez, la opresión y la oscuridad de las formas de vida tradicionales. La modernidad se entiende como el dominio racional sobre la naturaleza y la sociedad; conduce al remplazo de las antiguas maneras de pensar.

        Sin embargo, en la mayor parte de los países del mundo, con su posición económica variopinta, la figura moderna del mundo empieza a entrar en crisis.

        A partir del Renacimiento, el hombre comenzó a verse a sí mismo como el agente de la naturaleza, como su dominador, adquiriendo un enorme poder en el camino. Pese a esto, no se vislumbra ningún vestigio de una utopía Renacentista. Su obra obedeció a la codicia y a su afán de dominio. La naturaleza sirvió a nuestras necesidades a través de su sacrificio, viéndose sometida al capricho humano y sometiéndose al a simple instrumento de sus intereses. La destrucción de la naturaleza obedecía a la reducción del mundo como un simple material que debe ser dominado; las cosas adquieren el sentido que el sentido humano les atribuye. El hombre les exige que se plieguen al lugar que les señala el discurso que les impone, por lo que ni siquiera se pregunta si su vida tiene un sentido propio.

        Ocurre algo similar con la concepción de la historia. La creencia en un progreso histórico, para Villoro, difícilmente pude ser compartida a fines del siglo XX. El capitalismo condujo a sociedades más racionales, pero también a la enajenación en el intercambio de mercancías, a la explotación laboral, al hiperconsumismo y a la vejación de los valores de solidaridad, justicia e igualdad sociales. Incluso en los países más desarrollados subsisten el desempleo permanente, la humillación de las desigualdades sociales; subsiste en todo el mundo la miseria y la opresión. El fracaso de las revoluciones socialistas y de los Estados burocráticos no ha podido elevar la fe en el progreso de la historia hacia la realización de un proyecto emancipador, creencia básica del pensamiento moderno. Por el contrario, se eleva la sensación de que la “fortuna” siempre es capaz de vencer la “virtud” de los hombres.

        El predominio de la racionalidad instrumental operó el control de las fuerzas sociales. La sociedad moderna, según Villoro, se rige por un cálculo racional que determina cuales son los procedimientos más eficaces para lograr metas libremente proyectadas y subordina el comportamiento social a su realización. Esto racionalización comprende a una economía regulada, al ordenamiento abstracto de una legislación y al aparato burocrático del Estado que controla la vida pública. Las regulaciones burocráticas priorizan poco más que garantizar el funcionamiento regular de la sociedad y las leyes del mercado.

        Ante el fracaso del totalitarismo, la sociedad más racional tiende a devenir en una sociedad democrática, cuya naturaleza implica la liberación de la arbitrariedad de las decisiones públicas. A pesar de esto, la democracia vigente apunta a una naturaleza distinta. El político moderno se limita a vigilar el cumplimiento de las reglas establecidas que permiten el funcionamiento de la sociedad a modo de un sistema autorregulado. En los países desarrollados, la política se encomienda al mantenimiento de la maquina regulada de la sociedad. Así, el individuo participa cada vez menos en las decisiones públicas; se limita, el individuo, a seleccionar a las personas encargadas de mantener el sistema. El papel del hombre común se reduce al del papel de consumidor que el sistema le otorga.

        En la sociedad racionalizada, el individualismo condujo a la doctrina de los derechos humanos, conquista ligada al acceso del hombre a su “mayoría de edad”. El individualismo fue inseparable del reconocimiento de la dignidad humana. Con el desarrollo capitalista, esta ideología dio lugar a dos maneras de concebir al individuo, según Villoro. En primera instancia, la persona privada, quien solo se rige por intereses egoístas, concibe a la sociedad solo como el mercado en que compiten los intereses particulares. Luego, para el hombre masa, al reducirse la sociedad a la suma de sus individuos, queda sola la persona frente al sistema abstracto que la regula y la controla. Los individuos son homogéneos en cuyo conjunto todos sus integrantes, intercambiables, son esclavos de estos pequeños intereses personales.

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