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Escuela Biblica


Enviado por   •  22 de Abril de 2013  •  5.170 Palabras (21 Páginas)  •  323 Visitas

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36. EL INTUICIONISMO. Jonathan Dancy

|Peter Singer (ed.), Compendio de Ética |

|Alianza Editorial, Madrid, 1995 (cap. 36, págs. 555-566) |

Entre las décadas de 1860 y 1920 el término «intuicionismo» era sinónimo de pluralismo, la concepción según la cual existe un gran número de principios morales diferentes que no pueden disponerse en orden de importancia general para contribuir así a resolver los conflictos entre ellos. Un pluralismo de este tipo contrastaría naturalmente con el utilitarismo. Los utilitaristas (por ejemplo, J. 5. Mill) intentaron defender la existencia de un único Principio Supremo. Pero en la actualidad se considera intuicionista a alguien que afirma una concepción particular sobre la forma en que llegamos a determinar qué acciones son correctas y cuáles incorrectas. Los Intuicionistas en este sentido afirman que aprehendemos los principios morales básicos por intuición, algo en lo que se puede creer sin pensar que exista más de un principio semejante. Por poner un ejemplo destacado, Henry Sidgwick era utilitarista pero pensaba que los principios básicos que suscribía se captaban mediante intuición. Afirmaba que eran autoevidentes, entendiendo por lo cual que sólo había que considerarlos para reconocer su verdad.

Fue la obra de W. D. Ross y de H. A. Prichard en los años treinta la que reunió los dos sentidos del intuicionismo, pues ambos autores eran pluralistas -es decir, intuicionistas en la antigua acepción- y estaban comprometidos con un tipo de conocimiento especial -es decir, eran intuicionistas en la nueva acepción (en esto se acercaban a la posición del precursor del intuicionismo moderno, Richard Price, que escribió doscientos años antes). Para estos autores existían muchos principios morales verdaderos, todos los cuales los conocemos por intuición (es decir, que los consideraban autoevidentes). Ross expone sus argumentos en favor del pluralismo en el artículo 18, «Una ética de los deberes prima facie», y no voy a repetirlos aquí. Lo que a mí me interesa ahora es la tesis de que los principios son conocidos por intuición. Hay aquí dos ideas a diferenciar, primero que los principios morales son un tipo de cosas que pueden ser verdaderas y conocidas, y segundo que son conocidas de manera especial y no habitual, quizás incluso por una facultad especial denominada intuición moral.

Ambas cosas son discutibles. Muchos pensadores (a menudo denominados no cognitivistas) afirman que las actitudes morales no son verdaderas o falsas, pues no hay nada que las convierta en correctas o incorrectas. Una actitud moral es una expresión de la posición moral del individuo, y como tal puede ser sincera o insincera en sí y congruente o incongruente con otra semejante, pero difícilmente equivocada o correcta. Si las actitudes morales no pueden ser verdaderas o falsas, no deberíamos pretender que ninguna actitud semejante constituye conocimiento, pues el conocimiento es sólo de lo que es verdadero. Así pues, de acuerdo con esta concepción, los principios morales no pueden ni ser verdaderos ni conocidos. Ross y Prichard defendieron sin embargo que existen hechos sobre lo que es moralmente correcto e incorrecto, y que nuestra aprehensión de algunos de estos hechos es lo suficientemente firme como para merecer el apelativo de conocimiento. Esta segunda tesis es incluso más discutible. Si existen estos hechos morales, ¿cómo llegamos a conocerlos? La afirmación de que se conocen por intuición parece sugerir que tenemos una facultad moral que nos revela la verdad moral de forma parecida a como nuestros ojos revelan verdades acerca de nuestro entorno. Si pensásemos esto, tenderíamos a acusar de ceguera moral a quienes disienten moralmente de nosotros; su facultad moral no gozaría de buena salud, como se comprueba en el hecho de que sus ideas difieren de las nuestras. Pero a falta de una explicación de cómo opera supuestamente esta facultad, la idea es misteriosa; no es de extrañar que los filósofos solieran quejarse de que hablar de intuición moral no es más que un intento de otorgar una autoridad a nuestra propia opinión moral que no estamos dispuestos a conceder a la de los demás.

Voy a comenzar con la noción de sentido o facultad moral denominada intuición. Antes de criticar a los intuicionistas conviene tener claro cuales fueron realmente sus ideas. En primer lugar, ¿qué era lo que, según Ross, podemos conocer por intuición? Como expliqué en el ensayo antes citado, Ross pensaba que el conocimiento moral surge por vez primera cuando advertimos un rasgo de la situación en que nos encontramos que supone una diferencia moral sobre nuestra forma de comportarnos en ella; una razón para que no te diga lo que en realidad pienso sobre tu matrimonio es que tendría que molestarte. Este conocimiento es el conocimiento de algo que importa aquí; al principio su relevancia se limita al caso en que nos encontramos. Pero inmediatamente advertimos que lo que aquí importa debe importar de la misma manera allí donde se dé; descubrimos un principio moral mediante inducción intuitiva a partir de lo que contiene el caso inicial. Ross decía que los principios que llegamos a conocer son para nosotros autoevidentes, pero con esto sólo quiere decir que no necesitamos nada más para constatar su verdad como guías generales para nuestra conducta que lo que tenemos en el caso planteado. No significa que podamos descubrir si un principio es o no verdadero simplemente reflexionando sobre él.

¿De qué modo supone esta explicación que tengamos una facultad misteriosa de intuición moral? (Ross utilizó en contadas ocasiones el término intuición».) Esta explicación asigna dos lugares a esta facultad. La segunda se encuentra el en tránsito desde lo que consideramos relevante para nuestra acción aquí a la idea de que el mismo rasgo es relevante de la misma manera por doquier. Ross considera este tránsito similar al que realizamos cuando la consideración de un argumento particular nos ayuda a ver que cualquier argumento de esa forma es válido (repárese en que la noción de intuición aparece en Ross precisamente por transición lógica denominada inducción intuitiva»). La mayoría consideraría bastante inocuo este tipo de generalización; sería difícil sugerir que para operar con ella necesitamos una facultad especial. Así pues, cuando la intuición propiamente dicha supuestamente se da debe de ser en una etapa anterior, cuando constatamos cierto rasgo en la situación como un rasgo relevante para lo que debemos hacer. La idea es que silo que sucede es aquello que decidimos para permitir que ese rasgo nos influya, no hay ningún problema. Sólo se plantea el problema cuando decimos que hay un elemento en esta situación- la relevancia de este rasgo- que discernimos de algún modo y que nosotros

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