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La Incidencia En Politica Educativa


Enviado por   •  18 de Marzo de 2015  •  5.110 Palabras (21 Páginas)  •  254 Visitas

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La incidencia en política educativa del Consejo de Educación de Adultos de América Latina (CEAAL) constató durante los últimos años que aun cuando las familias carecen de mecanismos permanentes y fluidos para participar de manera activa en el proceso educativo de sus hijos, las comunidades son fuentes de recursos para el aprendizaje, la relación comunidad escuela, se constituye como uno de los principios orientadores de las reformas educativas y descansan en la participación como un ejercicio cívico (CEAAL, 2002). Sin embargo, es el criterio de P.L Castro (2005: 165) que la participación que en América Latina se asume como una opción política en el discurso social. En este contexto los empeños educativos ante las problemáticas comunitarias se asocian a la acción participativa pero, este no constituye aun la proyección de los sistemas educativos en general.

J.C Tedesco (2009) plantea que los mayores triunfos son constatados en las escuelas donde se fortalece la autonomía mediante proyectos educativos que permite desarrollar una identidad institucional al compartir tradiciones, trabajo cooperativo, acciones metodológicas, responsabilidad por los resultados considerando que las condiciones esenciales serían la autonomía de la escuela y fortalecer su identidad institucional en los que la participación en el procesos de enseñanza-aprendizaje de la comunidad educativa permita lograr un sistema de relaciones basadas en la interacción y el diálogo.

El aprendizaje no es sólo una tarea académica sino que, como proceso de apropiación, ocurre a lo largo de toda la vida y es resultado de la (co)responsabilidad que asumen los sujetos implicados en el proceso de formación del escolar. Por tanto, en él concurren diferentes sujetos los cuales connotan un tipo de participación. [i]

Los procesos de cambio curricular en Cuba demuestran que estos no constituyen ni aseguran por sí solos la transformación educativa con profundidad. El balance de las reformas de los años 60 y 70”[ii] contribuyeron al mejoramiento educativo, pero no existió un propósito intencionalmente explícito y estructurado de promover cambios en los sistemas de relaciones de la escuela. Estos procesos fueron centralizados, aunque hubo consultas con especialistas y docentes, no se logró tomar en cuenta las perspectivas y demandas particulares de escolares y familiares (L. García, 2005).

Los 80 y los 90 implicaron nuevos retos al perfeccionamiento del sistema educativo y en esta oportunidad, la participación de la familia y la comunidad no priorizó su vínculo con la escuela al convertir en la subsistencia diaria en la clave de sus acciones. La escuela, por su parte recibió el impacto avasallador del problema económico aun cuando se logró mantener la oferta educativa a todos los ciudadanos. No obstante, el planteamiento y reclamo a la participación de la familia en el proceso de enseñanza-aprendizaje creció sin que se lograra alcanzar las implicaciones necesarias.

En general la pedagogía que se generó en el cambio educativo del primer decenio del siglo XXI corroboró la idea de que para lograr estos propósitos se precisa la coherencia y la coordinación de las actuaciones de los distintos sujetos implicados en los procesos de cambio en función de alcanzar metas comunes y los participantes deben tener una representación del sistema educativo que se quiere llegar. Consecuente con estas ideas, las claves para el cambio radican en: coordinación entre los/las participantes en torno a principios, objetivos y planes de acción, representación anticipada del modelo a alcanzar.

Desde esta posición D. Castellanos y otros (2005) consideran que “el éxito depende de la movilización de todos los factores y agentes implicados, de modo que comprendan los propósitos esperados, que se les ofrezca la oportunidad de resignificar sus ideas y satisfacer sus necesidades, así como construir espacios de acción y transformación”

Para N. González (1999-2010) participar es más que movilizar, más que intercambiar criterios, más que opinar, significa sensibilizarse, tomar parte, implicarse, decidir y actuar comprometidamente. Desde perspectivas similares A. Blanco (2001); P. Rico (2004: 51); E. M. Santos (2004: 64) se asume que la participación implica ampliar todo lo referente a las teorías educativas tradicionales, que circunscriben la educación a las influencias que realizan la escuela y el maestro dentro del sistema de enseñanza escolarizada.

Mientras, A. Fernández (2004:26) define la participación como: “proceso donde las personas se involucran con creciente responsabilidad y compromiso en las fases de análisis de su realidad, la toma de decisiones, la planificación, ejecución, evaluación y reformulación de esas decisiones…al promover su autotransformación y la transformación cualitativa de esa realidad, lo que implica un crecimiento personal y social” en el cual se considera que, en todo proceso participativo es importante que las personas se involucren, quieran, sepan y puedan participar pues, querer participar implica: … tener una percepción clara de rentabilidad, del para qué va a participar, qué logrará satisfacción social y afectiva desde las vivencias en este proceso participativo”.

Luego, “saber participar es: poseer formación para la tarea que se va a emprender, cómo participará, supone formación para la comunicación y el trabajo grupal que se generará en este proceso participativo”; formación que se genera desde el mismo proceso participativo y grupal. Asimismo “poder participar implica: que se brinde el espacio para participar, organización participativa para las acciones que se generan desde este proceso participativo, comunicativo y grupal”. (A. Fernández, 2004; N González y otros, 1999-2010)

De acuerdo con P.L Castro (2005:166)- en la participación no basta el cambio en las formas de propiedad sobre las formas de producción, también se requiere un enfoque de la educación de la familia y la comunidad para que se favorezca la consolidación de esta cultura en torno a la escuela. Advierte que la participación en la educación puede ser interpretada como una actividad popular de aprendizaje, y que participar es, por tanto, tomar parte en la formulación de las acciones educativas, en su planificación, especialmente en su ejecución, así como en la evaluación de sus efectos. Precisa este autor que: “Es un proceso a través del cual los grupos humanos se motivan y se comprometen en la búsqueda de soluciones”.

Así, el proceso de enseñanza-aprendizaje orientado a la participación supone estimular la reflexión y la cooperación de los sujetos implicados, por tanto, persigue la transformación de las actitudes de individuo, pues “la participación

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