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La Inteligencia Emociones En Las Instituciones Educativas. Desafios Y Oprtunidades De La Sociedad Del Conocimiento. Sigloxxi


Enviado por   •  10 de Noviembre de 2011  •  3.583 Palabras (15 Páginas)  •  1.078 Visitas

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La Inteligencia Emociones En Las Instituciones Educativas. Desafios Y Oprtunidades De La Sociedad Del Conocimiento. Sigloxxi

Posteado: 07/06/2009 |Comentarios: 0 | Vistas: 2,809 |

La Inteligencia Emociones en las Instituciones Educativas

El manejo de las emociones en las instituciones educativas es necesario esbozarlas desde las características de la sociedad actual: la sociedad de la información y del conocimiento, las mismas, como ya se ha descrito, se caracteriza por la complejidad del mundo industrial y tecnológico, y por una tendencia a la mundialización económica y cultural. Por esta razón exige el uso de todas nuestras capacidades y de nuevas competencias personales, sociales y profesionales para poder conseguir un desempeño efectivo y afrontar los continuos cambios que enfrentamos.

Tomando en consideración el planteamiento anterior, conviene retomar el ya citado informe Delors de la UNESCO (op cit), en el cual se hace referencia a los cambios de estilos de vida que vive el mundo contemporáneo, se analizan las tensiones que ello provoca y plantea soluciones y alternativas para la educación del siglo XXI. Tras recomendar cómo debemos superar estas tensiones, el informe señala textualmente: “Eso que proponemos supone trascender la visión puramente instrumental de la educación considerada como la vía necesaria para obtener resultados (dinero, carreras, etc.) y supone cambiar para considerar la función que tiene en su globalidad la educación: la realización de la persona, que toda entera debe aprender a ser”. A continuación el informe explica los cuatro pilares de la educación y en los que se hace clara referencia al mundo emocional:

La competencia de Aprender a conocer, equivale a dominar los instrumentos del conocimiento. Pero asegura que los métodos que deben ser utilizados para conocer, deben favorecer el placer de comprender y descubrir, es decir, factores emocionales unidos al aprendizaje que lo potencian y lo hacen estimulante.

El Aprender a hacer, implica adquirir una formación para poder desempeñar un trabajo y a la vez una serie de competencias personales, como trabajar en grupo, tomar decisiones, crear sinergias, etc. Estas son competencias que forman parte de la Inteligencia Emocional.

El Aprender a convivir y trabajar en proyectos comunes. Este es uno de los retos para este siglo, donde la convivencia entre personas diferentes nos obliga a descubrir lo que tenemos en común y a comprender que todos somos interdependientes. Pero para descubrir al otro, antes tenemos que descubrirnos a nosotros mismos. Otra vez el informe hace referencia a competencias propias de la inteligencia emocional, como el autoconocimiento, la empatía y la destreza social, coincidiendo con los planteamientos de Mayer y Salovey (1990); Goleman, (1995), (1998), (1999); Maturana (2000); Goleman, Boyatzis y McKee (2004); entre otros, y finalmente.

El Aprender a ser, refiriéndose al desarrollo total y máximo posible de cada persona, a su proceso de autorrealización asociándolo con el planteamiento de Abraham Maslow. Esta referencia a la educación integral, por sí sola justificaría la necesidad de educar con inteligencia emocional.

El informe destaca asimismo el papel de las emociones haciendo hincapié en la necesidad de educar la dimensión emocional del ser humano junto a su dimensión cognitiva, tarea en la que se ha centrado tradicionalmente el entorno educativo.

Por otra parte, las características socio-económicas del siglo XXI obligan, de forma insoslayable, a las organizaciones a desarrollar un proceso educativo que procure el desarrollo integral de los recursos humanos. El desarrollo intelectual deberá compartir su importancia, en el proceso educativo, con otros aspectos de la persona como son el cuidado de su salud física y mental, su desarrollo emocional y el desarrollo de sus valores (Sand, 2005). Todo esto se plantea con el fin, de que la persona y la organización como sistema, pueda sobrevivir y crecer en un mundo cada vez más humano, complejo y competitivo.

Asimismo, muchas instituciones educativas recogen en su ideario, de forma expresa o tácita, la importancia del desarrollo de la dimensión socio-emocional de los estudiantes o hace referencia a su educación integral. Pero el reto consiste en encontrar la manera de traducir estas palabras en acciones concretas que desarrollen estos objetivos.

Si dentro de la misión educativa se encuentra reflejado, el interés por el desarrollo emocional del estudiantes, es importante comprender que no basta con un contenido teórico, que por otra parte es también necesario, sino que debemos prepararnos para desarrollar actividades y una Cultura Organizacional, que promueva el crecimiento emocional de nuestros estudiantes, de los docentes y de toda la comunidad educativa.

Siendo uno de los requisitos para que los docentes asuman la misión de facilitar el desarrollo de la Inteligencia emocional de sus estudiantes; que se comprometan a desarrollar su propia inteligencia emocional.

1. Respecto al uso de la propia inteligencia emocional los educadores deberán ser capaces de: Expresar adecuadamente sus sentimientos en la relación con los estudiantes.

2. Utilizar la metodología de planificación en función de metas y de resolución de problemas.

3. Poner en práctica estrategias de automotivación.

4. Controlar sus estados de ánimo negativos y gestionar adecuadamente sus emociones.

5. Manifestar su empatía y capacidad de escucha.

6. Desarrollar conductas asertivas, manejando adecuadamente los conflictos que se produzcan en el aula.

De acuerdo al planteamiento anterior, educar con Inteligencia emocional implica, que el docente sepa identificar sus sentimientos y emociones, sepa dominar su expresión, no reprimirla sino ofrecer modelos adecuados de expresión, sobre todo cuando se trata de emociones como las asociadas a la rabia y la ira que suelen ser más difíciles de comunicar de una forma respetuosa (Sand, 2005).

Evidentemente la educación de las emociones requiere una formación inicial pero también una formación permanente. Este tipo de educación, es importante porque puede convertirse en una prevención inespecífica, prevención de estrés, de la depresión, de los conflictos interpersonales, y a la vez potencia el desarrollo como persona.

Se ha comprobado que la inteligencia emocional del docente es un de los procesos que está presente en la creación de un clima de aula emocionalmente saludable, donde se gestionan de forma correcta las emociones y donde

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