Los Simpson Y Su Repercusión En La Sociedad Argentina
ramiroferrando8 de Octubre de 2012
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Hablar del fenómeno Simpson es hablar de algo de lo que todos somos conscientes. De difusión y fama mundial, fue nombrada por la revista Times como la serie del siglo XX. Es que Los Simpson son un milagro comunicacional, un milagro, que sin embargo no tiene nada de fortuito. Un producto que es apreciado por personas de todas las edades y estratos, que es apreciado a lo largo y ancho del mundo. Profesionales y analistas de todas las áreas han estudiado e intentado entender el por qué de esta realidad. Dar una respuesta simple y concisa a esto es prácticamente imposible, pues Los Simpson no es una serie sencilla en ningún aspecto, y todo lo que genera proviene de su complejidad no sólo como producto, sino como proceso que activa.
Este trabajo no está destinado a descifrar la fórmula de su éxito, sino a hacer breves aproximaciones sobre algunos hechos que hacen de Los Simpson un producto tan fantástico. Intentaremos también analizar las circunstancias que hacen que la serie funcione y guste tanto en Argentina, un hecho a no pasar por alto.
Comencemos por un hecho concreto: Los Simpson es primeramente, una serie animada. En cuanto a esto, lo primero que nos surge es: ¿es esto relevante para su análisis? Por supuesto que sí, este hecho resulta primordial, y hablamos más allá de las posibilidades realizativas, pues si bien las animaciones tienen limitaciones y ventajas, lo que nos ocupa principalmente es el análisis del producto final y de su relación con la audiencia. El universo Simpson es una realidad de gente amarilla, de 4 dedos y que jamás envejece, y si bien esta característica nos podría indicar que no nos encontramos en un mundo humano, se da un código por el cual los personajes, el lugar, y las situaciones representan y/o satirizan concretamente a una sociedad real (la americana). Este hecho nos devela, sin embargo, una verosimilitud ambigua, pues por un lado, nos encontramos con situaciones muy reales y cotidianas, y por el otro nos encontramos con circunstancias irreales, imposibles, y personajes que llegan a extremos en su caracterización satírica. A pesar de ello, este código jamás resulta confuso, y es quizás una de las cosas más interesantes de Los Simpson, un código sarcástico que no solo se burla de la sociedad americana, sino que también se burla de sí mismo.
Consideremos el contexto histórico, pues hasta la fecha de creación de Los Simpson, no muchas animaciones tenían repercusión popular, mayormente las de Disney, con un target definido en la infancia, de historias tiernas y felices hasta el hartazgo. La serie rompe, sin dudas, con los modelos establecidos, pero lo que es aún más relevante es que no sólo rompe con el modelo de animación sino también con el modelo de humor.
Pero la relevancia del contexto histórico no termina solamente con el hecho de que la serie sea un producto totalmente fresco y nuevo. Finales de los 80, comienzos de los 90, se hablaba de globalización, y la cultura americana comenzaba a abrirse paso hacia todo el mundo con ayuda de los importantes avances en las tecnologías de comunicación.
El desarrollo del proceso de globalización queda fuera de este análisis, pero lo que sí nos interesa es ubicarnos en este contexto en Argentina. Comienza el mandato de Menem, y con él, una serie de políticas que dejaban abierto nuestro país para que sea “invadido” cultural y económicamente. Y así sucedió: compañías extranjeras se instalaron en nuestro país, las empresas nacionales comenzaron a ser vendidas, los argentinos vacacionaban en el exterior, los fast food se establecieron, etc. Y así, como Estados Unidos era la potencia mundial, y el país que más generaba un expansionismo cultural, los argentinos comenzamos a “americanizarnos”. La cuestión se trata básicamente de la supervivencia del más apto. Los Estados Unidos entendieron que la manera en que realmente regirían el mundo sería culturalmente, de manera que se especializaron en el estudio minucioso de la repercusión de los medios en las audiencias. Teniendo en cuenta esto, la cuestión se vuelve más clara, y si bien no pretendemos analizar cuál era la verdadera fuerza de la identidad nacional, claramente no fue suficiente como para derrotar al aluvión americano, supieron vender, y no nos resistimos a comprar. A partir de esto, en todos los órdenes de la sociedad, nos fuimos moldeando y haciendo más proclives a consumir productos extranjeros, en este caso, televisión. Si bien esto tiene que ver a nivel estructural del por qué del triunfo de Los Simpson en Argentina, no se puede ignorar su genialidad como producto, que hizo que su éxito sea mundial.
Los Simpson, entonces, se convierten en un bien de consumo, ya que si bien su contenido resulta satírico y crítico, la sociedad que se muestra es la americana. Este hecho resulta ambiguo, pues por un lado, la serie ataca y critica la cultura “yankee”, burlándose de sí mismos, mientras que por otro lado, nosotros espectadores, parcialmente ajenos a este estilo de vida, vamos familiarizándonos cada vez más, y haciéndonos, finalmente, más consumidores de su cultura.
Tanto por la situación previamente generada a la llegada de Los Simpson, como por su presencia misma, las condiciones estuvieron dadas para que la serie se instale en muchísimos hogares argentinos.
Entrando de lleno al análisis de Los Simpson, intentaremos indagar acerca de por qué gusta tanto, y qué hace que su audiencia sea tan variada.
La efectiva sátira tiene un basamento que surge al primer análisis, y se trata de la observación. Es notable como los escritores y creativos del programa tienen la capacidad de observar todos los elementos que los rodean, mezclarlos, y dosificarlos de una forma extraordinaria. Y el resultado es un complejo producto de, lo que se podría decir, la más avanzada ingeniería, pues satisface las necesidades y demandas de prácticamente toda la audiencia. Y es que esta es una de las características más relevantes del programa, no hay un target específico. Instantáneamente surge la interrogación de cómo es esto posible. Y es que el mensaje, comunicacionalmente hablando, resulta de un extraordinario proceso que hace que lleve en sí mismo diferentes niveles discursivos. Esta profundidad en sus mensajes, la complejidad y variedad de sus temas conforman y arraigan la multiplicidad de lecturas. En su estructura se observan varios niveles de conocimiento, y por consecuencia, varios niveles de entendimiento para el espectador.
Consideremos como primer nivel, al más sensorial, el simple hecho visual. Y en este sentido, nos encontramos ante un producto innegablemente atractivo a la vista, lleno de colores vivos que lo primero que transmiten es alegría. Esta es una característica apreciada por todos los espectadores, pero funciona con más eficacia, muy probablemente, para los más chicos, quienes se guían de manera más básica o instintiva.
En un siguiente nivel, nos encontramos con la primera faceta propia del contenido del discurso en sí, y se trata del humor físico, por llamarlo de alguna manera, el más inocente y obvio. Aquí tenemos agrupados genéricamente los tropezones, los golpes, las persecuciones, las malas palabras, el pastelazo en la cara, y otras “marcas registradas” de esta clase, cuyo nivel de lectura no exige demasiada capacidad o concentración.
En un nivel más profundo, nos encontramos con el humor ácido y crítico, el doble sentido, los meta mensajes, y todos los recursos que activan y ponen en juego un nivel más exigente en el espectador, un nivel relacionado con la inteligencia, el conocimiento, y la atención.
En un nuevo nivel, que sin embargo mantiene una relación muy estrecha con lo anterior, e incluso podría encerrarse en la otra, nos encontramos con el humor referido meramente al orden social. En este aspecto, se advierten situaciones como la de los inmigrantes ilegales, la discriminación racial, la corrupción de los dirigentes, la incompetencia de los organismos públicos, y tantas otras que tienen como objetivo la ilustración del mundo Simpson como reflejo de la sociedad americana. La particularidad de esta veta y del impacto en el público es un tema que requiere un mayor análisis, que será expuesto más adelante.
En el último nivel de este análisis se ubican las circunstancias que tienen que ver con lo referido mayormente al arte y la cultura. Cine y literatura son los temas mayormente abordados en este aspecto, donde se pueden encontrar cientos de referencias, parodias, homenajes y menciones de grandes obras. Tampoco se quedan afuera la pintura, el teatro y la danza. Todos estos temas son también tratados en las tramas de los capítulos y hasta en las caracterizaciones de ciertos personajes. En este contexto se tiene que tener en cuenta la caracterización de Lisa, a través de la cual los guionistas expresan sus gustos y conocimientos en literatura, historia, ciencias, y tantos otros temas. Toda esta faceta de la serie está dirigida a un público mayormente adulto e instruido, si bien estas no son condiciones obligatorias, pues el nivel de instrucción no siempre va de la mano con la edad, y esto algo muy apreciado por los fanáticos, no sólo por aquellos que se ven identificados por el manejo de un nivel más alto, sino también por quienes no teniendo quizás un nivel semejante, aprenden y se interesan por dichos temas.
En el manejo de todos los niveles mencionados, los realizadores del programa saben dosificar todos los ingredientes y logran un producto muy completo que, entretiene, hace reír, hace pensar, y sin lugar a dudas, enseña.
En cuanto a esto, se puede decir que Los Simpson son como ese libro que uno lee de chico, y que al volver a leerlo de grande se le encuentra una faceta totalmente
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