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Modelos Revolucionarios


Enviado por   •  15 de Octubre de 2011  •  3.020 Palabras (13 Páginas)  •  855 Visitas

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Sobre caminos y modelos de revolución

“Unidos seremos invencibles”

Simón Bolívar

Al día de hoy, en buena parte de América Latina y del Caribe, se desarrolla un proceso de transformación social que por sus contenidos y programa antiimperialista, por la dimensión de las fuerzas en acción, sitúa esta área del planeta como uno de los epicentros más avanzados de la lucha de clases a escala mundial.

El actual escenario estuvo precedido por las severas derrotas infringidas a la mayoría de las izquierdas revolucionarias y movimientos sociales a finales de la década de los ochenta, por la pérdida electoral del sandinismo en 1990, por los devastadores efectos provocados por la caída de la URSS que en combinación con las dificultades para una inmediata victoria militar provocaron el abandono de la lucha guerrillera en El Salvador y Guatemala sin más contrapartidas que su integración en la vida civil. El conflicto peruano con sus peculiaridades y profundas divergencias tampoco fue capaz de resistir la brutal embestida imperialista.

Sin obviamente enumerar su totalidad fueron estos algunos de los principales factores de la antesala de la larga década de políticas neoliberales implementadas en el continente. Gobiernos conservadores, algunos con tintes populistas, agudizaron la pobreza y la miseria de las masas trabajadoras y de los pueblos indígenas, profundizaron en la dependencia y pérdida de la soberanía nacional, convirtiendo buena parte de los estados en simples prolongaciones de las multinacionales ubicadas en Washington, Madrid y otras capitales occidentales.

La sensación de derrota subjetiva causó profundos estragos en el movimiento obrero y popular provocando el desarme ideológico, la fragmentación del enorme capital organizativo y sociopolítico acumulado, generando desconcierto, perplejidad y confusión, imposibilitando una resistencia general a los efectos provocados por la implementación de las recetas económicas de la Escuela de Chicago.

Eufórico, del río Bravo a la Patagonia, el neoliberalismo asemejaba ser un fenómeno victorioso, invencible, difícil de derrotar.

En el inmenso mapa de nuestra América bolivariana sólo dos trincheras imposibilitaban la victoria absoluta que procuraban los halcones de Washington para extirpar la semilla de la Revolución. Cuba, entre enormes dificultades y heroicos sacrificios, mediante un doloroso tratamiento de choque que posteriormente provocaría efectos secundarios de magnitud, fue capaz de superar el colapso económico de la Isla derivado de la errónea dependencia que mantenía de la Unión Soviética. Logró salir de la grave crisis con creatividad, empleando básicamente sus medios y recursos, no cediendo a los consejos, presiones y chantajes provenientes de la socialdemocracia y de la ex-izquierda cooptada, cómodamente adaptada e instalada en aquella nueva realidad que erróneamente Fukuyama y el postmodernismo pronosticaban como eterna.

Pero además de la patria de Martí fue la insurgencia colombiana la una de las más importantes expresiones con dimensión de masas de la izquierda latinoamericana y caribeña que no sucumbió, que no se dejó seducir por las envenenadas mieles de la capitulación, disfrazando de logros y avances populares lo que no fueron más que concesiones y derrotas estratégicas. Las FARC-EP y el ELN no sólo no se dejaron arrastrar por las modas imperantes, sino que contrariamente a la adversa atmósfera imperante experimentaron un desarrollo y avance en sus posiciones hasta el extremo que los expertos del imperialismo no descartaban a medio plazo una victoria político-militar de la guerrilla comandada por Manuel Marulanda tal como reflejan los planes anexionistas de América Latina del “Documento Santa Fe IV” hecho público en el año 2000.

Superada la ignominiosa década de los Collor de Mello, de los Menem, de los Fujimori, de los Salina de Gortari, de los Carlos Andrés Pérez, y a medida que los efectos del capitalismo salvaje en los pueblos generaban protestas, movilizaciones, resistencias, revueltas, nuevos sujetos sociales, nuevas generaciones de combatientes se organizaban, emergían entre las luchas que comenzaron a unificar nuevamente el continente. Las espadas en alto de Túpac Amaru, Túpac Katari, Bolívar, Mariátegui, el Che, Caamaño, Roque Dalton, Santucho, Jacobo Arenas y tantos otros, con el ejemplo siempre presente de Cuba, reaparecían en su genuina dimensión, desprendidos de la adulteración, de las interpretaciones banales, triviales, vulgares, de la ilegítima apropiación a la que habían sido sometidos por las cipayas elites criollas, por las oligarquías, por la embajada, por el reformismo. Retomaban el camino de la emancipación fundiéndose con lo mejor de las tradiciones socialistas del comunismo revolucionario, abrazándose sin complejos a Marx, Engels, Lenin, Trostki, Gramsci, incorporando las demandas de emancipación y libertad de los pueblos y de las naciones indígenas, de las masas negras y mestizas, del crisol de colores americanos.

¿En América Latina, las nuevas formas de participación popular que han surgido últimamente permitieron realmente democratizar al Estado?

Podemos definir una nueva forma de participación política como un nuevo modo de relacionar el Estado con sus ciudadanos. Definimos un movimiento social como una forma de acción colectiva que busca desafiar a las élites por medio de movilizaciones masivas con un impacto significativo sobre la esfera política.

En las últimas décadas, muchos Estados latinoamericanos se han visto obligados a redefinir su forma de regular a la sociedad y su manera de intervenir en el mercado y en la economía. El Estado ha tenido que adaptarse a un contexto internacional cada vez más dominado por actores privados y particularmente por actores económicos transnacionales. En ese contexto global de pérdida de legitimidad del Estado, su estrategia ha sido de tratar de inyectar cada vez más participación popular en la toma de decisiones públicas. Así que una nueva forma de relación más horizontal ha nacido entre ciudadano y Estado y que poco a poco el modelo de la democracia participativa se ha sustituido al modelo tradicional de la democracia representativa.

Sin embargo, de manera general, el índice de participación ciudadana en Latinoamérica es relativamente bajo, en comparación con otras zonas del mundo. Se habla incluso de “ciudadanía de baja intensidad” para calificar a la situación latinoamericana en ciertos estudios del PNUD de 2004.

¿Cómo se ha podido generar esta situación de relativa

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