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PLATON LA REPUBLICA.


Enviado por   •  20 de Agosto de 2018  •  Síntesis  •  1.501 Palabras (7 Páginas)  •  167 Visitas

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PLATON LA REPUBLICA.

Platón, su pensamiento que hoy tanto como en sus días, afrenta, un revés al sistema y a ese relativismo que, ya en sus días y aun hoy, se filtra a lo que  llega a pasar. Su pensamiento, bien interpretado, no da pie a mediocridades o eclecticismo ambiguos. Aunque, como de hecho puede ocurrir con cualquier otro pensador, sus líneas pueden ser editadas y utilizadas para transmitir ideas contrarias a lo que él más amo y defendió: la justicia y la verdad. La Ley Moral que se impone ante todo hombre, luego, ante toda sociedad: Ciudad-Estado. Esa, funciono, es la base y fundamento de su filosofía política. Sus ideas políticas son muy lejanas a las formas políticas que hoy prevalecen y se ejercen en el mundo. Seria equivoco pensar que su tratado de filosofía política se delimita a describir la política de su tiempo, lo cual es contario ya que sus críticas de su tiempo encajan perfectamente a los distintos gobiernos de estos tiempos.

Platón duda del conocimiento del hombre ordinario y de los malos filósofos, duda de las morales del pueblo supersticioso y de los gobernantes corruptos, duda de los razonamientos hipócritas de aquellos que atacan la verdad y los principios eternos. Platón, en pocas palabras, es consciente de la imperiosa necesidad de educar, de formar al ser humano desde que es aún niño. Cree y defiende la libertad, Es decir, libertinaje. Cree en el orden, y sabe que el hombre fácilmente se inclina más por su principio emocional e instintivo, que por la razón. Por todo lo anterior, Platón resuelve que no es el Estado quien determina la ley y la moral, al menos no de manera arbitraria. Rechaza, pues, todo relativismo moral y convencionalismo jurídico. No niega que, en efecto, así sea de ordinario: la ley como un solo convencionalismo basado muchas veces en problemas temporales y culturales. Pero relata que es más bien el Estado el que está sometido a la Ley universal, lo mismo que el individuo, es el Estado quien debe propiciar y cuidar que la ley y el orden según el bien y la justicia se cumplan, para bien de todos. El Estado está para servir y cuidar al individuo, para garantizar su felicidad. Dicho así, la política platónica está obviamente fundamentada en su visión que, a su vez, está basada en su filosofía ética y su filosofía metafísica. El Bien es el fin último del hombre, y éste es el medio para su felicidad, que se logra por medio de la virtud, y esta última no se entiende sin la Idea de Bien Supremo, Dios. Es decir que el hombre tiene un fin último, implica reconocer que la vida de cada individuo, según Platón tiene un sentido particular, esto es que todos ocupan un lugar esencial en el mundo y concretamente en el tiempo y sociedad en la que nacieron. Esta idea lo lleva a reconocer que no todos los hombres son iguales. Al menos no en el sentido liberal y  moderno. Para Platón hay clases sociales distintas entre los hombres en toda sociedad. Unos nacen para ser artesanos, otros guerreros, y otros pocos, filósofos. Estas son algunas virtudes de las tres almas en el hombre; El alma concupiscible, son los artesanos, y su virtud es la templanza. El alma irascible los guerreros, y su virtud es el valor y el coraje. El alma racional, que corresponde al rey-filósofo, y su virtud es la sabiduría. Platón comprende que para que una sociedad funcione, a semejanza del cuerpo humano, ha de tener distintos miembros que cumplan diversos roles y funciones. Pero no se puede decir que es un tirano, por lo anterior. Platón era consciente del gran trabajo y esfuerzo que se necesita para lograr distinguir la naturaleza, rol, o mejor aún vocación de cada persona. Para ello era necesario educar a los niños en distintas y graduales disciplinas que les darían las bases para distinguir cuál era su rol y posición en la sociedad. Platón, pues, no discrimina. Él piensa que lo mismo el hijo del campesino, o incluso una mujer, idea demasiado revolucionaria para su tiempo, podían llegar a ser el filósofo perfecto capaz de asumir las riendas del gobierno. Convertirse en rey filósofo era algo que, de hecho, el mismo filósofo, por su sabiduría, no querría hacer, precisamente por el gran sacrificio desinteresado que implicaba. De modo que lo haría por amor a su pueblo. Por amor, y con entrega y renuncia, no por afán de poder, riquezas y fueros. El filósofo debía pasar por un largo periodo de estudio, y lograr salir de la caverna oscura. Debía ser una especie de “sacerdote” u hombre sabio que ha experimentado en carne propia una desgarradora y encandilada: deslumbrante teofanía. Es un hombre que conoce, en términos platónicos la luz del Sol inteligible. En otras palabras, alguien que conoce la realidad ultima: la verdad eterna y perenne, y el sentido de la vida. Pero ese hombre, desafortunadamente, podía ser tratado como un loco por los que aún están atrapados en la oscuridad gnoseológica de la caverna. De modo que su sabiduría debía de guiarle por el sendero de la prudencia, el rey-filósofo debía, a su vez, propiciar la educación del pueblo. Pues, un pueblo ignorante es, para Platón, peligroso para el Estado y para sí mismo.  Algo que nos permite comprender la naturaleza desprendida y desinteresada que implicaba el rango del rey-filósofo, es que este no tenía derecho a la propiedad ni al matrimonio o la familia. Era, por tanto, un hombre sabio que ha renunciado a todo lujo y pertenencia para poder servir mejor a sus conciudadanos. La filosofía política consta en conocer qué es la justicia, y, tras todo lo anterior, se comprende, pues, la justicia consiste precisamente en esa sociedad jerarquizada  constituida por las tres clases sociales en la que cada quien cumple con su deber. En cambio, una sociedad injusta es aquella en que los ciudadanos confunden y se entrometen en asuntos y labores que no les competen Algo así como lo que hoy ocurre en nuestra sociedad que aboga por no hacer distinción en los derechos entre los individuos, y en donde cualquiera puede hacer cualquier cosa, sin importar si es inmoral o nocivo. Como conclusión diremos que nuestra cultura y sistemas políticos contemporáneos están muy lejos de lo que Platón propone. Me parece que basan precisamente todo aquello que él reprobaba de la política de una Ciudad-Estado; comenzando por la democracia. Para el discípulo de Sócrates, la democracia era ingenua y ridícula porque incluía a participar a quienes no tienen la capacidad y  facultad para ello. Me parece que la igualdad entre los hombres tiene una relevancia que debiera ser delineada o delimitada. Pues, si bien todos tenemos el mismo valor como personas, hay derechos que son, por nuestra naturaleza humana, universales, pero no siempre y necesariamente, los derechos de uno han de ser legítimos y obligados para el orto. Hay límites que, desafortunadamente  en una sociedad hedonista que sólo exige derechos y esquiva constantemente las responsabilidades y obligaciones, son difíciles determinar y que se acepten por unanimidad. Platón propone como gobernante idóneo al filósofo, pero, en definitiva, no al filósofo postmoderno, que se parece más a los sofistas que tan fuertemente criticaron él y Aristóteles. A mi pensar, Platón no se equivoca en sus juicios. Su filosofía política se acerca mucho a lo que quizá a mi juicio, reitero sería lo idóneo, tomando algunos aspectos que habrían de pulirse. Nuestra sociedad está como siempre, equivocada, cayendo en graves errores de negligencia y libertinajes políticos que ya muestran las nefastas consecuencias. Estamos obsesionados con la libertad desde la Ilustración, pero no hemos sabido dar con ella de manera efectiva y objetiva. Tal parce que practicamos un ejercicio socio-político-cultural similar a un ensayo. Precisamos de gran valor y mucho discernimiento (sabiduría) para identificar los fallos y hacer los cambios oportunos. Se dirá que en la Edad Media ya se intentó esa monarquía elitista y aristocrática, fundamentada en la presunta “bendición divina” o presuntuosa “prerrogativa divina” que presumía la Iglesia católica, y que fue un error garrafal. Pero, cabe recordar que es problema que se cumpla lo que Platón describe en las virtudes que ha de tener aquel que sería el rey filósofo. Además, eran tiempos muy distintos a los nuestros. Cuál es la verdad en cuestiones existenciales y metafísicas, pero a partir de ese punto se podría determinar el sentido de la vida del hombre y luego delimitar los parámetros de la justicia social. Sin lo primero, no podemos tener lo otro más que como mera tentativa especulativa, mera teoría o hipótesis antropológica, social y política. Mientras haya multiplicidad de teorías antropológicas, las habrá también morales, éticas, políticas y culturales, luego, múltiples teorías políticas. Pero en estos tiempos ya no dan cabida a pensamientos y filosofías que presuman de tener la verdad completa y absoluta.

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