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RESUMEN DERECHO LABORAL

FrancoOdelloResumen9 de Agosto de 2021

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DERECHO LABORAL.

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BOLILLA I

                EL TRABAJO HUMANO.

GENERALIDADES.

Juan XXIII en la Encíclica “Pacem in Terris” señala: “...en lo relativo al campo de la economía, es evidente que el hombre tiene el derecho natural a que se le facilite la posibilidad de trabajar y se le de la libre iniciativa en el desempeño de su trabajo...”  A su vez, señala Juan Pablo II en el mensaje que acompaña a su Encíclica “Laborem Exercens” (Ejerciendo el Trabajo) que “...el hombre está llamado desde el principio al trabajo...” [1], entendiendo que “...el trabajo es cosa antigua, tan antigua como el hombre y su vida sobre la tierra...” [2] [3]. Con estos preceptos, se está afirmando que el trabajo humano es un derecho natural de la persona humana, el cual se concreta en una actividad útil, productiva y creadora, existiendo –tal derecho y tal actividad- desde el primer hombre. Sólo ha variado, en el tiempo, la forma en que es prestado ese derecho y esa actividad. Hoy, en esta disciplina, nos interesará el trabajo prestado en relación de dependencia. [4] 

Con el paso de los tiempos, también varió el valor que se le concedió al trabajo desde las primeras comunidades hasta la actualidad. Teniendo en cuenta la finalidad y la forma de otorgar la prestación, puede señalarse lo siguiente:

  • el trabajo del hombre primitivo estuvo relacionado a su supervivencia, es decir, trabajaba para obtener su alimentación o su vestimenta;
  • con el correr de los siglos, pasó a ser el medio para adquirir bienes y servicios. Así el trabajo humano, se transforma en “la acción del hombre sobre la naturaleza para dominarla y, de esa manera, convertirse en señor de ella, en vez de ser su esclavo y como el ser humano es constitutivamente social, esa tarea la realiza junto con otros (hermanado)…” [5]  .

         Señala Vázquez Vialard que “…las relaciones de trabajo, deben centrarse en un hecho: satisfacer las necesidades del hombre y facilitar su desarrollo como persona. El ser humano es un ser indigente, padece necesidades que se expresan en los distintos niveles de su vida: hambre, frío, inseguridad, etcétera. Si bien en el principio de su vida, las mismas se reducen al ámbito de lo estrictamente biológico, luego se extienden, conforme a una visión liberal o economista, al campo de lo útil y del confort: ese apetito se satisface con bienes y servicios aptos para cubrir tales necesidades…” [6] 

La visión creyente sobre el trabajo, no se limita a que aquél sea sólo un instrumento para cubrir necesidades (intercambiar bienes y servicios), sino también es humanizarlo: es la generosidad del hombre que implanta en las cosas una huella de la generosidad divina. Como la tarea la realiza en comunidad, aparece el principio de la solidaridad en el cual los hombres encuentran un proyecto en común. Esto nos permitirá sostener que, con el cristianismo, el trabajo adquirirá un nuevo valor: el de dignificación de la persona humana. Esto complementa a las anteriores visiones sin desconocerlas. La doctrina de la Iglesia plantea que el trabajo humano tiene dos realidades:

  • Una intrínseca, por la cual el hombre se dignifica como tal, se realiza como ser humano, y obtiene un ingreso que le permite sustentarse a sí mismo y/o a su familia y,
  • una realidad extrínseca (o hacia afuera), por medio de la cual construye el mundo y participa de la obra divina inconclusa.

El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, obteniendo de allí su dignidad. El trabajo de la persona humana es un aspecto de esa dignificación. Reiteramos que la persona humana es digna por ser imagen de Dios no por el hecho de trabajar. La persona al igual que su Creador trabaja. Este, desde siempre, pensó al hombre trabajando y través de ello, que forma parte de la obra creadora inconclusa, posibilitándole que construya el mundo. La Encíclica Populorum  Progressio, (27) agrega que: “…Dios ha dotado al hombre de inteligencia, utilizando ésta, como instrumento para acabar de alguna manera la obra. Ya sea artista o artesano, patrono, obrero o campesino, todo trabajador es un creador…” porque labora en forma análoga que lo hacía el Creador. Es importante entender lo que se extrae del concepto señalado: lo significativo radica en el trabajo (actividad productiva y creadora) y no en la prestación que realiza la persona. Entonces, por su semejanza con la labor del Creador, todo trabajo encuentra el mismo origen y sentido. También esto nos permite subrayar, lo primero que hemos indicado: que la persona humana tiene un derecho natural al trabajo.

Recientemente, en lo relativo al tema que empezamos a abordar, el Papa Francisco, en su encíclica “Laudato sí, mi Signore” (Alabado seas, mi Señor), nos explica que la importancia del trabajo, como acción humana, radica en transformar la realidad. Concretamente afirma “...no hablamos sólo del trabajo manual o del trabajo con la tierra, sino de cualquier actividad que implique alguna transformación de lo existente, desde la elaboración de un informe social hasta el diseño de un desarrollo tecnológico. Cualquier forma de trabajo tiene detrás una idea sobre la relación que el ser humano puede o debe establecer con lo otro de sí...” [7]

La Iglesia encuentra en los textos del libro del Génesis, la convicción de la dignificación del trabajo humano, según la cual éste constituye una dimensión fundamental de la existencia humana “Someted la tierra”; es decir, estamos en presencia de una directiva de Dios al Hombre, exaltándole que todo lo que él precisa, se encuentra en el mundo, pero éste debe ser dominado. Para someter lo que le ha sido dado precisará de su trabajo y al respecto, Dios ha dotado únicamente al hombre de una capacidad de acción y de inteligencia, por medio de la cual deberá dominar, convertir las cosas y diferenciarse de los demás seres creados. Sin embargo, ese dominio le será oneroso al hombre, pues la naturaleza ofrecerá resistencia y para someterla se requerirá no sólo de la inteligencia, sino también del esfuerzo físico. Esa calificación de esfuerzo, le viene al hombre como consecuencia del castigo de Dios contra Adán y, por ello, esta dignidad del trabajo quedó amenazada por el pecado original que le trajo al hombre la experiencia del dolor y de la muerte: “con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella ha sido tomado”.

         No obstante ello, es importante remarcar que “una visión exacta y verdadera del trabajo supone una lectura correcta de los textos bíblicos y una recta interpretación de ellos, en virtud de la cual queda patente que el trabajo, en la mente y ordenamiento de Dios con relación al hombre fue anterior al pecado. En efecto, antes de que el Génesis presente la escena del pecado y la consecuente dimensión penosa del trabajo, el autor sagrado ha dicho ya que Dios había confiado al hombre recién creado el cuidado y el cultivo del jardín en el Edén: Tomó, pues, Dios al hombre y le dejó en el jardín del edén, para que lo labrase y cuidase.

A la luz de la Biblia, por tanto, se impone una doble evidencia:

  • El trabajo por su propia naturaleza no es consecuencia del pecado, sino que tiene su origen en la voluntad de Dios.
  • El trabajo en cuanto a su aspecto penoso, tiene su origen en el pecado original, aunque conservando siempre su primera dignidad y finalidad”. [8] 

De este carácter oneroso, es que deriva la misma palabra trabajo, con la que se designa la aplicación de las fuerzas humanas a una tarea, tanto en el orden productivo y económico, como en el campo del intelecto y la cultura; se emplea para nombrar dolor, el sufrimiento y todo aquello que de alguna manera supone esfuerzo. Por último, etimológicamente: trabajar viene del verbo latino “tripaliare”, que significa torturar aplicando el “tripalium”, una especie de cepo o instrumento de castigo formado por tres palos. [9] 

[El tema se completa en la Bolilla II “Doctrina Social de la Iglesia”.]

PRINCIPALES FIGURAS DEL TRABAJO EN LA HISTORIA.

Como anticipáramos, desde el primer hombre, el trabajo constituyó un medio indispensable para dominar el condicionamiento a que lo sometía la naturaleza. Los alimentos, abrigos, por citar –en forma lícita- sólo pueden obtenerse por ese medio. Los útiles o medios con que contaban los hombres eran sus manos y su fuerza física, que puestas a disposición de su inteligencia lograban que poco a poco se obtuvieran mejores condiciones y niveles de vida. La historia de la antigua Grecia y principalmente de Roma, nos muestran que el trabajo de carácter manual, corporal y rural que constituyeron las formas predominantes de trabajar, eran considerados indignos del hombre libre y propios de la gente de baja condición. Por ende, eran realizados indistintamente por esclavos o colonos (en Roma), los cuales en muchos pueblos eran hombres libres que habían perdido tal condición, debido a una batalla o guerra. Dice Fernández Madrid “…a estos esclavos se les negaba la condición de personas y se encontraban sujetos a su amo por una relación de propiedad…” [10] En Roma, si bien existió el contrato de locación de servicios y de obra (locatio operarum, locatio operis), tuvo poca utilización debido a la existencia de mano de obra esclava. Sin embargo, existió el empleo de hombres libres en las formas artesanales o, incluso lo que hoy diríamos actividades profesionales (médicos, juristas, arquitectos). Más aún, merece destacarse que resultó sumamente chocante durante mucho tiempo la idea de una retribución obligatoria para éstos. Fue la costumbre, nacida del deber moral del cliente, la que iría considerando normal el corresponder a los servicios con un donativo especial llamado “honorarium”.

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