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UNA MIRADA SOCIAL Y CULTURAL EN MI FORMACION PERSONAL Y PROFESIONAL


Enviado por   •  9 de Mayo de 2018  •  Ensayos  •  3.186 Palabras (13 Páginas)  •  118 Visitas

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UNIVERSIDAD DE MANIZALES

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS

CENTRO REGIONAL INSTITUCION UNIVERSITARIA CESMAG

PROGRAMA  MAESTRIA EN EDUCACION  DESDE LA DIVERSIDAD

Ensayo: UNA MIRADA SOCIAL Y CULTURAL EN MI FORMACION PERSONAL Y PROFESIONAL

Por:

Rene Vallejo

UNA MIRADA SOCIAL Y CULTURAL EN MI FORMACION PERSONAL Y PROFESIONAL

     He intentado seguir acercándome a lo maravilloso de la antropología y a los elementos que ella me ofrece para una mejor comprensión del ser humano a través del espacio y el tiempo, y para ubicarme de manera más acertada en mi propio espacio y tiempo.

     Esto resulta sumamente difícil, ya que el conocimiento del hombre debe ser profundo y dedicado, detallar al máximo sus características, fortalezas, debilidades, de acuerdo con el ambiente y condiciones en que habita es bastante complicado.

     Acercándome a algunos pensamientos de antropólogos importantes, puedo mencionar entre otras, estas ideas sobre el hombre, la identidad, las clases sociales, la cultura y la sociedad de consumo.

     Comenzando por la identidad, puede hablarse de ella, como áquella que centra  el interés en las formas  en que el individuo, asume su condición de miembro de un grupo, a través de la interacción con otros, y es percibida como un proceso permanente  a lo largo de la vida de los seres humanos a partir del cual los sujetos se reconocen como parte de un mundo al que pertenecen y que a su vez les pertenece.

     La constitución de una identidad  en el ser humano supone un proceso de construcción social, definido como “experiencias próximas”,  espontáneas,

naturales, o sea el diario accionar de su existencia y en ese accionar debe darse un reconocimiento de las difereancias, percibidas de la manera en que ellos lo hacen y cómo lo hacen los otros. A través de este accionar, igualmente el hombre va dándose cuenta de la separación del nosotros con los otros y la consecuencia necesaria de una jerarquización que llevaría a las clases sociales.

     Así mismo, la constitución de una identidad se debe a la herencia biológica y social, a la pertenencia de un individuo a su grupo básico, en principio la familia, luego su grupo de amigos en el colegio, en el barrio, en su trabajo y cuando ya ha adquirido su identidad, es algo que no se le puede quitar, porque ha habido una construcción de significados y sentidos socialmente compartidos sobre la realidad en que dicho sujeto se inscribe, que son atributos que le clasifican y jerarquizan dentro de esa realidad.

     Es fundamental reflexionar como en ese proceso de construcción de nuestra propia identidad corremos riesgos, al  ser parte de un grupo social, tendremos ciertas dificultades, ya que puede ser que en ciertos casos no queramos ser parte de ese grupo  e intentemos evadir la influencia que los otros sujetos puedan ejercer sobre nosotros, pero necesariamente habrán características que se “colen” en nuestra identidad que de pronto quisimos evitar pero nos fue imposible.

     La familia es el grupo primario que nos aporta gran cantidad de elementos para la construcción de nuestra identidad, ellos, buenos o malos, marcan desde nuestra concepción aquellos rasgos que nos diferencian y asemejan a nuestros ancestros y a nuestra descendencia.

     Lo importante es que reconozcamos nuestro propio ser, con nuestros valores, nuestra riqueza, nuestras fortalezas, pero también con nuestras debilidades, errores y dificultades, pero siendo conscientes de que podemos seguir creciendo en cada día de nuestras vidas

          En este instante de la reflexión me remito a una parte de mi vida, que marcó realmente mi manera de ser y forma de actuar, porque es que recuerdo que en mi familia éramos en principio siete hermanos, tres hombres y cuatro mujeres, luego murieron tres de ellas y como quedamos mis hermanos varones y yo, veía como mi madrecita, no sé por qué razón, decidió que los dos hermanos menores y yo debíamos vestir de manera idéntica,

es así como nos compraba los mismos sacos de lana con cuello alto y pantalones igualitos para los tres y nos rapaba, tanto que hoy cuando miran las fotografías, mis hijas dicen, mami aquí están el tío Henry, el tío Juan Diego y el tío Lucho, cierto? Y yo les respondo, no, uno de “esos” tres soy yo. Por eso debe ser que ahora no me corto el cabello sino cada dos o tres meses y sólo poquito y uso faldas y vestidos casi todo el tiempo, es raro que me ponga pantalón porque siento que todo ese tiempo en mi infancia me quitaron parte de mi femineidad y ahora creo estar a tiempo de recuperarla. Igual me preparaban para ser una “buena esposa” que estuviera en casa atendiendo al marido y ni pensara en salir a trabajar, por lo cual cuando me casé y debí buscar un empleo, esto causó gran revuelo en mi familia.            

     Por otra parte se considera que los conceptos de cultura e identidad son conceptos estrechamente interrelacionados e inseparables en sociología y antropología.  En verdad, nuestra identidad sólo puede consistir en la apropiación distintiva de ciertos repertorios culturales que se encuentran en nuestro entorno social, en nuestro grupo o en nuestra sociedad. Lo cual resulta más claro todavía si se considera que la primera función de la identidad es marcar fronteras entre un nosotros y los “otros”, y no se ve de qué otra manera podríamos diferenciarnos de los demás si no es a través de una constelación de rasgos culturales distintivos. Por eso algunos autores sostienen que la identidad no es más que el lado subjetivo de la cultura, la cultura interiorizada en forma específica y distintiva  por los actores sociales en relación con otros actores.

     Entonces, la cultura no debe entenderse nunca como un repertorio homogéneo, estático e inmodificable de significados. Por el contrario, aunque puede haber zonas o territorios que permanezcan quietos e invariables, también tiene espacios que cambian día con día sin que podamos detenerlo, porque existen fuerzas externas que obligan a dichos cambios y encuentra seres débiles que son fácilmente moldeables a su gusto.

     Lo importante entonces es tener en cuenta que no todos los repertorios de significados son culturales, sino sólo aquellos que son compartidos y relativamente duraderos. Debemos asumir su carácter concreto y vivencial. En efecto, si miramos con un poco de detenimiento a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que estamos sumergidos en un mar de significados, imágenes y símbolos. Todo tiene un significado, a veces ampliamente compartido, en torno nuestro: nuestro país, nuestra familia, nuestra casa, nuestro lugar de estudio o de trabajo, nuestra música preferida, nuestros novios, nuestros amigos y nuestros entretenimientos; los espacios públicos de nuestra ciudad, nuestra iglesia, nuestras creencias religiosas, nuestro partido y nuestras ideologías políticas.  Y cuando salimos de vacaciones, cuando caminamos por las calles de la ciudad o cuando viajamos en el metro, es como si estuviéramos nadando en un río de significados, imágenes y símbolos. Todo esto, y no otra cosa, son la cultura o, más precisamente, nuestro entorno cultural.

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