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¿Reciprocidad o libertad religiosa?


Enviado por   •  23 de Junio de 2014  •  2.544 Palabras (11 Páginas)  •  247 Visitas

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¿Reciprocidad o libertad religiosa?

© Guillermo Sánchez Vicente

www.laexcepcion.com (7 de febrero de 2009)

En la gran mayoría de los países islámicos no hay libertad religiosa; en el mejor de los casos hay cierta tolerancia para que las minorías practiquen sus creencias, pero las leyes y la costumbre dificultan la posibilidad de que un musulmán se convierta a otra religión. Se acepta que los hijos de los cristianos, por ejemplo, conserven la fe de sus padres, pero está o prohibido o muy limitado el dar a conocer la fe propia a los musulmanes. En el peor de los casos, la práctica de otra religión está penada con la privación de derechos, e incluso con la muerte.

Por otro lado, sobre todo como consecuencia de los flujos migratorios, el islam cuenta cada vez con un mayor número de fieles en países no musulmanes, especialmente en Occidente. En consecuencia, estas comunidades construyen sus mezquitas y practican su fe en un contexto de mayoría cristiana o secular y de libertad religiosa.

Ante esta realidad, es frecuente que desde Occidente se exija a los países islámicos reciprocidad en el reconocimiento de derechos básicos. El papa actual y otros miembros de la Curia romana la han solicitado en varias ocasiones (por ejemplo, Ratzinger el 15.5.06 y el 25.9.06, el cardenal Ruini el 21.3.06, o Giovanni Lajolo, secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, el 17.5.06; todas sus declaraciones, recogidas por la agencia vaticana Zenit).

Rusia y Arabia Saudí: mezquita por iglesia ortodoxa

En noviembre de 2008 las autoridades de Arabia Saudita solicitaron al gobierno de Rusia permiso para construir una mezquita en Moscú; el Kremlin respondió que concedería tal autorización a cambio de la construcción de una iglesia ortodoxa en la capital saudí. Algunos han celebrado esta respuesta como «un saludable ejercicio de libertad religiosa» (Línea Cope, 9.12.08).

Si la iniciativa hubiera partido de los musulmanes rusos, sería inaceptable que nadie les pusiera objeciones a la búsqueda de financiación, incluida la saudí. Todas las organizaciones religiosas de alcance mundial buscan recursos entre fieles de otros países. Pero, por la información disponible, parece que ha sido la dictadura teocratista saudí quien ha tenido la iniciativa de construir la mezquita en Rusia. Así que la primera cuestión en cuanto a los derechos humanos no es la presencia de mezquitas (punto en el que todos los medios han cargado las tintas), sino la iniciativa saudí de construir cualquier tipo de edificio. El derecho a construir una mezquita lo tienen los musulmanes residentes en Rusia. Lo que sería cuestionable es que el gobierno saudí, dada su condición totalitaria, esté legitimado para promoverla tanto en Rusia como en cualquier otra parte. Téngase en cuenta la propaganda a favor de su régimen que, más o menos directamente, pueden proporcionarle las mezquitas que financia.

En principio, las leyes de un país pueden limitar legítimamente la inversión exterior en su territorio. En este sentido, el gobierno ruso podría poner condiciones a la construcción de la mezquita por Arabia; incluso condiciones basadas en el respeto a los derechos humanos. Es como si la Sudáfrica del apartheid hubiera pretendido levantar un centro cultural afrikaans en Madrid. ¿Acaso no sería oportuno que el gobierno español de entonces le hubiera puesto condiciones, o hubiera aprovechado para echarle en cara su desprecio a los derechos humanos?

Ahora bien, ¿son coherentes los “países democráticos” en su boicot a las dictaduras? ¿Acaso Occidente no establece todo tipo de vínculos con regímenes liberticidas? Y centrándonos en el caso que nos ocupa, ¿está Rusia legitimada para dar lecciones éticas, y concretamente en el campo de la libertad religiosa? ¿Extenderá esta preocupación por los derechos humanos a toda relación política y comercial con Arabia y otros países con regímenes similares? ¿Pondrá los mismos reparos al capital procedente de países occidentales que agreden derechos humanos fundamentales mediante guerras ilegales, secuestros y retención de “combatientes”, etcétera?

Para poder exigir libertades a otros, quien lo haga debería mostrar el máximo esfuerzo por practicarlas en su país y en su actuación en el mundo. Y si un gobierno exige a otros libertad religiosa, debe establecerla de antemano y con carácter incondicional en su propio territorio. Pero es que además la respuesta de Rusia no supone en absoluto una exigencia de libertad religiosa en Arabia. La libertad religiosa no consiste en que se toleren ciertas prácticas a una confesión, sino en que todas por igual puedan ejercerse libremente. Lo que ha pedido el gobierno ruso es que, ya que ellos toleran la mezquita (vinculada a la religión oficial de un país confesional), los saudíes autoricen una iglesia ortodoxa. Tal planteamiento da a entender que, al igual que el islam es la religión oficial de Arabia Saudita, la ortodoxia es la religión oficial de Rusia, y denota que en este país no existe la libertad religiosa (algo que de facto es muy cercano a la verdad, pues la legislación y la práctica política en Rusia establecen una situación de supremacía de la iglesia ortodoxa y de severas limitaciones a otras confesiones). Es por tanto una exigencia contraria a la libertad religiosa.

Religiones oficiales

Quienes plantean la reciprocidad como medida para fomentar la libertad religiosa participan de una visión del mundo de raíces medievales (mantenida hoy por los defensores del choque de civilizaciones), en la que no existe la separación de la iglesia y el estado. Según ésta, las religiones están indisolublemente vinculadas por la tradición a una tierra y a la población que la habita, y los dirigentes de estas confesiones ostentan la representación religiosa del territorio (éste es el principal motivo de conflicto, por ejemplo, entre el Vaticano y el patriarcado ortodoxo de Moscú; ver Ecumenismo cristiano).

Los regímenes islámicos se encuentran anclados en esa concepción; en ellos el islam es la religión oficial, y el conjunto de la sociedad se identifica con la comunidad de creyentes. Al igual que ocurría en la España medieval, las minorías de otras religiones pueden convivir en estos países, a veces con un estatus y unos derechos reconocidos, pero siempre bajo la figura de la tolerancia, no de la libertad. Denominarlos “países musulmanes” sería acertado desde esa perspectiva.

Pero hablar de “países cristianos”, como tan frecuentemente hacen

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