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Ingreso de las mujeres chilenas a la educación superior

fetapiaEnsayo14 de Agosto de 2017

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VA-01-0277 – EDUCACIÓN SUPERIOR Y SEGREGACIÓN SOCIAL: IDEAS Y POLÍTICAS EN LA HISTORIA DE CHILE

EL INGRESO DE LA MUJER CHILENA A LA UNIVERSIDAD

        Profesores        Carlo Ruiz

                Claudio Gutiérrez

                Mercedes López

        Alumno        Fernando Tapia

        Carrera        Ingeniería Civil Mecánica

                Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas

        Fecha        23-06-17


INDICE DE CONTENIDOS

1.0        Introducción        3

2.0        Objetivo        3

3.0        discusión bibliográfica        4

4.0        Referencias        6

Anexo A: Cronología        7


  1. Introducción

A pesar de que la desigualdad de género parece ser una constante que ha mantenido nuestro país a lo largo de su historia, actualmente el acceso a la Educación Superior es uno de los escasos ámbitos en donde la mujer tiene igualdad de participación que los hombres [1] (51% y 49%, respectivamente el año 2016), aunque no en igualdad de condiciones: las mujeres tienen una menor participación en las matrículas de las Universidades del Consejo de Rectores, pero mayor en las Universidades Privadas.

Lo anterior, a pesar de todo, es resultado del esfuerzo de mujeres como Antonia Tarragó e Isabel Le Brun, quienes en la década de 1870 se movilizaron, y lograron que se validaran los exámenes de mujeres ante comisiones universitarias.

Lo interesante de lo anterior, es que, la Ley de aquella época no prohibía a la mujer recibir educación científica superior. Una de las razones por las que las mujeres no postulaban a educación universitaria fue la fuerte creencia que imponían los católicos al rol de la mujer en la sociedad: ser buena y abnegada madre de familia, esposa fiel y consagrada a los deberes domésticos e hija sumisa y obsequiosa para con sus padres [3]. Y esto, evidentemente (desde la perspectiva del católico), se vería mermado por una profesión.

A lo largo de este documento, se analizarán los catalizadores que permitieron que las mujeres ingresaran a la Universidad a contar del año 1881 (es en este año cuando por primera vez ingresa una mujer a la Universidad). Esto es, estudiar el origen del Decreto Amunátegui en 1877.

  1. TESIS A DESARROLLAR

A mediados del siglo XIX, el país entendía la importancia de la educación. Sin embargo, la lucha doctrinaria por definir qué tipo de Estado era el mejor para el país entre los conservadores y católicos por un lado, y los liberales por el otro, impedían definir un norte claro en temas de educación de las mujeres.

Si bien no existían Leyes que le negasen el acceso a las mujeres a la Universidad, tampoco existían secundarias estatales para mujeres que les permitieran estar en igualdad de condiciones que los hombres para rendir los exámenes de ingreso.

No solo los grupos católicos, con sus ideales de los deberes de las mujeres dificultaban el desarrollo de la educación de las mujeres en el siglo XIX, también el escaso apoyo por parte del Estado en crear escuelas secundarias para mujeres (debido a la crisis económica de las décadas del 1870 y 1880) con un debido programa académico les jugó en contra a las mujeres de la época.

  1. discusión bibliográfica

Luego de la Independencia de Chile en 1810, la educación consistía principalmente en el nivel primario para el pueblo, mientras que los niveles secundarios y superior estaban dirigidos a las elites y sectores emergentes. La necesidad de modernizar el país y de poder entrar a los circuitos comerciales internacionales obligaron a los líderes del país a aumentar los niveles de educación de los futuros ciudadanos de la patria [12].

Con motivo de lo anterior, Juan Egaña propone la creación de una especie de escuela politécnica sumamente compleja, y cuyas enseñanzas no fuesen meramente literarias y científicas [11]. Además, como en aquel entonces la cantidad de ciudadanos de sexo masculino era prácticamente similar al femenino [13], sumado al hecho de que hasta entonces que la Capital de Chile no contase con una escuela de mujeres [7], Juan Egaña propone la creación de un colegio para mujeres de similares características que las del colegio para hombres, pero con oficios y artes "más compatibles a su sexo" [11].

De esta manera, en 1813 se fundó el Instituto Nacional, cuyo objetivo inicial fue formar ciudadanos para la patria. A pesar de que las autoridades españolas clausuraron el establecimiento en 1814, cuando los patriotas fueron derrotados en Rancagua, en 1819, tras su reapertura luego de la victoria de Chacabuco, la misión del Instituto Nacional continuó siendo entregar educación intelectual y militar a todo joven, sin importar su origen social ni la condición económica que tuviese. Además, buscaba ejercer una poderosa influencia sobre la conducta de la sociedad, difundiendo las ideas impartidas en sus aulas hasta convertirlas en convicciones públicas [10].

Sin embargo, el ideal de Juan Egaña de disponer de un Instituto Nacional para niñas no se llevó a cabo. Esto se explica principalmente por dos razones:

  • La época de la Colonia en Chile dejó instaurado con poder a la Iglesia Católica, la que imponía su pensamiento de que las mujeres únicamente debían prepararse para ser "buenas mujeres", y que tener una profesión para ellas iba en contra de sus deberes en el hogar. Estas creencias perduraron fuertemente hasta el establecimiento de la República [14].
  • La falta de recursos que el Estado podía destinar a la educación. Estos recursos no solo relacionados al ámbito económico, sino que también a la falta de personal capacitado que pudiese dictar las materias necesarias y de libros adecuados.

A comienzos del siglo XIX, la instrucción femenina era impartida en los hogares, y complementada en algunos conventos de religiosas, que daban sólo rudimentos básicos de aritmética, gramática, catecismo, historia sagrada, literatura, idiomas, música y labores [7].

El cambio en esta situación se dio ya en la época del gobierno liberal de Francisco Antonio Pinto: la sociedad empezaba a comprender la necesidad de la educación femenina; y, con la llegada de José J. de Mora y su esposa, Fanny Delauneux.

Al llegar a Chile, Fanny Delauneux solicitó que el Gobierno y la sociedad le ayudasen a emprender en Santiago lo que ella ya había logrado en Buenos Aires, Argentina: un Instituto de Niñas.

Esto llegó a buen puerto, y el curso de estudios del colegio de Fanny Delauneux incluyó los siguientes ramos: religión y moral cristiana, lectura, escritura inglesa y aritmética, por el método de la enseñanza mutua, costura y bordado de todas especies, lengua francesa, la gramática, la geografía descriptiva, estudio del clave y del canto. Este programa en aquellos tiempos generó sobresaltos de conciencia, en particular el sector católico.

La obra de Fanny Delauneux abrió el camino para los colegios particulares de niñas de familias ilustradas y liberales [7, 15].

En otro aspecto, en 1837, con el decreto del 17 de abril de 1837, se declara extinguida a la Universidad de San Felipe, y se anuncia la creación de otra institución que la reemplazará, la "Universidad de Chile".

Es en esta época, arribaron a Chile nuevas órdenes religiosas enseñantes. Los monasterios, que diez años atrás se resistían a fundar colegios gratuitos, ahora los abren para satisfacer una clientela dispuesta a cubrir holgadamente los estipendios. Sin embargo, el alcance de la educación que impartieron se restringió únicamente a las escuelas primarias.

El 19 de noviembre de 1842 se promulga como Ley de la República la creación de la Universidad de Chile, la cual se inaugura el 17 de septiembre de ese mismo año [15].

El censo de 1854 muestra que, en ese entonces, el 10% de las mujeres leían, y el 8%, escribía. Además, la proporción de chilenos que leen y escriben era: 1 mujer por cada 13,63 habitantes, 1 hombre cada 10,31 habitantes [7]. Además, en este año se cuenta con 15 707 niños matriculados, mientras que solo 4 297 niñas se encontraban en la misma situación [16].

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Figura 3.1 Estructura del Sistema de Instrucción de Primaria. Números de Escuelas, Alumnos y Empleados. Chile 1848-1906.

Posteriormente, el Presidente Manuel Montt, convencido de la importancia de la educación para el desarrollo de la nación, dio durante su gobierno gran auge a los programas de instrucción pública. Es así, que durante su gobierno se creó la Escuela Normal de Preceptoras, se dictó la Ley de Instrucción Primaria de 1860, e hizo el primer intento efectivo de incorporar a la mujer a los planes de educación primaria a escala nacional [7].

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