La Teoría Pedagógica y su importancia en la formación docente
AidaderlyTutorial15 de Septiembre de 2014
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La Teoría Pedagógica y su importancia
en la formación docente
1. ¿Qué es una teoría?
Al revisar en el contexto se observa que el término teoría es de carácter polisémico, pues tiene muchas acepciones y significados, incluso, algunos de ellos resultan ambiguos y hasta antagónicos. Su uso va desde el ámbito cotidiano hasta el científico. Así, se tiene que la palabra teoría a veces se utiliza para referir la visión que las personas tienen con respecto a algo y se escuchan expresiones como: “Yo tengo mi propia teoría de cómo tratar los hijos”
Otra interpretación, ha sido concebir la teoría como un conjunto de ideas no comprobables e incomprensibles, desvinculadas de las cotidianidades pedagógicas y carentes de valor por no contribuir en la solución de problemas habituales. Para otras personas, la teoría sólo representa un conjunto de ideas no medibles, por lo que carecen de importancia constituyendo un elemento secundario. Algunos científicos asocian el termino con conceptos que son considerados objetos de estudio en distintos campos del saber, surgiendo expresiones como: “Teoría de la Cultura”, Teoría de la Comunicación”, entre otros (Hernández, 1995). También, suele ser utilizada la palabra, en una acepción genérica, para hacer sinonimia con la historia de las ideas de algún autor. Verbigracia: Teoría de la Personalidad de Erickson, Teoría Psicogenética de Jean Piaget. Otra tendencia, es la concepción de la teoría, como un conjunto de definiciones interrelacionadas, que representan la realidad y son explicados a través de un mapa conceptual, obviándose la riqueza explicativa que subyace en la misma, pues, a través de esa herramienta (sin discutir su importancia y uso para otros fines), no se pueden explicar todos los elementos necesarios para una comprensión profunda del objeto o parte de la realidad abordada. (Hernández, 1995).
Ahondando en los terrenos del saber científico y, desde la perspectiva epistemológica propiamente dicha, encontramos que:
• De acuerdo a la imagen clásica, la teoría constituye una acumulación resumida de hechos (Porlán, 1997)
• Pero, desde la tendencia falsacionista de la ciencia, se encuentran dos concepciones:
? La popperiana que define la teoría como “un conjunto de enunciados generales obtenidos por un proceso de inducción o un conjunto de conjeturas sometidas de forma permanente al acoso falsacionista” (Porlán, 1997, p. 35). Desde esta óptica las teorías son susceptibles al cambio.
? La postura de Lakatos, quien concibe las teorías como entes complejos altamente estructurados, como programas de investigación constituidos por un núcleo central o conjunto de hipótesis generales y, por un cinturón protector, donde residen tanto las hipótesis secundarias como los enunciados observacionales, encargado de proteger al núcleo de falsación. Desde esta óptica las teorías se resisten al cambio (Porlán, 1997). Esta concepción constituye una visión compleja de las teorías y a ella se unen los relativistas como KUHN quien las denomina Paradigmas. Con este término refiere a estructuras complejas que determinan estilos de pensamiento (Morín, 1986).
Considerando esta última concepción de teoría, puede apreciarse ya la interdependencia entre teoría y acción que es hacia donde apunta la mirada actual de la teoría pedagógica, pues, las acciones dicen de alguna manera la forma como pensamos y, generalmente, como pensamos actuamos. En este sentido, es pertinente retomar aportes como los de Martínez (1990) para quien la teoría constituye medios para operar en un contexto determinado.
Ahora bien, afinando más en el concepto de teoría, es conveniente retomar lo expuesto por Vivas (1997), para quien la teoría es una convención humana que emerge dentro de un contexto y que está impregnada de implicaciones personales, históricas, epistemológicas, sociológicas y filosóficas, ya que son explicaciones elaboradas para entender la complejidad del mundo y, por tanto, están marcadas por las visiones que se tienen de él, es decir, las cosmovisiones. Así, se puede concretar en cuanto a la definición, sobre la base de la revisión elaborada hasta aquí, del término “teoría” que ésta es un conjunto de conceptos, definiciones, proposiciones, enunciados principios interrelacionados que permiten explicar y comprender un fenómeno o parte de la realidad.
2. Importancia de las teorías
Algo es importante en la medida que sirve para algo; la relevancia de ese algo, de cualquier cosa, de un objeto, que para este caso es la teoría, está relacionada con el sentido pragmático, es decir, con la utilidad que le preste a un colectivo para resolver algún problema. Ya en la revisión sobre las definiciones algo se avizora, en cuanto a la utilidad de las teorías. Solé y Coll (1965) ante la interrogante ¿para qué teorías? respondieron: “Para interpretar, analizar, e intervenir en la realidad que mediante dichas teorías se intenta explicar” (p. 9). Hernández (1995) precisa las funciones que de alguna manera dan ese sentido utilitario de las teorías. En este sentido se tiene que las mismas cumplen funciones:
• Explicativas, al permitir dar respuesta a las interrogantes que se plantea la persona ante un hecho, fenómeno o situación, tales como: ¿qué?, ¿por qué?, ¿cómo? y ¿cuándo?
• De sistematización, refiriendo una misión organizativa del conocimiento.
• De predicción, porque aluden la capacidad de inferir la manifestación de un suceso, fenómeno y hecho en condiciones determinadas.
• De interpretación, al permitir hacer lectura de un fenómeno, hecho o realidad de acuerdo a una cosmovisión.
• De transformación, que implica los cambios que se deben generar en las acciones, tomando como referencia la interpretación o lectura que se haya hecho del fenómeno, hecho o situación.
3. Teoría Pedagógica ¿Qué es y cuál es su importancia?
La Teoría Pedagógica no ha estado exenta a la influencia de la diversidad conceptual, de la cual ha sido objeto, el término “teoría”. Pero, además, su dilucidación conceptual, se encuentra también marcada por la polisemia de la misma palabra “Pedagogía”. Pues, ante la interrogante ¿qué es la Pedagogía? emergen respuestas que limitan, a su vez, la posibilidad de responder la interrogante ¿qué es una teoría pedagógica? Es necesario por tanto, efectuar una revisión sobre lo que se entiende por “Pedagogía”.
Al intentar dar respuesta a la interrogante ¿qué es la Pedagogía? Surgen diversas respuestas. Para algunos autores la Pedagogía no tiene carácter científico, para otros es una de las llamadas ciencias de la educación y hay quienes la conciben y fundamentan como una ciencia. Explicitemos cada una de estas posturas.
3.1.- La Pedagogía como una actividad carente de status científico
Existe una postura que le niega el carácter científico a la Pedagogía y la concibe o bien como una actividad o como un arte. La concepción de la Pedagogía como actividad, se inscribe esencialmente en el significado etimológico del término y en la concepción positivista de la ciencia. De acuerdo a la primera, a las raíces, la palabra proviene de los términos griegos: “paidos” que significa niño y “ago” que significa conducir. Entonces se hablaba del paidogogo quien era el esclavo que conducía a los niños. Por lo que se dice que desde sus orígenes surge más como actividad que como saber.
Según, la segunda tendencia, es decir, la concepción científica positivista que aboga por el conocimiento objetivo, absoluto, verificable y universal, la Pedagogía al igual que las demás ciencias carecería de estas condiciones, por la complejidad del objeto de estudio que aborda, el cual, por su misma naturaleza humana, no puede ser abordado desde los paradigmas provenientes de las ciencias físicas y naturales. Aunado a ello, se suma el hecho de disgregación del objeto pedagógico en los demás campos del saber, que se explica en el apartado siguiente, el cual le circunscribe un carácter instrumental al conocimiento pedagógico, cuya aplicación lo limita al cerco del aula.
Ahora bien, en la ausencia de status científico, se incluye también la tendencia que asume la Pedagogía como arte. Esta forma de concebirla, tiene aceptación en el sentido que lo plantea Stenhouse (1995), ente otros autores, que señala que a medida que el maestro lleva a la práctica el currículo, se perfecciona profesionalmente y, cada vez, es mejor docente; como el artista, que en la medida que elabora obras, afina más sus técnicas y despliega toda su creatividad. Esta postura también tiene sus críticos. Gallego – Badillo (1997) expresa: “La Pedagogía no es un arte, ni en el sentido de lo artesanal (empírico) ni en el de los artístico. Profesionalmente, un pedagogo, no es un Mozart, un Alejo Durán, un Botero… El produce Pedagogía no obras de arte” (p.27). También Freire (1997) alude al respecto cuando plantea que el profesor no moldea a sus estudiantes, pues no trabaja con materiales inertes a los que se les da forma de acuerdo a la inspiración del artista o artesano, sino que el pedagogo trabaja con la formación de hombres y mujeres que tienen pensamientos, sentimientos, experiencias; cada alumno es un mundo, y si bien, puede ser influenciado por el docente, no puede ser formado a imagen y semejanza de lo que se le ocurra al educador en su mente.
Entonces el pedagogo dista mucho del artista. Pero es que además, si acogemos la postura de Stenhouse (1995), en lo que se aprecia con la realidad, por ejemplo, la venezolana, entra en contradicción, pues, los docentes con mayor tiempo de servicio, por lo
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