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PARADIGMAS EDUCATIVOS Y

lila5029 de Abril de 2014

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Sociedad de la información y del conocimiento

El siglo XXI se presenta asomando el rostro de un nuevo paradigma de sociedad, un modelo donde la información entendida como conocimiento acumulado de forma comunicable, aparece como el cimiento del desarrollo económico, político y social. El proceso de transformación hacia este modelo –se afirma– es irreversible. El avance tecnológico faculta al ser humano para hacer provecho de datos, información y conocimiento en formas, modos o maneras sin precedentes, propiciando un intercambio científico, cultural y técnico a escala mundial, pasando sobre las barreras geográficas, las divisiones políticas y las de tiempo.

Dinámica actual

Conforme nos adentramos en el nuevo siglo, es más que evidente para las distintas organizaciones el entorno dinámico y de incertidumbre al que se enfrentan a diario, si hemos de ser rigurosos: 24 horas, los siete días de la semana, todo el año.

Los increíbles avances tecnológicos han hecho posible lo que hace apenas algunos años era considerado como ciencia-ficción. El mundo se ha empequeñecido virtualmente: ahora es posible compartir ideas, proyectos y resultados, por citar sólo algunos ejemplos, sin importar las distancias geográficas o los husos horarios. En consecuencia, las organizaciones1 se ven inmersas en un proceso continuo intentando anticipar, reaccionar y responder a un medio ambiente de cambio, duda y complejidad. Considerando el grado de interdependencia y diversidad a que se ha llegado en los tiempos actuales, tal mecánica es indispensable para garantizar un mínimo de condiciones de supervivencia.

Nada parece detener el cambio ni se anticipa una posible disminución en su velocidad, por el contrario, da la impresión de incrementarse cada vez más, añadiendo severas presiones a las estructuras internas de cualquier organización.

Se requiere saber más en menos tiempo con el fin de tomar las decisiones correctas.

Para mantener la adaptabilidad, es necesario crear y preservar un estado de cambio permanente en estructuras, procesos, objetivos y metas; como ejemplo, la capacitación tiene que considerarse de acuerdo con los parámetros dinámicos del medio: es preciso un aprendizaje organizacional donde el no aprender se encuentre abolido y el personal mejore continuamente sus capacidades, porque podría ser la única fuente para lograr ventajas competitivas y de eficiencia en los productos y servicios.

Este frenético entorno global no es la única fuerza que impulsa a las organizaciones hacia el cambio, las presiones internas también son casi tan poderosas. Por tales razones, cada vez es más requerido un nuevo estilo de trabajar, individuos capaces de superar las limitantes de espacio, tiempo o ubicación geográfica: los trabajadores y las trabajadoras de la información y el conocimiento, así como personas en las que cualidades como la creatividad y la innovación siempre estén presentes.

Sociedad de la información y el conocimiento

Es un hecho que este nuevo paradigma de sociedad se constituye de facto como el fundamento del desarrollo económico, político y social del siglo XXI. En un proceso que se realimenta a sí mismo, las nuevas tecnologías facultan a la sociedad en el manejo de grandes volúmenes de información, las cuales, a su vez, generan más conocimiento en un círculo virtuoso ascendente de progreso.

Hansson4 afirma que este fenómeno no se encuentra exento de riesgos por el hecho de que la información y el conocimiento se están acumulando a un ritmo sin precedentes. Se necesitaría, entonces, hablar también de una sociedad de riesgo, lo cual contradice o, al menos, hace contrapeso a la sociedad de la información y del conocimiento. En efecto, en esta última se esperaría que los encargados de tomar decisiones supieran cómo lograr sus objetivos, en tanto que en la primera serían los acontecimientos imprevisibles e incontrolables los que impedirían su tarea, algo muy de tener en consideración.

El tema del conocimiento es un asunto complicado a lo largo de la historia humana y para lo cual existe una parte de la filosofía (epistemología) que trata de los fundamentos y métodos del conocimiento científico. Notables son las pugnas entre empiristas y racionalistas en el mundo occidental, sin embargo, parece que existe un acuerdo general para definir el conocimiento como una creencia verdadera y justificada.

Lo que uno no cree no puede ser conocimiento; según la condición de veracidad, el conocimiento que un individuo tiene acerca de algo no existe, a menos que su propuesta sea verdadera. La condición de creencia no sólo exige que una declaración sea verdadera sino que, además, creamos que ésta sea verdadera. Así, entonces, la condición de veracidad es un requerimiento objetivo y la de creencia, subjetivo. La condición de justificación exige evidencia que pruebe la veracidad del conocimiento; la originada sin evidencia válida no constituye conocimiento, aun cuando en algunas circunstancias

pueda llegar a ser verdadera.5

En cuanto a la información, el concepto se encuentra muy enlazado al del conocimiento y la informática. El diccionario Larousse define información como “conocimiento que se tiene de algo” y a la informática, como “ciencia del tratamiento automático y racional de la información considerada como soporte de los conocimientos y las comunicaciones”; bien puede tenerse a la primera como la comunicación o adquisición de conocimientos que permiten ampliar o precisar los que se poseen sobre una materia determinada.6

Por lo tanto, requerimos de la asimilación cognitiva para transformar la información en conocimiento e integrarlo al sistema de creencias del sujeto.

Por ejemplo, si leemos cualquier libro es probable que ocurra la transformación en caso de entender su contenido y lo adecuemos a nuestro sistema de creencias; si lo aprendemos de memoria sin entenderlo, entonces tendremos información, pero no conocimiento.

Los datos se diferencian de la información en que no tienen que estar en una forma determinada o adecuada para su asimilación. Los cuestionarios de una encuesta incorporan datos. Cuando éstos se vierten en una publicación, se vuelven información. En consecuencia, los datos deben ser asimilables cognitivamente para considerarlos información y asimilados de igual manera para calificarlos como conocimiento.

Por ello, es difícil trazar una línea clara entre el conocimiento y la mera información, con el agravante de que la informática hace más difícil el punto al tratar ambos conceptos como sinónimos, razón por la cual encontramos con tanta frecuencia las frases de “sociedad de la información” y “sociedad del conocimiento”.

Desde el punto de vista del conocimiento organizacional, Nonaka y Takeuchi (1999) hacen la distinción entre los conocimientos tácito y explícito: el primero es lo aprendido con la experiencia personal e involucra factores intangibles como las creencias, el punto de vista propio y los valores, es decir, del comportamiento humano, y lo definen como el más importante y apegado a la filosofía oriental, sobre todo en las compañías japonesas; el segundo es lo que puede expresarse mediante el lenguaje formal, incluidos enunciados gramaticales, expresiones matemáticas, especificaciones, manuales, etc. y lo consideran como resultado de la tradición filosófica de occidente.

Dichos autores intentan establecer relaciones complementarias entre ambos tipos en una interacción dinámica centralizada para la creación del conocimiento en las organizaciones, demostrando que el individuo interactúa con éstas a través del conocimiento.7

P. Drucker es reconocido como uno de los primeros en percibir la transformación de una sociedad industrial manufacturera a una de servicios, donde el conocimiento se convierte en el recurso básico. Drucker acuñó términos básicos como trabajo de conocimiento o trabajador del conocimiento, sugiriendo que uno de los retos más importantes para las organizaciones, como parte de la sociedad del conocimiento, es construir prácticas sistemáticas para administrar su propia transformación: “El único gran reto para los ejecutivos de los países desarrollados es incrementar la productividad de los trabajadores del conocimiento y de servicio. Este reto, que controlará la agenda administrativa por varias décadas, determinará el comportamiento competitivo de las compañías. Aún más importante: determinará la configuración de la sociedad y la calidad de vida de todos los países industrializados”.8

A partir de los conceptos expresados, pareciera que la información se está acumulando con mayor velocidad que el conocimiento, y el proceso de transformación de la información en conocimiento se va quedando atrás.

Por lo tanto, sería mejor hablar de una sociedad de la información, e incluso, de una de datos; sin embargo, esto no invalidaría el hecho de que vivamos, también, en una sociedad del conocimiento por las mismas razones de acumulación y transformación, aunque más exclusiva y estratégica.

Considerando que la sociedad de la información es la frase más recurrente, ¿hacia dónde debe dirigirse tal instancia? Enseguida se presentan algunas consideraciones sobre el tema:

• Diversidad cultural. La sociedad de la información (SI) deberá conservar y promover la diversidad cultural en todas las naciones.

• Desigualdad. El ingreso de 1% del más rico de la población mundial equivale a 57% del más pobre.9 La SI tiene la gran oportunidad de participar en el propósito de reducir esta desigualdad hasta niveles dignos de bienestar (ONU, Cumbre del Milenio).

• Creatividad e innovación. La clave del éxito de los países es,

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