PROGRAMA DE PREVENCIÓN Y PROMOCIÒN DE SALUD
martika89424 de Mayo de 2015
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PROGRAMA DE PREVENCIÓN Y PROMOCIÒN DE SALUD
SOC 1014
14 agosto de 2014
La enfermedad de Alzheimer (EA)
Es un trastorno neurológico que provoca la muerte de las células nerviosas del cerebro. Por lo general, la EA comienza paulatinamente y sus primeros síntomas pueden atribuirse a la vejez o al olvido común. A medida en que avanza la enfermedad, se van deteriorando las capacidades cognitivas, entre ellas la capacidad para tomar decisiones y llevar a cabo las tareas cotidianas, y pueden surgir modificaciones de la personalidad, así como conductas problemáticas. En sus etapas avanzadas, la EA conduce a la demencia y finalmente a la muerte.
La enfermedad de Alzheimer se presenta con mayor frecuencia entre personas de más de 65 años de edad; sin embargo, también puede afectar a personas mucho más jóvenes. La incidencia de la demencia aumenta rápidamente después de los 65 años de edad. En 1998, el porcentaje de personas mayores con trastornos moderados o graves de la memoria iba desde 4% en el grupo de 65-69 años de edad hasta 36% entre los ancianos de 85 años o más. La EA es la novena causa más importante de muerte entre las personas de 65 años de edad o más.
Los pacientes con EA viven, en promedio, aproximadamente ocho años tras el diagnóstico, aunque algunos pueden vivir hasta 20 años después de diagnosticárseles la enfermedad. Con el fin de ayudar a entender los cambios que ocurren según avanza este mal, la EA se divide en tres etapas: inicial, intermedia y avanzada. No obstante, es importante recordar que la evolución de los síntomas difiere de una persona a otra, y que cada etapa se desarrolla gradualmente a lo largo de varios años. Además, no es raro que los pacientes de EA tengan "días buenos" y "días malos". Por ejemplo, en la etapa inicial de la EA es posible que el paciente no muestre ningún síntoma el lunes, pero puede que el martes no se acuerde del nombre de sus familiares ni sepa encontrar la leche en el refrigerador.
A continuación se resumen los síntomas más frecuentes en cada etapa:
Etapa inicial de la EA
Dificultad para recordar hechos y conversaciones recientes
Dificultad para recordar el mes o el día de la semana.
Pérdida de la capacidad para manejar dinero
Apatía general y alejamiento de las relaciones sociales
Cada vez es más difícil cocinar o ir de compras
Errores de juicio; dificultad para tomar decisiones apropiadas
Tendencia a perder las cosas
Posible desorientación en entornos conocidos
Etapa intermedia
Surgen conductas problemáticas
Ira, suspicacia, reacciones desproporcionadas, paranoia (por ejemplo: creer que los familiares le roban dinero o que el cónyuge tiene una aventura)
Deambulación o vagabundeo
Repetición de las mismas preguntas o frases
Síndrome del atardecer (es decir, agitación o inquietud cuando cae la tarde)
Temor a bañarse
Alucinaciones
Problemas para comer
Incontinencia
Acumulación y ocultamiento de sus pertenencias
Conducta sexual inapropiada
Comportamiento violento
Antes necesitaba ayuda para elegir la ropa y acordarse de mudarse de ropa; ahora necesita ayuda para vestirse
Antes necesitaba que se le instara al aseo personal; ahora necesita ayuda para bañarse, tomar los medicamentos, cepillarse los dientes y hacer sus necesidades, etc.
Dificultad cada vez mayor para la expresión y comprensión verbales
Problemas espaciales (por ejemplo, dificultades para colocar platos y cubiertos en la mesa)
Pérdida de la capacidad para leer, escribir y sacar cuentas
Pérdida de la coordinación
Necesita atención o supervisión las 24 horas del día, los siete días de la semana
Es posible que en ocasiones no reconozca a familiares y amistades
Etapa avanzada
Incapacidad para comunicarse
Incapacidad para reconocer personas, lugares y cosas
No le es posible participar en su cuidado personal
Pierde la capacidad de caminar
Pierde la capacidad de sonreír
Es posible que se le contraigan los músculos
Puede perder la capacidad de tragar
Es posible que se presenten convulsiones
Pérdida de peso
Pasa la mayor parte del tiempo durmiendo Puede mostrar la necesidad de chupar cosas
Incontinencia
A medida que se agravan los síntomas de la EA, aumenta la presión sobre el cuidador. El cuidado presenta cada vez más dificultades físicas y consume más tiempo. En algún punto de esta etapa, la mayoría de los cuidadores necesitarán ayuda de terceros.
El diagnóstico
El diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer se basa en una combinación de pruebas y exámenes. Debe diferenciarse de los olvidos ocasionales que se presentan normalmente con la vejez, y también de los vinculados con la depresión, la desnutrición y los efectos secundarios de los medicamentos, que pueden provocar síntomas semejantes a los de la etapa inicial de la EA. Por lo general, el médico inicia la evaluación mediante la historia personal, el examen físico y la valoración de las capacidades cognitivas del paciente. Estos pasos ayudan al médico a decidir si se necesitan más pruebas. Es posible que el médico de atención primaria recomiende que se realice un examen más a fondo en un centro de evaluación de la enfermedad de Alzheimer, o por un especialista en demencia o geriatría. Dicho examen probablemente incluya una meticulosa evaluación médica y de la historia personal, seguida de extensas pruebas neurológicas y neuropsicológicas. La evaluación de la demencia debe incluir entrevistas con familiares y otras personas que tengan estrecho contacto con el paciente.
Tratamiento
Los investigadores aún no conocen con exactitud la causa de la enfermedad de Alzheimer, y por ahora no existe cura alguna. No obstante, en los últimos años se han logrado avances considerables en la investigación y se han descubierto distintos medicamentos para la etapa inicial de la EA. Los investigadores aún no han encontrado un tratamiento ideal que impida o cure la EA, sin efectos secundarios, que resulte económica y que esté ampliamente disponible.
No obstante, es posible aliviar con medicamentos algunos de los síntomas comunes de la etapa inicial de la EA. Lamentablemente, estos fármacos no son eficaces para todos los pacientes y su valor se limita a las etapas inicial e intermedia de la EA.
Ya en estos momentos es posible aliviar algunos de los síntomas emocionales y conductuales más comunes de la EA. Por ejemplo, el médico puede recetar tranquilizantes para aliviar la agitación, la ansiedad y los comportamientos impredecibles. También pueden recetarse fármacos para mejorar el sueño y combatir la depresión. Es posible que el médico recomiende la vitamina E, que produce algunos resultados positivos sin efectos secundarios negativos, cuando se toma en cantidades moderadas.
Es indispensable controlar cuidadosamente la dosificación de los medicamentos que se administren. Las personas mayores no reaccionan a los fármacos de la misma forma que los jóvenes; el exceso de medicación puede ser peligroso. Es importante mantener informado al médico sobre los cambios de conducta o los nuevos síntomas que se presenten en los pacientes que toman medicamentos.
PREVENCIÒN
Aunque no existe una forma comprobada de prevenir el mal de Alzheimer, existen algunas prácticas que vale la pena incorporar en la rutina diaria, particularmente si usted tiene antecedentes familiares de demencia. Hable con el médico acerca de cualquiera de estas propuestas, especialmente aquellas que implican tomar medicamentos o suplementos.
• Consumir una dieta baja en grasa.
• Consumir pescado de agua fría (como atún, salmón y caballa) rico en ácidos grasos omega-3, al menos dos a tres veces a la semana.
• Reducir la ingesta de ácido linoleico que se encuentra en las margarinas, la mantequilla y los productos lácteos.
• Incrementar los antioxidantes, como los carotenoides, la vitamina E y la vitamina C, consumiendo muchas frutas y verduras de color oscuro.
• Mantener una presión arterial normal.
• Permanecer activo mental y socialmente durante toda la vida.
• Pensar en tomar antinflamatorios no esteroides (AINES), como ibuprofeno (Advil, Motrin), sulindaco (Clinoril) o indometacina (Indocin). Las drogas estatinas, un tipo de medicamento normalmente usado para el colesterol alto, pueden ayudar a disminuir el riesgo del mal de Alzheimer. Sin embargo, hable con el médico acerca de los pros y contras de la utilización de estos medicamentos para la prevención.
Además, se están haciendo las primeras pruebas de una vacuna contra el mal de Alzheimer.
El cuidador del paciente de Alzheimer
A menudo se dice que la enfermedad de Alzheimer es una enfermedad de toda la familia, porque la angustia permanente de presenciar cómo se deteriora lentamente un ser querido afecta a todos por igual. Por lo tanto, el tratamiento integral
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