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EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO


Enviado por   •  28 de Junio de 2012  •  2.746 Palabras (11 Páginas)  •  513 Visitas

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EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO

En esta obra, el Dr. Frankl nos relata la experiencia, que lo condujo al descubrimiento de la logoterapia, prisionero durante mucho tiempo en los bestiales campos de concentración el mismo sintió en su propio ser lo que significaba una existencia desnuda. Sus, padres, su hermano, incluso su esposa, murieron en los campos de concentración o fueron enviados a las cámaras de gases.

Es difícil no comparar la teoría del Dr. Frankl con la de Sigmund Freud, ya que ambos se aplican primordialmente a estudiar la naturaleza y cura de las neurosis, para Freud la naturaleza de esta angustiosa enfermedad, está en la ansiedad que se complementa con motivos conflictivos e inconscientes; Frankl diferencia varias formas de neurosis y descubre el origen de algunas de ellas (la neurosis noógena) es la incapacidad que tienen el individuo para encontrar significado y sentido de responsabilidad en su propia existencia. Se da en la Europa actual una marcada tendencia a alejarse de Freud y una a aceptación muy extendida del análisis existencial que toma distintas formas más o menos afines, siendo una de ellas la escuela de logoterapia.

La descripción que hace Frankl de la mezcla de emociones y apatía que se agolpan en la mente es impresionante. Lo primero que viene a nuestra mente es una curiosidad, fría y despegada por nuestro propio destino. El hambre, la humillación y la sorda cólera ante la injusticia se hacen tolerables a través de las imágenes entrañables de las personas amadas, de la religión, de un tenaz sentido del humor e incluso de un vislumbrar la belleza estimulante de la naturaleza: un árbol, una puesta de sol. “Quien tiene un porque para vivir, encontrara casi siempre el cómo”.

Todas las metas de la vida familiar, le han sido arrancadas de tajo, lo único que resta es “la última de las libertades humanas”, la capacidad de “elegir la actitud personal ante un conjunto de circunstancias”. Su mérito es tanto literario, como filosófico y nos ofrece una precisa introducción al movimiento psicológico más importante de nuestro tiempo.

Un psicólogo en un campo de concentración, trata de experiencias personales no de lo que millones de seres humanos han sufrido una y otra vez. Es la historia íntima de un campo de concentración contada por uno de sus supervivientes, trata de una multitud de pequeños tormentos y pretende dar respuesta a la siguiente respuesta: ¿Cómo incidía la vida diaria en un campo de concentración en la mente de un prisionero medio? Esta historia se desarrolla en los pequeños campos de concentración, que es donde se produjo la mayor parte de exterminio.

Es muy fácil para quienes no hemos vivido el horror de haber estado en un campo de concentración, hacernos una idea equivocada de la vida en el, idea en la que la piedad y simpatía aparecen mezcladas, del combate inexorable por el pan de cada día y por la propia vida.

Un solo pensamiento animaba a los prisionero: el mantenerse con vida para regresar con la familia que los esperaba en casa y salvar a sus amigos; no dudaban ni un momento para hacer que otro prisionero “otro número” ocupara su lugar dentro de la expedición. Además de la selección de los “capos” que corría a cargo de las SS y que era de tipo activo, se daba una especie de proceso continuado de autoselección pasiva entre todos los prisioneros. Generalmente se mantenían vivos aquellos prisioneros que tras varios años de dar tumbos de campo en campo, habían perdido todos sus escrúpulos en la lucha por la supervivencia, aquellos que estaban dispuestos a recurrir a cualquier medio con tal de salvarse. Quienes han vuelto de allí gracias a casualidades fortuitas o milagros, lo sabemos bien: los mejores de entre nosotros no regresaron.

En este relato se cuentan las experiencias de un prisionero común, es muy importante que se diga que Victor Frankl, no estuvo trabajando en el campo como psiquiatra, solo era un prisionero más el número 119.104 y la mayor parte del tiempo estuvo cavando y tendiendo traviesas para el ferrocarril. En una ocasión mi trabajo consistió en cavar un túnel, para colocar una cañería bajo una carretera, antes de las navidades de 1944 me encontré con el regalo eran “cupones de premio”, estos cupones costaban a la empresa 50 pfennig cada uno y podían canjearse por seis cigarrillos.

Muchos recuentos y datos sobre los campos de concentración ya están en los archivos. Estos hechos se consideraran en cuanto formen parte de la experiencia humana, lo que este libro intenta describir es la naturaleza exacta de dichas experiencias a la luz de los conocimientos y a los que nunca estuvieron dentro de estas experiencias, a aprender y sobre todo a entender, las experiencias por las que atravesaron todas aquellas personas su totalmente nueva actitud frente a la vida. Únicamente el que ha estado dentro sabe realmente lo que paso, aunque sus juicios no sean del todo objetivos y sus estimaciones sean quizá desproporcionadas. El autor en un principio trato de escribir este libro de manera anónima, utilizando tan solo el número de prisionero que portaba en aquellos campos de concentración. Una vez terminado el manuscrito comprendió que el anonimato le haría perder la mitad de su valor, ya que la valentía de la confesión eleva el valor de los hechos.

Al examinar e intentar ordenar la cantidad de material recogido, cabe mencionar tres frases en las reacciones mentales: la fase que sigue a su internamiento, la fase de la autentica vida en el campo y la fase siguiente a su liberación.

El síntoma que caracteriza la primera fase es el shock que puede incluso preceder a la admisión formal del prisionero en el campo. Desde un punto de vista psicológico, teníamos un largo, muy largo, camino por delante desde que pusimos el pie en la primera estación hasta nuestra primera noche en el campo. Las reacciones empezaron q cambiar a los pocos días, el prisionera pasaba de la primera a la segunda fase de apatía en la que llegaba a una especie de muerte emocional. La apatía, el adormecimiento de las emociones y el sentimiento de que a uno no le importaría ya un nunca nada; en tales momentos no es ya el dolor físico lo que más nos hiere (esto aplica para adultos y también para niños); es l agonía mental causada por la injusticia, por lo irracional de todo aquello.

El aspecto más doloroso de los golpes es el insulto que incluyen. Hay momentos en que la indignación puede surgir incluso en un prisionero aparentemente endurecido, indignación no causada por la crueldad o el dolor, sino por el insulto al que va unido. La apatía el principal síntoma de la segunda fase, era un mecanismo necesario de autodefensa para La conservación

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