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La pedagogia en el siglo XX

esaflukysDocumentos de Investigación3 de Noviembre de 2015

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AYALA AGIZ MONICA ELENA                                                         01-09-15

GRUPO 215

LA PEDAGOGÍA EN EL SIGLO XX

Describiendo la evolución de la educación en los últimos cincuenta años, hemos tenido ocasión de ver qué profundas transformaciones han afectado su práctica, la creciente diversidad metodológica de las ciencias bajo cuyo patrocinio se lleva a cabo la investigación concerniente al fenómeno educativo y, finalmente la multiplicidad de corrientes divergentes de pensamiento que se dedican a interpretar su historia o a sugerir programas de cambio. Nos podemos preguntar si contribuyen al establecimiento de una política y permiten prefigurar el futuro en tal materia y finalmente, como se organiza su enseñanza y su participación en la formación del cuerpo docente.

De la pedagogía a las ciencias de la educación.

Para el que se ocupa de las investigaciones de que fue y sigue siendo objeto la educación, aparece claro que sus principales itinerarios son reducibles a dos. El primero presenta un carácter o, al menos una aspiración, una aspiración filosófica. Aquel explicita el sentido de la práctica para enunciar, justificar y prescribir sus finalidades. Hablando con más exactitud, podemos distinguir tres grandes etapas al respecto.

Primera etapa: la filosofía

La filosofía dominaba por completo, era como si existiese una especie de parentesco y vinculo reciproco entre ellas y la pedagogía. Por otra parte todo sistema acabado conlleva como tarea necesaria definirse acerca de los problemas de formación y analizar esta. Ello ocurre con Sócrates, cuta mayéutica esta intrínsecamente exigida por su doctrina o con Platón, para el que la filosofía posee el de derecho de asignar al conjunto de instituciones imperativas a los que han de subordinarse. Moreau afirma, por su parte, que Platón ha sido el primero en poseer una filosofía de la educación; Leveque y Best estiman que el autor griego proporciona el “modelo de una autentica filosofía de la educación”. Por lo que respecta A Brunschwigg estima, elogiándolo que su pensamiento se asimila en cierto modo a una pedagogía. Rousseaun, Chateau subraya “la independencia de las ideas pedagógicas, políticas y filosóficas y observa que “las perspectivas pedagógicas son inseparables de las filosóficas, políticas, religiosas o morales”. Kant, titula una cátedra de pedagogía en Koenigsberg, escribe que “en el problema de la educación se esconde el gran secreto del perfeccionamiento de la humanidad”. No se debe educar a los niños de acuerdo a la situación presente de la especie humana, sino en función de una situación mejor, posible en el futuro, es decir, según una idea de humanidad y de orientación completa hacia ella.

Segunda etapa: la ciencia

Es en cierta manera, inaugurada por Durkheim, sensible a la influencia positiva según la cual únicamente vale el conocimiento científico. Al rechazar el régimen establecido, las doctrinas en cuestión preconizan sustituirlo por otro “su objetivo no es describirlo o explicar lo que es o lo que ha sido, sino determinar lo que debe ser”, podría suponerse, sin embargo que en razón de su misma virulencia corrosiva, las doctrinas aludidas cobren progresivamente operatividad, por esta razón la “pedagogía solo ha sido a menudo una modalidad de literatura eutópica”. Es preciso pues, sustituir la pedagogía por el estudio objetivo de lo que la sociedad espera de la escuela, es decir, los ajustes requeridos para obtener las finalidades que demanda la dinámica social, se debe elaborar una “ciencia de la educación”. Hubert deplora esta expresión “singular”, se presenta como una reflexión ordenada a la acción que viene a asegurar una mediación entre ciencia y la actividad formadora cotidiana. Resumiendo, corresponde extraer el consenso social, denominador común del conjunto de ciudadanos, y enseñarlo como tal.

Este propósito de constituir la pedagogía como ciencia se encontraba a la razón muy compartido, “la educación era todavía una obra del azar en la que no había penetrado el método científico”. En su obra “La ciencia de la educación”, Alexandre Bain indica que el papel de esta es “establecer objetivamente un arte de enseñar que combine la observación de la pratica de las clases con la consulta de nacientes disciplinas como la psicología”.

Tercera etapa: las ciencias de la educación  

Se caracteriza por la emergencia de las ciencias de la educación introducida por Debedde, cuya acción fue decisiva, fue oficialmente consagrada por derecho el 11 de febrero de 1967 que constituyo “una licenciatura y doctorado en ciencias de la educación”.

En vez de la clasificación en 5 categorías que propone el “Tratado de ciencias pedagógicas” preferimos distinguir tres grupos:

  • Las disciplinas que estudian de forma diacrónica el problema educacional (historia de la educación-o de forma sincronizada-pedagogías comparadas-economía de la educación etc...
  • Las que se refieren al sujeto de la educación, analizado por la biografía, la psicología o la sociología, se constituirán pues la biopedagogía, la psicopedagogía o la sociología de la educación, ciencias humanas aplicadas a la formación
  • Las que alimentan la didáctica, matemáticas, lingüística, tecnología de la educación etc...

¿Ciencia o filosofía?

Ya en el pasado, la “pedagogía” se considera desdeñosa, reduciéndola a un conjunto de procedimientos que había de dominar los instructores, debido a la modestia de su cultura, pero no los profesores, por ello, su presencia en Universidad fue precaria e impugnada, el otorgamiento de un “estatus” oficial y su introducción en las U.E.R; provocan reacciones contrapuestas, algunos reaccionan favorablemente.

La primera actitud emana de los que sostienen que esas ciencias carecen de legitimidad y esfera propia, cuando se trata de problemas educacionales en su amplio sentido bastarían la psicología o la sociología para ocuparse de ello, y si se trata de didácticas, corresponde determinarlas exclusivamente a las disciplinas docentes.

La segunda actitud, mas grave, es la que poseen ciertos especialistas de estas disciplinas al hacerse de ellas una representación abusiva planteando que, por el hecho de su progreso y del respaldo que le prestan las ciencias fundaméntales pueden pretender gestionar y determinar por si mismas la practica educacional, descalificando la “filosofía de la educación”. Por importante que sea la epistemología, la filosofía de la educación no puede reducirse a ella, ya que le corresponde analizar además la axiología, la ética, la teología que regulan y promueven la dinámica de toda practica. Las finalidades siempre son inmanentes y activas, aunque su adopción y justificación sean confusas, se remitan a la opinión empírica o, según la expresión de Fournier, a una “política de la educación”. En este sentido, las carencias de la educación no son coextensiva en lo absoluto a su objetivo ya que, precisamente, este no es un “objeto” en sentido estricto, análogo a los que la vida presenta a la biología o la naturaleza a la física, el campo que abre a los investigadores es menos un “objeto” que un “objetivo”. Hay que decir también que la insuficiencia de las “ciencias” como tales no es nunca provisional sino definitiva, no contingente sino necesaria.

Filosofía de la educación e investigación educacional  

Roller declaraba que le resultaba imposible evitar el, preguntarse si desde 1945, había provocado un progreso en la escuela, “la actitud experimental que debo conservar aquí no me autoriza a responder de manera negativa, pero tampoco me permite dar un respuesta positiva neta y rica en hechos irrefutables. Esta situación parece paradójica a quien piensa en la seguridad de los procedimientos disponibles hoy día cuyas etapas, orientación y comprobación de fecundidad había iniciado Alfred Binet. Profundizada y diversificada ulteriormente, en especial por Buyse. Además de esto, se han creado instituciones aptas para ponerla en práctica, sin reproducir el inventario exhausto que han elaborado Roller o Lallez, no falta hoy en día estudios cuya calidad permite inferir conclusiones. La hostilidad deliberada de aquellos cuya falta de formación u otros factores impiden respetar los imperativos del proceso científico. Todo concurre pues a hacer escaso el número de casos en los que realice y complete un programa en condiciones que autentifiquen sus conclusiones. Por el contario se introducen novedades que nunca han sido objeto de verificación previas, finalmente el prestigio que la investigación posee en la actualidad no avala necesariamente el progreso del espíritu científico, en efecto, continua siendo entendida en los más dispares sentidos, designando conjuntamente el ensayo empírico, individual o colectivo, y la trayectoria metódica. Para comprender porque es ello así, hay que volveré a presentar el problema de la finalidad, distinguiendo entre dos tipos de investigación, sin poner en tela de juicio la organización global de la enseñanza. Como observa Snyders, hace falta realizar tantos esfuerzos, desplegar tanta ingeniosidad y llevar a cabo un número de descubrimientos equivalentes para ser un buen maestro de tipo tradicional. La consulta de la lista de trabajo emprendido en los servicios especializados lleva a concluir que muchos de ellos pertenecen al primer género. Las innovaciones individuales e “investigaciones espontaneas” suscitadas por ella chocan en primer lugar con obstáculos de orden técnico, según esto, si como ha observado Piaget, corresponde a la sociedad fijar los objetivos de la educación suministrada a las generaciones sucesivas, la inhibición investigadora proviene acaso de que el cuerpo político no proporciona las perceptivas que motivarían la búsqueda experimental y, en términos metodológicos, constituirían sus hipótesis, no es concebible pedagógicamente hablando, una investigación no enmarcada en un  sistema de valores, ya que esta debe mejorar la práctica y en definitiva la acción sobre el alumno, acción que no puede plantearse en la oscuridad filosófica desconociendo el objetivo al que debe tender. Las modalidades de enfoque de la educación se han remodelado, amplificado y diversificado profundamente, por los desacuerdos o conflictos de los que la teoría de la educación es objeto, es esto lo que confirma el examen de la problemática de la investigación educacional.           

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