Max Weber - La Ética protestante y el espíritu del capitalismo
Ronald Meza FernándezResumen4 de Abril de 2021
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INTRODUCCIÓN
Diversas disciplinas, en diferentes culturas, han encontrado en el método científico una respuesta eficaz para explicar y utilizar diversos conocimientos, tanto en las ciencias naturales, matemáticas e incluso de las artes, como es el caso de la música y arquitectura. Sin embargo, al tratar de utilizarse para explicar fenómenos sociales y económicos, estos no responden de manera tan previsible, por causa de la intervención humana, influenciada por sus creencias, anhelos, estímulos motivaciones y demás situaciones que influyen en su conducta.
El presente trabajo tiene por objetivo hacer una revisión de la obra de Max Weber “La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo (Primera Parte), abordando la lectura de esta obra, de tal forma, que se tratará de efectuar el análisis desde el interior de las concepciones epistemológicas de Weber, con la finalidad de ser lo más fiel posible a su puntos de vista.
Este libro pretende aproximarse en un punto determinado a la médula menos accesible de la disyuntiva; la determinación del influjo de ciertos ideales religiosos en la constitución de una “mentalidad económica”, de un ethos (conducta, estilo o personalidad) económico, apegándose al caso preciso de los nexos de la ética económica moderna con la ética racional del protestantismo ascético.
Entre la amalgama de factores históricos que podrían señalarse como posibles causantes del espíritu del capitalismo moderno, Weber selecciona, de acuerdo a un punto de vista unilateral, la ética protestante. No pretende mantener la tesis de que el protestantismo es la causa única del nuevo capitalismo: es sólo uno de los tantos factores que confluyen a configurarlo. El objetivo entonces es descubrir las bases no económicas que contribuyeron al nacimiento del capitalismo europeo.
Si una de las preocupaciones de Weber es la de los orígenes y particularidades del capitalismo moderno, “La ética protestante” es justamente un ejercicio de imputación causal que tiende a rastrear una de las causas decisivas que intervinieron en la formación del “espíritu capitalista”.
Weber expone la tesis que existe la influencia de ciertos ideales religiosos en la formación de una mentalidad económica. Señala que la ética necesaria para el desarrollo del sistema capitalista concuerda con la mentalidad de los ideales religiosos del protestantismo ascético. Estas son: la vida racionalizada, impulso al trabajo y fomento del ahorro; mientras que las demás religiones tienen dificultades para desarrollar el capitalismo porque su ética no coincide con las necesarias para el progreso de este sistema económico. Para nuestro autor, el capitalismo implica la búsqueda de la renovación constante del lucro, definido de esta manera, el capitalismo ha existido en todas partes del mundo. A diferencia del Marxismo, Weber opina que la historia está encaminada en un paso inevitable, y que el desarrollo del capitalista no estuvo sujeto al cambio cultural, además el desarrollo occidental se debió a específicos desarrollo de eventos culturales.
CONTEXTO EN EL QUE MAX WEBER DESARROLLA ESTE LIBRO
Maximilian Carl Emil Weber Erfurt, 21 de abril de 1864, fue un filósofo, sociólogo, jurista, historiador, politólogo, y economista alemán, considerado uno de los fundadores del estudio moderno, anti positivista, de la sociología y la administración pública. A pesar de ser reconocido como uno de los padres de la sociología, Weber nunca se vio a sí mismo como un sociólogo, sino como un historiador; para él, la historia y la sociología eran dos empresas convergentes.
Sus trabajos más importantes se relacionan con la sociología de la religión y el gobierno, pero también escribió mucho en el campo de la economía. Su obra más reconocida es el ensayo La ética protestante y el espíritu del capitalismo, que fue el inicio de un trabajo sobre la sociología de la religión Weber argumentó que la religión fue uno de los aspectos más importantes que influyeron en el desarrollo de las culturas occidental y oriental. En otra de sus obras famosas, La ciencia como vocación, la política como vocación, Weber definió el Estado como una entidad que detenta el monopolio de la violencia y los medios de coacción, una definición que fue fundamental en el estudio de la ciencia política moderna en Occidente. Su teoría fue ampliamente conocida a posteriori como la tesis de Weber
Weber desarrolla su obra maestra en 1904/1905 durante el periodo de Paz Armada en occidente, en el que a pesar un prolongado periodo de paz la potencias en auge, desarrollan armas y formaban alianzas preparándose para un guerra futura, de la misma forma el pensador alemán, país que en aquella época era el Imperio Alemán, y que ciertamente gozaba de prosperidad, pudo ser testigo del sistema capitalista y sus vertientes tanto en el Imperio Alemán, Reino Unido y la nueva potencia proveniente del mundo nuevo los Estados Unidos de América, a su vez la época en el que Weber esgrime este libro, es un periodo en el que el análisis del sistema social capitalista estaba en el centro de atención, tal y como lo hizo Marx años antes, Weber se propuso descubrir la elucubraciones morales por las que el capitalismo se movía, esto lo llevo aunque fuera de sus deseos, tener una rivalidad intelectual con Marx, quien consideraba que era el “materialismo” quien impulsaba el comportamiento, mientras que Weber proponía la formación de valores religiosos, en especial la protestantes, como un principio fundamental en el estilo de vida de las personas y los pueblos.
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En Alemania se dio cierto fenómeno entre las comunidades donde coexistían credos religiosos católicos y protestantes: Los segundos mencionados tendían a posicionarse en la cúpula de la esfera capitalista por sobre los primeros. Ello se debe, en parte, a motivos históricos, en los que realmente no se determina la religión como causante de tal fenómeno económico, sino como el resultado: muchos de los pobladores de las tierras más afluentes del Reich, favorecidos geográficamente por los recursos naturales, determinante en la actividad comercial primaria y beneficioso para la posterior actividad comercial, la cual tuvo la chance de tener una performance relativamente mejor lograda en el orden económico; se convirtieron al protestantismo en el siglo XVI, pudiendo asegurar para generaciones futuras mayores beneficios.
Entonces surge la siguiente cuestión: ¿Por qué justamente en las tierras más acaudaladas se dio tal tendencia eclesiástica? La ruptura con el tradicionalismo económico que conlleva la doctrina protestante podría servir de punto de partida para la respuesta, dado que es un escenario en e que el individuo empieza a cuestionar y enfrentarse a las autoridades tradicionales impuestas. Un dato a remarcar es el de la supresión del dominio eclesiástico sobre la vida no era realmente el espíritu de la Reforma (protestante), más bien el ímpetu por cambiar la forma de tal poder por otra diferente. De manera descriptiva, uno que tenga la intensidad suficiente para regular todo ámbito de la vida pública y privada, estipulando una regulación onerosa y con meticulosidad en la conducta individual. Hasta la época contemporánea se presentaban casos de pueblos cuyo cariz económico estaba a la vanguardia, pero eran tolerantes al poderío eclesiástico. No se trataría entonces de que los reformadores – originarios de las naciones con mayor avance económico – hayan encontrado el abuso de poder eclesiástico-religioso como condenable, quizás todo lo contrario.
De tal modo ¿Cuál sería la razón de que las clases medias burguesas de tales naciones que gozaban de auge económico y, habiendo aceptado tiranías puritanas, tomaran una posición defensiva sin precedentes? Un indicio se podría dar en la crianza de los hijos de católicos y protestantes: las proporciones de bachilleres en diferentes ciudades de tales religiones era distinta a la proporción demográfica de las mismas. Más específicamente, la asistencia de estudiantes católicos a planteles de educación técnica de campos mercantil o industrial era inferior a la de protestantes, lo que llevaría a deducir una menor participación de los católicos en la vida capitalista. Otra conductual sería la mayor persistencia de los protestantes a persistir en sus oficios y a la especialización técnica. Esta se podría explicar por el adiestramiento impartido en el núcleo familiar, en base a los principios de la patria y la religión.
Hablado esto, se encuentra cierta contradicción: La tendencia de mayoría “opresora” y minoría “oprimida” no se ve presente en la experiencia de la mencionada coyuntura. Esto porque la inserción y prevalencia industrial se dieron por razones meritocráticas.
Es así que consta la labor de intentar explicar a cabalidad estas características. Se podría explicar que el modo de vida católico tiene un cariz relativamente ascético entre sus ideales, imparte la doctrina del desapego de los bienes materiales.
Por otro lado, la fe protestante censura el idealismo ascético, real o supuesto, del modo de vida del católico. “El católico, con un afán adquisitivo menos dotado, prefiere una vida bien asegurada por más que los ingresos que en ella perciba sean menores que aquellos que representarían tomar mayores riesgos y posibles exaltaciones”. En el refrán que versa “comer bien y dormir tranquilo”, el católico tiene preferencia por la segunda acción, mientras que el protestante por la primera.
Un detalle a observar sería la gran cantidad de representantes de las más auténticas y profundas formas de cristianismo, surgidas de los grupos mercantiles. Como por ejemplo el pietismo (doctrina protestante), que usó al “mammonismo” como agente de cambio de ciertos dogmas de la profesión mercantil. Consecuentemente, se dio el fenómeno de que casas parroquiales se convirtieran en núcleos de creación de empresas capitalistas de alto vuelo. Surgía en las personas una virtud capitalista del sentido del negocio y la religiosidad, reguladora de todos los actos de la vida.
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