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Apuntes críticos parcial sobre La industrial cultural. Dialectica de la Ilustración. Adorno y Horkheimer


Enviado por   •  24 de Febrero de 2018  •  Apuntes  •  1.420 Palabras (6 Páginas)  •  102 Visitas

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En este capítulo de su crítica a la modernidad, Adorno y Horkheimer esbozan una crítica hacia el proceso de mercantilización de las expresiones culturales bajo el capitalismo avanzado: establecen un análisis, complementado mediante ejemplos, del contenido de los bienes culturales producidos en serie, resaltan la conexión de la producción de artefactos culturales con los monopolios directos de la producción (desde la metalurgia hasta la química), exponen cómo la industria cultural, en su significado de ‘’diversión’’, se complementa con el proceso de reproducción de la estructura social capitalista y describen también la articulación entre las dinámicas propias de la industria cultural con la publicidad, con los mecanismos de subjetivación( en su análisis de la individualidad producida en serie) y con la racionalización del lenguaje.

Es imposible efectuar un análisis de los mecanismos de la industria cultural sin antes mencionar, ya sea resumidamente, la tesis principal de Adorno y Horkheimer en su obra, a saber: el advenimiento y el triunfo de la ilustración en Occidente significó la conquista del hombre sobre la naturaleza y el auge de la racionalidad instrumental; el programa de la ilustración se escinde de tan solo atesorar la ‘’felicidad’’ del conocimiento de la naturaleza y se alista al dominio y sometimiento de tal. Con esto, la direccionalidad de la ilustración se refiere a la constitución de los hombres en señores de la naturaleza, la cual deviene en puro sustrato de dominio. La prolongación del dominio de hombre sobre el mundo natural se evidencia en la explotación del hombre por el hombre. A partir de esto último, se puede considerar a la industria cultural como una expresión del auge de la racionalidad tecnológica, la cual deriva en procesos de reificación de la actividad humana y del ser humano mismo.

Dentro del paradigma del capitalismo tardío, cine, radio y televisión constituyen un todo articulado y dinámico. Los individuos que habitan en las esfera paradigmática son los blancos a los que se dirige la industria cultural; ‘’la participación en ella de millones de personas impondría el uso de técnicas de reproducción que, a su vez, harían inevitable que, en innumerables lugares, las mismas necesidades sean satisfechas con bienes estándares’’. En un estadio primitivo, el surgimiento de la industria cultural se debió a las necesidades de los consumidores debido a que la diversión propuesta por la industria cultural, y la banalización lúdica que se desprende de ella, fue necesaria para la manutención de tales dentro de las dinámicas propias del sistema. Sin embargo, ‘’es en el círculo de manipulación y necesidad que la refuerza donde la unidad del sistema se afianza cada vez más’’. La IC es consciente del mercado: para cada persona hay un producto establecido en él. Nadie se salva. De la misma forma, la industria cultural es dependiente de industrias subyacentes a esta, como se mencionó en el primer párrafo.

La industria cultural ha destruido la separación que existía entre la lógica del sistema y la obra de arte; es una manifestación directa de la hegemonía de la racionalidad instrumental, el carácter visible de una sociedad alienada en sí misma. Dentro de su contenido se remarca el detalle técnico antes que el sentido argumentativo: este no es más que una pálida fachada. Dentro de la estructura interna de las mercancías existen acciones prescritas a los individuos. El armazón conceptual es mostrado explícitamente sin vergüenza alguna. Uno ya sabe cuándo llorar, reír, aplaudir en la percepción de tales producciones; en otros términos, lo que el contenido deja huella realmente es ‘’la sucesión automática de operaciones reguladas’’. La industria cultural interpela a los sujetos como sujetos de placer: para que se dé esto último, la apreciación no debe costar esfuerzo intelectual alguno; cualquier manifestación intelectual por parte del espectador es ‘’cuidadosamente evitada’’. Establecer un juicio crítico hacia el contenido de la producción se reduce al ‘’juicio pericial mecánico’’.

A tal punto el proceso de mecanización producto del trabajo ha condicionado la vida de los hombres que ‘’determina tan íntegramente la fabricación de productos para su diversión […] ese sujeto ya no puede experimentar otra cosa que las copias o reproducciones del mismo proceso de trabajo’’. La diversión es una característica visible del ocio propuesto por la industria cultural. En el paradigma descrito, divertirse significa olvidar el dolor, dejar de pensar, ponerse en forma de nuevo para afrontar el proceso de trabajo regulado característico de la estructura económica alienante. La diversión es huida, pero no huida de la realidad, sino huida del ‘’último pensamiento de resistencia que esa realidad haya podido dejar aún’’.  Con esto, los autores evidencian la importancia que ostenta la industria cultural como la ‘’industria de la diversión’’ en la reproducción de statu quo, como ‘’prolongación del trabajo bajo el capitalismo tardío’’.  En las producciones culturales se localiza el presupuesto de la rutina disfrazada de naturaleza.  Adorno y Horkheimer son conscientes que las tendencias y arquetipos proliferados por la IC son reproducidos e internalizados por el entero proceso social; de allí que ‘’la supervivencia del mercado en este sector actúe promoviendo ulteriormente dichas tendencias’’.

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