Didactica De Diaz Barriga
m.m.1326 de Mayo de 2015
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En el texto trabajado, el autor logra forjar la hipótesis de un problema y dejar abierta la hipótesis de resolución del mismo. Veamos cuál es el camino recorrido:
El problema que genera la reflexión de Díaz Barriga es el del estado de situación del saber y el hacer didáctico:
? .... se hace cada vez más urgente el trabajo en relación con los problemas conceptuales de la didáctica, atendiendo a las posibilidades de su estructuración teórica.
El desarrollo del campo de la didáctica se halla en una encrucijada. Su dinámica instrumental se encuentra fuera de sitio, ante el desarrollo de técnicas derivadas de la psicología en sus diferentes vertientes (...) A la vez, la propia dinámica instrumental de la didáctica ha ahogado este pensamiento, impidiéndole que explicite su dimensión teórica. Más aún, prácticamente se ha negado esta dimensión al conocimiento didáctico. Para muchos autores, sigue siendo la parte aplicada de la educación.?
O sea, que la falta de dimensión teórica es el problema central que plantea Díaz Barriga al reflexionar sobre el estado actual de la didáctica. Y para revertir esta situación, el autor considera vital ?acceder a la dimensión histórico-social indispensable para la comprensión de la didáctica? , a la vez que combatir la ignorancia que existe sobre este saber, el cual erróneamente se tiende a reducir a propuestas técnico-instrumentales que sirvan para manejar de mejor forma la exposición de un tema en una clase. Problemas que surgen de una concepción epistemológica de la didáctica arraigada en las condicionantes sociohistóricas del desarrollo de la misma, en donde corrientes como el positivismo y el funcionalismo fueron adueñándose del timón de conducción, precisamente por ser las adecuadas para el desarrollo industrial que surge de la modernización capitalista:
?Así, la adopción de la tecnología educativa, como opción instrumental, científica y como expresión de una pedagogía industrial, permite ?garantizar? una formación de acuerdo a una nueva racionalidad: la formación eficiente de recursos humanos para el desarrollo industrial.?
La pedagogía, pues, se adapta a las exigencias del proceso de industrialización y con ella queda marcada también la suerte para la didáctica, todo lo cual se ve actualmente agravado porque ?... el problema es mucho más complicado cuando observamos la falta de legitimidad social que en este momento tiene el conocimiento educativo en general y didáctico en particular.?
Esa falta de legitimidad está sustentada en lo que el autor denomina como ?ignorancia social? respecto de la didáctica y que se funda en una ?ignorancia de interpretación?.
Díaz Barriga hace una distinción entre teoría y la aplicación técnica, y advierte sobre el demasiado hincapié que se hace sobre ésta última, lo cual ha ido en menoscabo del saber teórico. El autor buscará una articulación entre teoría y técnica, partiendo de la necesidad de revalorizar el marco teórico de la didáctica, lo cual le permitirá evitar el corte existente entre el hacer metodológico y los fundamentos conceptuales e históricos de dicho hacer. Pues, aunque implícito, toda elección técnica supone un marco teórico. Y retomando categorías kantianas, propone la articulación entre una ?razón pura?, teórica, y una ?razón práctica?, centrada en la acción y la conducta humana, lo cual, destaca, supone partir de un modelo teórico.
Restringir, entonces, la didáctica a la parte aplicada, de instrumentalización técnica de la educación, es negar su triple condición de disciplina teórica, histórica y política:
?Es teórica en cuanto responde a concepciones amplias de la educación (y esto la engarzaría a una teoría de la educación), de la sociedad, del sujeto, etc. Es histórica en cuanto sus propuestas son resultados de momentos históricos específicos (...) responden a un conjunto de condiciones sociales. Es política porque su propuesta se engarza a un proyecto social (...) es la adopción de un conjunto de políticas globales desarrollistas la que fue determinando que el pensamiento didáctico fuera sustituido por uno tecnológico.?
En este punto quedaría planteada la hipótesis del problema según Díaz Barriga, cuya resolución queda abierta, apenas esbozada como un reclamo:
?Finalmente, este esbozo reclama desarrollar no sólo otra perspectiva del conocimiento didáctico, sino estudiar la conformación de este campo desde diversos saberes sociales. Sólo abordando con rigor la producción de conocimientos en este ámbito, la didáctica podrá adquirir un estatus en el conocimiento educativo.?
Filosofía, democracia y didáctica
Díaz Barriga apunta a la dimensión teórica de la didáctica, teniendo siempre presente su condición histórica y política. En este marco teórico, es que quiero ir al rescate de la condición propedéutica de la enseñanza: la reflexión filosófica. Para esto debemos ubicar a la filosofía no en el terreno de ciertos esencialismos y meros devaneos metafísicos como los que critica Díaz Barriga, y que en su momento fueran exitosamente atacados por el positivismo en el terreno teórico de la pedagogía, sino en un papel ético-político, apuntando a esa ?razón práctica? que reclama dicho autor. Razón práctica que esté directamente relacionada con el rol docente y la posibilidad de cambiar las condiciones de nuestra actual forma de democracia tecnócrata, economicista y gestora de varias desigualdades de signo negativo. Filosofía, democracia y educación, se tornan palabras claves en nuestro actual contexto histórico-político y la dimensión teórica de la didáctica no puede sino asumir esta situación. Como queda claro en el texto trabajado, la didáctica nunca desempeña un papel neutro.
La educación es una forma de participación social y un espacio vital de formación ciudadana. Por ello, nunca es un espacio políticamente neutral y siempre está en el centro de las tensiones que generan los diferentes intereses que se ciernen sobre ella.
Pues, la didáctica, restringida a la instrumentalización, queda dominada bajo ciertos marcos conceptuales actualmente hegemónicos. Por otra parte, si hablamos de didáctica de la filosofía, que es la que por mi tarea docente me interesa particularmente, hablamos del papel de la filosofía en la educación. Y desde allí quizás sea menos pensable un papel ingenuo y de obediencia del orden dado.
Recientemente, en una charla en el IPA dictada por Mauricio Langón, en el marco de las ?Jornadas de perfeccionamiento para profesores de enseñanza media? (2003), éste relacionaba precisamente el papel de la enseñanza de la filosofía con la conformación de una democracia capaz de revertir la actual situación de desigualdad socioeconómica y de crisis de valores humanistas. Señalaba Langón la necesidad de educar para la subjetividad filosófica, indicando que esto implicaba una transformación de la filosofía desde la práctica de la enseñanza de la filosofía. Y el pensar la democracia como discusión pública y los liceos como parte de esos espacios públicos.
En este marco, me pregunto si la didáctica, como espacio central de la formación docente, no debe preguntarse primeramente si está al servicio del disciplinamiento y el orden social establecido y si su tarea política e histórica es reproducir o transformar.
El papel político de la educación en los 90?
Llegado a este punto de la tarea emprendida, terminé relacionándome con una serie de textos que problematizan el papel de la formación docente. Los textos trabajados pertenecen a Tiramonti (?Regulación social y Reforma Educativa?), Tenti (?Una carrera con obstáculos: la profesionalización docente?), Feldfeber ( ?La formación de los docentes: un problema de calidad?) y Abal de Hevia. (?Concepciones y tendencias en la formación docente?).
Partí del texto de Guillermina Tiramonti, en tanto aporta la visión más panorámica de la situación, a la vez que brinda las claves del tema que creo es más interesante de analizar. Tiramonti visualiza las consecuencias que se desprenden de las agendas sociales de los 90?, preocupadas por la integración, reproducción y regulación de las sociedades, algo que nos retrotrae a las épocas de la fundación y estructuración de la modernidad, la cual echó sus raíces de regulación y control social, entre otros puntos, en la constitución de un sistema educativo que contribuyó a definir las identidades ciudadanas, circunscribiéndolas a los intereses del orden establecido. Abal de Hevia se refiere al tipo de docente que responde a este modelo fundacional como aquel al que se le indicaba qué debía ser y hacer. Era adiestrado en una visión homogénea de la realidad, inmerso en una lógica disciplinadora. Identifica al prototipo de modelo docente para esta concepción como aquel formado en parámetros de eficacia y eficiencia, basadas ambas en el dominio técnico de los métodos de enseñanza. Este tipo de profesor responde a esos mecanismos de control que comenzaron a no ser completamente eficaces en su tarea desde el momento en que el sistema capitalista de mercado generó una marginación social y económica tal que hace poco competente ?de cara a dicho mercado capitalista- a muchas sociedades. Se repite, entonces, la necesidad de generar nuevos marcos de regulación social, que permitan, como otrora, sacar de su estado de ?diríamos en este contexto histórico - ?feudalismo moderno? a todos aquellos países y/o sectores sociales que desde las tiendas de quienes marcan el rumbo del orden económico mundial crean conveniente. Si bien no se puede
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