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DIAZ BARRIGA


Enviado por   •  27 de Enero de 2015  •  1.790 Palabras (8 Páginas)  •  367 Visitas

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LECTURA COMENTADA DOCUMENTO DIAZ BARRIGA…

Competencias en educación un debate conceptual

El anterior texto refleja la incorporación del término competencias en el contexto educativo. Presenta como se considera dentro de la sociedad, nos habla que en 2005 la (OCDE) dio el informe en el que daba e resultado de lo que era la reforma educativa global.

Se trata de un tema actual que ponen énfasis en impulsar que la educación ofrezca resultados tangibles, resultados que se puedan traducir en el desarrollo de determinadas habilidades para incorporarse al trabajo de manera eficaz.

Como en todo tema hay personas quienes defienden esta propuesta, pero queda en los que desconfían de los resultados que pueda arrojar este, pues los argumentos que se tienen para su defensa consideran que constituye una reforma singular a la educación, la cual la llevara a superar, múltiples deficiencias como la falta de calidad.

El tema de competencias es considerado como una especie de salvación a una serie de problemas que enfrenta la educación hoy en día.

Enfoque laboral

En cuanto al enfoque laboral podría rescatar como principales puntos y mas importantes los siguientes:

Se trata de una aproximación muy natural en el ámbito de las competencias, dado que el término llega a la educación desde el mundo del trabajo. Aun sin formularlo de esta manera, el documento del Banco Mundial (BM, 1992) Educación técnica. Un documento de política, señala que para la formación del técnico medio5 es conveniente un análisis de las tareas, con el fin de crear módulos para su formación donde el que se está capacitando se ejercite exactamente en lo que se le está demandando.

En los autores que sostienen esta perspectiva, no existe un análisis de lo que significa formar en el terreno de la educación o lo que es un aprendizaje complejo o un aprendizaje superior (una función algebraica, por ejemplo), dado que en los puestos laborales que considera esto no existe. La sutil transición de lo laboral a lo llamado educativo se ha realizado en detrimento del sentido real de esta última tarea.

Enfoque conductual

Esta perspectiva se encuentra estrechamente ligada a la perspectiva laboral. En la práctica hay un desplazamiento muy sutil en los textos que asumen el enfoque de competencia laboral, por un lado parten de la idea de que el inicio del debate de este tema tiene su origen en la pedagogía estadounidense de principios del siglo xx (Schmal y Ruiz, 2008), esto es, del momento en que al surgir el planteamiento curricular moderno se formuló la teoría de objetivos comportamentales, desde la perspectiva del análisis de tareas.

La elaboración de planes de estudio y programas educativos a partir de una estructura comportamental ha tenido una influencia muy importante en el trabajo curricular, en los hechos ha sido difícil de superar cuando la autora propone su modelo de planificación curricular, en particular, su perspectiva de planeación de actividades en el aula llega a establecer alguna modificación en el ordenamiento de lo que conformaban las llamadas cartas descriptivas de los años setenta, pero claramente sigue siendo un modelo conductual de trabajo, donde las supuestas articulaciones entre elementos (conocimientos, habilidades y actitudes) no se logra materializar, dado que se parte de una visión conductual y fragmentada de las competencias.12 En los hechos, varias programaciones curriculares retoman con claridad elementos de esa propuesta que se buscó superar en los años ochenta y noventa del siglo pasado.

Enfoque etimológico

Si bien esta perspectiva en el debate por competencias no es dominante, sino que de alguna manera se puede considerar marginal, sí se puede afirmar que es empleada de alguna manera para “lavar la cara” del concepto, en un intento de que desde su origen no quede vinculado al tema laboral, que sin lugar a dudas constituye la impronta más significativa del mismo. Este acercamiento hace una grave omisión, olvida que desde una perspectiva foucaultiana, los conceptos tienen una impronta social, es decir, los conceptos están marcados por elementos del contexto social de donde surgen, así lo mostró Nietzche con los términos “caballero”, “noble” o “dama”, Canguilghem con el concepto “normal” y el mismo Foucault con este último término. Así, podemos sostener que establecer un origen etimológico del vocablo competencias en realidad refleja una perspectiva pre-foucaultniana que está ampliamente superada en el ámbito de las ciencias sociales.

Enfoque funcional o sistémico

En el caso del enfoque funcional de competencias nos encontramos con ambos lados de la moneda de manera simultánea, una crítica a la perspectiva escolar que reivindica el valor de los contenidos académicos por sí mismos, que ocasiona que éstos tengan en el aula un tratamiento sólo escolar o enciclopédico y, al mismo tiempo, una reivindicación de la necesidad de articular lo que se aprende en la escuela con la vida cotidiana, cuestión que sin lugar a dudas es relevante. Sin embargo, ni los que defienden este enfoque ni sus desarrollos, reconocen la necesidad de establecer saberes básicos como un antecedente indispensable para el desarrollo de una competencia, ya que sin el logro de estos conocimientos no se puede avanzar en impulsar aprendizajes complejos, ni aprendizajes para la resolución de problemas.

Enfoque socioconstructivista

La perspectiva socioconstructivista ha permitido generar una visión diferente del trabajo por competencias en educación. En una época como la nuestra, donde se hace énfasis en abandonar la enseñanza frontal y pasar a enfoques centrados en el aprendizaje, el trabajo por competencias vuelve a enfatizar una aspiración más que centenaria en la perspectiva didáctica, al considerar que la importancia de la labor escolar y del trabajo docente es armar espacios que permitan que un estudiante, a partir de su acercamiento a objetos cognitivos, vaya construyendo su propio andamiaje de información. En diversas vertientes del constructivismo se estableció la noción de aprendizaje significativo con ello se hacían referencias a diversos temas. Uno de ellos guarda relación con la posibilidad.

Enfoque pedagógico-didáctico

Esta última perspectiva permite observar que, aunque por más de un siglo diversos autores han buscado superar diferentes vicios de la educación, éstos son tan fuertes que vuelven a emerger, o tal vez nunca desaparecieron de la educación formal. El caso más relevante es la llamada enseñanza escolar y el manejo enciclopédico de los contenidos. En realidad desde el inicio del pensamiento didáctico en el siglo xvii había una enconada lucha entre el saber para la escuela y el saber para la vida; mientras el internado jesuita del siglo xvi subía sus muros para que la vida cotidiana no entrara al mismo —recordemos la prohibición de usar la lengua materna—, el autor de Didactica Magna (1657) formulaba la importancia de que la escuela permitiera formar al ser humano para incorporarse a la vida: “la escuela debe ser un taller de hombres”, señalaba Comenio (1970). Si colocamos varias de sus expresiones en el tiempo que fueron formuladas, podremos ver que las mismas no eran tan próximas, como actualmente se sostiene, a una posición enciclopedista; “primero las cosas y luego las palabras” fue una de las orientaciones pedagógicas con las que ese autor inició la construcción del campo de la didáctica; ya entonces enunciaba:

Para educar a la juventud se ha seguido generalmente un método tan duro que las escuelas han sido vulgarmente tenidas por terror de los muchachos y destrozo de los ingenios y la mayor parte de los discípulos, tomando horror a las letras y a los libros, se ha apresurado a acudir a talleres de los artesanos o a tomar cualquier otro género de vida. Estoy completamente persuadido de que algún genio maligno, enemigo del género humano, ha introducido este método en las escuelas.

La necesidad de reconocer que existen diversas escuelas de pensamiento en relación con el enfoque de competencias en la educación.

Reconocer la existencia de diferentes escuelas de pensamiento ayudará a entender algunas de las dificultades que el enfoque por competencias tiene en este momento para ser trabajado, no sólo por los expertos en el campo del currículo, sino también por los docentes. Los primeros, bajo la presión de concluir una propuesta curricular en un periodo determinado, suelen realizar un trabajo apresurado en donde se definen competencias genéricas en un sentido amplio, pero en vez de armar una secuencia de desarrollo de las mismas, erróneamente las desagregan en desempeños simples que, en el fondo, son definiciones comportamentales que surgen de un análisis de tareas. La competencia sería la integración relativamente mecánica de cada fragmento comportamental, lo cual en realidad significa el retorno de la pedagogía por objetivos, algunos autores incluso justifican esta opción. Por su parte, para los docentes, la falta de claridad de los rasgos centrales que subyacen en el trabajo por competencias los lleva a realizar lecturas de autores que pueden reflejar escuelas diferentes de análisis de este tema, llevando a realizar articulaciones con baja coherencia, ante la necesidad de clarificar la forma como pueden trabajar un proyecto curricular que les demanda laborar bajo el modelo de competencias. En general pueden llamar trabajo por competencia a la realización de cualquier acción, sin realizar necesariamente una modificación de su práctica educativa previa, sin identificar la relación que existe entre saberes y resolución de problemas, y sin percibir la importancia de trabajar a partir de la construcción de un problema con elementos de la realidad, no sólo los que se obtienen en los medios de comunicación, sino los que ofrece la investigación científica. Esta construcción, como hemos mostrado, demanda otro tipo de perspectiva pedagógica en el trabajo docente y muchísimo más tiempo en la elaboración de la estrategia didáctica para una situación escolar.

Trabajar competencias en la educación: un problema complejo

De igual manera, concebir las competencias como estructura lleva a que sólo se puedan determinar las competencias básicas o centrales, es decir, los planes y programas tendrían que tener competencias eje que atraviesen todo el proyecto curricular. En otras palabras, muy pocas competencias. Quizá mucho de los contenidos escolásticos que se encuentran en nuestros actuales planes de estudio sencillamente tengan que ser dejados de lado. La otra perspectiva de las competencias, mucho más cercana a la visión laboral, conductual, reproduce el viejo debate del pragmatismo curricular desarrollado en la perspectiva de Tyler. Al determinar los grandes comportamientos que un sujeto debe mostrar como resultado del aprendizaje y mediante un esquema de descomposición lógica o de análisis de tareas, se construyen los fragmentos de estas competencias. Así, planes y programas de estudios quedan llenos de pequeños desempeños, denominados competencias. Una hora de clase permitiría impulsar la manifestación estudiantil de tales desempeños. En el fondo esto ha significado permitir el retorno de la llamada pedagogía por objetivos conductuales a través de la puerta denominada enfoque de competencias curricular. Cada desempeño, con nuevas denominaciones, tales como condiciones de desempeño, aprendizajes esperados, es un objeto de evaluación en sí mismo. Esto permite una formulación de las competencias muy cercana a la perspectiva que se tenía en la teoría de objetivos, con una pequeña modificación en la construcción lingüística de la misma.

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