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FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN


Enviado por   •  19 de Enero de 2013  •  8.940 Palabras (36 Páginas)  •  797 Visitas

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FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN

1. DEFINICIÓN: La religión es un elemento de la actividad humana que suele componerse de creencias y prácticas sobre cuestiones de tipo existencial, moral y sobrenatural. Se habla de «religiones» para hacer referencia a formas específicas y compartidas de manifestación del fenómeno religioso. Muchas religiones están organizadas de formas más o menos rígidas o laxas, mientras que otras carecen de estructura formal y están integradas en las tradiciones culturales de la sociedad en la que existen. El término hace referencia tanto a las creencias y prácticas personales como a ritos y enseñanzas colectivas.

2. BIOGRAFIAS

2.1 Marco Tulio Cicerón

(Arpino, actual Italia, 106 a.C.-Formies, id., 43 a.C.) Orador, político y filósofo latino. Perteneciente a una familia plebeya de rango ecuestre, desde muy joven se trasladó a Roma, donde asistió a lecciones de famosos oradores y jurisconsultos y, finalizada la guerra civil (82 a.C.), inició su carrera de abogado, para convertirse pronto en uno de los más famosos de Roma. Posteriormente, se embarcó rumbo a Grecia con el objetivo de continuar su formación filosófica y política. Abierto a todas las tendencias, fue discípulo del epicúreo Fedro y del estoico Diodoto, siguió lecciones en la Academia y fue a encontrar a Rodas al maestro de la oratoria, Molón de Rodas, y al estoico Posidonio.

Su carrera política fue fulgurante: en un año fue elegido edil, en el 66 a.C. pretor, cargo desde el que propulsó un acercamiento entre caballeros y senadores (concordia ordinum), y dos años después obtuvo la elección de cónsul del Senado. Desde esta posición, hizo fracasar la reforma agraria propuesta por Rullo, hizo frente a los populares, liderados por Craso y César, y llevó a cabo una de las batallas más dramáticas y peligrosas de su carrera: su oposición a la conspiración de Catilina.

Derrotado en las elecciones, éste se disponía a promover levantamientos para instaurar una dictadura. Los cuatro discursos (Catilinarias) pronunciados por Cicerón ante el Senado a fin de conseguir la ejecución de los conspiradores constituyen la muestra más célebre de su brillante oratoria, de gran poder emotivo. Sin embargo, su actuación acabó por significarle el exilio años más tarde, cuando Clodio, elegido tribuno de la plebe (58 a.C.) gracias a César, consiguió el reconocimiento de una ley que sancionaba con la pena de muerte a todo ciudadano romano que hubiera hecho ejecutar a otro sin el previo consentimiento del pueblo.

2.2 Lucio Cecilio (o Celio) Firmiano Lactancio (245?-325?), escritor latino y apologista cristiano nacido en el norte de África, discípulo del maestro africano de retórica Arnobio.

Enseñó retórica en varias ciudades orientales del Imperio Romano, incluyendo Constantinopla. Fue instituido profesor de retórica en Nicomedia por Diocleciano. Habiéndose convertido al cristianismo, el primer edicto de Diocleciano contra los cristianos (febrero de 303) provocó su despido. Según Jerónimo, vivió en la pobreza subsistiendo como escritor hasta que Constantino lo reivindicó, convirtiéndolo en tutor de latín de su hijo Crispo. Podría haber acompañado a este último a Tréveris en 317 cuando fue designado César. Crispo fue ejecutado en Istria en 326, pero se ignora si Lactancio corrió la misma suerte.

Obras:

Sólo se conservan sus obras cristianas. Las principales entre estas son: De opificio Dei (303-304) (Sobre la obra de Dios), en la que pretende demostrar la existencia de la providencia divina tomando como base la forma del cuerpo humano; De ira Dei (Sobre la ira de Dios), sostiene contra algunos filósofos que la ira es un componente necesario del carácter de Dios, que debe repartir justo castigo contra los malhechores; y las Institutiones divinae (Instituciones divinas). Esta última es una obra de gran envergadura, una defensa de la doctrina cristiana como un sistema armonioso y lógico.

Lactancio fue criticado por los cristianos por sus creencias poco ortodoxas, sin embargo comprendió cuáles parecían ser los principios esenciales de la religión cristiana. Escribió en una retórica prosa ciceroniana (se le llamó el Cicerón cristiano), en un tono más bien persuasivo que polémico, procurando justificar la fe por la razón antes que por la autoridad. Una excepción a este estilo de escribir la encontramos en su De mortibus persecutorum (Sobre las muertes de los perseguidores) escrita en la Galia en el 318, poco después del triunfo del cristianismo. Se trata de una espeluznante descripción de los sucesivos destinos de los emperadores que persiguieron a los cristianos, especialmente en la época de Lactancio.

2.3 SAN AGUSTIN HIPONA

Nacido en Tagaste (Numidia) el año 354, hijo de padre pagano y madre cristiana, Agustín fue educado por ésta en el cristianismo, aunque pronto abandonó su práctica. Estudio gramática y literatura latinas y, posteriormente, hasta los veintinueve años de edad, enseñó retórica en Cartago. Tras una juventud algo disipada en Cartago, la lectura de un escrito de Cicerón le llevó al estudio de la filosofía y a la búsqueda de la verdad, que, en un principio, creyó encontrar en la doctrina de los maniqueos, que defendió durante unos diez años. Cuando empezó a dudar de ella, se trasladó a Roma, y luego a Milán, donde siguió ejerciendo como profesor de retórica. Sus dudas dieron como resultado un escepticismo filosófico, del que se libró mediante la lectura de los neoplatónicos, en especial de Plotino, que seguiría influyendo en su pensamiento posterior. . La posesión de la verdad sólo la encontró Agustín en el cristianismo, al que se convirtió, por influencia del obispo Ambrosio, de Milán, en el año 387. Desde entonces llevó una vida dedicada al estudio y a la contemplación, que mantuvo prácticamente hasta su muerte, a pesar de las ocupaciones del ejercicio pastoral, primero como presbítero y, después, como obispo de Hipona, en el norte de África, a donde había vuelto desde Italia en el año 388. Su muerte acaeció en el año 430, mientras los vándalos sitiaban Hipona, cuando el Imperio Romano de Occidente daba los últimos estertores.

Su pensamiento, de orientación platónica, defiende que la verdad no ha de buscarse en el mundo exterior por medio de los sentidos, sino reflexionando, volviendo la mirada hacia el interior de uno mismo: «No vayas fuera. Vuélvete hacia dentro de ti mismo. La verdad habita en el hombre interior. Sus obras más importantes, además de éstas, son las Confesiones, de carácter autobiográfico, Sobre la Trinidad y La ciudad de Dios.

La ciudad de Dios es la principal obra de San Agustín.

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